Old/New Testament
Modo de proceder de Dios con Israel
20 En el día diez del mes quinto del año séptimo, algunos de los ancianos de Israel acudieron a consultar al Señor, y se sentaron delante de mí. 2 Entonces la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
3 «Hijo de hombre, habla con los ancianos de Israel, y diles que yo, su Señor y Dios, he dicho: “¿Así que vienen ustedes a consultarme? Pues yo, su Señor y Dios, les juro que no les responderé.” 4 Si tú, hijo de hombre, quieres juzgarlos, puedes hacerlo. Pero háblales de los actos repugnantes que sus padres cometieron, 5 y diles de mi parte: “Hubo un día en que yo, su Señor y Dios, escogí a Israel y levanté mi mano para hacerle un juramento a los descendientes de Jacob. Fue en Egipto donde levanté mi mano y me di a conocer a ellos. Bajo juramento les dije: ‘Yo soy el Señor su Dios.’ 6 Ese día levanté mi mano y les juré que los sacaría de Egipto y los llevaría a la tierra que les había provisto, a la tierra más hermosa de todas las tierras,(A) ¡tierra que fluye leche y miel! 7 Ese día les dije: ‘Cada uno de ustedes debe alejarse de sus hechos repugnantes y no contaminarse con los ídolos de Egipto. Yo soy el Señor su Dios.’
8 ”Pero ellos se rebelaron contra mí, y no quisieron obedecerme. No se alejaron de sus hechos repugnantes ni se apartaron de los ídolos de Egipto. Entonces les dije que allí, en Egipto, desahogaría mi enojo sobre ellos, para calmarme. 9 Sin embargo, actué en su favor y los saqué de Egipto, para que ante los ojos de las naciones entre las que se encontraban, y las cuales me conocían, mi nombre no quedara en entredicho. 10 Yo los saqué de Egipto. Yo los llevé al desierto 11 y les di a conocer mis estatutos y decretos, los cuales dan vida a todo el que los cumple. 12 Les di también mis días de reposo, los cuales he consagrado para mí, para que sirvieran de señal entre nosotros(B) y así reconocieran que yo soy el Señor.
13 ”Pero en el desierto el pueblo de Israel se rebeló contra mí. No siguieron mis estatutos, que dan vida(C) a todo el que los cumple, sino que desecharon mis decretos y abiertamente profanaron mis días de reposo. Por eso allí, en el desierto, les dije que descargaría sobre ellos mi ira y los exterminaría. 14 Pero actué así para que mi nombre no fuera profanado entre las naciones que presenciaron cómo los saqué de Egipto.
15 ”También allí en el desierto levanté mi mano para jurar que no los llevaría a la tierra que les había entregado, tierra que fluye leche y miel, y que es la más hermosa de todas las tierras.(D) 16 Y esto, porque despreciaron mis decretos y no siguieron mis estatutos, y porque profanaron mis días de reposo al seguir a sus ídolos con todo el corazón.
17 ”Aun así, los perdoné. No les quité la vida ni los exterminé en el desierto, 18 sino que allí en el desierto les dije a sus hijos que no siguieran las órdenes y enseñanzas de sus padres, y que no se contaminaran con sus ídolos. Les dije: 19 ‘Yo soy el Señor su Dios. Sigan mis estatutos y cumplan mis preceptos. Pónganlos en práctica 20 y santifiquen mis días de reposo. Hagan de ellos una señal entre nosotros, y reconozcan que yo soy el Señor su Dios.’
21 ”Pero sus hijos se rebelaron contra mí. No siguieron mis estatutos ni cumplieron con mis decretos, los cuales dan vida a todo el que los cumple. En vez de ponerlos en práctica, profanaron mis días de reposo. Por eso allí en el desierto dije que descargaría sobre ellos mi enojo, para calmarme. 22 Si retraje mi mano, fue para que mi nombre no fuera profanado ante las naciones que presenciaron cuando yo los saqué de Egipto.
23 ”También en el desierto levanté mi mano contra ellos y juré que los esparciría por todos los países y naciones,(E) 24 porque en vez de poner en práctica mis decretos rechazaron mis estatutos y profanaron mis días de reposo, y no vieron otra cosa que los ídolos de sus padres. 25 Por eso yo también les di estatutos y decretos que no eran buenos ni podían darles vida. 26 Cuando pasaban por el fuego a todos sus primogénitos, yo los contaminé con sus propias ofrendas. Lo hice para que se horrorizaran y reconocieran que yo soy el Señor.
27 ”Por lo tanto, hijo de hombre, habla con el pueblo de Israel y diles que yo, su Señor y Dios declaro que hasta en esto me ofendieron sus padres cuando se rebelaron contra mí. 28 Porque yo los traje a la tierra que juré darles. Levanté mi mano y les hice ese juramento. Pero ellos pusieron los ojos en toda colina y en todo árbol frondoso, y allí ofrecieron sacrificios y presentaron sus irritantes ofrendas, quemaron incienso y derramaron libaciones. 29 Yo les pregunté por qué iban a ese lugar alto. Y a partir de entonces ese lugar se conoce con el nombre de ‘Bama’.[a]
30 ”Habla con el pueblo de Israel, y diles que yo, su Señor y Dios, les pregunto si acaso no se han contaminado lo mismo que sus padres, y se han prostituido al imitar sus hechos repugnantes. 31 ¡Pues sí! Se han contaminado al presentar ante sus ídolos sus ofrendas y pasar a sus hijos por el fuego. ¡Y esto lo hacen hasta el día de hoy! ¿Y así espera el pueblo de Israel que yo les responda? ¡Pues yo, su Señor y Dios, les juro que no voy a responderles! 32 Las cosas no van a ser como ustedes quieren que sean. Porque lo que ustedes quieren es ser como las demás naciones, como los pueblos de la tierra, que rinden culto a objetos de madera y de piedra. 33 Pero yo, su Señor y Dios, les juro que reinaré sobre ustedes con mano fuerte y brazo extendido, y que daré rienda suelta a mi enojo 34 y los sacaré de los pueblos y países donde ahora están esparcidos. Sí, los reuniré con mano fuerte y brazo extendido, y dando rienda suelta a mi enojo. 35 Haré que vengan al desierto de los pueblos, y allí los juzgaré cara a cara. 36 Los juzgaré como antes juzgué a sus padres en el desierto de Egipto.
Palabra de Dios el Señor.
37 ”Para que ustedes puedan hacer un pacto conmigo, los haré pasar por debajo de mi vara, 38 para apartar de entre ustedes a los que se rebelaron contra mí. Los sacaré de la tierra a la que emigraron, aunque no podrán entrar en la tierra de Israel. Así sabrán que yo soy el Señor.
39 ”Pueblo de Israel, su Señor y Dios les dice: ‘Ya que ustedes no quieren obedecerme, sigan rindiendo culto a sus ídolos, pero no sigan profanando mi santo nombre con sus ofrendas y sus ídolos.’ 40 Todo el pueblo, todos los que habitan en la tierra de Israel, debe adorarme en mi santo monte, en el alto monte de Israel. Allí los aceptaré. Allí demandaré sus ofrendas y sus primeros frutos, lo mismo que sus dones y todo lo que quieran consagrarme.”
Palabra de Dios el Señor.
41 »Cuando yo los haya sacado de entre los pueblos y los haya reunido de los países por donde ahora están esparcidos, los recibiré como si fueran incienso de aroma agradable, y a la vista de las naciones seré santificado en ustedes. 42 Cuando los haya traído de vuelta a la tierra de Israel, la tierra por la que levanté mi mano para jurar a sus padres que se la daría, sabrán que yo soy el Señor. 43 Entonces se acordarán de su mal proceder y de todos los hechos con que se contaminaron, y sentirán repugnancia de ustedes mismos por todos los pecados que cometieron. 44 Pueblo de Israel, cuando yo actúe en favor de ustedes, lo haré por causa de mi nombre y no por su mal proceder ni por sus acciones perversas. Así sabrán que yo soy el Señor.»
Palabra de Dios el Señor.
Profecía contra el Néguev
45 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
46 «Hijo de hombre, dirige ahora la mirada hacia el sur, y proclama tu palabra hacia la región austral. Profetiza contra el bosque del Néguev, 47 y dile: “Bosque del Néguev, oye la palabra del Señor. Así ha dicho Dios el Señor: Voy a prenderte fuego, para que ardan todos tus árboles, verdes y secos. Las llamas de ese fuego no se apagarán hasta que hayan consumido todo el bosque, desde el sur hasta el norte. 48 No se apagará hasta que todos hayan visto que yo, el Señor, fui quien lo encendió.”»
49 Entonces dije:
«¡Ay, mi Señor y Dios! ¡La gente me critica porque yo les hablo en parábolas!»
La espada afilada del Señor
21 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
2 «Hijo de hombre, fija ahora tu mirada en Jerusalén, y profetiza contra los santuarios y contra la tierra de Israel. 3 Dile a la tierra de Israel que yo, el Señor, estoy contra ella, y que voy a desenvainar mi espada para acabar con los justos y los injustos. 4 Sí, voy a limpiar a Israel de justos e injustos. Voy a descargar mi espada contra todo el mundo, de norte a sur. 5 Todos sabrán que yo, el Señor, he desenvainado mi espada, y que no volveré a envainarla.
6 »Tú, hijo de hombre, ¡ponte a llorar con todas tus fuerzas! ¡Gime amargamente a la vista de todos ellos! 7 Y cuando te pregunten por qué lloras, diles que es por la noticia de lo que está por suceder. Cuando se sepa la noticia, todo corazón desfallecerá y toda mano se debilitará; todo ánimo se angustiará y toda rodilla temblará. Viene como un torrente, y es inevitable.»
Palabra de Dios el Señor.
8 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
9 «Hijo de hombre, profetiza y diles que así ha dicho su Dios y Señor:
»La espada está afilada y pulida.
10 Afilada para degollar a sus víctimas;
pulida para brillar en cada golpe.
¿Y esto es motivo de alegría?
El cetro de mi hijo es despreciado,
como si fuera un palo cualquiera.
11 Sí, la espada está afilada;
se afiló para tenerla a la mano.
Sí, la espada está pulida;
se pulió para entregársela al verdugo.
12 ¡Grita y llora, hijo de hombre!
Mi espada va a caer sobre mi pueblo
y sobre todos los príncipes de Israel.
¡Todos ellos caerán bajo su filo!
¡Hiérete con ella en el muslo,
13 que ésta es un prueba muy dura!
No importa que la espada desprecie al cetro,
porque la espada dejará de existir.
Palabra de Dios el Señor.
14 »Tú, hijo de hombre, profetiza, y bate palmas una y otra vez. ¡Que hiera la espada asesina dos y hasta tres veces! ¡Ésta es la espada asesina que acabará con todos, 15 para que el corazón desmaye y los estragos se multipliquen! ¡En todas las puertas de sus ciudades he puesto el horror de la espada! ¡Dispuesta está para brillar! ¡Dispuesta está para degollar! 16 ¡Da tajos a la derecha, da tajos a la izquierda, da tajos por todas partes! 17 Y yo también batiré palmas, y así apaciguaré mi enojo. Yo, el Señor, he hablado.»
18 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
19 «Tú, hijo de hombre, traza dos caminos para que por ellos venga el rey de Babilonia con su espada. Los dos caminos partirán del mismo país, pero al comienzo de cada uno de ellos deberás poner una señal que indique la ciudad a la que lleva. 20 Indícale a la espada el camino que lleva a Rabá de los amonitas, y a Jerusalén, la ciudad fortificada de Judá. 21 El rey de Babilonia se ha detenido en la encrucijada, donde se abren los dos caminos, y allí recurre a la adivinación: sacude las flechas, consulta a sus ídolos, examina el hígado. 22 La adivinación señaló hacia la derecha, hacia Jerusalén, para dar la orden de ataque y comenzar la matanza, para lanzar el grito de guerra y poner arietes contra las puertas, para levantar vallas y torres de sitio. 23 Los habitantes de la ciudad verán esto como una adivinación falsa, ya que el rey les ha hecho solemnes juramentos, pero éste se acordará de la maldad de ellos y los capturará.»
24 Por lo tanto, así ha dicho Dios el Señor:
«Ustedes han hecho que se recuerde la maldad que han cometido. Sus traiciones y pecados han quedado al descubierto. Por eso, por haber traído esto a la memoria, caerán en las manos del rey.
25 »Y a ti, profano e impío príncipe de Israel, te ha llegado el día. Tu maldad ha llegado al colmo. 26 El Señor tu Dios te dice: “Quítate la tiara, ¡quítate la corona, que esto no puede seguir así!” Lo bajo será exaltado, y lo alto será humillado. 27 Todo esto lo dejaré en ruinas, y dejará de existir, hasta que venga aquel a quien entregaré el derecho de dictar sentencia.
Juicio contra los amonitas
28 »Y tú, hijo de hombre, profetiza contra los amonitas(F) y diles de mi parte acerca de sus ofensas: “Así ha dicho Dios el Señor: La espada ya está desenvainada y lista para degollar; la espada está pulida y resplandece para masacrar. 29 Tus profetas te anuncian falsedades y te mienten con sus adivinaciones. Pero esos malvados ya han sido sentenciados a muerte. Tú descargarás la espada sobre su cuello, porque ha llegado la hora de poner fin a su maldad. 30 ¿Volveré a envainar la espada? ¡Allí, donde te criaste; allí, donde has vivido, dictaré sentencia contra ti! 31 Voy a derramar mi enojo sobre ti, y el fuego de mi enojo te consumirá. ¡Voy a entregarte en manos de gente sanguinaria y experta en la destrucción. 32 El fuego te devorará, la tierra se empapará con tu sangre, y nadie volverá a recordarte.” Yo, el Señor, lo he dicho.»
Contra los ricos opresores
5 Ahora, ustedes los ricos, escuchen con cuidado. ¡Lloren a voz en cuello por las calamidades que les sobrevendrán! 2 Sus riquezas están podridas, y sus ropas están carcomidas por la polilla. 3 Su oro y su plata están llenos de moho, y ese mismo moho los acusará, y los consumirá como el fuego. Ustedes acumulan riquezas, ¡hasta en los últimos tiempos!(A) 4 Pero claman contra ustedes los sueldos que, con engaños, no han pagado a los que trabajaron levantando sus cosechas. ¡Y el clamor de esos trabajadores ha llegado a los oídos del Señor de los ejércitos!(B) 5 Aquí en la tierra, ustedes han vivido rodeados de placeres, y lo único que han logrado es engordar para el día de la matanza. 6 A la gente honrada la han condenado a morir, sin que ellos pudieran defenderse.
Oración y paciencia
7 Pero ustedes, hermanos, tengan paciencia hasta la venida del Señor. Fíjense en el labrador, cómo espera el preciado fruto de la tierra, y cómo aguarda con paciencia a que lleguen las lluvias tempranas y tardías. 8 También ustedes, tengan paciencia y manténganse firmes, que ya está cerca la venida del Señor. 9 Hermanos, no se quejen unos de otros, para que no sean condenados. ¡Vean que el juez ya está a la puerta! 10 Hermanos míos, tomen como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas que hablaron en el nombre del Señor. 11 Recuerden que nosotros consideramos dichosos a los que pacientemente sufren. Ustedes ya han sabido de la paciencia de Job,(C) y saben también cómo lo trató el Señor al final, porque él es todo compasión y misericordia.(D)
12 Pero sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ninguna otra cosa. Cuando digan «sí», que sea «sí»; y cuando digan «no», que sea «no». De lo contrario, caerán en condenación.(E)
13 ¿Hay alguien entre ustedes, que esté afligido? Que ore a Dios. ¿Alguno de ustedes está de buen humor? Que cante alabanzas. 14 ¿Hay entre ustedes algún enfermo? Que se llame a los ancianos de la iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite(F) en el nombre del Señor. 15 La oración de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará de su lecho. Si acaso ha pecado, sus pecados le serán perdonados. 16 Confiesen sus pecados unos a otros, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es muy poderosa y efectiva. 17 Elías era un hombre con limitaciones semejantes a las nuestras. Pero oró con fervor para que no lloviera, y durante tres años y seis meses no llovió sobre la tierra.(G) 18 Después volvió a orar, y el cielo dejó caer su lluvia, y la tierra dio sus frutos.(H)
19 Hermanos, si alguno de ustedes se ha apartado de la verdad, y otro lo hace volver a ella, 20 sepan que el que haga volver al pecador de su mal camino, lo salvará de la muerte y cubrirá una gran cantidad de pecados.(I)
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