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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
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Deuteronomio 10-12

La alianza renovada (Ex 34, 1-10)

10 En aquella ocasión el Señor me dijo: Talla dos losas de piedra iguales a las primeras y súbemelas al monte. Haz también un Arca de madera. Yo escribiré en las losas lo mismo que había en las otras, las que tú hiciste añicos, y las pondrás en el Arca.

Hice, pues, un Arca de madera de acacia, tallé dos losas de piedra iguales a las primeras y subí al monte llevando en mis manos las dos losas. El Señor escribió en las losas lo mismo que había escrito en las anteriores, los diez mandamientos que les promulgó en el monte, en medio del fuego, el día de la asamblea y me las entregó. Yo descendí del monte y deposité las losas dentro del Arca que había hecho. Y allí están aún, como me ordenó el Señor.

La elección de los levitas

Los israelitas partieron de los pozos de Bené Jacán y se dirigieron a Moserá. Allí murió Aarón y allí lo enterraron. Su hijo Eleazar le sucedió en el sacerdocio. De allí se dirigieron a Gudgoda, y siguieron hasta Jotbatá, una región de abundantes torrentes.

En aquella ocasión el Señor apartó a la tribu de Leví para que transportara el Arca de la alianza del Señor y estuviera a disposición del Señor para servirle y pronunciar bendiciones en su nombre, como lo viene haciendo hasta hoy. Por eso Leví no tiene parte ni heredad entre sus hermanos; su heredad es el Señor, tal como el mismo Señor tu Dios le prometió.

10 Yo permanecí en la montaña, como la primera vez, cuarenta días y cuarenta noches. Y una vez más el Señor me escuchó y no quiso destruirte, 11 sino que me dijo: Anda, ponte al mando y guía al pueblo, para que entren a tomar posesión de la tierra que juré dar a sus antepasados.

Exigencias de la alianza

12 Y ahora, Israel, ¿qué es lo que demanda de ti el Señor tu Dios? Solamente que lo respetes y sigas todos sus caminos; que lo ames y rindas culto al Señor tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, 13 y que cumplas los mandamientos y los preceptos del Señor que yo te prescribo hoy, para que seas dichoso. 14 Del Señor tu Dios son los cielos y los cielos de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ella. 15 Sin embargo, de quien se enamoró el Señor fue de tus antepasados; los amó, y después de ellos escogió a su descendencia, o sea a ustedes, entre todos los pueblos, como hoy podemos ver.

16 Por eso, abran su corazón a Dios y no sean tercos; 17 el Señor su Dios es Dios supremo y soberano Señor; es el Dios grande, fuerte y temible, que no actúa con parcialidad ni acepta sobornos, 18 que defiende la causa de la viuda y del huérfano, y muestra su amor por el inmigrante proveyéndole de pan y vestido. 19 Muestren ustedes también amor por el inmigrante, porque también ustedes fueron extranjeros en el país de Egipto.

20 Respetarás al Señor tu Dios y a él solo adorarás; serás fiel a él y sólo en su nombre jurarás. 21 Sólo a él debes alabar porque él es tu Dios, que hizo por ti las proezas y maravillas que tú mismo presenciaste. 22 Cuando tus antepasados bajaron a Egipto eran apenas setenta personas, pero ahora el Señor tu Dios te ha convertido en un pueblo tan numeroso como las estrellas del cielo.

La grandeza del Señor experimentada por Israel

11 Amarás al Señor tu Dios y cumplirás siempre todos sus mandamientos, sus estatutos, sus normas y preceptos.

Reconozcan hoy —me refiero a ustedes no a sus hijos que nada han visto ni experimentado— lo que les ha enseñado el Señor su Dios, su grandeza, su gran poder y destreza sin igual: las señales y hazañas que realizó en Egipto contra el faraón, rey de Egipto y todo su país; lo que hizo el Señor al ejército egipcio, con sus carros y caballos, cuando los perseguían y precipitó sobre ellos las aguas del mar Rojo, aniquilándolos para siempre; lo que hizo por ustedes en el desierto hasta que llegaron a este lugar; lo que hizo con Datán y Abirán, hijos de Eliab el rubenita, cuando, en presencia de todo Israel, la tierra abrió sus fauces y se los tragó con sus familias, sus tiendas, y todos los bienes que tenían. Me dirijo, pues, a ustedes que han sido testigos de las grandes hazañas que ha hecho el Señor.

Bendiciones de la tierra prometida

Cumplan todos los mandamientos que yo les prescribo hoy: solamente así serán lo suficientemente fuertes para conquistar la tierra a la que están a punto de entrar para tomarla en posesión. Así prolongarán sus días en la tierra que el Señor juró dar a sus antepasados y a su descendencia, tierra que mana leche y miel. 10 La tierra a la que te diriges para tomar posesión de ella no es como la tierra de Egipto, de la que salieron; allí ustedes plantaban la semilla y tenían que regarla con la ayuda del pie, como se riegan las hortalizas del huerto. 11 La tierra a la que están a punto de entrar para tomar posesión de ella es un territorio de montes y valles regados por la lluvia del cielo; 12 es una tierra que está bajo el cuidado constante del Señor tu Dios, que no aparta sus ojos de ella en ningún momento del año.

13 Si cumplen escrupulosamente los mandamientos que yo les prescribo hoy, amando al Señor su Dios y adorándole con todo su corazón y con toda su alma, 14 yo haré llegar la lluvia a su tierra cuando sea necesaria, en el otoño y en la primavera, para que puedas cosechar tu trigo, tu mosto y tu aceite; 15 haré también crecer en tu campo el pasto para tu ganado, y comerás hasta saciarte.

16 ¡Pero cuidado!, no se dejen seducir ni se aparten del Señor rindiendo culto a otros dioses y postrándose ante ellos, 17 porque entonces se encenderá la ira del Señor contra ustedes, cerrará los cielos y no caerá más lluvia; la tierra no dará más frutos y ustedes no tardarán en desaparecer de esa tierra fértil que les da el Señor.

18 Graben en su corazón y en su alma estas palabras; átenlas a su muñeca como un signo, pónganlas como una señal sobre su frente. 19 Incúlquenselas a sus hijos y háblenles de ellas cuando estén en casa y cuando vayan de camino; cuando se acuesten y se levanten. 20 Escríbelas en las jambas de tu casa y en tus puertas, 21 para que su vida y la de sus descendientes dure en la tierra que el Señor prometió dar a tus antepasados tanto como el cielo se mantenga sobre la tierra.

22 Si cumplen fielmente todos estos mandamientos que les prescribo para que los pongan en práctica, si aman al Señor su Dios, siguen todos sus caminos y le son fieles, 23 entonces el Señor irá expulsando delante de ustedes a todas esas naciones, y ustedes se adueñarán de ellas aunque sean más numerosas y fuertes que ustedes. 24 Será de ustedes toda la tierra que pise la planta de su pie; sul territorio se extenderá desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Éufrates hasta el mar Occidental. 25 Nadie podrá resistirlos, porque el Señor hará que todos se amilanen ante ustedes y cunda el pánico en toda la tierra que pisen, tal como les ha prometido.

26 Miren, hoy les doy a elegir entre la bendición y la maldición: 27 la bendición, si cumplen los mandamientos que yo, el Señor su Dios, les prescribo hoy; 28 la maldición, si desobedecen los mandamientos del Señor su Dios y se apartan del camino que hoy les marco, para ir tras dioses extranjeros que no han conocido.

29 Cuando el Señor tu Dios te haya introducido en la tierra donde vas a entrar para tomar posesión de ella, pondrás la bendición en el monte Garizín y la maldición en el monte Ébal. (30 Estos dos montes se encuentran, como es sabido, al otro lado del Jordán, detrás del camino del oeste, en el territorio de los cananeos que habitan en la Arabá, frente a Guilgal, junto al encinar de Moré).

31 Están a punto de cruzar el Jordán para entrar a tomar posesión de la tierra que el Señor su Dios les da. Cuando se hayan apoderado de ella y ya estén asentados allí, 32 pongan mucho empeño en cumplir todas las normas y preceptos que les he dado hoy.

III.— EL CÓDIGO DEUTERONÓMICO (12,1—26,15)

El santuario único

12 Estas son las normas y preceptos que deben cumplir cuidadosamente todos los días de su vida, en la tierra que el Señor, el Dios de tus antepasados, les da en posesión.

Destruyan completamente todos los lugares en los que las naciones que van a conquistar han dado culto a sus dioses, sea en lo alto de los montes, en las colinas y bajo cualquier árbol frondoso. Derriben sus altares, hagan pedazos sus piedras votivas, quemen sus árboles sagrados, derriben las imágenes de sus dioses y hagan desaparecer su recuerdo de esos lugares.

Con el Señor su Dios obrarán de modo diferente. Tan solo irán a buscar al Señor su Dios al lugar que él escoja de entre todas sus tribus para convertirlo en su morada y hacer que allí resida su nombre. Allí llevarán sus holocaustos y sacrificios, sus diezmos y contribuciones, sus ofrendas votivas y voluntarias, y también las primeras crías de tus vacas y ovejas. Allí, en presencia del Señor su Dios, ustedes y sus familias comerán y harán fiesta por los frutos de su trabajo con que el Señor tu Dios te haya bendecido.

Allí no harán lo que ahora hacemos aquí, donde cada uno hace lo que mejor le parece, porque todavía no han llegado al lugar de descanso, a la herencia que el Señor tu Dios te da. 10 Pero una vez que hayan cruzado el Jordán y vivan en la tierra que el Señor su Dios les da en herencia, él los mantendrá a salvo de los enemigos que los rodean, y vivirán tranquilos. 11 Y al llegar al lugar que el Señor su Dios escoja como morada de su nombre, llevarán allí todo lo que les he ordenado: sus holocaustos y sus sacrificios, sus diezmos y sus contribuciones, junto con las ofrendas más selectas de sus posesiones que le hayan prometido al Señor. 12 Y harán fiesta en presencia del Señor su Dios, ustedes, sus hijos e hijas, sus siervos y siervas, y también el levita que vive en sus ciudades, ya que él no recibió parte o herencia con ustedes.

13 Ten cuidado de no ofrecer sacrificios allá donde te apetezca. 14 Tus holocaustos los ofrecerás únicamente en el lugar escogido por el Señor en una de las tribus. Solo allí harás todo lo que yo te ordeno.

15 Sin embargo, eres libre de matar animales y comer carne en cualquiera de tus ciudades, en la medida de los bienes que el Señor tu Dios te haya dado. Podrán comerla el puro y el impuro, como si se tratase de gacela o ciervo. 16 Pero no comerán la sangre, sino que la derramarás en la tierra, como el agua.

17 No podrás comer en tus ciudades el diezmo de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, ni las primeras crías de tus vacas y de tus ovejas, ni lo que hayas prometido con voto, ni tus ofrendas voluntarias ni tus contribuciones, 18 sino que lo comerás en presencia del Señor tu Dios, en el lugar que él escoja. Así también lo harán tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, y el levita que vive en tus ciudades. Te regocijarás ante el Señor tu Dios por el fruto de tu trabajo. 19 Ten cuidado de no desamparar jamás al levita mientras vivas en tu tierra.

20 Cuando el Señor tu Dios ensanche tu territorio, como te ha prometido, si sientes deseos de comer carne, podrás comerla siempre que te apetezca. 21 Si el lugar que el Señor tu Dios escogió como morada de su nombre queda demasiado lejos de donde tú resides, podrás matar tanto vacas como ovejas de las que te dé el Señor, y comer en tu ciudad toda la carne que te apetezca. Pero hazlo tal como él te ha prescrito. 22 Lo mismo que se come la carne de gacela o ciervo, así la comerás. Podrá comerla tanto el puro como el impuro. 23 Pero de ninguna manera comas la sangre, porque la sangre es la vida, y no debes comer la vida al comer la carne. 24 No comerás, pues, la sangre sino que debes derramarla en tierra como el agua. 25 Si lo haces así, serán dichosos tú y tus hijos después de ti, porque habrán actuado del modo que agrada al Señor. 26 Al lugar que el Señor haya escogido, llevarás sólo las cosas que hayas consagrado y las que ofrezcas como voto. 27 Allí ofrecerás tus holocaustos: la carne y la sangre, sobre el altar del Señor tu Dios. Comerás la carne, pero la sangre la derramarás sobre el altar del Señor tu Dios.

28 Cumple escrupulosamente todo esto que te mando y haz aquello que agrada y place al Señor tu Dios. Así serán dichosos para siempre tú y tus hijos después de ti.

Advertencia contra los cultos cananeos

29 Cuando el Señor tu Dios haya aniquilado ante ti las naciones que estás a punto de conquistar, cuando las hayas despojado y tú ya estés asentado allí 30 después de haberlas aniquilado, ten mucho cuidado de no caer en la trampa de imitar su ejemplo e interesarte por sus dioses averiguando cómo les rendían culto para hacer tú lo mismo. 31 No los imites cuando rindas culto al Señor tu Dios. Nada hay más odioso y abominable para el Señor que lo que hacían esos pueblos en los cultos a sus dioses, pues llegaban al extremo de sacrificar a sus hijos e hijas en el fuego.

Marcos 12:1-27

Parábola de los labradores criminales (Mt 21,33-46; Lc 20,9-19)

12 Jesús les contó entonces esta parábola:

— Un hombre plantó una viña, la cercó con una valla, construyó un lagar y levantó una torre; luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. En el tiempo oportuno envió un criado para percibir de los labradores la parte correspondiente del fruto de la viña. Pero ellos le echaron mano al criado, lo golpearon y lo mandaron de vuelta con las manos vacías. Volvió a enviarles otro criado, y ellos lo hirieron en la cabeza y lo llenaron de injurias. Luego mandó a otro, y a este lo asesinaron. Y lo mismo hicieron con otros muchos; a unos los hirieron y a otros los mataron. Cuando al amo ya únicamente le quedaba su hijo querido, lo envió por último a los viñadores pensando: “A mi hijo lo respetarán”. Pero aquellos labradores se dijeron unos a otros: “Este es el heredero. Matémoslo, y la herencia será nuestra”. Y, echándole mano, lo asesinaron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará, pues, el dueño de la viña? Llegará, hará perecer a esos labradores y dará la viña a otros. 10 ¿No han leído ustedes este pasaje de las Escrituras:

La piedra que desecharon los constructores,
se ha convertido en la piedra principal.
11 Esto lo ha hecho el Señor,
y nos resulta verdaderamente maravilloso?

12 Sus adversarios comprendieron que Jesús se había referido a ellos con esta parábola. Por eso trataban de apresarlo, aunque finalmente desistieron y se marcharon, porque temían a la gente.

La cuestión del tributo al emperador (Mt 22,15-22; Lc 20,20-26)

13 Los fariseos y los del partido de Herodes enviaron algunos de los suyos con el encargo de sorprender a Jesús en alguna palabra comprometedora. 14 Vinieron, pues, y le preguntaron:

— Maestro, sabemos que tú eres sincero y que no te preocupa el qué dirán, pues no juzgas a la gente por las apariencias, sino que enseñas con toda verdad a vivir como Dios quiere; así pues, ¿estamos o no estamos obligados a pagar el tributo al emperador romano? ¿Tenemos o no tenemos que dárselo? 15 Jesús, conociendo la hipocresía que había en ellos, les contestó:

— ¿Por qué me ponen trampas? Tráiganme un denario para que yo lo vea.

16 Ellos se lo presentaron y Jesús les preguntó:

— ¿De quién es esta efigie y esta inscripción?

Le contestaron:

— Del emperador.

17 Entonces Jesús les dijo:

— Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.

Con esta respuesta quedaron estupefactos.

La cuestión de la resurrección (Mt 22,23-33; Lc 20,27-40)

18 Después de esto vinieron unos saduceos que, como dicen que no hay resurrección, hicieron a Jesús esta pregunta:

19 — Maestro, Moisés nos dejó escrito que si el hermano de uno muere y deja esposa , pero no hijos, el hermano mayor superviviente deberá casarse con la viuda para dar descendencia al hermano difunto. 20 Pues bien, hubo una vez siete hermanos; el primero de ellos se casó, pero murió sin haber tenido descendencia. 21 Entonces el segundo hermano se casó con la viuda, pero él también murió sin dejar descendencia. Lo mismo pasó con el tercero, 22 y con los siete: ninguno tuvo descendencia de aquella mujer, que fue la última de todos en morir. 23 Así, pues, en la resurrección, cuando todos resuciten, ¿de cuál de ellos será esposa, si los siete estuvieron casados con ella?

24 Jesús les dijo:

— Ustedes están en esto muy equivocados al no conocer las Escrituras ni tener idea del poder de Dios. 25 En la resurrección ya no habrá matrimonios, sino que todos serán como los ángeles que están en los cielos. 26 En cuanto a que los muertos han de resucitar, ¿no han leído en el libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? 27 Pues bien, él es Dios de vivos y no de muertos. ¡Ustedes están muy equivocados!

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España