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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
1 Samuel 4-6

Los filisteos capturan el cofre del pacto

Un día, los israelitas salieron a pelear contra los filisteos, y acamparon en Eben-ézer. Los filisteos, por su parte, acamparon en Afec y se organizaron para la batalla. Comenzó el combate y los filisteos derrotaron a los israelitas, matando como a cuatro mil de ellos.

Cuando el resto del ejército israelita regresó al campamento, los jefes del pueblo se preguntaban: «¿Por qué dejó Dios que los filisteos nos derrotaran? ¡Vamos a Siló a traer el cofre del pacto! ¡Así Dios nos salvará de nuestros enemigos!»

Entonces el pueblo mandó traer de Siló el cofre del pacto, donde el Dios todopoderoso reina entre los querubines. Los hijos de Elí, Hofní y Finees, venían acompañándolo.

Cuando el cofre del pacto llegó al campamento israelita, todo el pueblo gritó tan fuerte que hasta la tierra tembló. Al oír los gritos, los filisteos se preguntaban: «¿Por qué hacen tanto escándalo esos israelitas?»

Cuando los filisteos se enteraron de que los israelitas habían traído el cofre del pacto de Dios a su campamento, les dio mucho miedo y algunos decían:

«¡Estamos perdidos! ¡Dios ha llegado al campamento israelita! ¡Esto nunca nos había pasado! Nadie podrá salvarnos de ese Dios tan poderoso. Es el Dios que destruyó en el desierto a los egipcios con toda clase de terribles castigos».

Y otros gritaban:

«Filisteos, ¡no se desanimen! Sean valientes. De lo contrario, los israelitas dejarán de servirnos y nosotros pasaremos a ser sus esclavos. ¡Peleen como hombres!»

10 Los filisteos pelearon contra los israelitas y los derrotaron. La matanza fue muy grande, pues mataron a treinta mil soldados israelitas, y el resto del ejército huyó a sus casas. 11 Además, los filisteos capturaron el cofre del pacto de Dios y mataron a Hofní y a Finees, hijos de Elí.

Muerte de Elí

12-15 Ese mismo día, un hombre de la tribu de Benjamín escapó de la batalla y llegó corriendo a Siló. Había roto su ropa y se había echado polvo sobre la cabeza en señal de luto. Cuando entró en la ciudad y le contó a la gente lo que había pasado, todos empezaron a llorar a gritos.

El sacerdote Elí era ya un anciano de noventa y ocho años, y se había quedado ciego. Estaba sentado en una silla, junto al camino. Esperaba saber, con ansias y temor, qué había pasado con el cofre del pacto de Dios. Cuando oyó el griterío, preguntó:

—¿Por qué hay tanto alboroto?

16 Y aquel hombre le dijo:

—Logré escapar del campo de batalla, y acabo de llegar.

—¿Y qué ha pasado, hijo mío? —le preguntó Elí.

17 Y el hombre le contestó:

—Los filisteos nos derrotaron y se llevaron el cofre del pacto de Dios. Miles de nuestros hombres han muertos. Tus hijos, Hofní y Finees, también murieron.

18 Como Elí ya era anciano y muy pesado, cuando oyó lo que había sucedido con el cofre, se fue de espaldas, cayó junto a la puerta y se quebró el cuello. Allí murió. Había sido líder de Israel cuarenta años.

19 La nuera de Elí estaba embarazada y a punto de tener su bebé. Le afectó saber que el cofre del pacto de Dios había sido capturado, y que su suegro y Finees, su esposo, habían muerto. Por eso empezó a sentir fuertes dolores, y tuvo a su bebé; 20 eso le causó la muerte.

Antes de que ella muriera, las mujeres que la atendían le dijeron: «Anímate, tuviste un niño».

21-22 Ella no les respondió ni les hizo caso. Sólo tuvo tiempo de ponerle a su hijo el nombre de «Icabod», y alcanzó a decir: «Israel ha perdido el cofre. ¡Dios nos ha abandonado!»

El cofre del pacto de Dios y los filisteos

Después de que los filisteos se apoderaron del cofre del pacto de Dios en Eben-ézer, se lo llevaron a Asdod. Allí lo pusieron en su templo, junto a la estatua del dios Dagón.

Al día siguiente, cuando la gente de Asdod se levantó, encontró a Dagón tirado y de cara al suelo, frente al cofre del pacto de Dios. Enseguida lo levantaron y lo colocaron en su lugar.

Al día siguiente sucedió lo mismo, sólo que esta vez la cabeza y las manos de Dagón estaban tiradas a la entrada del templo. Por eso, hasta el día de hoy en Asdod ni los sacerdotes ni los que adoran a Dagón pisan la entrada del templo.

Además, como la gente de Asdod había capturado el cofre, Dios los castigó duramente, lo mismo que a los pueblos vecinos. Dios hizo que les salieran tumores, y todos ellos sufrían mucho.

Por eso, los habitantes de Asdod dijeron: «El Dios de Israel nos ha castigado duramente a nosotros y a nuestro dios Dagón. Ese cofre del Dios de Israel no debe estar entre nosotros».

Luego llamaron a todos los jefes filisteos y les preguntaron:

—¿Qué podemos hacer con el cofre del Dios de Israel?

Ellos contestaron:

—Envíenlo a la ciudad de Gat.

Y así lo hicieron.

Pero en cuanto el cofre llegó a aquella ciudad, Dios hizo que les salieran tumores a todos los que allí vivían. Toda la gente 10-12 estaba muy asustada. Por eso el cofre del pacto de Dios fue enviado a otra ciudad filistea, llamada Ecrón.

Cuando el cofre iba entrando a esa ciudad, sus habitantes empezaron a gritar: «¡Nos han traído el cofre del Dios de Israel para matarnos a todos!»

Los habitantes de Ecrón tenían mucho miedo de morir, así que llamaron a los jefes filisteos y les dijeron: «¡Llévense de aquí ese cofre! ¡Regrésenlo al lugar de donde lo tomaron! De lo contrario, todos moriremos».

Y aunque así lo hicieron, Dios también los castigó duramente. Murió mucha gente, y los que sobrevivieron sufrían mucho a causa de los tumores. Sus lamentos se escuchaban hasta el cielo.

Los filisteos devuelven el cofre

Como el cofre del pacto de Dios ya había estado siete meses en su tierra, los filisteos mandaron a llamar a sus sacerdotes y adivinos, y les preguntaron:

—¿Qué podemos hacer con el cofre del pacto de Dios? ¿Cómo podemos enviarlo de vuelta a su lugar?

Ellos les contestaron:

—Si lo regresan, deben enviar también ofrendas para pagar por el error de haberlo capturado. Sólo así sanarán de los tumores y entenderán por qué Dios no ha dejado de castigarlos.

4-5 Los filisteos volvieron a preguntar:

—¿Qué ofrenda podemos presentarle al Dios de Israel para que nos perdone?

Y les contestaron:

—Hagan figuras de los tumores y de las ratas que están destruyendo el país. Como ustedes tienen cinco jefes, deben enviar cinco tumores de oro y cinco ratas de oro. Así reconocerán que el Dios de Israel es muy poderoso; tal vez él deje de castigar al pueblo, a sus jefes, a sus dioses y a su tierra.

»No vayan a portarse como el rey de Egipto y su gente. Ellos se pusieron muy tercos, y sólo cuando Dios los castigó duramente dejaron que los israelitas se fueran de Egipto.

7-9 »Si quieren saber si fue el Dios de Israel quien los castigó, hagan lo siguiente: Construyan una carreta nueva. Esa carreta deben jalarla dos vacas que nunca hayan trabajado con el yugo puesto ni hayan jalado ninguna carreta. Las vacas deben estar criando terneros.

»Como lo normal es que las vacas vayan hacia donde están sus terneros, encierren a los terneros en el establo. Pongan luego el cofre del pacto de Dios en la carreta, y en una caja pongan las figuras de oro que hicieron. Una vez que hayan hecho esto, suelten la carreta para que las vacas se lleven la ofrenda.

»Fíjense entonces hacia dónde se dirigen las vacas. Si se van hacia Bet-semes, que es un pueblo israelita, podemos estar seguros de que fue el Dios de los israelitas quien nos causó tanto daño. Si no sucede así, entonces sabremos que no fue su Dios quien nos castigó, sino que todo esto fue un accidente.

10 Así lo hicieron los filisteos. Pusieron dos vacas para que llevaran el carro, y a los terneros recién nacidos los encerraron en un establo. 11 Luego pusieron en la carreta el cofre del pacto de Dios y la caja con las figuras de oro, y dejaron que las vacas se llevaran la carreta.

12 Las vacas se fueron directamente a Bet-semes. En ningún momento se apartaron del camino ni dejaron de mugir por sus terneros. Por su parte, los jefes filisteos las siguieron hasta que estuvieron cerca de Bet-semes.

13 La gente de ese lugar estaba cosechando trigo en el valle que está frente al pueblo. Cuando vieron el cofre, les dio mucha alegría. 14-15 La carreta se detuvo junto a una gran piedra que estaba en el campo de un hombre llamado Josué. Entonces los ayudantes de los sacerdotes bajaron el cofre del pacto de Dios y la caja con las figuras de oro, y los pusieron sobre esa gran piedra. Luego los israelitas tomaron la carreta, la hicieron leña, y sacrificaron las vacas como ofrenda a Dios. Además, ese día le presentaron a Dios otras ofrendas.

16 Los cinco jefes filisteos se quedaron a cierta distancia, y después de haber observado todo esto, ese mismo día regresaron a Ecrón. 17 Los filisteos tenían cinco ciudades principales: Asdod, Gaza, Ascalón, Gat y Ecrón. Por cada una de ellas, los jefes filisteos enviaron una figura de oro como ofrenda a Dios, 18 y por cada ciudad y pueblo, enviaron un ratón de oro.

En cuanto a la gran piedra sobre la que colocaron el cofre del pacto de Dios, hasta el día de hoy se conserva en el campo de Josué, el de Bet-semes, como testimonio de todo esto. 19 Mientras el cofre estuvo en Bet-semes, Dios castigó con la muerte a setenta hombres que se atrevieron a mirar dentro del cofre. Toda la gente del pueblo lloró mucho por eso, 20 y decía: «Nadie puede vivir delante de un Dios tan poderoso como el nuestro. Es mejor que mandemos el cofre a otro lugar».

21 Cerca de allí había una aldea llamada Quiriat-jearim. Entonces mandaron a decir a la gente de allí: «Los filisteos nos han devuelto el cofre del pacto de Dios. Vengan por él».

Lucas 9:1-17

Jesús envía a los doce discípulos

Jesús reunió a sus doce discípulos, y les dio poder para sanar enfermedades y autoridad sobre todos los demonios. Luego los envió a anunciar las buenas noticias del reino de Dios y a sanar a los enfermos. Jesús les dijo:

«No lleven nada para el viaje. No lleven bastón ni mochila, ni comida ni dinero. Tampoco lleven ropa de más. Cuando lleguen a una casa, quédense a vivir allí hasta que se vayan del lugar. Si en alguna parte no quieren recibirlos, cuando salgan de allí sacúdanse el polvo de los pies en señal de rechazo.»

Los discípulos salieron y fueron por todos los pueblos de la región, anunciando las buenas noticias y sanando a los enfermos.

Herodes no sabe quién es Jesús

El rey Herodes Antipas se enteró de todo lo que estaba sucediendo, y se preocupó mucho porque algunas personas decían que Juan el Bautista había resucitado. Otros decían que había aparecido el profeta Elías,[a] o que había resucitado alguno de los antiguos profetas. Pero Herodes dijo: «¿Quién será este hombre, del que tanto se oye hablar? No puede ser Juan el Bautista, porque yo mismo ordené que lo mataran.»

Por eso, Herodes tenía mucho interés en conocer a Jesús.

Jesús da de comer a mucha gente

10 Cuando los doce apóstoles regresaron, le contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Luego Jesús los llevó al pueblo de Betsaida, pues quería estar a solas con ellos. 11 Pero tan pronto como la gente se dio cuenta de que Jesús se había ido a Betsaida, lo siguió.

Jesús recibió amablemente a toda la gente, y empezó a hablarles acerca del reino de Dios. También sanó a los enfermos.

12 Cuando ya empezaba a oscurecer, los doce apóstoles fueron a decirle a Jesús:

—Envía a esta gente a los pueblos y caseríos cercanos, a buscar un lugar donde puedan comprar comida y pasar la noche. ¡Aquí no hay nada!

13 Jesús les dijo:

—Denles ustedes de comer.

Pero ellos respondieron:

—Sólo tenemos cinco panes y dos pescados. Si fuéramos a dar de comer a toda esta gente, tendríamos que ir a comprar comida, 14 pues hay más de cinco mil personas.

Pero Jesús les dijo:

—Hagan que la gente se siente en grupos de cincuenta.

15 Los discípulos hicieron lo que Jesús les ordenó.

16 Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró al cielo y los bendijo. Luego los partió y dio los pedazos a los discípulos, para que ellos los repartieran entre la gente.

17 Todos comieron y quedaron satisfechos. Y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.