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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
Génesis 23-24

Muerte y sepultura de Sara

23 Sara llegó a vivir ciento veintisiete años, y murió Sara en Quiriat Arbá, que es Hebrón, en la tierra de Canaán. Abrahán fue a llorar por Sara y a hacer duelo por ella. Cuando Abrahán dejó de llorar a su muerta, fue a hablar con los hititas; les dijo:

«Yo soy entre ustedes un extranjero, un forastero.(A) Pero denme entre ustedes una propiedad para sepultura,(B) y sepultaré allí a mi muerta.»

Los hititas le respondieron a Abrahán:

«Señor nuestro, escúchanos: para nosotros tú eres un príncipe de Dios; sepulta a tu muerta en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros te negará su sepulcro, ni te impedirá que entierres a tu muerta.»

Abrahán se puso de pie, e inclinándose ante los hititas, el pueblo de aquella tierra, les dijo:

«Si es la voluntad de ustedes que yo sepulte a mi muerta, préstenme atención e intercedan por mí ante Efrón hijo de Sojar, para que me dé la cueva de Macpela, la que tiene en los límites de su heredad. Pídanle que me la ceda por su justo precio, para que yo tenga entre ustedes una sepultura.»

10 Este Efrón estaba allí, entre los hititas, pues allí vivía, así que en presencia de los hititas y de todos los que entraban por la puerta de su ciudad le respondió a Abrahán. Le dijo:

11 «No, señor mío, escúchame: yo te cedo la heredad, y te cedo también la cueva que está en ella; te la cedo en presencia de los hijos de mi pueblo. Sepulta a tu muerta.»

12 Entonces Abrahán se inclinó ante el pueblo de la tierra, 13 y en presencia del pueblo de la tierra le respondió a Efrón. Le dijo:

«Más bien, si te parece, te ruego que me escuches. Yo mismo te daré el precio de la heredad, y entonces sepultaré allí a mi muerta.»

14 Pero Efrón le respondió a Abrahán, y le dijo:

15 «Señor mío, escúchame: la tierra vale cuatrocientas monedas de plata; ¿qué es esa cantidad entre tú y yo? Ve y entierra a tu muerta.»

16 Y Abrahán aceptó el precio fijado por Efrón, y ante los hititas como testigos le entregó a Efrón la cantidad establecida, es decir, cuatrocientas monedas, de buena ley entre mercaderes. 17 Así fue como la heredad que Efrón tenía en Macpela, al oriente de Mamre, es decir, la heredad con la cueva que estaba en ella, más todos los árboles que había en la heredad y en todos sus contornos, quedó 18 como propiedad de Abrahán, teniendo como testigos a los hititas y a todos los que entraban por la puerta de la ciudad. 19 Después de esto Abrahán sepultó a Sara, su mujer, en la cueva de la heredad de Macpela, al oriente de Mamre, que es Hebrón, en la tierra de Canaán. 20 Y la heredad y la cueva que en ella había quedó como una posesión de Abrahán para sepultura, cedida por los hititas.

Abrahán busca esposa para Isaac

24 Abrahán ya era viejo, y muy entrado en años; y el Señor había bendecido a Abrahán en todo. Y Abrahán le dijo a uno de sus criados, el más viejo de todos, y que era el que administraba todo lo que tenía:

«Pon ahora tu mano debajo de mi muslo. Voy a hacer que me jures por el Señor, el Dios de los cielos y la tierra, que no tomarás para mujer de mi hijo a ninguna de las hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito. Más bien, irás a mi tierra, con mis parientes, y allí tomarás mujer para mi hijo Isaac.»

El criado le respondió:

«Tal vez la mujer no quiera venir conmigo a esta tierra. ¿Debo entonces llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?»

Y Abrahán le dijo:

«Ten mucho cuidado de no llevar a mi hijo allá. El Señor, el Dios de los cielos, me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis parientes; él mismo me habló, y con juramento me dijo: “Esta tierra se la daré a tu descendencia”, así que él enviará a su ángel delante de ti, y de allá tomarás una mujer para mi hijo. Si la mujer no quiere venir contigo, quedarás libre del juramento que me has hecho. ¡Pero de ninguna manera lleves allá a mi hijo!»

Entonces el criado puso su mano debajo del muslo de Abrahán, su señor, y le hizo un juramento en cuanto a este asunto; 10 luego tomó diez de los camellos de su señor y se puso en camino. Llevaba consigo todos los mejores regalos que tenía su señor. Cuando llegó a la ciudad de Najor, en Mesopotamia, 11 hizo que los camellos se arrodillaran fuera de la ciudad, junto a un pozo de agua. Era la hora de la tarde en que las jóvenes salen por agua. 12 Entonces dijo:

«Señor, Dios de mi señor Abrahán, te ruego que me concedas tener hoy un buen encuentro. Ten misericordia de mi señor Abrahán. 13 Mírame aquí, junto a la fuente de agua, ahora que las hijas de los hombres de esta ciudad salen por agua. 14 Permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baja tu cántaro para que yo beba”, y que me responda: “Bebe, y también les daré de beber a tus camellos”, sea la joven que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así sabré que tú has tenido misericordia de mi señor.»

15 Sucedió que, antes de que él acabara de hablar, apareció Rebeca, que había salido con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, quien era hijo de Milca, la mujer de Najor, el hermano de Abrahán. 16 Esta joven era de aspecto muy hermoso, y aún virgen, pues no había conocido varón; ella bajó a la fuente, llenó su cántaro, y se dispuso a volver. 17 Pero el criado corrió hacia ella y le dijo:

«Te ruego que me des a beber un poco de agua de tu cántaro.»

18 Ella respondió:

«Bebe, señor mío.»

Y presurosa bajó el cántaro que llevaba, y le dio a beber. 19 Cuando acabó de darle de beber, dijo:

«También sacaré agua para tus camellos, hasta que acaben de beber.»

20 Y rápidamente vació su cántaro en el bebedero, y todavía corrió al pozo para sacar agua, y sacó para todos los camellos. 21 El hombre estaba admirado de ella, pero callaba, para saber si el Señor había prosperado su viaje, o no. 22 Cuando los camellos acabaron de beber, el hombre le dio a ella un pendiente de oro que pesaba cinco gramos y dos brazaletes que pesaban cien gramos, 23 y le dijo:

«Dime, por favor, ¿de quién eres hija? ¿Y habrá en la casa de tu padre un lugar donde pasemos la noche?»

24 Ella le respondió:

«Soy hija de Betuel, el hijo que Milca tuvo de Najor.»

25 Y añadió:

«Además, en nuestra casa hay paja y mucho forraje, y lugar para pasar la noche.»

26 Entonces el hombre se inclinó y adoró al Señor. 27 Dijo:

«Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abrahán, que no le negó a mi amo su misericordia y su verdad, pues me puso el Señor en el camino a la casa de los hermanos de mi amo.»

28 Rebeca corrió a la casa de su madre, y contó allí estas cosas. 29 Ella tenía un hermano que se llamaba Labán, y Labán salió corriendo a ver al hombre, que estaba junto a la fuente. 30 Y es que vio el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana, cuando dijo: «Así me habló aquel hombre.»

Labán salió a ver a ese hombre, y lo encontró junto a la fuente, con los camellos. 31 Entonces le dijo:

«Bendito del Señor, ¿por qué te quedas afuera? Ven que ya he preparado la casa, y lugar para los camellos.»

32 El hombre fue a la casa, y Labán desató los camellos y les dio paja y forraje. Al hombre y a quienes lo acompañaban les dio agua para que se lavaran los pies, 33 y le sirvieron de comer. Pero él dijo:

«No comeré hasta que haya dicho lo que tengo que decir.»

Y Labán le dijo:

«Habla.»

34 El hombre dijo:

«Yo soy criado de Abrahán. 35 Y el Señor ha bendecido mucho a mi amo, y lo ha engrandecido; le ha dado ovejas, vacas, plata, oro, siervos y siervas, camellos y asnos. 36 Sara, la mujer de mi amo, tuvo en su vejez un hijo de mi señor, y mi señor le ha dado a su hijo todo cuanto tiene. 37 Y mi amo me puso bajo juramento. Me dijo: “No tomes como mujer para mi hijo a ninguna de las hijas de los cananeos, en cuya tierra habito; 38 más bien, irás a la casa de mi padre, con mis parientes, y allí tomarás mujer para mi hijo.” 39 Yo le dije: “Tal vez la mujer no querrá seguirme.” 40 Entonces él me respondió: “Yo he andado siempre en presencia del Señor, así que él enviará su ángel para que vaya contigo y prospere tu camino. Y tú tomarás para mi hijo una mujer de mi familia y de la casa de mi padre. 41 Así quedarás libre de mi juramento. Si vas con mi familia, y ellos no te dan a la joven, entonces quedarás libre de mi juramento.” 42 Hoy, al llegar a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi señor Abrahán, si tú quieres, prospera el camino por el cual ando. 43 Aquí estoy ahora, junto a la fuente de agua. Permite que la joven que salga por agua, y a la que yo le diga: ‘Por favor, dame de beber un poco de agua de tu cántaro’, 44 y que me responda: ‘Bebe, y sacaré también agua para tus camellos’, que sea ésta la mujer elegida por ti, el Señor, para el hijo de mi señor.” 45 Antes de que yo terminara de hablar en mi corazón, vi que Rebeca salía con su cántaro al hombro, y que bajaba a la fuente y sacaba agua. Entonces le dije: “Te ruego que me des de beber.” 46 Enseguida ella bajó su cántaro, y me dijo: “Bebe, y también les daré de beber a tus camellos.” Y yo bebí, y también a mis camellos les dio de beber. 47 Entonces le pregunté: “¿De quién eres hija?” Y ella me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo que Najor tuvo con Milca.” Y le puse un pendiente en la nariz, y brazaletes en los brazos; 48 luego me incliné y adoré al Señor. Bendije al Señor, Dios de mi señor Abrahán, por haberme guiado por el camino de verdad para tomar para su hijo la hija del hermano de mi señor. 49 Y ahora, si ustedes van a tratar a mi señor con misericordia y verdad, díganmelo; y si no, díganmelo también; así sabré a qué atenerme.»

50 Labán y Betuel le respondieron así:

«Esto viene del Señor, y no podemos decirte ni bueno ni malo. 51 Aquí tienes a Rebeca; tómala y vete, y que sea la mujer del hijo de tu señor, tal y como lo ha dicho el Señor.»

52 Cuando el criado de Abrahán les oyó decir estas palabras, se inclinó hasta el suelo delante del Señor; 53 luego sacó el criado alhajas de oro y plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También a su hermano y a su madre les dio cosas preciosas. 54 Luego él y los varones que venían con él comieron y bebieron, y allí pasaron la noche. Al día siguiente se levantaron, y el criado dijo:

«Envíenme a mi señor.»

55 Pero su hermano y su madre respondieron:

«Que se quede la joven con nosotros por lo menos unos diez días, y después de eso partirá.»

56 Pero él les dijo:

«Ya que el Señor ha prosperado mi camino, no me detengan más. Despídanme, y entonces volveré a mi señor.»

57 Entonces ellos respondieron:

«Llamemos a la joven, y preguntémosle a ella.»

58 Y llamaron a Rebeca, y le dijeron:

«¿Quieres irte con este varón?»

Y ella respondió:

«Sí, quiero irme con él.»

59 Y así, dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza, y también al criado de Abrahán y a sus hombres. 60 A Rebeca la bendijeron así:

«Hermana nuestra, que seas la madre de miles y miles, y que tus descendientes conquisten las ciudades de sus enemigos.»

61 Rebeca se levantó entonces, junto con sus doncellas, y montando en los camellos siguieron al criado, el cual tomó a Rebeca y se fue.

62 Isaac, que vivía en el Néguev, regresaba del pozo llamado «El que vive y me ve». 63 Era la hora de la tarde, e Isaac había salido al campo, para meditar. Pero al levantar los ojos, vio que se acercaban los camellos. 64 También Rebeca levantó los ojos, y vio a Isaac. Entonces se bajó del camello, 65 y le preguntó al criado:

«¿Quién es este varón que anda por el campo y viene a nuestro encuentro?»

Y el criado le respondió:

«Es mi señor.»

Entonces ella tomó el velo y se cubrió, 66 y el criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67 Isaac tomó entonces a Rebeca por mujer, y la llevó a la tienda de Sara, su madre, y la amó. Así se consoló Isaac después de la muerte de su madre.

Mateo 7

El juzgar a los demás(A)

»No juzguen, para que no sean juzgados. Porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados; y con la medida con que miden, serán medidos.(B) ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no miras la viga que está en tu propio ojo? ¿Cómo dirás a tu hermano: “Déjame sacar la paja de tu ojo”, cuando tienes una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

»No den ustedes lo santo a los perros, ni echen sus perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan contra ustedes y los despedacen.

La oración, y la regla de oro(C)

»Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre. ¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? 11 Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan! 12 Así que, todo lo que quieran que la gente haga con ustedes, eso mismo hagan ustedes con ellos, porque en esto se resumen la ley y los profetas.

La puerta estrecha(D)

13 »Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. 14 Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la encuentran.

Según el árbol es el fruto(E)

15 »Cuídense de los falsos profetas, que vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Ustedes los conocerán por sus frutos, pues no se recogen uvas de los espinos, ni higos de los abrojos. 17 Del mismo modo, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 El buen árbol no puede dar frutos malos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.(F) 20 Así que ustedes los conocerán por sus frutos.(G)

Jesús conoce a los suyos(H)

21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 En aquel día, muchos me dirán: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” 23 Pero yo les diré claramente: “Nunca los conocí. ¡Apártense de mí, obreros de la maldad!”(I)

Los dos cimientos(J)

24 »A cualquiera que me oye estas palabras, y las pone en práctica, lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Cayó la lluvia, vinieron los ríos, y soplaron los vientos, y azotaron aquella casa, pero ésta no se vino abajo, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Por otro lado, a cualquiera que me oye estas palabras y no las pone en práctica, lo compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena. 27 Cayó la lluvia, vinieron los ríos, y soplaron los vientos, y azotaron aquella casa, y ésta se vino abajo, y su ruina fue estrepitosa.»

28 Cuando Jesús terminó de hablar, la gente se admiraba de su enseñanza, 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.(K)

Reina Valera Contemporánea (RVC)

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