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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
Jeremías 37-39

Jeremías es encarcelado

37 El rey Nabucodonosor de Babilonia nombró rey de Judá a Sedequías hijo de Josías,(A) y éste reinó en lugar de Conías hijo de Joacín. Pero ni él ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra, hicieron caso de las palabras que el Señor les anunció por medio del profeta Jeremías. Sin embargo, el rey Sedequías envió a Jucal hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías hijo de Maseías, para que le pidieran al profeta Jeremías que orara al Señor su Dios por ellos. Jeremías andaba con toda libertad en medio del pueblo, porque todavía no lo habían encarcelado.

Los caldeos tenían sitiada a la ciudad de Jerusalén, pero cuando les llegó la noticia de que el ejército del rey de Egipto marchaba contra ellos, se retiraron de Jerusalén. La palabra del Señor vino entonces al profeta Jeremías, y le dijo:

«Así ha dicho el Señor y Dios de Israel: El rey de Judá los envió a consultarme. Pues díganle que el ejército del faraón, que había salido en su ayuda, ya se ha regresado a Egipto, su país. Así que los caldeos volverán y atacarán esta ciudad, y la conquistarán y le prenderán fuego.

»Así ha dicho el Señor: No se engañen a ustedes mismos, ni piensen que los caldeos van a apartarse de ustedes, porque no se apartarán. 10 Aun cuando ustedes hieran a todo el ejército caldeo que los combate, y de ellos queden solamente hombres heridos, cada uno de ellos se levantará de su tienda y le prenderá fuego a esta ciudad.»

11 En el momento en que, por causa del ejército de Faraón, se retiraba de Jerusalén el ejército de los caldeos, 12 Jeremías quiso alejarse del pueblo y salió de Jerusalén para irse a la tierra de Benjamín, 13 pero sucedió que, al llegar a la puerta de Benjamín, estaba allí un capitán llamado Irías hijo de Selemías, hijo de Jananías, el cual tomó preso al profeta Jeremías con el pretexto de que éste se estaba pasando al bando de los caldeos. 14 Jeremías negó estar pasándose al bando de los caldeos, pero Irías no le hizo caso, sino que lo aprehendió y lo hizo comparecer ante los príncipes. 15 Éstos se enojaron con Jeremías, y ordenaron azotarlo y ponerlo en prisión en la casa del escriba Jonatán, la cual habían convertido en cárcel.

16 Jeremías entró en las bóvedas de la casa de la cisterna, y allí se quedó mucho tiempo. 17 Pero el rey Sedequías envió por él y lo sacó de allí, y una vez en su casa le preguntó de manera confidencial:

«¿Tienes algún mensaje del Señor?»

Y Jeremías le dijo:

«Lo tengo. Vas a caer en manos del rey de Babilonia.»

18 Además, Jeremías también le dijo al rey:

«¿Qué pecado cometí contra ti, o contra tus siervos, o contra este pueblo, para que ustedes me echaran en la cárcel? 19 ¿Dónde están esos profetas que les profetizaban que el rey de Babilonia no vendría a atacarlos, ni a ustedes ni a esta tierra? 20 Yo te ruego, mi rey y señor, que atiendas mi súplica y no me hagas volver a casa del escriba Jonatán. ¡No quiero morir allí!»

21 Entonces el rey Sedequías ordenó que Jeremías quedara bajo vigilancia en el patio de la cárcel, y que todos los días se le diera una pieza de pan, directamente de las panaderías, mientras hubiera pan en la ciudad. Fue así como Jeremías se quedó en el patio de la cárcel.

Jeremías en la cisterna

38 Sefatías hijo de Matán, Gedalías hijo de Pasjur, Jucal hijo de Selemías, y Pasjur hijo de Malquías, se enteraron de los mensajes que Jeremías daba a todo el pueblo, y de que les decía:

«Así ha dicho el Señor: “El que se quede en esta ciudad morirá a filo de espada, o de hambre, o de peste. Pero el que se pase al bando de los caldeos, vivirá. Su vida será su botín de guerra, y quedará con vida.”

»Así ha dicho el Señor: “No hay duda. Esta ciudad será conquistada, y caerá en manos del ejército del rey de Babilonia.”»

Por eso los príncipes le dijeron al rey:

«¡Este hombre merece la muerte! Con sus palabras desanima a los soldados que aún quedan en la ciudad, lo mismo que a todo el pueblo. ¡Este hombre no busca la paz del pueblo, sino su mal!»

El rey Sedequías les respondió:

«Ahí lo tienen, en sus manos. Aunque soy el rey, nada puedo hacer contra ustedes.»

Entonces ellos le echaron mano a Jeremías y lo arrojaron en la cisterna de Malquías hijo de Hamelec, la cual estaba en el patio de la cárcel. Lo bajaron con sogas, y como en la cisterna no había agua, sino cieno, Jeremías quedó hundido en el cieno.

Un etíope llamado Ébed Mélec, que era eunuco de la casa real, se enteró de que Jeremías había sido puesto en la cisterna. Mientras el rey estaba sentado a la puerta de Benjamín, Ébed Mélec salió del palacio y fue a hablar con el rey. Le dijo:

«Mi señor y rey, todo lo que estos hombres han hecho con el profeta Jeremías está muy mal. Lo han echado en la cisterna, y allí se morirá de hambre, pues ya no hay pan en la ciudad.»

10 Entonces el rey mandó al mismo etíope Ébed Mélec que tomara treinta hombres de la corte, y que fuera a sacar de la cisterna al profeta Jeremías, antes de que se muriera. 11 Ébed Mélec se puso al mando de esos hombres, y entró en la tesorería, que estaba en la parte baja del palacio del rey, y tomó de allí trapos viejos y ropas raídas y andrajosas, y con unas sogas las echó a la cisterna donde estaba Jeremías. 12 Luego el etíope Ébed Mélec instruyó a Jeremías:

«Ponte ahora estos trapos viejos, y estas ropas raídas y andrajosas, debajo de los sobacos, para que no te lastimen las sogas.»

Y Jeremías lo hizo así. 13 De ese modo, con sogas sacaron a Jeremías de la cisterna, y Jeremías se quedó en el patio de la cárcel.

Sedequías consulta a Jeremías

14 Después de eso, el rey Sedequías ordenó que llevaran al profeta Jeremías a su presencia, y lo recibió en la tercera entrada de la casa del Señor. Allí el rey le dijo a Jeremías:

«Voy a hacerte una pregunta, y quiero que me digas la verdad.»

15 Jeremías le respondió:

«Si te digo la verdad, ordenarás que me maten. Y si te doy un consejo, no vas a hacerme caso.»

16 El rey Sedequías le hizo a Jeremías un juramento secreto. Le dijo:

«Te juro por el Señor, que nos dio la vida, que no te mataré ni te pondré en manos de esos hombres que quieren matarte.»

17 Entonces Jeremías le dijo a Sedequías:

«Así ha dicho el Señor y Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: “Si te entregas enseguida a los príncipes del rey de Babilonia, seguirás con vida y esta ciudad no será incendiada. Tú y los tuyos seguirán con vida. 18 Pero si no te entregas a los príncipes del rey de Babilonia, esta ciudad caerá en manos de los caldeos, y ellos le prenderán fuego, y tú no podrás escapar de sus manos.”»

19 El rey Sedequías le contestó:

«Jeremías, tengo miedo de los judíos que se han pasado al bando de los caldeos. Tal vez me entreguen en sus manos y me pongan en ridículo.»

20 Pero Jeremías le dijo:

«No te entregarán. Si atiendes a la voz del Señor, y a lo que yo te digo, te irá bien y vivirás. 21 Pero si te niegas a entregarte, esto es lo que el Señor me ha revelado: 22 Todas las mujeres que han quedado en el palacio real de Judá serán entregadas a los príncipes del rey de Babilonia, y ellas mismas dirán: “Tus amigos te engañaron, y te han vencido. Hundieron tus pies en el cieno, y luego te abandonaron.” 23 Entonces todas tus mujeres y tus hijos serán entregados a los caldeos, y tú no escaparás de sus manos, sino que el rey de Babilonia mismo te hará prisionero, y a esta ciudad le prenderán fuego.»

24 Sedequías le dijo a Jeremías:

«Si no quieres morir, nadie debe enterarse de esto. 25 Si los príncipes llegan a saber que yo he hablado contigo, y vienen a verte y te dicen: “Dinos por favor de qué hablaste con el rey. Si no quieres que te matemos, no nos ocultes nada. Y dinos también qué te dijo el rey”, 26 tú les responderás: “Yo le pedí al rey que no me hiciera volver a la casa de Jonatán, pues no quiero morir allí.”»

27 En efecto, todos los príncipes fueron a ver a Jeremías y le preguntaron, y él les respondió tal y como el rey le había sugerido. Entonces ellos, al ver que ese asunto no había trascendido, dejaron a Jeremías en paz. 28 Y Jeremías se quedó en el patio de la cárcel hasta el día en que Jerusalén fue conquistada. El día en que Jerusalén cayó, Jeremías estaba allí.(B)

Caída de Jerusalén(C)

39 En el mes décimo del año noveno del reinado de Sedequías en Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia vino a Jerusalén con todo su ejército, y sitió la ciudad. A los nueve días del mes cuarto del año undécimo del reinado de Sedequías, se abrió una brecha en la muralla de la ciudad, por la que entraron todos los príncipes del rey de Babilonia, es decir, Nergal Sarézer, Samgar Nebo, Sarsequín el Rabsaris, Nergal Sarézer el Rabmag, y todos los demás príncipes del rey de Babilonia, y acamparon en la puerta central. Cuando los vieron el rey Sedequías de Judá y todos sus soldados, huyeron de noche. Salieron de la ciudad por el camino del jardín real, por la puerta entre las dos murallas, y el rey salió por el camino del Arabá. Pero el ejército caldeo los siguió, y alcanzaron y apresaron a Sedequías en los llanos de Jericó. Entonces lo llevaron a Ribla, en tierra de Jamat, donde se encontraba el rey Nabucodonosor de Babilonia, y éste le dictó sentencia. Allí en Ribla, el rey de Babilonia mandó degollar en presencia de Sedequías a los hijos de éste, lo mismo que a todos los nobles de Judá. Al rey Sedequías le sacó los ojos, y se lo llevó a Babilonia sujeto con grilletes. Los caldeos les prendieron fuego al palacio del rey y a las casas del pueblo, y derribaron las murallas de Jerusalén. A los que quedaron con vida en la ciudad, y a los que se habían pasado a su bando, y a todos los sobrevivientes del pueblo, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los llevó cautivos a Babilonia. 10 Sin embargo, el capitán Nabuzaradán dejó en Judá a la gente pobre, que no tenía nada, y les dio viñas y terrenos.

Nabucodonosor cuida de Jeremías

11 En cuanto a Jeremías, Nabucodonosor le había dado a Nabuzaradán las siguientes instrucciones: 12 «Tómalo y cuida de él. No le hagas ningún daño. Más bien, haz con él lo que yo te diga.»

13 Fue así como Nabuzaradán, capitán de la guardia, y Nabusazbán el Rabsaris, Nergal Sarézer el Rabmag, y todos los príncipes del rey de Babilonia, 14 ordenaron sacar a Jeremías del patio de la cárcel, para entregárselo a Gedalías hijo de Ajicán, hijo de Safán, quien se lo llevó a su casa. Así Jeremías se quedó a vivir entre el pueblo.

Dios promete salvar a Ébed Mélec

15 Mientras Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel, la palabra del Señor vino a él, y le dijo:

16 «Ve y habla con Ébed Mélec, el etíope, y dile de mi parte: “Yo, el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, te hago saber que voy a traer sobre esta ciudad todo lo que ya he anunciado. Será para su mal, y no para su bien. Cuando eso suceda, tú mismo serás testigo. 17 Pero yo te pondré a salvo, y no caerás en manos de esa gente, a la que temes.

—Palabra del Señor.

18 ”Yo te libraré. No morirás a filo de espada, sino que tu vida será tu botín de guerra, porque tuviste confianza en mí.”»

—Palabra del Señor.

Hebreos 3

Jesús, superior a Moisés

Por lo tanto, hermanos santos, que tienen parte del llamamiento celestial, consideren a Cristo Jesús, el apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos. Él es fiel al que lo constituyó, como lo fue también Moisés en toda la casa de Dios.(A) Pero a Jesús se le ha concedido más honor que a Moisés, así como al que hace una casa se le rinde más honor que a la casa misma. Porque toda casa es hecha por alguien, pero el que hizo todas las cosas es Dios. Como siervo, Moisés fue fiel en toda la casa de Dios, para dar testimonio de lo que se iba a decir. Cristo, en cambio, como hijo es fiel sobre su casa, que somos nosotros, si mantenemos la confianza firme hasta el fin y nos gloriamos en la esperanza.

El reposo del pueblo de Dios

Por eso, como dice el Espíritu Santo:

«Si ustedes oyen hoy su voz,
no endurezcan su corazón,
como lo hicieron en el desierto,
en el día de la tentación,
cuando me provocaron.
Allí los antepasados de ustedes
me tentaron, me pusieron a prueba,
aun cuando durante cuarenta años
habían visto mis obras.
10 Por eso me disgusté contra ellos,
y dije: “Su corazón siempre divaga;
no han reconocido mis caminos.”
11 Por eso, en mi furor juré:
“No entrarán en mi reposo.”»(B)

12 Hermanos, cuiden de que no haya entre ustedes ningún corazón pecaminoso e incrédulo, que los lleve a apartarse del Dios vivo. 13 Más bien, anímense unos a otros día tras día, mientras se diga «Hoy», para que el engaño del pecado no endurezca a nadie. 14 Nosotros hemos llegado a participar de Cristo, siempre y cuando retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio. 15 Como ya se ha dicho:

«Si ustedes oyen hoy su voz,
No endurezcan su corazón,
como cuando me provocaron.»(C)

16 ¿Y quiénes fueron los que lo provocaron, aun después de haberlo oído? ¿No fueron acaso todos los que salieron de Egipto por mediación de Moisés? 17 ¿Y con quiénes estuvo él disgustado durante cuarenta años? ¿No fue acaso con los que pecaron, cuyos cadáveres quedaron tendidos en el desierto? 18 ¿Y a quiénes les juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron?(D) 19 Como podemos ver, no pudieron entrar por causa de su incredulidad.

Reina Valera Contemporánea (RVC)

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