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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
2 Samuel 23-24

Últimas palabras de David

23 Éstas son las últimas palabras de David, el hijo de Yesé. Así se expresó el dulce cantor de Israel, el hombre exaltado y ungido por el Dios de Jacob:

El espíritu del Señor ha hablado por mí;
ha usado mi lengua para comunicar su palabra.
Así ha dicho el Dios de Israel;
así me ha hablado la Roca de Israel:

«Un hombre justo y temeroso de Dios
establecerá su reino entre los hombres.
Será como la luz de la mañana,
como el sol brillante de un claro amanecer,
¡como la lluvia que hace renacer la hierba!
Así tratará Dios a mis descendientes,
porque él ha hecho conmigo un pacto eterno;
todo está estipulado, y será cumplido.
¡Dios siempre me dará la victoria
y dará cumplimiento a mis deseos!
Los malvados son como espinos sin raíz,
que nadie se atreve a levantar del suelo,
pero que si alguien quiere tocarlos,
lo hace con una espada o una lanza
y les prende fuego hasta consumirlos.»

Los valientes de David(A)

Éstos son los nombres de los soldados más valientes con que contaba David:

Yoseb Basébet el tacmonita, principal de los capitanes.

Adino el eznita, que mató a ochocientos hombres en una sola batalla.

Le seguía Eleazar hijo de Dodo el ajojita, que fue uno de los tres más valientes que se quedaron con David cuando desafiaron a los filisteos que estaban listos para la batalla, y los soldados de Israel se habían retirado. 10 Eleazar se mantuvo firme y luchó con energía contra los filisteos hasta que el brazo se le cansó y la espada se le quedó pegada a la mano. Aquel día, el Señor les dio una gran victoria, y cuando el ejército lo supo, regresó al campo de batalla sólo para recoger el botín de guerra.

11 Le seguía Samá hijo de Age, el ararita. Los filisteos se reunieron en Lehí, donde había un sembradío de lentejas, y el ejército israelita huyó por temor a los filisteos. 12 Pero Samá se paró en medio de ese terreno y lo defendió; derrotó a los filisteos, y el Señor les dio una gran victoria.

13 Cuando llegó el tiempo de la cosecha, tres de los treinta jefes se encontraron con David en la cueva de Adulán, mientras los filisteos acampaban en el valle de Refayin. 14 David estaba en una fortaleza, y los filisteos tenían una guarnición en Belén; 15 y como David tenía mucha sed, dijo: «Cómo quisiera beber un poco de agua, del pozo que está a la entrada de Belén!» 16 Entonces los tres valientes irrumpieron en el campamento filisteo y sacaron agua del pozo de Belén, y se la llevaron a David, pero él no la quiso, sino que la derramó en el suelo como ofrenda al Señor, y dijo: 17 «¡Que el Señor me libre de hacer esto! ¡Sería como si bebiera la sangre de estos valientes, que pusieron en peligro su vida!» Y no la quiso beber. Tal fue la hazaña de esos tres valientes.

18 Abisay, el hermano de Joab hijo de Seruyá, era el más valiente de los treinta. Lo demostró al matar con su lanza a trescientos guerreros. Con esto se hizo famoso entre los tres. 19 Era, de hecho, el más famoso de los treinta, y llegó a ser su jefe, pero no llegó a igualar a los tres primeros.

20 Le seguía Benaías hijo de Joyadá, hijo de un valiente de Cabsel, que realizó grandes proezas: mató a dos moabitas muy aguerridos; y un día, que estaba nevando, se metió a un foso y mató a un león. 21 En otra ocasión, se enfrentó a un egipcio de gran estatura, que traía una lanza en su mano; pero Benaías se lanzó contra el egipcio con sólo un palo, y lo desarmó y lo mató con su propia lanza. 22 Con esto, Benaías hijo de Joyadá se hizo famoso entre los tres valientes. 23 Y aunque se destacó entre los treinta más valientes, no logró igualar a los tres primeros. Sin embargo, David lo puso como jefe de su guardia personal.

24 Asael, que era hermano de Joab, fue contado entre los treinta más valientes;

Eljanán hijo de Dodo, de Belén;

25 Samá el harodita,

Elica el harodita,

26 Heles el paltita,

Ira hijo de Iques, el tecoíta,

27 Abiezer el anatotita,

Mebunay el husatita,

28 Salmón el ajojita,

Maray el netofatita,

29 Jéleb hijo de Baná, el netofatita,

Itay hijo de Ribay, el benjaminita de Gabaa;

30 Benaías el piratonita,

Hiday, el del arroyo de Gaas;

31 Abí Albón el arbatita,

Azmavet el barhumita,

32 Elijaba el salbonita,

Jonatán, de los descendientes de Jasén;

33 Samá el ararita,

Ajían hijo de Sarar, el ararita;

34 Elifelet hijo de Ajasbay, nieto de Macá;

Elián hijo de Ajitofel, el gilonita;

35 Jesray el carmelita,

Paray el arbita,

36 Igal hijo de Natán, el de Soba;

Bani el gadita,

37 Selec el amonita,

Najaray el berotita, que era el escudero de Joab hijo de Seruyá;

38 Ira el itrita,

Gareb el itrita,

39 Urías el hitita.

En total, treinta y siete valientes.

David censa al pueblo(B)

24 Y el Señor volvió a enojarse con el pueblo de Israel, e indujo a David a levantar un censo de todo Israel y Judá. Llamó a Joab, que era el general de su ejército, y le dijo:

«Ve y recorre todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Berseba, y haz un censo del pueblo. Quiero saber cuántos son.»

Pero Joab le respondió al rey:

«¡Que el Señor multiplique al pueblo cien veces, y que Su Majestad llegue a verlo! ¿Por qué quiere Su Majestad hacer esto?»

Pero la orden del rey pudo más que Joab y que sus capitanes, así que Joab y sus capitanes salieron del palacio y se dispusieron a levantar el censo de Israel. Cruzaron el Jordán y acamparon en Aroer, al sur de la ciudad que está en el valle de Gaad, junto a Jazer. De allí fueron a Galaad y a la tierra baja de Jodsí, y luego a Dan Yaán y a los alrededores de Sidón. Luego fueron a la fortaleza de Tiro, y recorrieron todas las ciudades de los jivitas y de los cananeos, hasta llegar al Néguev de Judá, en Berseba. Después de nueve meses y veinte días de andar recorriendo todo el país, volvieron a Jerusalén. Y Joab le presentó al rey el resultado del censo, y resultó que en Israel había ochocientos mil hombres aptos para la guerra, y en Judá había quinientos mil.

10 Pero después de haber censado al pueblo, David se sintió muy apesadumbrado y fue a decirle al Señor:

«He cometido un grave pecado. Te ruego, Señor, que perdones a este siervo tuyo por haber sido tan necio.»

11 Al día siguiente, cuando David se levantó, la palabra del Señor vino a Gad, el vidente de David, y le dijo:

12 «Ve y dile de mi parte a David: “Yo, el Señor, te doy a elegir una de tres cosas. Haré lo que tú elijas.”»

13 Gad fue a ver a David y le dio el mensaje del Señor. Le dijo:

«¿Quieres que haya siete años de hambre en tu tierra? ¿O prefieres huir de tus enemigos durante tres meses? ¿O prefieres que haya en tu pueblo tres días de peste? Piénsalo bien, pues debo llevar una respuesta a quien me envía.»

14 Entonces David le dijo a Gad:

«Estoy en un gran aprieto. Permíteme caer en las manos del Señor, pues su misericordia es grande en extremo. ¡No me dejes caer en las manos de ningún hombre!»

15 Entonces el Señor envió la peste sobre Israel desde la mañana y hasta el día señalado, y desde Dan hasta Berseba murieron setenta mil israelitas. 16 Pero cuando el ángel extendió su mano sobre Jerusalén para destruirla, el Señor se arrepintió y le dijo al ángel destructor:

«¡Basta ya! ¡Detente!»

El ángel estaba junto a la era de Arauna el jebuseo. 17 Y cuando David vio que el ángel destruía al pueblo, le dijo al Señor:

«Yo soy quien ha pecado; yo soy quien hizo mal. ¡Pero estas ovejas no han hecho nada malo! Te ruego que nos castigues a mí y a mi familia.»

18 Entonces Gad fue y le dijo:

«Ve y edifica un altar al Señor en la era de Arauna el jebuseo.»

19 David fue a cumplir lo que el Señor le había ordenado hacer por medio de Gad, 20 y cuando Arauna vio que el rey y sus servidores se acercaban a él, salió de su casa y se inclinó ante el rey hasta tocar el suelo, 21 y le preguntó:

«¿A qué debe este siervo la visita de Su Majestad?»

Y David le dijo:

«Quiero comprar tu era, para edificar allí un altar al Señor y se detenga la mortandad entre el pueblo.»

22 Arauna le respondió:

«Tome Su Majestad lo que le parezca mejor. Yo le ofrezco los toros para el sacrificio, y como leña puede usar los trillos y los yugos de las yuntas. 23 Todo lo que Su Majestad necesite, yo se lo doy.»

Todavía añadió Arauna:

«Que el Señor sea propicio a Su Majestad.»

24 Pero el rey le respondió:

«De ninguna manera. Yo te pagaré su precio. No voy a ofrecer al Señor mi Dios holocaustos que no me cuesten nada.»

Y David le compró la era y los toros por cincuenta monedas de plata, 25 y construyó allí un altar al Señor, en el que ofreció holocaustos y ofrendas de paz. Y el Señor escuchó las súplicas del país, y detuvo la plaga en Israel.

Lucas 19:1-27

Jesús y Zaqueo

19 Jesús entró en Jericó, y comenzó a cruzar la ciudad. Mientras caminaba, un hombre rico llamado Zaqueo, que era jefe de los cobradores de impuestos, trataba de ver quién era Jesús, pero por causa de la multitud no podía hacerlo, pues era de baja estatura. Pero rápidamente se adelantó y, para verlo, se trepó a un árbol, pues Jesús iba a pasar por allí. Cuando Jesús llegó a ese lugar, levantó la vista y le dijo: «Zaqueo, apúrate y baja de allí, porque hoy tengo que pasar la noche en tu casa.» Zaqueo bajó de prisa, y con mucho gusto recibió a Jesús. Todos, al ver esto, murmuraban, pues decían que Jesús había entrado en la casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso de pie y le dijo al Señor: «Señor, voy a dar ahora mismo la mitad de mis bienes a los pobres. Y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces más lo defraudado.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues este hombre también es hijo de Abrahán. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.»(A)

Parábola de los siervos

11 Al escuchar la gente estas cosas, Jesús les contó una parábola, pues ya estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el reino de Dios estaba por manifestarse. 12 Jesús les dijo: «Un hombre de alto rango se fue a un país lejano, para recibir un reino y luego volver. 13 Antes de partir, llamó a diez de sus siervos, les dio una buena cantidad de dinero,[a] y les dijo: “Hagan negocio con este dinero, hasta que yo vuelva.” 14 Pero sus conciudadanos lo odiaban, y enviaron tras él unos representantes para que dijeran: “No queremos que éste reine sobre nosotros.” 15 Cuando ese hombre volvió, después de recibir el reino, hizo comparecer ante él a los siervos a quienes había dado el dinero, para saber qué negocios había hecho cada uno. 16 Cuando llegó el primero, dijo: “Señor, tu dinero ha producido diez veces más”. 17 Aquel hombre dijo: “¡Bien hecho! Eres un buen siervo. Puesto que en lo poco has sido fiel, vas a gobernar diez ciudades.” 18 Otro más llegó y le dijo: “Señor, tu dinero ha producido cinco veces más.” 19 Y también a éste le dijo: “Tú vas a gobernar cinco ciudades.” 20 Llegó otro más, y le dijo: “Señor, aquí tienes tu dinero. Lo he tenido envuelto en un pañuelo, 21 pues tuve miedo de ti, porque sé que eres un hombre duro, que tomas lo que no pusiste, y recoges lo que no sembraste.” 22 Entonces aquel hombre le dijo: “¡Mal siervo! Por tus propias palabras voy a juzgarte. Si sabías que soy un hombre duro, que tomo lo que no puse, y que recojo lo que no sembré, 23 ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Así, ¡a mi regreso lo habría recibido con los intereses!” 24 Y dijo entonces a los que estaban presentes: “¡Quítenle el dinero, y dénselo al que ganó diez veces más!” 25 Pero ellos objetaron: “Señor, ése ya tiene mucho dinero.” 26 Y aquel hombre dijo: “Pues al que tiene, se le da más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quita.(B) 27 Y en cuanto a mis enemigos, los que no querían que yo fuera su rey, ¡tráiganlos y decapítenlos delante de mí!”»(C)

Reina Valera Contemporánea (RVC)

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