Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
Salmos 107-109

LIBRO V

Dios libra de la aflicción

107 ¡Alabemos al Señor, porque él es bueno;
porque su misericordia es constante!(A)
Que lo afirmen los redimidos por Dios,
los que salvó del poderoso enemigo,
los que reunió desde lejanas tierras,
Del oriente y del occidente,
Del norte y del sur.

Perdidos en el desierto, no hallaban un camino
que los llevara a una ciudad habitable.
Andaban hambrientos y sedientos,
con el alma a punto de desfallecer.
En su angustia, clamaron al Señor,
y él los libró de sus aflicciones,
los guió por un buen camino,
hasta encontrar una ciudad habitable.

¡Alabemos la misericordia del Señor
y sus grandes hechos en favor de los mortales!
El Señor sacia la sed del sediento,
y colma con buena comida al hambriento.

10 Algunos vivían en profunda oscuridad,
prisioneros de la aflicción y las cadenas,
11 pues fueron rebeldes a los mandatos de Dios
y despreciaron los proyectos del Altísimo.
12 Dios quebrantó su orgullo con trabajos pesados;
caían, y no había quien los levantara.
13 Pero en su angustia clamaron al Señor,
y él los salvó de toda su aflicción;
14 los sacó de la profunda oscuridad,
y puso fin a su aflicción y sus cadenas.

15 ¡Alabemos la misericordia del Señor,
y sus grandes hechos en favor de los mortales!
16 Él destruye las puertas de bronce,
y despedaza los cerrojos de hierro.

17 Obstinados en su conducta rebelde,
y afligidos por causa de sus maldades,
18 llegaron a aborrecer toda clase de alimento;
¡ya tocaban a las puertas de la muerte!
19 Pero en su angustia clamaron al Señor,
Y él los libró de su aflicción.
20 Con el poder de su palabra los sanó,
y los libró de caer en el sepulcro.

21 ¡Alabemos la misericordia del Señor,
y sus grandes hechos en favor de los mortales!
22 ¡Ofrezcámosle sacrificios de gratitud,
y jubilosos proclamemos sus obras!

23 Los marinos, que conocen el mar,
con sus naves comercian en muchos lugares.
24 Allí, en lo profundo del mar,
han visto las maravillosas obras del Señor.
25 Él habló, y se desató un viento tempestuoso,
y gigantescas olas se encresparon.
26 Se levantaban hacia el cielo, o se hundían en el mar;
y ellos se desanimaban y temblaban de miedo.
27 Inseguros, daban traspiés, como ebrios;
¡de nada les servía toda su pericia!
28 Pero en su angustia clamaron al Señor,
Y él los libró de su aflicción:
29 convirtió la tempestad en bonanza,
y apaciguó las amenazantes olas.
30 Ante esa calma, sonrieron felices
porque él los lleva a puerto seguro.

31 ¡Alabemos la misericordia del Señor,
y sus grandes hechos en favor de los mortales!
32 ¡Que lo exalte el pueblo congregado!
¡Que lo alabe el consejo de ancianos!

33 El Señor convierte ríos y manantiales,
en sequedades y áridos desiertos;
34 por la maldad de sus habitantes
deja estéril la tierra generosa;
35 convierte el desierto en lagunas,
y la tierra seca en manantiales.
36 Allí se establecen los que sufren de hambre,
y fundan ciudades donde puedan vivir.
37 Luego siembran los campos, y plantan sus viñas,
y recogen abundantes cosechas.
38 Dios los bendice y les da muchos hijos,
y no deja que sus ganados se reduzcan.

39 Pero si disminuyen y son humillados,
es por causa de la opresión, la maldad y la congoja.
40 Pero el Señor desprecia a los tiranos,
y los hace perderse en desiertos sin camino.
41 El Señor rescata al pobre de su miseria,
y multiplica sus hijos como rebaños de ovejas.
42 Al ver esto, los fieles se alegran,
y los malvados guardan silencio.

43 Si hay alguien sabio, que cumpla con esto,
y que entienda que el Señor es misericordioso.

Disposición a la alabanza(B)

Cántico. Salmo de David.

108 Mi corazón está dispuesto, Dios mío;
quiero cantar salmos en tu honor.
¡Despierten, salterio y arpa,
que voy a despertar al nuevo día!
Yo, Señor, te alabaré entre los pueblos;
te cantaré salmos entre las naciones,
pues tu bondad es más grande que los cielos;
¡hasta las nubes llega tu verdad!

Tú, mi Dios, estás por encima de los cielos;
¡tu gloria domina toda la tierra!

¡Sálvanos con tu diestra! ¡Respóndenos!
¡Así se salvará tu pueblo amado!

En su santuario, Dios ha sentenciado:
«Con gran alegría fraccionaré Siquén,
y dividiré en parcelas el valle de Sucot.
Galaad y Manasés me pertenecen,
Efraín es un yelmo en mi cabeza,
y Judá es un cetro en mi mano.
Moab es la vasija en que me lavo,
sobre Edom arrojaré mis sandalias,
y sobre Filistea proclamaré mi victoria.»

10 ¿Y quién me dará entrada en Edom?
¿Quién me hará entrar en esa ciudad amurallada?
11 ¿No eres tú, mi Dios, quien nos ha desechado?
¿No eres tú quien ya no sale con nuestros ejércitos?
12 Bríndanos tu apoyo contra el enemigo,
pues vana resulta la ayuda de los hombres.

13 Por ti, Dios nuestro, haremos proezas;
¡tú harás morder el polvo a nuestros enemigos!

Clamor de venganza

Al músico principal. Salmo de David.

109 Dios de mi alabanza, ¡no te quedes callado!
Gente malvada y mentirosa habla en contra mía,
y con sus mentiras me calumnia.
Con palabras llenas de odio me persiguen,
y pelean contra mí sin tener motivo.
Yo los trato con amor, y ellos me pagan con odio;
¡pero yo sigo orando por ellos!
Les hago un bien y me pagan con un mal;
me tratan con odio, aunque yo los amo.

¡Que lo juzgue un juez injusto!
¡Que el maligno lo condene!
¡Que sea declarado culpable!
¡Que su oración revele su maldad!
¡Que sus años de vida se reduzcan,
y que otro se quede con su oficio!(C)
¡Que se queden huérfanos sus hijos!
¡Que se quede viuda su mujer!
10 ¡Que sus hijos se queden sin techo,
y que mendiguen el pan lejos de sus ruinas!
11 ¡Que sus acreedores les quiten todos sus bienes!
¡Que gente extraña los despoje de sus posesiones!
12 ¡Que nadie tenga de él misericordia!
¡Que nadie compadezca a sus huérfanos!
13 ¡Que no quede rastro de sus descendientes!
¡Que su nombre sea borrado de la generación siguiente!

14 Señor, ¡no olvides la maldad de su padre!
¡Ten presente el pecado de su madre!
15 Señor, ¡no pases por alto su maldad,
y borra de la tierra su memoria!
16 Porque éste se olvidó de la misericordia,
y persiguió hasta darle muerte
al miserable que sufre y tiene roto el corazón.
17 Ya que amó la maldición, ¡que sea maldito!
Despreció la bendición, ¡que nunca sea bendecido!
18 La maldad lo envolvió como un manto;
como agua, penetró en todo su ser;
como aceite, le caló hasta los huesos.
19 ¡Pues que lo envuelva la maldad como un manto,
y que lo oprima para siempre como un cinto!
20 ¡Así les pague el Señor a los que me acusan,
a los que me calumnian y buscan mi mal!

21 Pero tú, mi Señor y Dios,
¡trátame bien por causa de tu nombre!
Por tu bondad y misericordia, ¡sálvame!
22 Te necesito, pues estoy muy afligido;
mi corazón tiene profundas heridas.
23 Siento que me muero, como muere el día;
soy sacudido como una langosta.
24 Las rodillas se me doblan por causa del ayuno,
estoy tan débil que mi cuerpo desfallece.
25 Soy para la gente objeto de burla;
los que me ven, mueven burlones la cabeza.(D)

26 Señor y Dios mío, ¡ayúdame!;
por tu gran misericordia, ¡sálvame!
27 Así sabrán que esto viene de tu mano,
y que eres tú, Señor, quien me ha salvado.
28 No importa que me maldigan, ¡bendíceme tú!
Podrán atacarme, pero quedarán avergonzados,
mientras que este siervo tuyo se regocijará.
29 Cubre de vergüenza a los que me critican;
¡que la confusión los envuelva como un manto!
30 Yo te alabaré, Señor, con mucho gozo;
¡te cantaré en medio de una gran multitud!
31 Porque defiendes al que nada tiene,
y lo libras de quienes lo condenan a muerte.

1 Corintios 4

El ministerio de los apóstoles

Todos deben considerarnos servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, de los administradores se espera que demuestren ser dignos de confianza. Por mi parte, no me preocupa mucho ser juzgado por ustedes o por algún tribunal humano; es más, ni siquiera yo mismo me juzgo. Y aunque mi conciencia no me acusa de nada, no por eso quedo justificado; quien me juzga es el Señor. Así que no juzguen ustedes nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual sacará a la luz lo que esté escondido y pondrá al descubierto las intenciones de los corazones. Entonces Dios le dará a cada uno la alabanza que merezca.

Pero esto, hermanos, lo digo para su propio bien, y pongo como ejemplo a Apolos y a mí, para que de nuestro ejemplo aprendan a no pensar más allá de lo que está escrito, no sea que se envanezcan por favorecer a uno en perjuicio del otro. Porque ¿quién te hace superior? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no te lo hubieran dado?

Ustedes ya están satisfechos. Ya son ricos, y aun sin nosotros reinan. ¡Pues cómo quisiera yo que reinaran, para que también nosotros reináramos juntamente con ustedes! Lo que creo es que Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como si fuéramos lo último, ¡como si estuviéramos sentenciados a muerte! Hemos llegado a ser el hazmerreír del mundo, de los ángeles y de los hombres. 10 Por amor a Cristo, nosotros somos los insensatos, y ustedes los prudentes en Cristo; nosotros somos los débiles, y ustedes los fuertes; ustedes son respetados, y a nosotros se nos desprecia. 11 Hasta el momento pasamos hambre, tenemos sed, andamos desnudos, nos abofetean, y no tenemos dónde vivir. 12 Trabajamos hasta el cansancio con nuestras propias manos;(A) nos maldicen, y bendecimos; nos persiguen, y soportamos la persecución; 13 nos difaman, y no nos ofendemos. Hemos llegado a ser como la escoria del mundo, como el desecho de todos.

14 No escribo esto para avergonzarlos, sino para amonestarlos como a mis hijos amados. 15 Porque aunque ustedes tengan diez mil instructores en Cristo, no tienen muchos padres, pues en Cristo Jesús yo los engendré por medio del evangelio. 16 Por tanto, les ruego que me imiten.(B) 17 Por eso les he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual les recordará mi modo de ser en Cristo, tal y como enseño en todas partes y en todas las iglesias. 18 Pero algunos se creen muy importantes, y creen que yo nunca iré a visitarlos. 19 Pero, si el Señor así lo quiere, pronto iré a verlos, y entonces sabré cuánto pueden hacer esos engreídos, y no cuánto pueden hablar. 20 Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras, sino de poder. 21 ¿Qué prefieren ustedes? ¿Que los visite con una vara, o con amor y con un espíritu apacible?

Reina Valera Contemporánea (RVC)

Copyright © 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas