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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Deuteronomio 4-6

Moisés exhorta a Israel a ser obediente

Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las normas que les enseño a cumplir, para que vivan y entren a tomar posesión de la tierra que les da el Señor, Dios de sus antepasados. No añadan ni quiten palabra alguna a lo que yo les mando, sino cumplan estos mandamientos del Señor, su Dios, que yo les prescribo. Con sus propios ojos han visto lo que el Señor hizo con Baal Peor: a todo aquel que siguió a Baal Peor, el Señor tu Dios, lo exterminó de en medio de ti; en cambio ustedes, que se mantuvieron fieles al Señor, su Dios, siguen hoy todavía con vida.

Miren, les he enseñado las normas y preceptos como me mandó el Señor, mi Dios, para que los pongan en práctica en la tierra donde van a entrar para tomar posesión de ella. Obedézcanlos puntualmente, y así mostrarán a los demás pueblos lo sabios y prudentes que son. Cuando oigan hablar de sus leyes, dirán: “¡Qué sabiduría y sensatez tiene esa gran nación!”. ¿Existe acaso alguna nación tan grande que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está de nosotros el Señor, nuestro Dios, cada vez que lo invocamos? Y ¿qué nación hay tan grande cuyos preceptos y normas sean tan justas como toda esta ley que yo les promulgo hoy? Pero ten cuidado, no permitas que se te olviden las cosas que han visto tus ojos ni dejes que se aparten de tu memoria en todos los días de tu vida; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos.

La revelación de Dios en el monte Horeb

10 El día en que estuviste delante del Señor tu Dios, en el Horeb, cuando el Señor me dijo: “Reúneme al pueblo y les haré escuchar mis palabras, para que aprendan a respetarme mientras vivan en la tierra y se las enseñen a sus hijos”, 11 ustedes se acercaron y permanecieron al pie de la montaña, mientras la montaña ardía envuelta en llamas que llegaban hasta el corazón del cielo, en medio de oscuros y densos nubarrones. 12 El Señor les habló desde el fuego: ustedes oían rumor de palabras, pero no veían figura alguna; solamente escuchaban una voz. 13 Así les reveló su alianza y les mandó cumplir los diez mandamientos que escribió en dos losas de piedra: 14 Y a mí el Señor me mandó entonces que les enseñase los preceptos y normas que habían de cumplir en la tierra donde van a entrar para tomar posesión de ella.

Advertencia contra la idolatría

15 El día que el Señor les habló desde el fuego en el Horeb, no vieron figura alguna. Por lo tanto, cuídense mucho 16 de no pervertirse haciéndose estatuas en forma de ídolos: sean imágenes de hombre o de mujer; 17 de animales terrestres o de aves que vuelan por el cielo; 18 de reptiles que se arrastran por el suelo o de peces que viven en las aguas, debajo de la tierra. 19 Y cuando mires al cielo y veas el sol, la luna, las estrellas y todos los astros del firmamento, no te dejes seducir de manera que te postres ante ellos y los adores. El Señor tu Dios se los ha repartido como dioses a todos los pueblos que hay bajo el cielo. 20 A ustedes, en cambio, el Señor los tomó y los sacó del horno de hierro de Egipto, para que fueran el pueblo de su propiedad, como efectivamente ahora lo son.

21 Sin embargo, por culpa de ustedes, el Señor se enojó conmigo y juró que yo no cruzaría el Jordán ni entraría en la fértil tierra que él te da en herencia. 22 Por tanto, yo voy a morir en esta tierra sin haber cruzado el Jordán, pero ustedes lo cruzarán y tomarán posesión de esa fértil tierra. 23 Tengan mucho cuidado de no olvidar la alianza que el Señor su Dios ha pactado con ustedes. No se fabriquen ningún ídolo, ninguna imagen de aquello que el Señor te ha prohibido, 24 ya que el Señor tu Dios es fuego devorador, es un Dios celoso.

25 Si después de haber tenido hijos y nietos, y de haber habitado largo tiempo en el país, se pervierten esculpiendo tallas de ídolos que representen cualquier cosa, y causan enojo al Señor tu Dios haciendo lo que él reprueba, 26 hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ustedes, de que desaparecerán inmediatamente de la tierra que van a tomar en posesión una vez que crucen el Jordán, y de que no pasarán mucho tiempo allí sin que sean aniquilados por completo. 27 El Señor los dispersará entre las naciones y no quedarán más que unos pocos en medio de esas naciones a las que el Señor los deportará. 28 Allí darán culto a dioses que han sido fabricados por manos humanas, con piedra y madera; dioses que no ven ni oyen, no comen ni huelen.

29 Entonces, desde allí, buscarás al Señor tu Dios, y lo encontrarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma. 30 Cuando al cabo de los años hayas pasado por estos sufrimientos y angustias, entonces te volverás al Señor tu Dios y le obedecerás, 31 porque el Señor tu Dios es un Dios misericordioso, que no te abandonará ni te aniquilará ni se olvidará de la alianza que con juramento hizo a tus antepasados.

32 Pregunta, si no, a los tiempos pasados que te precedieron, remontándote al día en que Dios creó al ser humano sobre la tierra, a ver si de un extremo a otro del cielo ha sucedido algo tan admirable o se ha oído cosa semejante. 33 ¿Acaso existe algún pueblo que, como ustedes, haya oído a Dios hablándole desde el fuego y continúe con vida? 34 ¿Acaso algún dios se ha atrevido a tomar para sí a un pueblo en medio de otro, con tantas pruebas, milagros y prodigios, combatiendo con poder y destreza sin igual, y realizando tremendas hazañas, como realizó por ustedes y ante sus ojos el Señor, su Dios, en Egipto?

35 Pues a ti te ha mostrado el Señor todo esto para que sepas que sólo él es Dios y no hay otro fuera de él. 36 Desde el cielo te permitió escuchar su voz para instruirte, y en la tierra te permitió ver su gran fuego mientras escuchabas sus palabras que salían del fuego. 37 Por amor a tus antepasados y porque escogió a su descendencia después de ellos, el Señor en persona te sacó de Egipto con gran poder; 38 expulsó delante de ti a naciones más numerosas y fuertes que tú, te condujo a su tierra y te la dio en posesión, como está hoy a la vista.

39 Así que reconoce hoy y convéncete de que el Señor es el único Dios: ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay ningún otro. 40 Cumple sus normas y preceptos que hoy te prescribo. De este modo serán dichosos tú y tus hijos después de ti, y vivirán mucho tiempo en la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre.

Ciudades de refugio

41 Moisés escogió entonces tres ciudades al este del Jordán, 42 para que, refugiándose en una de estas ciudades, pudiera buscar asilo y salvar su vida el homicida que sin querer y sin previa enemistad hubiese matado a su prójimo. 43 Estas ciudades fueron: para los rubenitas, Béser, que está situada en la zona desértica de la meseta; para los gaditas, Ramot de Galaad; y para los manasitas, Golán, en Basán.

II.— SEGUNDO DISCURSO DE MOISÉS (4,44—11,32)

Introducción histórica

44 Esta es la ley que promulgó Moisés a los israelitas. 45 Estas son las normas, estatutos y preceptos que les propuso Moisés a los israelitas después de salir de Egipto, 46 cuando estaban al este del Jordán, en el valle cercano a Bet Peor, en el territorio de Sijón, rey de los amorreos, que vivía en Jesbón y que fue derrotado por Moisés y los israelitas cuando salieron de Egipto. 47 Los israelitas se apoderaron de su territorio y del territorio de Og, rey de Basán, dos reyes amorreos que vivían en el lado oriental del Jordán, 48 y cuyo territorio abarcaba desde Aroer, junto al torrente de Arnón, hasta el monte Sirión —o sea, el Hermón—, 49 y toda la Arabá, en la parte oriental del Jordán, hasta el Mar Muerto, al pie de las laderas del Pisga.

Los diez mandamientos (Ex 20,1-17)

Moisés convocó a todo Israel y les dijo:

— Escucha, Israel, las normas y preceptos que yo les promulgo hoy. Apréndanlos y pongan atención en cumplirlos.

El Señor nuestro Dios hizo con nosotros una alianza en Horeb. No la hizo solamente con nuestros antepasados, sino también con todos nosotros que hoy estamos vivos. Allí, en el monte, el Señor les habló cara a cara, desde el fuego. Y yo hice de intermediario entre ustedes y el Señor para trasmitirles sus palabras, porque ustedes, aterrorizados por aquel fuego, no subieron al monte. Fue entonces cuando dijo el Señor:

— Yo soy el Señor, tu Dios, el que te libró de la esclavitud de Egipto.

No tendrás otros dioses aparte de mí.

No te harás escultura alguna o imagen de nada de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto porque yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres que me aborrecen, en sus hijos, nietos y biznietos; 10 pero con los que me aman y cumplen mis mandamientos, soy misericordioso por mil generaciones.

11 No pronunciarás en vano el nombre del Señor tu Dios, porque el Señor no dejará sin castigo al que tal haga.

12 Observa el sábado, para consagrarlo como el Señor tu Dios te ha mandado. 13 Durante seis días trabajarás y harás en ellos todas tus tareas, 14 pero el séptimo es día de descanso consagrado al Señor tu Dios. En ese día no realizarás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguno de tus animales, ni el inmigrante que viva en tus ciudades, para que tu esclavo y tu esclava descansen igual que tú. 15 Recuerda que tú también fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí con gran poder y destreza sin igual. Por eso tu Dios te ordena observar el sábado.

16 Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te lo ha mandado, para que vivas muchos años y seas dichoso en la tierra que el Señor tu Dios te da.

17 No matarás.

18 No cometerás adulterio.

19 No robarás.

20 No darás testimonio falso en perjuicio de tu prójimo.

21 No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada de lo suyo.

22 Estos son los mandamientos que el Señor promulgó con potente voz, desde el fuego y la densa oscuridad, ante toda la asamblea de ustedes, en la montaña. No añadió nada más. Los escribió en dos losas de piedra y me las entregó.

23 Al oír la voz que salía de las tinieblas, mientras la montaña ardía envuelta en llamas, todos ustedes, jefes de tribu y ancianos, vinieron a hablar conmigo, 24 para decirme: “El Señor nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz que salía del fuego. Hoy hemos visto que un simple mortal puede hablar con Dios y continuar con vida. 25 Pero ¿por qué tenemos que arriesgarnos de nuevo a morir devorados por este terrible fuego? Si seguimos oyendo la voz del Señor nuestro Dios, moriremos. 26 Pues ¿qué mortal existe, que habiendo oído la voz del Dios vivo hablándole desde el fuego, como la hemos oído nosotros, haya vivido para contarlo? 27 Por eso, acércate tú al Señor nuestro Dios, escucha todo lo que él te diga, y luego tú nos lo transmites. Nosotros lo escucharemos y lo obedeceremos”.

28 El Señor los escuchó cuando me hablaban, y me dijo: He oído lo que te decía este pueblo, y me parece muy bien todo lo que han dicho. 29 ¡Ojalá conserven siempre esa actitud, respetándome y cumpliendo mis mandamientos todos los días, para que tanto ellos como sus hijos tengan siempre una vida dichosa! 30 Ahora ve a decirles que regresen a sus tiendas. 31 Pero tú quédate aquí conmigo, y te daré a conocer todos los estatutos, normas y decretos que deberás enseñarles, para que los observen en la tierra que les voy a dar en herencia.

32 Tengan, pues, cuidado de hacer lo que el Señor su Dios les ha mandado, sin desviarse a derecha ni a izquierda. 33 Vayan por el camino que el Señor su Dios les ha trazado: así serán dichosos y tendrán larga vida en la tierra de la que van a tomar posesión.

El mandamiento más importante

Estos son los estatutos, normas y preceptos que el Señor su Dios ordenó que les enseñara, para que los cumplan en la tierra a la cual van a pasar para tomarla en posesión. De este modo respetarás al Señor tu Dios, tú, tus hijos y tus nietos. A lo largo de todos los días de tu vida cumplirás las normas y preceptos que yo te doy. Así gozarás de larga vida. Por eso, presta atención, Israel, y esfuérzate en obedecerlos, para que seas dichoso en la tierra que mana leche y miel y llegues a ser muy numeroso, como te ha prometido el Señor, el Dios de tus antepasados.

Escucha, Israel: el Señor —y únicamente el Señor— es nuestro Dios. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que hoy te he dicho. Incúlcaselas a tus hijos; háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de camino, cuando te acuestes y cuando te levantes; átalas a tu muñeca como un signo; llévalas en tu frente como una señal; escríbelas en las jambas de tu casa y en tus puertas.

Exhortación a la obediencia

10 Y cuando el Señor tu Dios te introduzca en la tierra que él te dará, porque así lo juró a tus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob, allí encontrarás ciudades grandes y prósperas que tú no edificaste; 11 casas colmadas de todo lo mejor que tú no llenaste; pozos ya excavados que tú no cavaste; viñas y olivos que tú no plantaste. Cuando comas y te sacies, 12 ten mucho cuidado de no olvidar al Señor, que te liberó de la esclavitud de Egipto. 13 Al Señor tu Dios respetarás, a él rendirás culto y por su nombre jurarás. 14 No vayan tras otros dioses, esos dioses de los pueblos que están alrededor de ustedes, 15 porque la ira del Señor caería sobre ti como fuego y te borraría completamente de la faz de la tierra, pues el Señor tu Dios, que está en medio de ti, es un Dios celoso.

16 No pongan a prueba al Señor su Dios, como hicieron en Masá. 17 Cumplan cuidadosamente las normas y preceptos que el Señor su Dios te ha ordenado. 18 Haz lo que el Señor aprueba como recto y bueno, así serás dichoso y tomarás posesión de la fértil tierra que el Señor prometió a tus antepasados, 19 porque el Señor expulsará delante de ti a todos tus enemigos, tal como te ha prometido.

20 Y el día de mañana, cuando tu hijo te pregunte: “¿Qué significan estos estatutos, normas y preceptos que el Señor nuestro Dios les ha dado?”, 21 tú le responderás: “El Señor nos sacó con gran poder de Egipto donde éramos esclavos del faraón. 22 Ante nuestros propios ojos, el Señor realizó grandes y tremendos milagros y prodigios en Egipto contra el faraón y toda su corte. 23 Y nos sacó de allí para conducirnos y darnos la tierra que prometió a nuestros antepasados. 24 El Señor nuestro Dios nos mandó, entonces, que lo respetásemos cumpliendo estos preceptos, para que seamos siempre dichosos y él nos conserve la vida como hasta ahora. 25 Por su parte, el Señor nuestro Dios será justo con nosotros siempre que cumplamos cuidadosamente todos estos mandamientos, tal como él nos lo ha ordenado”.

Marcos 11:1-18

Jesús en Jerusalén (11—13)

La entrada en Jerusalén (Mt 21,1-11; Lc 19,28-40; Jn 12,12-19)

11 Cerca ya de Jerusalén, al llegar a Betfagé y Betania, al pie del monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos con este encargo:

— Vayan a la aldea que tienen ahí enfrente, y nada más entrar encontrarán un pollino atado, sobre el cual nunca ha montado nadie. Desátenlo y tráiganmelo. Y si alguien les pregunta por qué hacen eso, contéstenle que el Señor lo necesita y que en seguida lo devolverá.

Los discípulos fueron y encontraron un pollino atado junto a una puerta, en la calle; y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les dijeron:

— ¿Por qué desatan al pollino?

Ellos contestaron lo que Jesús les había dicho, y les dejaron que se lo llevaran. Trajeron el pollino a donde estaba Jesús, colocaron encima sus mantos y Jesús montó sobre él. Muchos alfombraban con sus mantos el camino, mientras otros llevaban ramas cortadas en el campo. Y los que iban delante y los que iban detrás gritaban:

¡Viva ! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! 10 ¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡ Gloria al Dios Altísimo!

11 Cuando Jesús entró en Jerusalén, se dirigió al Templo. Después de echar una ojeada por todas partes, como ya estaba anocheciendo, se fue a Betania acompañado de los doce apóstoles.

La higuera sin fruto (Mt 21,18-19)

12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre. 13 Al ver de lejos una higuera muy frondosa, se acercó a ella a ver si tenía fruto; pero encontró únicamente hojas, porque aún no era el tiempo de los higos. 14 Entonces Jesús exclamó de forma que sus discípulos lo oyeran:

— ¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!

Los comerciantes expulsados del Templo (Mt 21,12-17; Lc 19,45-48; Jn 2,13-22)

15 Llegaron a Jerusalén y, entrando en el Templo, Jesús se puso a expulsar a los que allí estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los cambistas de moneda y los puestos de los vendedores de palomas, 16 y no permitía que nadie anduviera por el Templo llevando objetos de un lado a otro. 17 Y los instruía increpándolos:

— ¿Acaso no dicen las Escrituras que mi casa ha de ser casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones.

18 Oyeron estas palabras los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, y comenzaron a buscar la manera de matar a Jesús. Aunque le tenían miedo, porque toda la gente estaba pendiente de su enseñanza.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España