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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
1 Samuel 10-12

Samuel consagra a Saúl

10 Samuel tomó un frasco de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl. Luego lo besó y le dijo:

—El SEÑOR te ha elegido[a] para ser jefe de su pueblo. Tú serás el líder del pueblo de Dios y lo salvarás de los enemigos que están a su alrededor. Aquí está la señal que lo comprobará[b]: Después de que te vayas, encontrarás a dos hombres cerca del sepulcro de Raquel, en Selsa, en el territorio de Benjamín. Ellos te dirán: “Alguien encontró los asnos que buscabas y ahora tu papá está preocupado por ti y se pregunta cómo hacer para encontrarte”.

»De allí seguirás a Tabor, hasta donde está el roble y allí te encontrarás con tres hombres que van camino a Betel para adorar a Dios, llevando sus ofrendas para el santuario. Uno de ellos llevará tres cabritos; otro, tres panes; y otro, una bota de vino. Los tres hombres te saludarán y te ofrecerán dos ofrendas de pan para consagrar,[c] y tú los aceptarás. Luego irás a Guibeá de Dios, donde se encuentra un fortín filisteo. Cuando llegues, saldrá a recibirte un grupo de profetas del lugar de adoración[d]. Vendrán profetizando, tocando arpas, panderetas, flautas y liras. Entonces el Espíritu del SEÑOR vendrá sobre ti con gran poder y ocurrirá un cambio en ti. Serás una persona diferente y empezarás a profetizar como ellos. Después, podrás hacer lo que te parezca mejor porque Dios estará contigo. Ve a Guilgal antes que yo. Allí me reuniré contigo para presentar sacrificios que deben quemarse completamente y ofrendas para festejar. Pero espera allá siete días a que vaya y te diga qué hacer.

Efectivamente, desde el momento que Saúl se dio vuelta para irse, Dios le cambió la vida. Todo sucedió tal como dijo Samuel. 10 Saúl y su siervo se fueron a Guibeá Elojim para reunirse con un grupo de profetas. El Espíritu de Dios se apoderó de Saúl y él profetizó junto a ellos. 11 Algunos que habían conocido a Saúl antes lo vieron profetizar y se preguntaban unos a otros:

—¿Qué le pasó al hijo de Quis? ¿Es uno de los profetas?

12 Un hombre que vivía allí dijo:

—¡Sí! Y parece ser el líder.[e]

Por eso se hizo famoso el dicho: «¿Con que Saúl también entre los profetas?»

13 Después de profetizar, Saúl se fue al lugar de adoración. 14 El tío de Saúl le preguntó a él y al siervo que dónde habían estado. Saúl dijo:

—Estábamos buscando los asnos, pero como no podíamos encontrarlos, fuimos a ver a Samuel.

15 El tío les pidió que le contara lo que Samuel les dijo. 16 Saúl contestó:

—Nos dijo que ya habían encontrado los asnos.

Pero no le contó lo que Samuel había dicho sobre el reino.

17 Samuel convocó a todo el pueblo de Israel para que se reuniera con el SEÑOR en Mizpa. 18 Allí les dijo: «El SEÑOR, Dios de Israel dice: “Yo saqué a Israel de Egipto. Los salvé del control de Egipto y de los otros reinos que trataban de hacerles daño”. 19 Su Dios los salva de todos sus problemas. Sin embargo, ustedes han dicho que quieren a un rey para que los gobierne. Así que ahora preséntense ante el SEÑOR tribu por tribu».

20 Enseguida, Samuel les pidió a las tribus que se acercaran. Primero salió escogida la tribu de Benjamín. 21 De la tribu de Benjamín, eligió a la familia de Matri, y les pidió a los hombres de esa familia que se acercaran. De esa familia eligió a Saúl hijo de Quis. Sin embargo, cuando la gente buscó a Saúl, no pudieron encontrarlo. 22 Entonces le preguntaron al SEÑOR si Saúl no había llegado todavía. El SEÑOR respondió: «Saúl está escondido entre el equipaje». 23 Entonces fueron y lo sacaron de allí. Al ponerlo entre la gente, vieron que era tan alto que apenas le llegaban al hombro. 24 Samuel le dijo al pueblo:

—¡Miren al hombre que el SEÑOR ha elegido! No hay nadie como él en todo el pueblo.

Entonces el pueblo empezó a gritar:

—¡Viva el rey!

25 Samuel le explicó las leyes del reino al pueblo. Las escribió en un libro y lo puso delante del SEÑOR. Luego les dijo que se fueran a casa. 26 También Saúl se fue a su casa en Guibeá. Dios tocó el corazón de algunos hombres valientes que empezaron a seguir a Saúl. 27 Pero algunos alborotadores empezaron a decir: «¿Cómo nos puede salvar este hombre?» Hablaban mal de Saúl y se negaban a llevarle regalos, pero él no decía nada.

Saúl vence a los amonitas

Najás, el rey de los amonitas, había oprimido a los gaditas y a los rubenitas. Les había sacado el ojo derecho a todos los hombres de esas tribus y no había dejado que nadie los ayudara. Esto causó mucho temor en Israel. Najás le había sacado el ojo derecho a todos los hombres israelitas que vivían al oriente del río Jordán, pero 7000 israelitas escaparon de los amonitas y se fueron a Jabés de Galaad.[f]

11 Alrededor de un mes después, Najás el amonita y su ejército rodearon a Jabés de Galaad y todos sus habitantes le dijeron a Najás:

—Si haces un pacto con nosotros, te serviremos.

Pero Najás respondió:

—Haré un pacto con ustedes sólo si me dejan sacarle el ojo derecho a cada uno. ¡Así le causaré desgracia a todo Israel!

Los líderes de Jabés le dijeron a Najás:

—Danos siete días para enviar mensajeros por todo Israel. Si nadie viene a ayudarnos, nosotros mismos iremos a ti y nos rendiremos.

Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá, donde vivía Saúl, y le dieron la noticia al pueblo, todos empezaron a llorar. Al regresar de arrear los toros en el campo, Saúl oyó llorar al pueblo y preguntó: «¿Qué le pasa al pueblo? ¿Por qué lloran?»

Entonces el pueblo le dijo a Saúl lo que habían dicho los mensajeros de Jabés. Al escucharlos, el Espíritu de Dios se apoderó de él con gran poder. Con furia tomó dos toros y los descuartizó. Luego les dio los pedazos a los mensajeros y les ordenó que los llevaran por toda la tierra de Israel y que le diera el siguiente mensaje al pueblo: «¡A todo el que no salga para unirse a Saúl y a Samuel, le pasará lo mismo que a estos toros!»

El temor del SEÑOR se apoderó del pueblo y todos se unieron. Saúl reunió 300 000 soldados[g] de Israel y 30 000[h] de Judá. Saúl y su ejército les dijeron a los mensajeros de Jabés: «Díganle a la gente de Jabés de Galaad que para mañana a mediodía estarán libres». Los mensajeros llevaron el mensaje de Saúl al pueblo de Jabés y todos se alegraron mucho. 10 Entonces los habitantes de Jabés le dijeron a Najás: «Mañana nos rendiremos y podrá hacer lo que quiera con nosotros».

11 Al día siguiente, antes del amanecer, Saúl dividió a sus hombres en tres grupos e invadieron el campamento de los amonitas mientras cambiaban de guardia. Antes del mediodía, habían derrotado a los amonitas. Los soldados amonitas corrían por todos lados, quedando completamente dispersos. 12 Luego el pueblo le dijo a Samuel:

—¿Dónde están los que no querían que Saúl nos gobernara? ¡Tráiganlos para matarlos!

13 Pero Saúl dijo:

—¡No! No maten a nadie hoy que el SEÑOR ha liberado a Israel.

14 Entonces Samuel le dijo al pueblo:

—Vengan. Vayamos a Guilgal para confirmar a Saúl como rey.

15 Todos fueron a Guilgal y, frente al SEÑOR, el pueblo confirmó a Saúl como rey, presentaron ante el SEÑOR ofrendas para festejar, y Saúl y todos los israelitas tuvieron una celebración en grande.

Samuel se despide ante el pueblo

12 Samuel le habló a todo Israel:

—He hecho todo lo que querían que hiciera. Les he nombrado un rey que los guíe. Ya estoy viejo y lleno de canas, pero mis hijos están aquí con ustedes. He sido su líder desde joven, aquí me tienen. Si he hecho algo malo, acúsenme ante el SEÑOR y ante su rey elegido. ¿Le robé a alguien su buey o su asno? ¿Le he hecho daño a alguien? ¿Alguna vez tomé dinero o un par de zapatos para hacer algo malo? Si he hecho alguna de esas cosas, la corregiré.

Los israelitas contestaron:

—¡No! Nunca nos hiciste nada malo; no nos engañaste ni nos robaste.

Samuel les dijo a los israelitas:

—El SEÑOR y su rey elegido son testigos de lo que dijeron. Saben que no encontraron nada malo en mí.

Y el pueblo respondió:

—¡Sí! El SEÑOR es testigo.

Entonces Samuel le dijo al pueblo:

—El SEÑOR ha visto lo que sucedió. Él es quien eligió a Moisés y a Aarón y el que sacó a nuestros antepasados[i] de Egipto. Ahora yo los acuso delante del SEÑOR. Defiéndanse como puedan ante el Señor,[j] que les voy a contar[k] acerca de lo que el SEÑOR hizo para salvarlos a ustedes y a sus antepasados. Jacob fue a Egipto. Después, los egipcios les hicieron la vida imposible a sus descendientes. Así que desesperados le pidieron ayuda al SEÑOR, y el SEÑOR les envió a Moisés y a Aarón. Ellos sacaron a sus antepasados de Egipto y los trajeron aquí para que se establecieran. Pero como sus antepasados se olvidaron del SEÑOR su Dios, el SEÑOR permitió que se convirtieran en esclavos de Sísara, que era el comandante del ejército de Jazor. También permitió que se convirtieran en esclavos de los filisteos y del rey de Moab. Todos ellos pelearon contra sus antepasados. 10 Pero sus antepasados clamaron al SEÑOR: “Somos pecadores. Abandonamos al SEÑOR para servir a los dioses falsos Baal y Astarté. Líbranos ahora de nuestros enemigos y te serviremos a ti”.

11 »Así que el SEÑOR envió a Yerubaal[l], Barac[m], Jefté[n] y Samuel[o], y los libró de sus enemigos y vivieron a salvo. 12 Sin embargo, cuando vieron que Najás, rey de los amonitas, iba a atacarlos, dijeron: “¡Queremos un rey que nos gobierne!”, a pesar de que el SEÑOR su Dios ya era su rey. 13 Ahora aquí tienen al rey que ustedes eligieron, el SEÑOR lo puso sobre ustedes. 14 Deben temer y respetar al SEÑOR, servirle y no desobedecer los mandamientos del SEÑOR. No se vuelvan contra él. Ustedes y el rey que los gobierne obedezcan al SEÑOR su Dios para que él los rescate.[p] 15 Si no obedecen al SEÑOR, les irá mal. Si rechazan lo que el SEÑOR manda, él SEÑOR se volverá contra ustedes. ¡Con mano dura los destruirá a ustedes y a su rey!

16 »Ahora, presten atención y vean con sus propios ojos las grandes obras que el SEÑOR hará. 17 Ahora es el momento de cosechar el trigo.[q] Le pediré al SEÑOR que envíe truenos y lluvia. Entonces sabrán que hicieron mal contra el SEÑOR al pedir un rey.

18 El mismo día que Samuel oró al SEÑOR, el SEÑOR envió truenos y lluvia, y el pueblo tuvo gran temor del SEÑOR y de Samuel. 19 Todos le decían a Samuel:

—Pide al SEÑOR tu Dios por nosotros tus siervos. ¡No nos dejes morir! Hemos pecado mucho y ahora hemos pecado aun más al pedir un rey.

20 Samuel respondió:

—No tengan miedo. Es verdad que hicieron todo ese mal, pero no dejen de seguir al SEÑOR. Sirvan al SEÑOR de todo corazón. 21 ¡Los ídolos son sólo estatuas que no los pueden ayudar en nada! No los adoren, ellos no los pueden ayudar ni salvar. ¡No son nada! 22 Sin embargo, el SEÑOR no abandonará a su pueblo. Al SEÑOR le agradó hacerlos su pueblo. Así que, por amor a su nombre, no los abandonará. 23 Y en cuanto a mí, nunca dejaré de orar por ustedes, porque si dejara de hacerlo, entonces pecaría contra el SEÑOR. Seguiré enseñándoles el camino recto para vivir de la manera que él manda. 24 Pero respeten al SEÑOR y sírvanle de todo corazón. ¡Recuerden todo lo maravilloso que hizo por ustedes! 25 Si siguen tercos en hacer el mal, Dios los echará a ustedes y a su rey, como se echa el polvo al barrer.

Lucas 9:37-62

Jesús sana a un muchacho

(Mt 17:14-18; Mr 9:14-27)

37 Al día siguiente bajaron de la montaña y mucha gente salió al encuentro de Jesús. 38 Justo en ese momento, un hombre de la multitud gritó:

—Maestro, te ruego que veas a mi único hijo, porque 39 un espíritu se apodera de él. De repente grita, luego lo tira al suelo y le sale espuma por la boca. El espíritu lo sigue atormentando y lo deja rendido. 40 Les rogué a tus seguidores que expulsaran al espíritu, pero no pudieron.

41 Cuando Jesús escuchó esto, dijo:

—¡Partida[a] de incrédulos y pervertidos! ¿Cuánto tiempo más tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?

Entonces Jesús le dijo:

—Trae a tu hijo aquí.

42 Cuando el muchacho se acercaba, el demonio lo tiró al suelo y lo hizo convulsionar. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno, sanó al muchacho y lo regresó a su papá. 43 Toda la gente estaba asombrada por el gran poder de Dios.

Jesús habla otra vez de su muerte

(Mt 17:22-23; Mr 9:30-32)

Mientras toda la gente estaba asombrada de lo que Jesús había hecho, él les dijo a sus seguidores:

44 —Pongan mucha atención a lo que les voy a decir ahora. El Hijo del hombre está a punto de ser entregado en manos de los hombres.

45 Pero ellos no entendieron lo que decía, porque el mensaje estaba oculto para que no pudieran entenderlo. Tenían miedo de preguntarle qué quería decir.

El más importante

(Mt 18:1-5; Mr 9:33-37)

46 Los seguidores de Jesús comenzaron a discutir sobre quién de ellos era el más importante. 47 Jesús sabía lo que estaban pensando, por eso tomó a un niñito, lo puso a su lado y 48 les dijo:

—El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí. Y si me recibe a mí, también recibe a mi Padre que me envió. El más insignificante entre ustedes es el más importante.

El que no está en contra, está a favor

(Mr 9:38-40)

49 Juan le dijo:

—Maestro, vimos a alguien expulsando demonios en tu nombre y tratamos de impedírselo porque no era uno de nosotros.

50 Pero Jesús le dijo:

—No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes.

Un pueblo samaritano

51 Cuando se acercaba el momento de que Jesús fuera llevado al cielo, se dirigió resueltamente a Jerusalén. 52 Envió a unos mensajeros antes de él a un pueblo samaritano para que prepararan todo para su llegada. 53 Pero los samaritanos no lo recibieron porque iba hacia Jerusalén. 54 Cuando sus seguidores Santiago y Juan vieron esto, dijeron:

—Señor, ¿quieres que ordenemos que baje fuego del cielo para destruirlos?[b]

55 Pero Jesús se dio vuelta y los regañó.[c] 56 Luego se fueron a otro pueblo.

Seguir a Jesús

(Mt 8:19-22)

57 Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús:

—Te seguiré a dondequiera que vayas.

58 Entonces Jesús le dijo:

—Las zorras tienen sus madrigueras y las aves tienen sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene un lugar donde descansar la cabeza.

59 Jesús le dijo a otro:

—Sígueme.

Pero el hombre le dijo:

—Primero déjame ir a enterrar a mi papá.

60 Jesús le dijo:

—Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú ve y anuncia el reino de Dios.

61 También otro hombre le dijo:

—Yo te seguiré, Señor, pero primero deja que vaya a despedirme de mi familia.

62 Pero Jesús le dijo:

—Aquel que empieza a arar un campo y mira hacia atrás, no sirve para el reino de Dios.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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