Old/New Testament
José interpreta el sueño de Faraón
41 Dos años después, sucedió que el faraón tuvo un sueño, en el que se veía de pie, junto al río. 2 Del río salían siete vacas, muy hermosas y gordas, que se alimentaban de los pastos. 3 Tras ellas salían del río otras siete vacas, muy flacas y feas, que se pararon a la orilla del río, cerca de las vacas hermosas, 4 ¡y las vacas flacas y feas se comían a las siete vacas hermosas y gordas! Y el faraón se despertó. 5 Pero volvió a dormirse, y la segunda vez soñó que de una sola caña crecían siete espigas, muy hermosas y llenas de trigo, 6 y que tras ellas salían otras siete espigas, delgadas y marchitadas por el viento solano; 7 ¡y las siete espigas delgadas se comían a las siete espigas hermosas y llenas de trigo! Y el faraón se despertó, y vio que sólo era un sueño. 8 Por la mañana el faraón estaba muy agitado, y mandó llamar a todos los magos de Egipto y a todos sus sabios; y el faraón les contó sus sueños, pero no había quien se los pudiera interpretar.
9 Entonces el jefe de los coperos habló con el Faraón y le dijo:
«Ahora me acuerdo de que he fallado. 10 Cuando Su Majestad se enojó contra el jefe de los panaderos y contra mí, sus siervos, nos mandó a la prisión en la casa del capitán de la guardia. 11 Y en una misma noche él y yo tuvimos un sueño, y cada sueño tenía su propio significado. 12 Allí, con nosotros, estaba un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y cuando le contamos nuestros sueños, él nos interpretó lo que cada uno había soñado. 13 Y resultó que todo sucedió tal y como él nos los interpretó: yo fui restituido a mi puesto, y el otro fue enviado a la horca.»
14 El faraón mandó entonces llamar a José. Con mucha prisa lo sacaron de la cárcel, y él se afeitó y se cambió de ropa, y se presentó ante el faraón. 15 El faraón le dijo:
«He tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Pero he oído decir que tú oyes un sueño y lo puedes interpretar.»
16 José le respondió al faraón:
«No depende de mí. Pero Dios dará al faraón una respuesta propicia.»
17 Entonces el faraón le dijo:
«En mi sueño, yo me veía de pie, a la orilla del río. 18 Del río salieron siete vacas muy gordas y hermosas, que se alimentaban de los pastos. 19 Detrás de ellas salieron otras siete vacas, muy flacas y feas. ¡Estaban tan flacas, que no he visto otras tan feas en toda la tierra de Egipto! 20 Y las vacas flacas y feas se comían a las primeras siete vacas gordas, 21 y éstas entraban en su panza, y nadie podía saber que las tuvieran adentro, porque se veían igual de flacas, como al principio. Entonces desperté. 22 En mis sueños también vi que siete espigas, llenas de trigo y hermosas, crecían de un mismo tallo. 23 Tras ellas crecían otras siete espigas, delgadas y marchitadas por el viento solano, 24 ¡y las espigas delgadas se comían a las siete espigas hermosas! Les he dicho esto a los magos, pero no hay quien me lo interprete.»
25 José le respondió al faraón:
«El sueño de mi señor el faraón es uno solo. Dios le ha hecho saber lo que él está por hacer. 26 Las siete vacas hermosas son siete años, y las espigas hermosas también son siete años. El sueño es uno solo. 27 También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas son siete años, y las siete espigas delgadas y marchitadas por el viento solano serán siete años de hambre. 28 Ésta es mi respuesta a Su Majestad: Dios ha mostrado a Su Majestad lo que él está por hacer. 29 Vienen ya siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. 30 Pero a estos les seguirán siete años de hambre. Toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, porque el hambre acabará con la tierra. 31 Por causa del hambre que vendrá, y que será gravísima, esa abundancia quedará ignorada. 32 El hecho de que Su Majestad haya tenido el mismo sueño dos veces, significa que Dios ha decidido hacer esto, y que muy pronto lo hará. 33 Su Majestad debe buscarse ya un hombre inteligente y sabio, y ponerlo al frente de la tierra de Egipto. 34 Debe también poner gobernadores al frente del país, y tomar la quinta parte de lo que produzca la tierra de Egipto durante los siete años de abundancia. 35 Se deben almacenar todos los alimentos de estos buenos años que vienen, y bajo el control de Su Majestad recogerse y guardarse el trigo, para el sustento de las ciudades. 36 Estas provisiones deben quedar almacenadas para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto. Así el país no perecerá de hambre.»
José, gobernador de Egipto
37 Esto le pareció bien al faraón y a sus siervos, 38 y el faraón les dijo a sus siervos: «¿Podremos encontrar a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?»
39 A José le dijo:
«Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay nadie tan inteligente y sabio como tú. 40 Así que tú estarás al frente de mi casa,(A) y todo mi pueblo se someterá a lo que digas; solamente en el trono seré mayor que tú.»
41 También le dijo el faraón a José:
«Como ves, yo te he puesto al frente de toda la tierra de Egipto.»
42 Y el faraón se quitó su anillo de la mano, y lo puso en la mano de José; también hizo que lo vistieran con ropas de lino muy fino, y en el cuello le puso un collar de oro; 43 después hizo que subiera en su segundo carro, y que delante de él se gritara: «¡De rodillas!»;[a] y lo puso al frente de toda la tierra de Egipto. 44 Luego el faraón le dijo a José:
«Yo soy el faraón. Pero sin ti nadie alzará la mano ni el pie en toda la tierra de Egipto.»
45 Y el faraón le dio a José el nombre de Safenat Paneaj, y le dio por mujer a Asenat, la hija de Potifera, el sacerdote de On. Entonces José salió para recorrer toda la tierra de Egipto.
46 José tenía treinta años de edad cuando fue presentado ante el faraón, rey de Egipto. Y salió José de la presencia del faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto. 47 En aquellos siete años de abundancia la tierra produjo en grandes cantidades. 48 Y José recogió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y almacenó alimento en las ciudades, y entregó a cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores. 49 José recogió trigo en grandes cantidades, como si fuera arena del mar, al grado de no poder contarlo, porque era incontable. 50 Antes de que llegara el primer año de hambre, le nacieron a José dos hijos, los cuales le dio Asenat, la hija de Potifera, el sacerdote de On. 51 Al primogénito le puso por nombre Manasés,[b] porque dijo: «Dios me ha hecho olvidar todos mis sufrimientos, y toda la casa de mi padre.» 52 Al segundo le puso por nombre Efraín;[c] porque dijo: «Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.»
53 Los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto llegaron a su fin, 54 y comenzaron a llegar los siete años de hambre,(B) como José lo había dicho. Y hubo hambre en todos los países, pero en toda la tierra de Egipto había pan. 55 Cuando arreció el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo pedía a gritos al faraón que le diera pan. Y el faraón les dijo a todos los egipcios: «Vayan a ver a José, y hagan lo que él les diga.»(C) 56 El hambre cundía por todo el país. Entonces José abrió todos los graneros donde había trigo, y se lo vendía a los egipcios, porque el hambre arreciaba en la tierra de Egipto. 57 Y de todas partes venían a Egipto para comprar trigo de José, porque el hambre había arreciado por toda la tierra.
Los hermanos de José llegan a Egipto
42 Cuando Jacob vio que en Egipto había alimentos, les dijo a sus hijos:
«¿Qué hacen ahí, mirándose unos a otros?»
2 Dijo además:
«Ha llegado a mis oídos que hay víveres en Egipto. Vayan allá, y compren alimentos para nosotros, para que no muramos sino que sigamos con vida.»(D)
3 Los diez hermanos de José se dirigieron a Egipto para comprar trigo; 4 pero Jacob no envió con ellos a Benjamín, hermano de José, porque dijo: «No vaya a pasarle algo malo.»
5 Como había hambre en la tierra de Canaán, entre los que iban a comprar llegaron los hijos de Israel. 6 José era el que mandaba en el país, y quien le vendía a toda la gente de esa región, así que cuando llegaron los hermanos de José, se inclinaron ante él de cara al suelo. 7 Cuando José vio a sus hermanos, los reconoció; pero hizo como que no los conocía, y en tono áspero les dijo:
«Y ustedes, ¿de dónde vienen?»
Ellos respondieron:
«Venimos de la tierra de Canaán, para comprar alimentos.»
8 Y José reconoció a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron. 9 Entonces recordó José los sueños que había tenido acerca de ellos,(E) y les dijo:
«Ustedes son espías. Han venido a ver los puntos vulnerables del país.»
10 Ellos le respondieron:
«De ninguna manera, señor nuestro. Estos siervos tuyos han venido a comprar alimentos. 11 Todos nosotros somos hijos de un buen hombre. Somos gente honrada, y nunca hemos sido espías.»
12 Pero José les dijo:
«No, sino que han venido a ver los puntos vulnerables del país.»
13 Ellos respondieron:
«Nosotros, tus siervos, somos doce hermanos, hijos de un buen hombre de la tierra de Canaán. Nuestro hermano menor está hoy con nuestro padre, y el otro ya no vive.»
14 Pero José les dijo:
«¡Tal como les dije! ¡Ustedes son espías! 15 Y con esto van a ser puestos a prueba. Les juro por la vida del faraón, que no van a salir de aquí hasta que su hermano menor venga acá. 16 Envíen a uno de ustedes, a que traiga a su hermano; pero ustedes se quedarán presos. Vamos a ver si ustedes dicen la verdad; y si no, ¡por la vida del faraón, que ustedes son espías!»
17 Y José los puso a todos en la cárcel durante tres días. 18 Al tercer día, les dijo:
«Yo temo a Dios. Hagan esto y vivirán: 19 Si son gente honrada, dejen preso a uno de sus hermanos en la cárcel donde ahora están, y ustedes vayan y lleven alimento a su casa para mitigar el hambre. 20 Pero tráiganme a su hermano menor para probar sus palabras, y no morirán.»
Y ellos lo hicieron así, 21 pero se decían el uno al otro:
«Realmente hemos pecado contra nuestro hermano, pues lo vimos angustiarse y rogarnos, y no le hicimos caso. Por eso nos ha sobrevenido esta angustia.»
22 Rubén les respondió, y dijo:
«¿Acaso no les decía yo, que no pecaran contra el niño?(F) ¡Pero ustedes no me hicieron caso! ¡Y ahora también se nos demanda su sangre!»
23 Pero ellos no sabían que José los entendía, porque entre ellos había un intérprete. 24 Y José se apartó de ellos, y lloró. Después volvió para hablar con ellos, y de entre ellos tomó a Simeón y ante sus ojos lo aprisionó. 25 Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo, que se les devolviera a cada uno su dinero, poniéndolo en su saco, y que les dieran comida para el camino. Y así se hizo con ellos.
26 Ellos echaron el trigo sobre sus asnos, y se fueron de allí; 27 pero cuando uno de ellos abrió su saco en el mesón, para dar de comer a su asno, vio que su dinero estaba en la boca de su saco. 28 Entonces les dijo a sus hermanos:
«¡Me devolvieron mi dinero! ¡Miren, está aquí, en mi saco!»
El corazón se les salía, y espantados se decían el uno al otro:
«¿Qué es lo que nos ha hecho Dios?»
29 Cuando llegaron a la tierra de Canaán, le contaron a Jacob, su padre, todo lo que les había sucedido. Le dijeron:
30 «Ese hombre, el señor del país, nos habló en tono muy áspero y nos trató como a espías del país. 31 Nosotros le dijimos “Somos gente honrada, nunca hemos sido espías. 32 Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno ya no vive, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán.” 33 Entonces ese hombre, el señor del país, nos dijo: “Con esto voy a saber si ustedes son gente honrada: Dejen conmigo a uno de sus hermanos, tomen alimento para el hambre de sus casas, y vayan 34 a traerme a su hermano menor. Así sabré que ustedes no son espías, sino gente honrada. Entonces les devolveré a su hermano, y ustedes podrán hacer negocios en el país.”»
35 Al momento de vaciar sus sacos, resultó que en el saco de cada uno de ellos estaba la bolsa con su dinero. Cuando ellos y su padre vieron las bolsas con su dinero, sintieron mucho miedo. 36 Pero su padre Jacob les dijo:
«Ustedes me están dejando sin hijos. José ya no está con nosotros, ni Simeón tampoco, y ahora van a llevarse a Benjamín. ¡Todo esto va en contra de mí!»
37 Entonces Rubén habló con su padre, y le dijo:
«Si no te devuelvo a Benjamín, puedes matar a mis dos hijos. Pon a Benjamín en mis manos, y yo te lo devolveré.»
38 Y Jacob dijo:
«Mi hijo no irá con ustedes. Su hermano ha muerto, y sólo él ha quedado. Si le pasara algo malo en el camino que van a tomar, harán que mis canas bajen al sepulcro con gran pesar.»
Los discípulos recogen espigas en el día de reposo(A)
12 En aquel tiempo, al pasar Jesús por los sembrados en un día de reposo, sus discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar espigas(B) y a comerlas. 2 Cuando los fariseos vieron esto, le dijeron: «¡Fíjate! Tus discípulos hacen lo que no está permitido hacer en el día de reposo.» 3 Pero él les dijo: «¿No han leído ustedes lo que hizo David, cuando él y sus acompañantes tuvieron hambre? 4 ¡Pues entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición!(C) Panes que ni a él ni a sus acompañantes les estaba permitido comer, sino solamente a los sacerdotes.(D) 5 ¿O no han leído ustedes en la ley que, en el día de reposo, los sacerdotes que están en el templo profanan el día de reposo, y no se les culpa de nada?(E) 6 Pues yo les digo que aquí está uno mayor que el templo. 7 Si ustedes supieran lo que significa(F) “Misericordia quiero, y no sacrificio”,(G) no condenarían a los inocentes; 8 porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.»
El hombre de la mano atrofiada(H)
9 Al salir de allí, Jesús fue a la sinagoga del lugar. 10 Allí había un hombre que tenía atrofiada una mano. Para poder acusar a Jesús, algunos le preguntaron: «¿Está permitido sanar en el día de reposo?» 11 Él les respondió: «¿Quién de ustedes, si tiene una oveja, y ésta se cae en un hoyo en día de reposo, no va y la saca?(I) 12 ¡Y un hombre vale mucho más que una oveja! Por consiguiente, está permitido hacer el bien en los días de reposo.» 13 Entonces le dijo a aquel hombre: «Extiende tu mano.» El hombre la extendió, y su mano le quedó tan sana como la otra. 14 Pero los fariseos, en cuanto se fueron, conspiraron para matar a Jesús.
El siervo escogido
15 Cuando Jesús supo esto, se alejó de allí. Pero mucha gente lo siguió, y él los sanó a todos, 16 aunque les encargaba con firmeza que no lo descubrieran, 17 para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:
18 «Éste es mi siervo, a quien he escogido;
mi Amado, en quien se complace mi alma.
Pondré mi Espíritu sobre él,
y a las naciones anunciará juicio.
19 No disputará, ni gritará,
ni nadie oirá su voz en las calles.
20 No quebrará la caña cascada,
ni apagará la mecha humeante,
hasta que haga triunfar la justicia.
21 En su nombre esperarán las naciones.»(J)
La blasfemia contra el Espíritu Santo(K)
22 Un día le llevaron un endemoniado ciego y mudo, y él lo sanó, así que el ciego y mudo podía ver y hablar. 23 Toda la gente estaba atónita, y decía: «¿Será éste el Hijo de David?»
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