Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Cantares 1-3

Éste es el poema más hermoso de Salomón.

Primer canto

La novia

¡Ay, amado mío,
cómo deseo que me beses!
Prefiero tus caricias,
más que el vino;
prefiero disfrutar
del aroma de tus perfumes.
Y eso eres tú:
¡perfume agradable!

¡Ahora me doy cuenta
por qué te aman las mujeres!

¡Vamos, date prisa
y llévame contigo!
¡Llévame ya a tus habitaciones,
rey de mi vida!
Por ti haremos fiesta,
por ti estaremos alegres;
nos olvidaremos del vino
y disfrutaré de tus caricias.
¡Ahora me doy cuenta
por qué las mujeres te aman tanto!

¡Mujeres de Jerusalén!
Yo soy morena, sí,
como las tiendas de Quedar.
Y soy también hermosa,
como las cortinas de Salomón.
No se fijen en mi piel morena,
pues el sol la requemó.
Mis hermanos se enojaron contra mí,
y me obligaron a cuidar sus viñas,
¡y así mi propia viña descuidé!

Cuéntame, amor de mi vida,
¿a dónde llevas tus rebaños?
A la hora de la siesta,
¿dónde los haces descansar?
No tengo por qué andar
como una vagabunda;
¡no tengo por qué buscarte
entre los rebaños de tus amigos!

Los pastores

Si acaso no lo sabes,
mujer bella entre las bellas,
sigue las huellas del rebaño
y lleva a pastar tus cabritos
junto a las carpas de los pastores.

El novio

Amada mía,
tu andar tiene la gracia
del trote de las yeguas
que tiran del carro del rey.
10 ¡Preciosas se ven tus mejillas
en medio de tus trenzas!
¡Bellísimo luce tu cuello
entre tan bellos collares!
11 ¡Voy a regalarte
joyas de oro,
incrustadas de plata!

La novia

12 Mientras el rey se recuesta,
mi perfume esparce su fragancia.
13 Mi amado es para mí
como el saquito perfumado
que llevo entre mis pechos.
14 Mi amado es para mí
como un ramito de flores
de las viñas de En-gadi.

El novio

15 ¡Tú eres bella, amada mía;
eres muy bella!
¡Tus ojos son dos luceros!

La novia

16 ¡Tú eres hermoso, amado mío!
¡Eres un hombre encantador!

Los novios

La verde hierba será
nuestro lecho de bodas,
17 y a la sombra de los cedros
pondremos nuestro nido de amor.

La novia

Yo soy una flor
de los llanos de Sarón;
soy una rosa de los valles.

El novio

Mi amada es una rosa
entre las espinas.

La novia

Mi amado es un manzano
entre árboles silvestres.
¡Me muero por sentarme a su sombra
y saborear sus deliciosos frutos!

Mi amado me llevó
a la sala de banquetes,
y allí me cubrió de besos.

¡Denme a comer uvas!
¡Denme a comer manzanas!
¡Ayúdenme a recobrar las fuerzas,
que me estoy muriendo de amor!
¡Que ponga él su brazo izquierdo
debajo de mi cabeza!
¡Que me apriete contra su cuerpo
con el brazo derecho!

El novio

Mujeres de Jerusalén,
quiero que me prometan,
por las gacelas y venaditas
que corren por los bosques,
que no molestarán a mi amada
ni la despertarán de su sueño de amor
hasta que ella sola se despierte.

Segundo canto

La novia

¡Oigo la voz de mi amado!
¡Ya lo veo venir!
Viene saltando por las colinas,
viene brincando por las montañas.
Mi amado es como un cabrito.
¡Allí está, tras el muro!
¡Se asoma por las ventanas,
me espía por las rejas!

10 Mi amado me dijo:

«Acompáñame, amada mía;
¡ven conmigo, bella mujer!
11 El invierno ya se ha ido;
las lluvias han terminado.
12 Ya hay flores en los campos;
ha llegado el tiempo de cantar.
¡El arrullo de las tórtolas
se escucha en nuestra tierra!
13 En las higueras hay higos,
y las flores de las viñas
esparcen suave aroma.
Acompáñame, amada mía;
¡ven conmigo, bella mujer!»

El novio

14 Palomita amada,
no te escondas en las rocas.
Muéstrame tu rostro,
déjame oír tu voz.

¡Tu voz es dulce!
¡Tu rostro es bello!

Los novios

15 Las zorras pequeñas
causan daño a nuestras viñas.
¡Ayúdennos a atraparlas,
pues nuestras viñas están en flor!

La novia

16 Mi amado es mío,
y yo soy suya;
mi amado cuida de su rebaño
entre las rosas.

17 Regresa a mí, amado mío,
mientras sopla todavía
la brisa de la tarde,
y las sombras van cayendo.
¡Corre como un venado!
¡Corre como cabrito
por las colinas que nos separan!
En la oscuridad de la noche
busco al amor de mi vida.
En la soledad de mi cuarto
lo busco y no lo encuentro.
Me levanto,
recorro la ciudad,
voy por calles y mercados,
buscando al amor de mi vida.
Lo busco y no lo encuentro.

Me topo con los guardias,
con los que vigilan la ciudad,
y les pregunto si han visto
al amor de mi vida.
Apenas los dejo,
encuentro al amor de mi vida.
Lo abrazo,
no lo suelto,
lo llevo a mi casa,
¡lo hago entrar
en la habitación donde nací!

El novio

Mujeres de Jerusalén,
quiero que me prometan,
por las gacelas y venaditas
que corren por el bosque,
que no molestarán a mi amada
ni la despertarán de su sueño de amor
hasta que ella sola se despierte.

Tercer canto

Los amigos

¡Algo viene por el desierto!
¿Qué podrá ser?
Parece una columna de humo
que avanza entre aromas
de flores, incienso y perfumes.

¡Pero si es Salomón,
y viene en su carruaje real!
Lo escoltan sesenta valientes,
¡los mejores soldados de Israel!
Armados con espadas,
son maestros en el combate;
todos llevan la espada lista
por causa de los peligros
que presenta la noche.

Este carruaje fue hecho
con finas maderas del Líbano.
Salomón mismo lo mandó hacer.
10 Ordenó que le pusieran
columnas de plata,
soportes de oro,
y un asiento de tela púrpura.
Las mujeres de Jerusalén
decoraron su interior
con gran delicadeza.

11 ¡Salgan, mujeres de Jerusalén!
¡Vengan a ver al rey Salomón!
Lleva puesta la corona
que su propia madre le hizo
para el día de su boda,
¡para el día más feliz de su vida!

Gálatas 2

Pablo y los otros apóstoles

1-2 Catorce años después, Dios me hizo ver que yo debía ir a Jerusalén. En esa ocasión me acompañaron Bernabé y Tito. Allí nos reunimos con los miembros de la iglesia, y les explicamos el mensaje que yo anuncio a los que no son judíos. Luego me reuní a solas con los que eran reconocidos como líderes de la iglesia, pues quería estar seguro de que mi trabajo, pasado y presente, no iba a resultar un esfuerzo inútil.

Ellos no obligaron a nadie a circuncidarse; ni siquiera a Tito, que no era judío. Tuvimos esa reunión porque hubo algunos que, a escondidas, se metieron en el grupo de la iglesia para espiarnos. Esos falsos seguidores sólo querían quitarnos la libertad que Jesucristo nos dio, y obligarnos a obedecer las leyes judías. Pero ni por un momento nos dejamos convencer, pues queríamos que ustedes siguieran obedeciendo el verdadero mensaje de la buena noticia.

Aquellos que en la iglesia eran reconocidos como líderes no agregaron nada nuevo al mensaje que yo predico. Y no me interesa saber si en verdad eran líderes o no, pues Dios no se fija en las apariencias. Más bien, ellos comprendieron que a Pedro se le había encargado anunciar la buena noticia a los judíos, y que a mí se me había encargado anunciarla a todos los que no lo son. Fue Dios mismo quien envió a Pedro como apóstol para los judíos, y a mí como apóstol para aquellos que no lo son. Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados los líderes más importantes de la iglesia, se dieron cuenta de ese privilegio que Dios me había dado. Entonces quedamos de acuerdo en que Bernabé y yo anunciaríamos la buena noticia a los que no son judíos, y que ellos la anunciarían a quienes sí lo son. Y para mostrarnos que estaban de acuerdo, nos dieron la mano. 10 La única condición que nos pusieron fue que no dejáramos de ayudar a los pobres de la iglesia en Jerusalén. Y eso es precisamente lo que he estado procurando hacer.

Pablo corrige a Pedro

11 Cuando Pedro vino a la ciudad de Antioquía, me enfrenté a él y le dije que no estaba bien lo que hacía. 12 Pues antes de que llegaran los judíos que Santiago envió, Pedro comía con los cristianos que no son judíos; pero, en cuanto llegaron los judíos, dejó de hacerlo, porque les tenía miedo. 13 Pedro y los judíos disimularon muy bien sus verdaderos sentimientos, y hasta el mismo Bernabé les creyó. 14 ¡Esa conducta iba en contra del verdadero mensaje de la buena noticia! Por eso, hablé con Pedro delante de todos los miembros de la iglesia de Antioquía, y le dije: «Tú, que eres judío, has estado viviendo como si no lo fueras. ¿Por qué, entonces, quieres obligar a los que no son judíos a vivir como si lo fueran?»

La salvación viene sólo por confiar en Jesucristo

15 Todos nosotros somos judíos desde que nacimos, y no somos pecadores como los que no son judíos. 16 Sabemos muy bien que Dios sólo acepta a los que confían en Jesucristo, y que nadie se salva sólo por obedecer la ley. Nosotros mismos hemos confiado en Jesucristo, para que Dios nos acepte por confiar en él. Porque Dios no aceptará a nadie sólo por obedecer la ley.

17 Nosotros queremos que Dios nos acepte por medio de Cristo. Pero si al hacer esto descubrimos que también nosotros somos pecadores como la gente de otros países, ¿vamos a pensar por eso que Cristo nos hizo pecar? ¡Claro que no! 18 Si yo digo que la ley no sirve, pero luego vuelvo a obedecerla, demuestro que estoy totalmente equivocado. 19 Para la ley estoy muerto, y lo estoy por causa de la ley misma. Sin embargo, ¡ahora vivo para Dios!

20 En realidad, también yo he muerto en la cruz, junto con Jesucristo. Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él me amó y quiso morir para salvarme. 21 No rechazo el amor de Dios. Porque si él nos aceptara sólo porque obedecemos la ley, entonces de nada serviría que Cristo haya muerto.