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Old/New Testament

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La Palabra (España) (BLP)
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Génesis 36-38

Descendientes de Esaú (1 Cr 1,34-54)

36 Estos son los descendientes de Esaú, o sea Edom. Esaú se casó con mujeres cananeas: con Adá, hija del hitita Elón; con Olibamá, hija de Aná y nieta de Sibeón el jeveo; y con Basemat, hija de Ismael y hermana de Nebayot. El hijo que Adá dio a Esaú fue Elifaz; Basemat dio a luz a Reguel; y Olibamá dio a luz a Jeús, Jalón y Coraj. Estos son los hijos que le nacieron a Esaú en tierra de Canaán.

Esaú tomó a sus esposas junto con sus hijos e hijas y a todos los que vivían con él, todos sus rebaños y ganados y cuanto había adquirido en la tierra de Canaán, y se fue a otra región, lejos de su hermano Jacob. Era tanto lo que poseían los dos que ya no podían vivir juntos; además, la tierra donde vivían no bastaba para alimentar al ganado de ambos. Fue así como Esaú, o sea Edom, se asentó en la región montañosa de Seír.

Estos son los descendientes de Esaú, padre de los edomitas, en la montaña de Seír. 10 Los nombres de los hijos de Esaú son estos: Elifaz, hijo de Adá y Esaú; y Reguel, hijo de Basemat y Esaú. 11 Los hijos de Elifaz fueron: Temán, Omar, Sefó, Gatán y Quenaz. 12 Elifaz tuvo una concubina llamada Timná, la cual le dio un hijo que se llamó Amalec. Estos fueron los descendientes de Adá, mujer de Esaú. 13 Los hijos de Reguel fueron: Nájat, Zéraj, Samá y Mizá. Estos fueron los descendientes de Basemat, mujer de Esaú. 14 Los hijos de Olibamá, mujer de Esaú, hija de Aná y nieta de Sibeón, fueron: Jeús, Jalón y Coraj.

15 Los jefes de tribu de los descendientes de Esaú fueron: De los hijos de Elifaz, primogénito de Esaú, los jefes de tribu fueron: Temán, Omar, Sefó, Quenaz, 16 Coraj, Gatán y Amalec.

Estos fueron los jefes de tribu de Elifaz en la tierra de Edom, todos ellos descendientes de Adá. 17 De los hijos de Reguel, hijo de Esaú, los jefes de tribu fueron: Nájat, Zéraj, Samá y Mizá.

Estos fueron los jefes de tribu de Reguel en la tierra de Edom, todos ellos descendientes de Basemat, mujer de Esaú. 18 De los hijos de Olibamá, hija de Aná y mujer de Esaú, los jefes de tribu fueron: Jeús, Jalón y Coraj. 19 Estos fueron los hijos de Esaú, o sea Edom, y sus jefes de tribus.

20 Los hijos de Seír, el jorreo, que vivía en aquella región, fueron: Lotán, Sobal, Sibeón, Aná, 21 Disón, Éser y Disán. Estos fueron los jefes de tribu de los jorreos, hijos de Seír, en la tierra de Edom. 22 Los hijos de Lotán fueron: Jorí y Hemán. Lotán tenía una hermana llamada Timná. 23 Los hijos de Sobal fueron: Alván, Manajat, Ébal, Sefó y Onán. 24 Los hijos de Sibeón fueron: Ayá y Aná. Este Aná fue el que encontró en el desierto aguas termales mientras apacentaba los asnos de su padre Sibeón. 25 Los hijos de Aná fueron: Disón y Olibamá, hija de Aná. 26 Los hijos de Disón fueron: Jemdán, Esbán, Jitrán y Querán. 27 Los hijos de Éser fueron: Bilán, Zaaván y Acán. 28 Los hijos de Disán fueron: Us y Arán.

29 Los jefes de las tribus de los jorreos fueron: Lotán, Sobal, Sibeón, Aná, 30 Disón, Éser y Disán.

Estos fueron los jefes de las tribus de los jorreos. Cada uno de ellos fue jefe de su tribu en la región de Seír.

Los reyes de Edom

31 Antes de que los israelitas tuvieran rey, estos fueron los reyes que reinaron en la tierra de Edom: 32 Bela, hijo de Beor, reinó en Edom; el nombre de su capital era Dinhabá. 33 Cuando Bela murió lo sucedió en el trono Jobab, hijo de Zeraj de Bosrá; 34 a Jobab lo sucedió Jusán, natural de Temán; 35 a Jusán lo sucedió Adad, hijo de Badad, que derrotó a Madián en los campos de Moab; el nombre de su capital era Avit. 36 A Adad lo sucedió Samlá de Masrecá; 37 a Samlá lo sucedió Saúl de Rejobot Janajar; 38 a Saúl lo sucedió Baaljanán, hijo de Acbor; 39 a Baaljanán, hijo de Acbor, lo sucedió Adar; su capital se llamaba Pau y su mujer Metabel, hija de Matrad, hija de Mezaab.

40 Estos son los nombres de los jefes de tribu de Esaú según su clan, región y nombre: Timná, Alvá, Jetet, 41 Olibamá, Elá, Finón, 42 Quenaz, Temán, Mibsar, 43 Magdiel e Irán.

Estos fueron los jefes de tribu de Edom, de acuerdo con los lugares que habitaron en el territorio de su propiedad.

Este es Esaú, antepasado de los edomitas.

Ciclo de José (37; 39—48; 50)

Sueños de José

37 Jacob se estableció en la tierra de Canaán, la tierra donde su padre había residido de manera itinerante. Esta es la historia de la familia de Jacob.

José tenía diecisiete años y apacentaba el ganado con sus hermanos, los hijos de Bilhá y Zilpá, concubinas de su padre. El joven solía llevar a su padre noticias del mal comportamiento de sus hermanos.

Israel quería a José más que a sus otros hijos, porque lo había tenido cuando ya era anciano, y mandó que le hicieran una túnica de colores. Sus hermanos, al darse cuenta de que era el preferido de su padre, empezaron a odiarlo y a hablarle con malos modos.

Un día José tuvo un sueño y se lo contó a sus hermanos, con lo cual les aumentó el odio que le tenían. Les dijo:

— Escuchad lo que he soñado. Nos encontrábamos nosotros en el campo atando gavillas. De pronto, mi gavilla se levantó y quedó erguida, mientras que las vuestras se colocaron alrededor y se inclinaron ante la mía.

Sus hermanos le respondieron:

— ¿Quieres decir que tú vas a ser nuestro rey y que vas a dominarnos?

Y el odio que le tenían iba en aumento debido a los sueños que les contaba.

José tuvo otro sueño y también se lo contó a sus hermanos. Les dijo:

— He tenido otro sueño. En él veía que el sol, la luna y once estrellas se postraban ante mí.

10 Cuando José se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre lo reprendió, diciéndole:

— ¿Qué significa este sueño? ¿Acaso que tu madre, tus hermanos y yo mismo, tendremos que inclinarnos ante ti?

11 Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en todo esto.

José es vendido por sus hermanos

12 En cierta ocasión, los hermanos de José se fueron a Siquén a apacentar las ovejas de su padre. 13 Entonces Israel dijo a José:

— Tus hermanos están apacentando las ovejas en Siquén, y he pensado que podías ir a verlos.

Él respondió:

— Estoy a tu disposición.

14 Su padre le dijo:

— Vete, pues, a ver cómo están tus hermanos y el rebaño, y luego tráeme noticias.

Así que lo envió desde el valle de Hebrón, y José se dirigió a Siquén. 15 Un hombre lo encontró perdido en el campo y le preguntó:

— ¿Qué andas buscando?

16 José respondió:

— Ando buscando a mis hermanos. ¿Podrías indicarme dónde están pastoreando?

17 Y aquel hombre le respondió:

— Ya se han marchado de aquí, pero les oí decir que iban a Dotán.

José siguió buscando a sus hermanos, y los encontró en Dotán. 18 Ellos lo vieron venir de lejos, y antes de que se acercara tramaron un plan para matarlo. 19 Se dijeron unos a otros:

— ¡Ahí viene el de los sueños! 20 Vamos a matarlo y a echarlo en uno de estos aljibes; después diremos que alguna fiera salvaje lo devoró, y veremos en qué paran sus sueños.

21 Pero Rubén, al oír esto, intentó librarlo de las manos de sus hermanos diciendo:

— No lo matemos.

22 Y añadió:

— No derraméis sangre; arrojadlo a este aljibe que está aquí en el desierto, pero no pongáis las manos sobre él.

Rubén dijo esto porque su intención era salvarlo de ellos y devolverlo luego a su padre.

23 Al llegar José adonde estaban sus hermanos, le arrancaron la túnica de colores que llevaba 24 y, agarrándolo, lo arrojaron a un aljibe que estaba vacío, sin agua. 25 Después se sentaron a comer.

Mientras comían, vieron venir una caravana de ismaelitas procedentes de Galaad, con los camellos cargados de resinas aromáticas, bálsamo y mirra, que transportaban a Egipto. 26 Entonces Judá dijo a sus hermanos:

— ¿Sacamos algún provecho si dejamos morir a nuestro hermano y encubrimos su muerte? 27 Será mejor que lo vendamos a los ismaelitas en vez de poner nuestras manos sobre él; a fin de cuentas es nuestro hermano, es de nuestra propia sangre.

Sus hermanos asintieron; 28 y cuando los mercaderes madianitas pasaron por allí, sacaron a José del aljibe y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte siclos de plata. Así fue como se llevaron a José a Egipto.

29 Rubén volvió al aljibe y, al ver que José ya no estaba allí, se rasgó las vestiduras; 30 luego volvió adonde estaban sus hermanos y les dijo:

— El muchacho no está; y yo, ¿qué hago yo ahora?

31 Ellos degollaron un cabrito y con su sangre mancharon la túnica de José. 32 Después mandaron la túnica de colores a su padre, con este mensaje: “Hemos encontrado esto. Mira a ver si es o no la túnica de tu hijo”.

33 En cuanto Jacob la reconoció, exclamó:

— ¡Es la túnica de mi hijo! Alguna bestia salvaje ha despedazado y devorado a José.

34 Entonces Jacob rasgó sus vestiduras, se vistió de luto y por mucho tiempo hizo duelo por su hijo. 35 Todos sus hijos y sus hijas intentaban consolarlo, pero él no se dejaba consolar; al contrario, lloraba por su hijo y repetía:

— Guardaré luto por mi hijo hasta que vaya a reunirme con él en el reino de los muertos.

36 Entre tanto, en Egipto, los madianitas vendieron a José a Potifar, hombre de confianza del faraón y capitán de la guardia real.

Judá y Tamar

38 Por aquel tiempo, Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir a la casa de un tal Jira, adulamita. Allí Judá conoció a la hija de un cananeo llamado Súa, la tomó por mujer y después de acostarse con ella, quedó embarazada y dio a luz un hijo al que llamó Er. Concibió de nuevo y dio a luz otro hijo al que llamó Onán. De nuevo quedó embarazada y dio a luz otro hijo, al que llamó Selá. Judá estaba en Cazib cuando [su mujer] dio a luz.

Judá casó a Er, su hijo primogénito, con una mujer llamada Tamar. Pero no agradó al Señor la conducta de Er, el primogénito de Judá, y le quitó la vida. Entonces Judá dijo a Onán:

— Cásate con la viuda de tu hermano y cumple con ella tu deber de cuñado dando descendencia a tu hermano.

Pero Onán, sabiendo que los hijos no serían reconocidos como suyos, cada vez que tenía relaciones sexuales con la viuda de su hermano derramaba el semen en tierra para no dar descendencia a su hermano. 10 Esta conducta ofendió mucho al Señor, por lo que también a Onán le quitó la vida. 11 Entonces Judá dijo a su nuera Tamar:

— Vuélvete a la casa de tu padre y permanece viuda hasta que mi hijo Selá tenga edad de casarse.

Judá decía eso porque temía que también Selá muriese, como había pasado con sus hermanos. Así Tamar regresó a la casa de su padre.

12 Después de mucho tiempo, murió la mujer de Judá, la hija de Súa. Pasado el duelo por ella, subió Judá a Timná, acompañado de su amigo Jirá, el adulamita, para esquilar sus ovejas. 13 Alguien dijo a Tamar que su suegro se dirigía a Timná a esquilar sus ovejas. 14 Entonces ella se quitó el vestido de viuda, se cubrió con un velo para que nadie la reconociese, y se sentó a la entrada de Enáin, que se encuentra en el camino de Timná. Hizo todo esto porque veía que Selá ya tenía edad para casarse y sin embargo no se lo entregaban como esposo.

15 Cuando Judá la vio, creyó que era una prostituta, pues tenía cubierto el rostro; 16 así que se desvió del camino hacia donde estaba ella y, sin saber que era su nuera, le dijo:

— Vamos, que quiero acostarme contigo.

Ella le preguntó:

— ¿Cuánto me darás por acostarme contigo?

17 Él respondió:

— Te mandaré uno de los cabritos de mi rebaño.

Ella replicó:

— Está bien, pero me tienes que dejar algo en garantía hasta que me lo mandes.

18 Judá preguntó:

— ¿Qué quieres que te deje?

Ella respondió:

— Tu sello con su cordón y el bastón que llevas en la mano.

Judá se los entregó, se acostó con ella y la dejó embarazada. 19 Después Tamar se levantó y se fue. Se quitó el velo y volvió a ponerse la ropa de viuda.

20 Más tarde, Judá mandó el cabrito por medio de su amigo adulamita, para recuperar los objetos que había dejado a la mujer, pero Jirá no dio con ella. 21 Así que le preguntó a las gentes del lugar:

— ¿Dónde está la prostituta que había junto al camino de Enáin?

Le contestaron:

— Aquí no ha habido ninguna prostituta.

22 El amigo regresó adonde estaba Judá y le dijo:

— No la pude encontrar. Además, las gentes del lugar me han asegurado que allí nunca ha habido una prostituta.

23 Y Judá contestó:

— Pues que se quede con las cosas; no es cuestión de que hagamos el ridículo. Yo le he enviado el cabrito y tú no la has encontrado.

24 Unos tres meses más tarde le contaron a Judá lo siguiente:

— Tamar, tu nuera, se ha prostituido y, en una de sus andanzas, ha quedado embarazada.

Entonces Judá ordenó:

— ¡Que la saquen afuera y la quemen!

25 Pero cuando la estaban sacando, ella envió a decir a su suegro:

— Estas cosas pertenecen al hombre que me dejó embarazada. A ver si reconoces de quién es este sello con su cordón y este bastón.

26 Judá reconoció las cosas y declaró:

— Ella tiene razón y no yo, pues no le di por esposo a mi hijo Selá.

Y no volvió a acostarse con ella.

27 Cuando llegó el tiempo del parto, había mellizos en su seno. 28 En el momento de dar a luz, uno de ellos sacó la mano y la partera le ató una cinta escarlata en la mano diciendo:

— Este es el primero en salir.

29 Pero en ese momento el niño retiró la mano, y fue su hermano el que nació primero. Entonces la partera dijo:

— ¡Vaya brecha que te has abierto!

Por eso al niño lo llamaron Fares. 30 Después salió su hermano con la cinta escarlata, y le pusieron el nombre de Záraj.

Mateo 10:21-42

21 Los hermanos entregarán a sus hermanos y harán que los maten. Los padres entregarán a sus hijos, y los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán. 22 Todos os odiarán por causa de mí; pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará. 23 Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra, pues os aseguro que el Hijo del hombre vendrá antes que hayáis recorrido todas las ciudades de Israel.

24 Ningún discípulo es más que su maestro ni ningún criado es más que su amo. 25 Bastante es que el discípulo llegue a ser como su maestro, y el criado como su amo. Si han llamado Belzebú al amo de la casa, ¿qué no dirán de sus familiares?

Invitación a la confianza (Lc 12,2-7)

26 No tengáis miedo a la gente. Porque no hay nada secreto que no haya de ser descubierto, ni nada oculto que no haya de ser conocido. 27 Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a plena luz, y lo que escucháis en secreto, pregonadlo desde las terrazas. 28 No tengáis miedo de los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Más bien tened miedo de aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en la gehena.

29 ¿No se venden dos pájaros por muy poco dinero? Sin embargo, ninguno de ellos cae a tierra si vuestro Padre no lo permite. 30 Pues bien, vosotros tenéis contados hasta el último cabello de la cabeza. 31 Así que no tengáis miedo; vosotros valéis más que todos los pájaros.

A favor o en contra de Jesús (Lc 12,8-9)

32 Todo aquel que se declare a mi favor delante de los demás, yo también me declararé a favor suyo delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Y, al contrario, si alguien me niega delante de los demás, yo también lo negaré a él delante de mi Padre que está en los cielos.

Jesús, causa de división (Lc 12,51-53; 14,26-27)

34 No creáis que he venido a traer la paz al mundo. ¡No he venido a traer paz, sino guerra! 35 Porque he venido a poner al hijo en contra de su padre, a la hija en contra de su madre y a la nuera en contra de su suegra; 36 de manera que los enemigos de cada uno serán sus propios familiares.

37 El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que quiera a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. 38 Y el que no esté dispuesto a tomar su cruz para seguirme, tampoco es digno de mí. 39 El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que, por causa de mí, la pierda, ese la salvará.

Recompensas (Mc 9,41; Lc 9,48; 10,16; Jn 13,20)

40 El que os reciba a vosotros, es como si me recibiera a mí, y el que me reciba a mí, es como si recibiera al que me envió. 41 El que reciba a un profeta por tratarse de un profeta, tendrá la recompensa que corresponde a un profeta, y el que reciba a un justo por tratarse de una persona justa, tendrá la recompensa que corresponde a una persona justa.

42 Igualmente el que dé un vaso de agua fresca al más insignificante de mis discípulos precisamente por tratarse de un discípulo mío, os aseguro que no quedará sin recompensa.

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España