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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
2 Samuel 12-13

Dios reprende a David

12 Entonces, Dios envió al profeta Natán para que le diera a David este mensaje:

«En cierta ciudad había dos hombres. Uno de ellos era rico, y el otro era pobre. El rico tenía muchas ovejas y muchas vacas; en cambio, el pobre sólo tenía una ovejita. La había comprado, y él mismo la había criado y cuidado como si fuera su propia hija. Tanto quería ese hombre a la ovejita que hasta le daba de comer de su mismo plato, y la dejaba recostarse y dormir en su pecho. Y así la ovejita fue creciendo junto con los hijos de ese hombre.

»Un día llegó un visitante a la casa del rico, y el rico lo invitó a comer. Pero como no quería matar ninguna de sus ovejas ni de sus vacas, le quitó al pobre su ovejita y la mató para darle de comer a su visitante».

5-6 Al oír esto, David se enojó muchísimo contra el hombre rico y le dijo a Natán:

—¿Pero cómo pudo hacer eso? ¡Ese hombre no tiene sentimientos! Te juro por Dios que ahora tendrá que pagarle al pobre cuatro veces más de lo que vale la ovejita. Y además, ¡merece la muerte!

7-8 Entonces Natán le dijo:

—¡Pues tú, David, eres ese hombre! Y ahora el Dios de Israel quiere que oigas esto:

“Yo te hice rey de todo mi pueblo. Yo te cuidé para que Saúl no te matara. Hasta te di su palacio y sus mujeres, y aun te habría dado mucho más, si tú así lo hubieras querido.

”¿Por qué te burlaste de mí, que soy tu Dios? ¿Por qué hiciste lo que yo prohíbo? En realidad no fueron los amonitas quienes mataron a Urías; lo mataste tú, ¡y lo hiciste para quedarte con su mujer!

10 ”Pero ahora, por haberte burlado de mí, y por haberle quitado a Urías su mujer, siempre habrá en tu familia muertes violentas. 11-12 Tus propios hijos te harán sufrir mucho. Si a escondidas tuviste relaciones sexuales con la mujer de otro, yo haré que otros tomen a tus mujeres y se acuesten con ellas delante de todo el mundo”.

13 David le dijo a Natán:

—Reconozco que he pecado contra Dios, y que he hecho lo que a él no le gusta.

Natán le contestó:

—Por eso mismo Dios te ha perdonado, y no vas a morir. 14 Pero por haberte burlado de él, no vivirá el hijo que tuviste con Betsabé.

15 Después de decir esto, Natán se fue a su casa.

En efecto, Dios hizo que el niño se enfermara gravemente. 16 David no comía nada, y se pasaba toda la noche tirado en el suelo, rogándole a Dios que curara al niño. 17 Sus consejeros le pedían que se levantara del suelo y comiera, pero David se negaba a hacerlo.

18 Al séptimo día, el niño murió. Los consejeros no se atrevían a decirle nada a David, porque pensaban: «Si cuando el niño aún vivía, le pedíamos que comiera y no nos hacía caso, ahora que el niño ya murió, es capaz de hacer una tontería».

19 Pero David se dio cuenta de que sus consejeros le ocultaban algo, y comprendió que su hijo ya había muerto. Entonces dijo:

—Ya murió el niño, ¿verdad?

Y los consejeros le contestaron:

—Sí, ya murió.

20 De inmediato David se levantó del suelo y se bañó, se perfumó y se cambió de ropa. Luego fue a adorar a Dios a la carpa donde estaba el cofre del pacto, y cuando regresó a su casa pidió que le sirvieran de comer, y comió.

21 Sus consejeros le preguntaron:

—¿Por qué hace esto Su Majestad? Cuando el niño aún vivía, usted no comía y lloraba mucho por él, y ahora que ha muerto, ¡usted se levanta y se pone a comer!

22 David les contestó:

—Mientras el niño aún vivía, yo no comía y lloraba porque creía que Dios me tendría compasión y sanaría a mi hijo. 23 Pero ahora que ya ha muerto, ¿qué gano con no comer? No puedo devolverle la vida, ni hacer que vuelva a estar conmigo. Más bien, algún día yo moriré e iré a reunirme con él.

Nacimiento de Salomón

24 David fue a consolar a Betsabé, y tuvo relaciones sexuales con ella. Con el tiempo, ella tuvo un hijo, y David le puso por nombre Salomón. Fue tanto el amor de Dios por el niño, 25 que envió al profeta Natán para que les dijera: «En mi honor, este niño se llamará Jedidías, que significa “Amado de Dios”».

David vence a los amonitas (1 Cr 20.1-3)

26 Mientras tanto, Joab había seguido atacando la ciudad de Rabá, pues allí vivía el rey de los amonitas. Cuando ya estaba por conquistarla, 27 mandó a decirle a David:

«Después de muchos días de atacar a Rabá, no he permitido que sus habitantes tengan paso a sus depósitos de agua. Ya estamos por entrar en la ciudad, 28 así que reúna Su Majestad a todo su ejército y venga a tomar la ciudad; de lo contrario, yo tendría que tomarla y le pondría mi nombre».

29 Entonces David reunió a todo su ejército, y atacó y conquistó la ciudad de Rabá. 30 David le quitó al rey la corona, la cual era de oro, pesaba treinta y tres kilos, y tenía una piedra preciosa. David le quitó a la corona esa piedra preciosa y la puso en su propia corona, y se llevó además gran parte de las riquezas de la ciudad. 31 A la gente que vivía en la ciudad la sacó de allí y la condenó a trabajos forzados. La obligó a usar sierras, picos y hachas de hierro. También la obligó a hacer ladrillos, como lo había hecho con todas las ciudades amonitas que había conquistado. Después de eso, David y su ejército regresaron a Jerusalén.

Amnón viola a su hermana

13 Uno de los hijos de David, que se llamaba Absalón, tenía una hermana muy hermosa llamada Tamar. Otro de los hijos de David, que se llamaba Amnón, se enamoró perdidamente de ella. Como Tamar era todavía muy joven y no había tenido relaciones sexuales, Amnón no encontraba la manera de estar a solas con ella. Eso lo angustiaba tanto que hasta se deprimió.

Amnón tenía un amigo muy astuto y malicioso, que se llamaba Jonadab. Además de ser su amigo, Jonadab era su primo, pues era hijo de Simá, el hermano de David. Un día, Jonadab le dijo a Amnón:

—Dime, ¿por qué cada día te noto más decaído? ¿Si eres el hijo del rey, qué te puede faltar?

Y Amnón le contestó:

—Es que estoy enamorado de Tamar, ¡y es mi media hermana!

Jonadab le aconsejó:

—Pues métete en la cama, y haz como si estuvieras muy enfermo. Y cuando tu padre venga a verte, pídele que mande a tu hermana Tamar. Dile que necesitas a alguien que te prepare la comida y te la dé en la boca.

Amnón fue entonces a acostarse, fingiéndose muy enfermo. Cuando el rey llegó a visitarlo, Amnón le dijo:

—Por favor, deja que mi hermana Tamar venga a prepararme unos panes y me dé a comer en la boca.

David mandó llamar a Tamar y le dijo: «Ve a la casa de tu hermano Amnón y hazle de comer».

Tamar fue a la casa de Amnón, y lo encontró acostado. Entonces tomó harina, preparó la masa, hizo panes y los puso a hornear. Mientras tanto, Amnón no le quitaba la vista de encima. Cuando el pan estuvo listo, Tamar lo puso sobre la mesa. Pero Amnón no quiso levantarse a comer, sino que le dijo a Tamar: «Ordena a los sirvientes que salgan de aquí».

En cuanto los sirvientes salieron, 10 Amnón le dijo a Tamar:

—Tráeme el pan a la cama, y dame de comer en la boca.

Tamar tomó el pan y se lo llevó a su hermano hasta la cama. 11 Pero cuando ya estuvo cerca, Amnón la agarró por la fuerza y le dijo:

—Ven, hermanita, acuéstate conmigo.

12 Tamar le contestó:

—No, hermano mío; no me obligues a hacer algo tan malo y vergonzoso. Aquí en Israel, eso no se hace. 13 Si me violas, yo tendré que vivir con esa vergüenza y tú quedarás en Israel como un malvado. Yo te ruego que le pidas al rey que me deje ser tu esposa. Estoy segura de que él aceptará.

14 Pero Amnón no le hizo caso. Y como era más fuerte que ella, la forzó a tener relaciones sexuales con él. 15 Sin embargo, cuando terminó la despreció más de lo que antes la había deseado. Entonces le gritó:

—¡Lárgate de aquí!

16 Ella le suplicaba:

—¡No, hermano mío, no me despidas así! Si lo que has hecho ya es malo, echarme de aquí será peor.

Pero Amnón no le hizo caso. 17 Al contrario, llamó a uno de sus sirvientes y le ordenó: «Saca de aquí a esta mujer, y luego cierra bien la puerta».

18 El sirviente echó de la casa a Tamar, y luego cerró la puerta.

Tamar llevaba puesto un vestido largo y de colores, pues así se vestían las hijas de los reyes de Israel que todavía eran solteras. 19 Pero al verse en la calle, se echó ceniza sobre la cabeza y rompió su vestido para demostrar su vergüenza. Luego se fue llorando y gritando por todo el camino, agarrándose la cabeza.

20 Cuando Absalón lo supo, la tranquilizó y le dijo: «Hermanita, lo que Amnón ha hecho contigo es terrible. Pero no le guardes rencor, porque es tu hermano».

Desde entonces Tamar se fue a vivir a la casa de su hermano Absalón, pero siempre prefería estar sola.

21 Cuando David se enteró de lo que había pasado, se puso muy enojado. Sin embargo, no castigó a Amnón, pues era su hijo mayor y lo quería mucho. 22 Absalón, por su parte, dejó de hablarle a Amnón, pues lo odiaba por haber violado a su hermana.

Absalón mata a Amnón

23 Pasaron dos años. Un día, Absalón invitó a todos los hijos del rey a Baal-hasor, cerca de Efraín. Allí había fiesta, porque era la época en que se cortaba la lana a las ovejas. 24 Absalón mismo fue a invitar al rey, y le dijo:

—Me gustaría que Su Majestad y la gente a su servicio vinieran a celebrar conmigo el corte de lana de mis ovejas.

25 Pero el rey le contestó:

—Hijo mío, te agradezco la invitación, pero si vamos todos vas a gastar mucho dinero.

Absalón insistió en invitar a David, pero él no quiso ir. Sin embargo, le dio su bendición. 26 Entonces Absalón le propuso:

—Si usted no puede ir, al menos permita que vaya mi hermano Amnón.

David le preguntó:

—¿Y por qué tanto interés en Amnón?

27 Pero tanto presionó Absalón al rey que, al fin, dejó que Amnón y sus otros hijos fueran a la fiesta. 28 Allí Absalón les dijo a sus sirvientes:

«Vigilen bien a Amnón, y cuando ya esté muy borracho y yo les diga que lo maten, mátenlo. No tengan miedo, que lo van a matar porque yo lo ordeno».

29 Los sirvientes de Absalón cumplieron sus órdenes. Cuando los otros hijos del rey vieron muerto a Amnón, montaron en sus mulas y salieron huyendo.

30 Todavía estaban ellos en camino cuando alguien le avisó a David que Absalón había matado a todos sus hijos. 31 Al oír esto, el rey se levantó de su trono, y en señal de dolor, rompió su ropa y se tiró al suelo. Todos los que estaban a su alrededor hicieron lo mismo, 32-33 pero Jonadab, el sobrino de David, le dijo:

«No crea Su Majestad todo lo que le han dicho. Estoy seguro de que no todos sus hijos han sido asesinados, sino solamente Amnón. Esto es algo que Absalón ya tenía planeado desde el día que Amnón violó a Tamar».

34-39 En ese momento un vigilante fue a decirle a David: «Por el camino de Horonaim, a un costado del cerro, viene mucha gente». Entonces Jonadab le dijo: «Su Majestad puede ver que yo estaba en lo cierto; sus hijos han vuelto con vida».

No había terminado Jonadab de hablar cuando entraron los hijos del rey, y se echaron a llorar. También el rey y sus ayudantes empezaron a llorar amargamente.

Durante muchos días David lloró la muerte de su hijo Amnón, aunque también extrañaba mucho a Absalón. Pero Absalón huyó a Guesur y se quedó allí tres años, bajo la protección de Talmai hijo de Amihud, que era rey de ese lugar.

Lucas 16

El empleado astuto

16 Jesús también les dijo a sus discípulos:

«Había una vez un hombre muy rico, que tenía un empleado encargado de cuidar todas sus riquezas; pero llegó a saber que ese empleado malgastaba su dinero. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es todo esto que me han dicho de ti? Preséntame un informe de todo mi dinero y posesiones, porque ya no vas a trabajar más para mí.”

»El empleado pensó: “Ahora que mi patrón me despide del trabajo, ¿qué voy a hacer? No soy fuerte para hacer zanjas, y me da vergüenza pedir limosna. ¡Ya sé lo que haré, para que algunos me reciban en sus casas cuando me despidan!”

»El empleado llamó a cada uno de los que le debían algo a su patrón, y al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” Aquel hombre contestó: “Le debo cien barriles de aceite de oliva.” El empleado le dijo: “Aquí está tu cuenta. Rápido, siéntate y, en lugar de cien barriles, anota cincuenta.” Luego le preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto le debes a mi patrón?” Ese hombre respondió: “Diez mil kilos de trigo.” El empleado le dijo: “Toma tu cuenta y anota ocho mil kilos.”

»Al saber esto, el patrón felicitó al empleado deshonesto por ser tan astuto. Y es que, para atender sus propios negocios, la gente de este mundo es más astuta que los hijos de Dios.

»Por eso a ustedes, que son mis discípulos, yo les aconsejo que usen el dinero obtenido en forma deshonesta para ganar amigos. Así, cuando se les acabe ese dinero, Dios los recibirá en el cielo.

10 »Al que cuida bien lo que vale poco, también se le puede confiar lo que vale mucho. Y el que es deshonesto con lo de poco valor, también lo será con lo de mucho valor. 11 Si a ustedes no se les puede confiar algo que vale tan poco, como el dinero ganado deshonestamente, ¿quién les confiará lo que sí es valioso? 12 Y si no se les puede confiar lo que es de otra persona, ¿quién les dará lo que será de ustedes?

13 »Nadie puede ser esclavo de dos amos, porque preferirá a uno más que a otro. Y si obedece a uno, desobedecerá al otro. No se puede servir al mismo tiempo a Dios y al dinero.»

Otras enseñanzas de Jesús

14 A los fariseos les gustaba mucho el dinero. Por eso, cuando escucharon todo lo que Jesús decía, se burlaron de él. 15 Entonces Jesús les dijo:

«Ustedes tratan de aparecer delante de los demás como personas muy honestas, pero Dios los conoce muy bien. Lo que la mayoría de la gente considera de mucho valor, para Dios no vale nada.

16 »Hasta la época de Juan el Bautista, la gente ha tenido que obedecer la Ley y la enseñanza de los Profetas. Desde entonces, se anuncian las buenas noticias del reino de Dios, y todos luchan por entrar en él.

17 »Sin embargo, es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra, a que deje de cumplirse el detalle más insignificante de la Ley.

18 »Si un hombre se divorcia de su esposa y se casa con otra mujer, comete pecado, porque es infiel en el matrimonio. Si un hombre se casa con una mujer divorciada, también comete pecado.»

Lázaro y el hombre rico

Jesús también dijo:

19 «Había una vez un hombre muy rico, que vestía ropas muy lujosas. Hacía fiestas todos los días, y servía las comidas más caras. 20 En cambio, junto a la entrada de su casa había un hombre pobre, llamado Lázaro, que tenía la piel llena de llagas. Unas personas lo sentaban siempre allí, 21 y los perros venían a lamerle las llagas. Este pobre hombre tenía tanta hambre que deseaba comer, por lo menos, las sobras que caían de la mesa del hombre rico.

22 »Un día, el hombre pobre murió y los ángeles lo pusieron en el sitio de honor, junto a su antepasado Abraham. Después murió también el hombre rico, y lo enterraron. 23 Cuando ya estaba en el infierno, donde sufría muchísimo, el que había sido rico vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro sentado junto a él.

24 »Entonces llamó a Abraham y le dijo: “¡Abraham, antepasado mío, compadécete de mí! Ordénale a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y me refresque la lengua. Sufro muchísimo con este fuego.” 25 Pero Abraham le respondió: “Tú eres mi descendiente, pero recuerda que, cuando ustedes vivían, a ti te iba muy bien y a Lázaro le iba muy mal. Ahora, él es feliz aquí, mientras que a ti te toca sufrir. 26 Además, a ustedes y a nosotros nos separa un gran abismo, y nadie puede pasar de un lado a otro.” 27 El hombre rico dijo: “Abraham, te ruego entonces que mandes a Lázaro a la casa de mi familia. 28 Que avise a mis cinco hermanos que, si no dejan de hacer lo malo, vendrán a este horrible lugar.” 29 Pero Abraham le contestó: “Tus hermanos tienen la Biblia. ¿Por qué no la leen? ¿Por qué no la obedecen?” 30 El hombre rico respondió: “Abraham, querido antepasado, ¡eso no basta! Pero si alguno de los muertos va y habla con ellos, te aseguro que se volverán a Dios.” 31 Abraham le dijo: “Si no hacen caso de lo que dice la Biblia, tampoco le harán caso a un muerto que vuelva a vivir.”»