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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Joel 1-3

El ataque de los saltamontes

Dios le dio un mensaje a Joel hijo de Petuel, y Joel se lo comunicó al pueblo de Israel:

2-4 «¡Pongan mucha atención
ustedes, jefes del pueblo,
y todos los que viven en este país!
¡Cuatro plagas de saltamontes
han venido sobre nuestra tierra
y han acabado con nuestras siembras!
¿Cuándo han visto ustedes algo así?
¡Ni siquiera los antepasados de ustedes
vieron en su vida algo parecido!

»¡Cuéntenselo a sus hijos,
para que ellos, a su vez,
se lo cuenten a sus nietos,
bisnietos y tataranietos!

»¡Vamos, borrachos, levántense!
¡Despierten y pónganse a llorar,
pues ya no van a tener vino!
Una plaga de saltamontes
ha invadido nuestro país,
como si fuera un gran ejército.
Sus dientes tienen tanto filo
que hasta parecen leones furiosos.
Destruyeron nuestras viñas
y despedazaron nuestras higueras;
¡pelaron las ramas por completo!

»La gente llora desconsolada,
como la novia que llora de tristeza
porque se ha muerto su novio.
También lloran los sacerdotes
que están al servicio de Dios,
pues ya nadie lleva al templo
ofrendas de vino y de cereales.

10 »Ya no hay trigo,
ya no hay vino ni aceite,
pues los campos se secaron
y quedaron hechos un desierto.

11 »Ustedes, los campesinos,
y ustedes, los agricultores:
¡lloren de tristeza!
Ya se han perdido las cosechas
de trigo y de cebada;
12 ya se han secado los viñedos,
las higueras, los granados,
las palmeras, los manzanos
y todos los árboles del campo;
¡la gente misma ha perdido la alegría!

13 »Ustedes, los sacerdotes,
que sirven a Dios en el altar,
pónganse ropa de luto
y pasen la noche llorando,
pues ya nadie trae al templo
ofrendas de vino y de cereales.
14 Reúnan en el templo
a los israelitas y a sus jefes,
para que ayunen y oren a Dios.
15 ¡Nuestro Dios viene!
¡Ya está cerca el día!
¡Será un día de destrucción
por parte del Todopoderoso!

16 »En nuestra propia cara
nos quitaron la comida;
nos quitaron la alegría de estar
en el templo de nuestro Dios.
17 La siembra de trigo se secó,
por eso están vacíos
todos nuestros graneros.
18 ¡Mugen nuestras vacas
y balan nuestras ovejas!
¡Los ganados se mueren de hambre
porque ya no encuentran pastos!

19 »Dios nuestro,
¡en ti buscamos ayuda
porque el fuego ha quemado
nuestros campos y nuestros bosques!
20 ¡También te piden ayuda
los animales del campo,
pues los arroyos están secos
y el fuego ha acabado con los pastos!

La invasión de un ejército enemigo

»¡Que toquen la trompeta en Jerusalén!
¡Que suene la alarma en el templo!
¡Que comiencen a temblar
todos los habitantes de este país!
¡Nuestro Dios viene!
¡Ya está cerca el día!
Será un día de gran oscuridad,
un día de nubes y de sombras.

»Un ejército grande y poderoso
se extenderá sobre los montes,
y caerá sobre toda la tierra
como las sombras al anochecer.
No hubo antes, ni habrá después,
otro ejército que se le parezca.
Ese ejército es como el fuego,
que quema todo lo que encuentra:
antes de su llegada,
la tierra es un paraíso;
después de su llegada,
la tierra queda hecha un desierto.
¡No hay nada que se le escape!

»Ese ejército de saltamontes
ataca como la caballería;
cuando saltan sobre los montes,
el ruido que hacen se parece
al que hacen los carros de guerra;
son como el crujido de hojas secas
que se queman en el fuego;
son como un ejército poderoso
que está listo para el ataque.

6-9 »Estos saltamontes
parecen una banda de ladrones,
son como un ejército
que ataca por sorpresa la ciudad,
y siempre ataca de frente.
Escalan las murallas,
se trepan a las casas,
se meten por las ventanas,
sin chocar unos con otros.
Todos mantienen el paso,
jamás rompen la formación,
¡jamás dan un paso atrás!
¡Ni una lluvia de flechas
puede hacer que se detengan!
Al ver estos saltamontes
la gente tiembla
y se pone pálida de miedo.
10 Tiemblan el cielo y la tierra,
se oscurecen el sol y la luna,
y pierden su brillo las estrellas.

11 »Al frente de este ejército,
que es muy grande y poderoso,
Dios deja oír su voz de mando
y este ejército lo obedece.
Nuestro Dios viene.
¡El día de su llegada
será impresionante y terrible!
¡Nadie podrá mantenerse firme!

El pueblo de Dios debe arrepentirse

12 »Nuestro Dios nos dice:

“¡Arrepiéntanse ahora mismo
y cambien su manera de vivir!
¡Lloren, ayunen y vístanse de luto!
13 ¡Arrepiéntanse y vuelvan a mí,
pero háganlo de todo corazón,
y no sólo de palabra!
Yo soy tierno y bondadoso,
y no me enojo fácilmente;
yo los amo mucho
y estoy dispuesto a perdonarlos”.

14 »¡Tal vez Dios decida perdonarnos!
¡Tal vez nos dé en abundancia
vino y cereal para las ofrendas!

15-16 »¡Toquen la trompeta en Jerusalén!
¡Que se reúna todo el pueblo!
¡Que vengan los ancianos y los niños,
y hasta los recién casados!
¡Que ayunen y se preparen para adorar a Dios!
17 ¡Que vengan los sacerdotes,
los servidores de Dios!
Que se paren ante el altar,
y con lágrimas en los ojos
oren de esta manera:

“¡Dios nuestro,
perdona a tu pueblo!
¡No permitas que las naciones
nos desprecien y nos humillen!
No permitas que con tono burlón
nos pregunten:
‘¿Dónde está su Dios?’”

Dios ama a los que se arrepienten

18-19 »Dios ama mucho a esta tierra,
por eso nos tendrá compasión
y nos responderá:

“Pongan mucha atención:
Voy a llenar sus graneros de trigo,
y sus bodegas de vino y de aceite.
No volveré a permitir
que las naciones los humillen.
20-21 A ese enemigo del norte,
que se atrevió a atacarlos,
lo arrojaré al desierto;
a los que venían al frente
los ahogaré en el Mar Muerto,
y a los que venían atrás
los ahogaré en el Mediterráneo.
¡Sus cadáveres despedirán mal olor!”

»Patria mía, ¡no tengas miedo!
Al contrario, llénate de gozo,
pues Dios hace grandes maravillas;
¡sí, Dios hace grandes maravillas!

22 »Bestias salvajes, ¡no tengan miedo!
Los campos se cubrirán de pasto,
los árboles se llenarán de frutos,
y habrá higos y uvas en abundancia.

23 »Ustedes, habitantes de Jerusalén,
¡hagan fiesta en honor de nuestro Dios!
En el momento justo
Dios nos enviará la lluvia,
como lo hacía en tiempos pasados.
Como prueba de su perdón,
hará que llueva en primavera,
así como llueve en invierno.
24 Así habrá una buena cosecha,
y tendremos gran abundancia
de trigo, vino y aceite.

25 »Dios habrá de devolvernos
todo lo que perdimos estos años
por culpa de los saltamontes
que él mandó contra nosotros.
26-27 Tendremos mucha comida,
y alabaremos a nuestro Dios
por todas las grandes maravillas
que ha hecho en favor nuestro».

Dios promete enviar su espíritu

Dios le dijo al profeta:

«Yo soy el Dios de los israelitas.
Yo vivo en medio de mi pueblo.
Ellos me reconocerán como su único Dios,
pues no hay otro como yo.
¡Y no volverán a ser humillados!

28 »Cuando esto haya pasado,
les daré a todos mi espíritu:
hombres y mujeres hablarán de parte mía;
a los ancianos les hablaré en sueños
y a los jóvenes, en visiones.

29 »También en esos tiempos
daré mi espíritu
a los esclavos y a las esclavas.

30 »Daré muestras de mi poder
en el cielo y en la tierra:
habrá sangre y fuego,
y grandes columnas de humo.
31 El sol dejará de alumbrar,
y la luna se pondrá roja,
como si estuviera bañada en sangre.

»Esto pasará antes de que llegue
el maravilloso día
en que juzgaré a este mundo.
32 Pero yo salvaré
a los que me reconozcan como su Dios.
Mi templo está en Jerusalén,
y en esta ciudad vivirán
los que hayan escapado,
junto con mis elegidos.

Dios juzgará a las naciones

»Cuando llegue ese día,
haré que los de Judá y de Jerusalén
vuelvan de las naciones
a donde los llevaron prisioneros.
2-3 Reuniré a todas las naciones
en el valle de Josafat,
y las declararé culpables
por todo lo que le hicieron
a mi querido pueblo Israel:
lo dispersaron por todas partes,
y echando suertes entre ellos
se repartieron su territorio;
vendieron como esclavos
a los niños y a las niñas,
¡y con ese dinero compraron
vino para emborracharse,
y les pagaron a las prostitutas!

»Ciudades de Tiro y de Sidón,
no les conviene ponerse en mi contra.
Y a ustedes, provincias de Filistea,
no les conviene desquitarse conmigo,
porque yo les daré su merecido
más pronto de lo que piensan.
Ustedes se han robado
todo mi oro y toda mi plata;
¡mis más ricos tesoros
se los llevaron a sus templos!

6-7 »Ustedes, gente de Tiro y de Sidón,
se llevaron muy lejos a la gente de Judá;
a los habitantes de Jerusalén
los vendieron como esclavos.
Pero yo los rescataré;
los haré volver de Grecia,
donde ustedes los vendieron.

»Ahora yo haré con ustedes
lo mismo que hicieron con mi pueblo:
venderé a sus hijos y a sus hijas
al pueblo de Judá,
para que ellos los revendan
a las tribus del desierto.
Les juro que así lo haré».

El profeta anuncia el juicio

El profeta Joel les dijo a las naciones vecinas:

«¡Preparen sus ejércitos!
¡Prepárenlos para la batalla!
¡Dios les declara la guerra!
10 ¡Conviertan sus herramientas
en armas de guerra!
¡Conviertan a los más cobardes
en hombres de valor!

11-12 »¡Vengan, naciones vecinas!
Reúnanse pronto en el valle de Josafat.
¡Allí Dios las juzgará
y las declarará culpables!
13 Dios las cortará como al trigo
cuando está listo para la cosecha;
las aplastará como a las uvas
cuando están listas para hacer vino.
¡Ya es demasiada su maldad!

14 »Mucha gente se ha reunido
en el Valle de la Decisión,
porque allí llegará nuestro Dios.
¡Cercano está el día de su llegada!
15 Cuando Dios llegue,
se oscurecerán el sol y la luna,
y perderán su brillo las estrellas;
16 temblarán el cielo y la tierra,
y nuestro Dios se enojará
y hablará desde Jerusalén.
Pero protegerá a los israelitas
y será un refugio para ellos».

Habla Dios

17 Dios le dijo a su pueblo:

«Cuando llegue ese día,
ustedes reconocerán que yo soy su Dios.
Me quedaré a vivir en mi templo,
y Jerusalén será mi ciudad preferida.
¡Nunca más un ejército extranjero
volverá a poner un pie en ella!

18 »Cuando llegue ese día,
en los cerros y en las colinas
habrá vino y leche en abundancia;
y nunca faltará el agua
en los arroyos de Judá,
pues del templo saldrá un manantial
que regará el valle de Sitim.

19 »A Egipto y a Edom
los convertiré en un desierto,
porque atacaron sin motivo
a los habitantes de Judá,
y en su propio país
mataron a gente inocente.
20-21 Pero yo vengaré su muerte;
el culpable no quedará sin castigo.
Las ciudades de Judá y de Jerusalén
serán habitadas todo el tiempo,
y yo viviré en mi templo
para castigar al culpable
y defender al inocente».

Apocalipsis 5

El rollo y el Cordero

En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un libro enrollado. Las hojas del libro estaban escritas por ambos lados, y el libro estaba cerrado con siete sellos.[a] Luego vi a un ángel poderoso que preguntaba con fuerte voz: «¿Quién tiene la autoridad de romper los sellos y de abrir el rollo?»

Y no había nadie en todo el universo que pudiera abrir el rollo ni mirar su contenido. Yo me puse a llorar mucho, porque no había quien pudiera hacerlo. Pero uno de los ancianos[b] me dijo:

«No llores más, que ha salido vencedor el heredero del trono de David, a quien se le llama el León de Judá.[c] Sólo él tiene la autoridad de romper los siete sellos y de abrir el rollo.»

Entonces vi un Cordero[d] cerca del trono. En el cuerpo llevaba las marcas de haber sido sacrificado. Estaba de pie, rodeado por los cuatro seres vivientes y por los veinticuatro ancianos. Tenía siete cuernos,[e] y también siete ojos. Éstos son los siete espíritus de Dios,[f] que han sido enviados para visitar toda la tierra. El Cordero fue y tomó el libro enrollado que tenía en la mano derecha el que estaba sentado en el trono. Apenas hizo esto, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se arrodillaron delante de él. Cada uno tenía un arpa, y llevaba una copa llena de incienso que representaba las oraciones del pueblo de Dios. Y todos ellos cantaban esta nueva canción:

«Sólo tú mereces tomar el libro
y romper sus sellos.
Porque fuiste sacrificado,
y con tu sangre
rescataste para Dios,
a gente de toda raza,
idioma, pueblo y nación.
10 Los hiciste reyes
y sacerdotes para nuestro Dios;
ellos gobernarán la tierra.»

11 Luego oí el murmullo de muchos ángeles. Eran millones y millones de ángeles que rodeaban el trono, a los cuatro seres vivientes y a los veinticuatro ancianos. 12 Y decían con fuerte voz:

«El Cordero que fue sacrificado,
merece recibir el poder y la riqueza,
la sabiduría y la fuerza,
el honor y la alabanza.»

13 Y también oí decir a todos los seres del universo:

«¡Que todos alaben
al que está sentado en el trono,
y también al Cordero!
Que lo llamen maravilloso,
y por siempre admiren su poder.»

14 Los cuatro seres vivientes decían: «¡Así sea!», y los veinticuatro ancianos se arrodillaron y adoraron al que está sentado en el trono, y al Cordero.