Old/New Testament
Abram y Lot se separan
13 Entonces Abram se fue desde Egipto hasta el Néguev con su esposa, con todas sus posesiones y con Lot. 2 Ahora Abram era muy rico, tenía ganado, plata y oro. 3 Viajó desde el Néguev hasta Betel, en donde antes había puesto su campamento entre Betel y Hai, 4 el mismo sitio donde había puesto el altar. Allí Abram adoró al SEÑOR.
5 Con Lot, que estaba viajando en compañía de Abram, había rebaños, ganado, familia y siervos. 6 La tierra donde estaban no podía sustentarlos porque ellos tenían demasiadas posesiones. Ya no podían vivir juntos 7 porque los que cuidaban el ganado de Abram peleaban con los que cuidaban el ganado de Lot. Además, los cananeos y los ferezeos también vivían en esas tierras.
8 Entonces Abram le dijo a Lot: «Nosotros somos familiares, por eso no debe existir ninguna pelea entre tú y yo, o entre tus pastores y los míos. 9 ¿No está todo el país a tu disposición? Debemos separarnos. Si te vas al sur, yo iré al norte. Si te vas al norte, yo iré al sur».
10 Lot miró a su alrededor y vio que el valle del Jordán hacia el sur hasta Zoar estaba bien abastecido de agua como en Egipto; en realidad, como el jardín del SEÑOR. Eso fue antes de que el SEÑOR destruyera Sodoma y Gomorra. 11 Lot eligió todo el valle del Jordán, viajó hacia el oriente y así se separaron el uno del otro. 12 Abram vivió en Canaán, pero Lot vivió en las ciudades del valle y movió su campamento cerca de Sodoma. 13 En ese tiempo los habitantes de Sodoma eran malos y grandes pecadores en contra del SEÑOR.
14 Después de que Lot se separó de Abram, el SEÑOR le dijo a Abram: «Observa a tu alrededor y mira, desde donde estás parado, al norte, al sur, al oriente y al occidente. 15 Todas las tierras que ves te las daré a ti y a tus descendientes para siempre. 16 Tendrás tantos descendientes como polvo tiene la tierra, así que si alguien puede contar el polvo de la tierra, tus descendientes también se podrán contar. 17 Levántate y camina a lo largo y ancho de la tierra porque yo te la regalo a ti».
18 Abram levantó su campamento y se estableció al lado de los grandes robles de Mamré que están en Hebrón. Allí le construyó un altar al SEÑOR.
Captura y rescate de Lot
14 En el tiempo en que vivían los reyes Amrafel de Sumeria, Arioc de Elasar, Quedorlaómer de Elam y Tidal de Goyim, 2 tuvieron una guerra contra los reyes Bera de Sodoma, Birsá de Gomorra, Sinab de Admá, Semeber de Zeboyín y el rey de Bela (también llamada Zoar).
3 Estos cinco últimos unieron sus fuerzas en el valle de Sidín (ahora llamado mar Muerto). 4 Ellos habían estado sometidos a Quedorlaómer por doce años, pero en el año 13 se rebelaron. 5 En el año 14, Quedorlaómer y los reyes que estaban con él vinieron y derrotaron a los refaítas en Astarot Carnayin, a los zuzitas en Jam, a los emitas en Save Quiriatayin 6 y a los horeos desde el sector montañoso de Seír[a] hasta El Parán[b] que se encuentra cerca del desierto. 7 Cuando regresaron Quedorlaómer y los que estaban con él, llegaron a Enmispat (es decir, Cades), y destruyeron todo lo que encontraron en la región de los amalecitas y en la de los amorreos, quienes vivían en Jazezón Tamar.
8 Luego los reyes de Sodoma, Gomorra, Admá, Zeboyín y Bela (es decir, Zoar) se fueron y armaron sus fuerzas para la batalla en el valle de Sidín 9 contra los reyes Quedorlaómer de Elam, Tidal de Goyim, Amrafel de Sumeria y Arioc de Elasar. Eran cuatro reyes contra cinco.
10 En esa época el valle de Sidín estaba lleno de pozos de brea. Entonces, cuando los reyes de Sodoma y Gomorra escapaban con sus ejércitos, algunos cayeron en esos pozos, pero los demás huyeron entre los montes. 11 Entonces Quedorlaómer y sus aliados tomaron todo el alimento y posesiones de Sodoma y Gomorra, y se fueron. 12 Como Lot, el sobrino de Abram, vivía en Sodoma, lo agarraron a él y se fueron llevándose todo lo que él tenía. 13 Uno que se escapó vino y le contó todo esto a Abram el hebreo, que estaba viviendo cerca de los grandes robles de Mamré el amorreo. Mamré era hermano de Escol y de Aner, aliados de Abram.
14 Cuando Abram escuchó que su pariente había sido capturado, reunió a 318 hombres bien entrenados que habían nacido en su hogar, y se fue hasta Dan a perseguir al enemigo. 15 Por la noche Abram y sus siervos se desplegaron contra los enemigos, y los derrotaron. Los persiguieron hasta Hobá que queda al norte de Damasco. 16 Abram recuperó todo lo que se habían llevado, liberó a Lot y lo que le habían quitado y liberó también a las mujeres y a los demás cautivos.
17 Cuando Abram regresó de derrotar a Quedorlaómer y a los otros reyes que estaban con él, el rey de Sodoma vino a encontrarse con él en el valle de Save, es decir, el valle del Rey.
Melquisedec
18 Melquisedec, rey de Salem, trajo vino y pan. Él era sacerdote del Dios Altísimo. 19 Bendijo a Abram y le dijo:
«Abram, que el Dios Altísimo te bendiga,
creador del cielo y de la tierra.
20 Y bendito[c] sea el Dios Altísimo,
quien entregó en tu poder a tus enemigos».
Abram le dio a Melquisedec la décima parte de lo que había conseguido en batalla. 21 Luego el rey de Sodoma le dijo a Abram:
—Dame la gente que se llevó el enemigo y quédate tú con todas las posesiones.
22 Entonces Abram le dijo al rey de Sodoma:
—Yo he jurado al SEÑOR Dios Altísimo, quien creó el cielo y la tierra, 23 que no tomaré ni un hilo del cordón de una sandalia tuya para que no puedas decir: “He hecho rico a Abram”. 24 Sólo tomaré a los hombres con quienes vine y lo que ellos ya se comieron. En cuanto a Aner, Escol y Mamré, que tomen su parte.
Pacto de Dios con Abram
15 Después de esto el SEÑOR se le apareció a Abram en una visión y le dijo:
«Abram, no te asustes.
Yo soy tu protector,
tu recompensa será muy grande».
2 Pero Abram le dijo:
—Oh Señor DIOS, ¿qué me vas a dar? Yo ni siquiera tengo hijos, y el heredero de todo lo mío es Eliezer de Damasco.[d]
3 Luego Abram dijo:
—No me has dado hijos, por lo tanto, será un esclavo nacido en mi casa quien herede mis posesiones.
4 La palabra del SEÑOR vino a él diciendo:
—Él no será tu heredero. Tu propio hijo te heredará.
5 Luego Dios llevó a Abram afuera[e] y le dijo:
—Mira bien el cielo, hay muchas estrellas, pero no las puedes contar ahora.
Y siguió diciendo:
—Pues bien, así ocurrirá con tus descendientes.
6 Abram le creyó al SEÑOR, quien valió su fe como si hubiera realizado algo muy bueno y lo aprobó. 7 Luego le dijo:
—Yo soy el SEÑOR que te sacó de Ur de Babilonia para darte esta tierra como herencia.
8 Entonces Abram le dijo:
—Oh Señor DIOS, ¿cómo puedo estar seguro de que esta tierra será mía?
9 Y él le dijo:
—Consigue para mí una ternera de tres años de edad, una cabra de tres años de edad, un carnero de tres años de edad, una paloma adulta y una paloma joven.
10 Abram los consiguió y los partió por la mitad. Después puso una mitad frente a la otra. Pero a las aves no las partió por la mitad. 11 Más tarde, unos buitres bajaban a comerse los animales muertos, pero Abram los espantaba.
12 A medida que el sol bajaba, Abram quedó como en trance. Cayó sobre él una profunda y tenebrosa oscuridad. 13 El SEÑOR le dijo:
—Ten por seguro que tus descendientes serán inmigrantes en un país al que no pertenecen. Serán esclavos de la gente de ese país y serán tratados cruelmente por 400 años. 14 Pero yo juzgaré a esa nación en la que ellos servirán, y después tus descendientes saldrán libres con grandes riquezas. 15 Tú vivirás muchos años, morirás en paz y serás sepultado. 16 Después de cuatro generaciones, tus descendientes regresarán aquí ya que la maldad de los amorreos no ha llegado todavía a su colmo.
17 Cuando se hizo de noche y todo estaba oscuro, apareció un hornillo echando humo y una antorcha encendida que se movía entre los animales muertos.[f]
18 Ese día el SEÑOR hizo un pacto con Abram y dijo:
—Daré esta tierra a tus descendientes, desde el río de Egipto[g] hasta el gran río Éufrates, 19 las tierras de los quenitas, los quenizitas, los cadmoneos, 20 los heteos, los ferezeos, los refaítas, 21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.
Jesús enseña a la gente
(Lc 6:20-23)
5 Cuando Jesús vio a toda esa gente, subió a la ladera de una montaña, se sentó y allí llegaron sus seguidores. 2 Entonces comenzó a enseñarles lo siguiente:
3 «Afortunados los que reconocen su necesidad espiritual,
porque el reino de Dios les pertenece.
4 Afortunados los que están tristes,
porque Dios los consolará.
5 Afortunados los que son humildes,
porque la tierra que Dios prometió[a] será de ellos.
6 Afortunados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque quedarán completamente satisfechos por Dios.
7 Afortunados los que tienen compasión de otros,
porque Dios también tendrá compasión de ellos.
8 Afortunados los que tienen corazón puro,
porque ellos verán a Dios.
9 Afortunados los que se esfuerzan por conseguir la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Afortunados los que son maltratados por practicar la justicia,
porque el reino de Dios les pertenece.
11 »Cuando la gente los insulte, los persiga y hable mal de ustedes por seguirme, sepan que son afortunados a los ojos de Dios. 12 Pónganse contentos y alégrense porque van a recibir una gran recompensa en los cielos. Así también fue como maltrataron a los profetas que vivieron antes de ustedes.
Sal y luz del mundo
(Mr 9:50; 4:21; Lc 14:34-35; 8:16)
13 »Ustedes son la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor, ¿cómo podría volver a ser salada? Ya no sirve para nada sino para ser tirada y pisada por la gente.
14 »Ustedes son la luz que alumbra al mundo. Una ciudad que está en un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una lámpara para ponerla debajo de un cesto, sino sobre el candelero para que ilumine a todos en la casa. 16 Así mismo, ustedes deben ser luz para los demás de tal manera que todos puedan ver sus buenas obras y adoren a su Padre que está en los cielos.
Jesús y la ley
17 »No piensen que he venido para acabar con la ley de Moisés o la enseñanza de los profetas. No he venido para acabar con ellas, sino para darles completo significado. 18 Les digo la verdad: hasta que pasen el cielo y la tierra, no pasará ni una letra ni una tilde de la ley hasta que todo esto se cumpla. 19 Así que cualquiera que desobedezca alguno de los mandamientos por muy pequeño que sea y les enseñe a otros a desobedecerlo, será considerado muy pequeño en el reino de Dios. En cambio, el que los obedezca todos y enseñe a obedecerlos será considerado grande en el reino de Dios. 20 Porque les digo a ustedes, no entrarán en el reino de Dios a menos que practiquen la justicia mejor que los maestros de la ley y los fariseos.
Jesús enseña sobre la reconciliación
21 (A)»Ustedes han oído que se les dijo a los antepasados: “No mates,[b] y el que cometa asesinato tendrá que responder ante un juez”. 22 Pero, ahora yo les digo que todo el que se enoje con otro tendrá que responder ante el tribunal. El que insulte a alguien, tendrá que responder ante el Consejo; y el que maldiga a otro, tendrá que responder por eso en el fuego del infierno.
23 »Así que si vas al altar a dar una ofrenda a Dios y te acuerdas de que alguien tiene algo contra ti, 24 deja ahí tu ofrenda y ve a hacer las paces con esa persona. Luego regresa para dar tu ofrenda a Dios.
25 »Reconcíliate pronto con tu adversario. Llega a un acuerdo con él mientras van hacia el juzgado, porque si no, él te entregará al juez, y el juez te entregará al guardia para que te meta a la cárcel. 26 Te digo la verdad: no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último centavo.
© 2005, 2008, 2012, 2015 Centro Mundial de Traducción de La Biblia © 2005, 2008, 2012, 2015 Bible League International