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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Daniel 3-4

La gente adora la estatua de oro

El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro. La estatua tenía treinta metros de alto y tres metros de ancho, y fue puesta en el valle de Durá, que está en la provincia de Babilonia. 2-3 Para la presentación de la estatua, el rey mandó que se reunieran todas las personas importantes de su gobierno. Cuando toda esa gente estuvo reunida, 4-5 un mensajero anunció:

«Hay aquí gente que viene de diferentes pueblos y habla distintos idiomas. A todos ustedes, el rey Nabucodonosor les ordena prestar atención a los músicos, que van a tocar sus instrumentos. En cuanto oigan la música, todos ustedes deberán inclinarse hasta el suelo y adorar a la estatua que el rey mandó hacer. Quien no se incline para adorar a la estatua, será arrojado de inmediato a un horno encendido».

Y así fue. En cuanto la gente oyó la música, todos se arrodillaron y adoraron a la estatua de oro. Pero como los judíos no obedecieron la orden, unos babilonios fueron a ver al rey para acusarlos. Le dijeron:

«¡Deseamos que Su Majestad viva muchos años! 10 Sabemos que usted nos ha ordenado adorar a la estatua de oro, tan pronto como oigamos la música. 11 También sabemos que quien no obedezca será arrojado a un horno encendido. 12 Pero hay unos judíos que no respetan a Su Majestad, ni adoran a sus dioses, ni quieren inclinarse ante la estatua de oro. Y esto, a pesar de que Su Majestad les dio puestos muy importantes en el gobierno de Babilonia. Estamos hablando de Sadrac, Mesac y Abed-nego».

13 Al oír esto, el rey Nabucodonosor se enojó muchísimo y mandó que le llevaran a esos tres judíos. Cuando ellos se presentaron ante el rey, 14 él les preguntó:

—He sabido que ustedes no adoran a mis dioses ni quieren inclinarse ante la estatua de oro. ¿Es cierto eso? 15 Voy a darles una oportunidad. Si al escuchar la música, se inclinan y adoran a la estatua, no les haré nada. Pero si no la adoran, ordenaré que de inmediato los echen al horno. ¡Y ya verán que no habrá Dios que pueda salvarlos!

16-18 Sadrac, Mesac y Abed-nego le respondieron:

—Su Majestad, eso no es algo que nos preocupe. Si el Dios que adoramos así lo quiere, es capaz de librarnos del fuego y del poder de Su Majestad. Pero aun si no quisiera hacerlo, nosotros no pensamos adorar esa estatua de oro.

Dios salva del fuego a los tres jóvenes

19 Cuando Nabucodonosor oyó esto, se enojó mucho con los tres jóvenes y mandó que calentaran el horno al máximo. 20 Luego ordenó que sus hombres más fuertes ataran a los jóvenes y los echaran al fuego.

21-22 Los hombres del rey ataron de inmediato a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego. Como el rey quería que los echaran al horno enseguida, los hombres del rey les dejaron la misma ropa fina que traían puesta. Pero el horno estaba demasiado caliente, así que al momento en que arrojaron a los tres jóvenes al horno, el fuego alcanzó a los hombres del rey y los mató. 23 Los jóvenes, en cambio, cayeron al horno atados.

24 Cuando Nabucodonosor vio esto, se levantó rápidamente y les preguntó a sus consejeros:

—Me parece que los jóvenes que echamos al horno eran tres, y los tres estaban atados.

—Así es —respondieron los consejeros.

25 —Entonces —dijo el rey—, ¿cómo es que yo veo a cuatro? Todos ellos están desatados, y andan paseándose por el horno, sin que les pase nada. Además, ¡el cuarto joven parece un ángel!

26 Dicho esto, Nabucodonosor se acercó al horno lo más que pudo, y gritó: «Sadrac, Mesac y Abed-nego, servidores del Dios altísimo, ¡salgan de allí!»

Los tres jóvenes salieron del horno. 27 Enseguida los rodearon todas las personas importantes del gobierno, y se quedaron sorprendidos al ver que el fuego no les había hecho ningún daño. No se les había quemado la piel ni el pelo, ¡y ni siquiera su ropa olía a quemado!

28 El rey exclamó:

«Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió a su ángel para salvarlos. Tanto confían ellos en su Dios, que no quisieron obedecer mis órdenes. ¡Estaban dispuestos a morir, antes que adorar a otro dios!

29 »No hay otro dios que pueda hacer lo que el Dios de estos jóvenes ha hecho. Por lo tanto, ordeno que quien hable mal de este Dios sea cortado en pedazos, y que su casa se convierta en un basurero. ¡No me importa de dónde sea ni qué idioma hable!»

30 Además, Nabucodonosor les dio a los tres jóvenes puestos aun más importantes en el gobierno de Babilonia.

Nabucodonosor se vuelve loco

Después de eso, Nabucodonosor dijo:

«Con mis mejores deseos de paz y abundancia para todos los pueblos de la tierra, yo, el rey Nabucodonosor, quiero contar las cosas tan maravillosas que el Dios altísimo ha hecho conmigo. ¡Qué grandes son sus milagros y maravillas! Su reino durará para siempre, y su poder nunca tendrá fin.

»Mientras yo descansaba muy tranquilamente en mi palacio, tuve un sueño. Lo que vi en el sueño me asustó mucho. Entonces ordené que se presentaran ante mí todos los sabios de Babilonia, para que me explicaran el sueño. Cuando vinieron, les conté mi sueño; pero ninguno pudo decirme lo que significaba. 8-9 Después se presentó Daniel. Nosotros lo conocemos como Beltsasar, en honor de mi Dios. Yo sé que a Daniel lo guía el espíritu del Dios único. Por eso le conté mi sueño, y le dije:

»Tú, Beltsasar, eres más sabio que todos los sabios juntos. Yo sé que no hay nada que tú no sepas. He tenido un sueño, y quiero que me digas lo que significa. 10 Esto fue lo que soñé:

»En medio de la tierra
había un árbol muy alto.
11 No había otro árbol más fuerte;
no había otro árbol más grande.
Se podía ver desde lejos,
y llegaba hasta el cielo.
12 Eran tan verdes sus hojas
y tan abundante su fruta,
que alcanzaba para alimentar
a todas las aves del cielo,
a todos los animales del campo
y a toda la gente.

13 »Mientras yo seguía acostado,
un ángel bajó del cielo
14 y a gritos anunció:

“¡Echen abajo ese árbol!
Córtenle las ramas,
déjenlo sin hojas,
arránquenle su fruta.
Que se vayan los animales
que se cubren con su sombra;
que se vayan los pájaros
que anidan en sus ramas.
15-16 Déjenle sólo el tronco,
y no le arranquen las raíces.
Déjenlo entre la hierba del campo,
y que lo riegue el rocío.

”Dejen que ese árbol,
que es el rey Nabucodonosor,
cambie su manera de pensar
y se vuelva como los animales.
Déjenlo que coma hierba,
como los animales,
y sujétenlo con cadenas
durante siete años.

17 ”Los mensajeros de Dios
han decidido castigarlo.
Así todo el mundo sabrá
que sólo el Dios altísimo
gobierna a todos los reinos.
Hace rey a quien él quiere,
y hace jefe de un país
a la persona más sencilla”.

18 »Éste es el sueño que tuve, y que ningún sabio me pudo explicar. Pero yo sé que tú puedes hacerlo, porque el espíritu del Dios único está en ti».

19 Daniel estaba muy preocupado por las ideas que le venían a la cabeza, así que se quedó callado. Pero el rey lo llamó por su otro nombre y le dijo:

—No te preocupes, Beltsasar. Dime lo que significa el sueño.

Y Daniel le contestó:

—¡Cómo quisiera yo que el significado del sueño tuviera que ver con los enemigos de Su Majestad! 20-22 El árbol grande y poderoso que usted vio en su sueño es usted mismo. Su Majestad llegó a ser tan poderoso que su grandeza llegaba hasta el cielo. Y así como el árbol tenía hojas muy verdes, y todos comían de su fruta, así también Su Majestad cubría toda la tierra, y todo el mundo sabía de su poder.

23 »En el sueño usted vio que un ángel bajaba del cielo, y ordenaba que cortaran el árbol. Pero tenían que dejarle el tronco y las raíces, y sujetarlo con cadenas durante siete años. Además, el árbol debía quedarse en el campo, junto con los animales.

24 »Eso quiere decir que el Dios altísimo ha decidido castigar a Su Majestad. 25 Usted ya no vivirá con la gente, sino que vivirá con los animales, y comerá hierba como ellos. Se bañará con el rocío del cielo, y así estará usted durante siete años. Al final de esos siete años, Su Majestad reconocerá que sólo el Dios altísimo gobierna a todos los reinos del mundo, y que sólo él puede hacer rey a quien él quiere.

26 »Al árbol se le dejaron el tronco y las raíces. Eso quiere decir que Su Majestad volverá a reinar, pero sólo cuando haya reconocido el poder del Dios del cielo.

27 »Yo le aconsejo a Su Majestad que deje de hacer lo malo, y que ayude a la gente pobre y necesitada. Tal vez así pueda vivir Su Majestad tranquilo y feliz.

28 Lo que Daniel le dijo al rey Nabucodonosor se hizo realidad. 29 Un año después, el rey andaba paseando por su palacio 30 y dijo: «¡Qué grande es Babilonia! ¡Yo fui quien la hizo grande y hermosa, para mostrar mi poder a todo el mundo!»

31 Todavía estaba hablando el rey, cuando se oyó una voz del cielo que le dijo:

«Rey Nabucodonosor, a partir de este momento dejarás de ser rey. 32 No vivirás ya entre la gente, sino que vivirás siete años entre los animales. Comerás hierba del campo, como ellos, hasta que reconozcas que el Dios altísimo es el único rey de este mundo. Sólo Dios puede hacer rey a quien él quiere que sea rey».

33 Estas palabras se cumplieron inmediatamente, y el rey dejó de vivir entre la gente. Comía pasto, como los toros, y se bañaba con el rocío del cielo. Sus cabellos parecían plumas de águila, y sus uñas parecían garras de pájaro.

Nabucodonosor sana de su locura

34 «Al cabo de los siete años, yo, Nabucodonosor, dejé de estar loco. Entonces levanté los ojos al cielo y le di gracias al Dios altísimo, que vive para siempre. Lo alabé y le dije:

“Tu poder durará para siempre,
y tu reino no tendrá fin.
35 Ante ti, nada podemos hacer
los que vivimos en la tierra.
Tú haces lo que quieres
con los ejércitos del cielo
y con los habitantes del mundo.
Nadie puede oponerse a ti,
ni hacerte ningún reclamo”.

36 »Tan pronto como dije esto, sané de mi locura y recuperé la grandeza de mi reino. ¡Volví a ser el mismo de antes! Todos mis consejeros y jefes de mi reino vinieron a servirme, y llegué a ser más poderoso que antes. 37 Por eso alabo y adoro al Rey del cielo, pues todo lo que hace está bien hecho. Él es un Dios justo, que humilla a los que son orgullosos. Lo digo yo, el rey Nabucodonosor».

1 Juan 5

Confianza victoriosa

Si creemos que Jesús es el Mesías, en verdad seremos hijos de Dios. Y recordemos que, si amamos al Padre, también debemos amar a los hijos de ese mismo Padre. Y sabemos que amamos a Dios y obedecemos sus mandamientos, cuando también amamos a los hijos de Dios. Nosotros demostramos que amamos a Dios cuando obedecemos sus mandamientos; y obedecerlos no es difícil. En realidad, todo el que es hijo de Dios vence lo malo de este mundo, y todo el que confía en Jesucristo obtiene la victoria. El que cree que Jesús es el Hijo de Dios, vence al mundo y a su maldad.

Quién es Jesucristo

Cuando Jesucristo vino a este mundo, fue bautizado en agua, y al morir derramó su sangre. El Espíritu de Dios es testigo de esto, y todo lo que el Espíritu dice es verdad. Son tres los que nos enseñan que esto es verdad: el Espíritu de Dios, el agua del bautismo, y la sangre que Jesús derramó al morir en la cruz. Y los tres dicen lo mismo.

Nosotros valoramos lo que dice la gente, pero valoramos más lo que Dios dice, porque nos habla acerca de su Hijo. 10 Confiar en el Hijo de Dios es creer en lo que Dios ha dicho. Pero el que no cree en Dios lo hace pasar por mentiroso, porque no ha creído lo que Dios mismo ha dicho acerca de su Hijo Jesucristo. 11 Y lo que Dios ha dicho es que él nos ha dado vida eterna, y que tendremos esa vida si creemos en su Hijo. 12 Si vivimos unidos al Hijo de Dios, tenemos vida eterna. Si no vivimos unidos al Hijo de Dios, no tenemos vida eterna.

Conclusión

13 Les escribo esto a ustedes, que confían en el Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna. 14 Confiamos en Dios, pues sabemos que él nos oye, si le pedimos algo que a él le agrada. 15 Y así como sabemos que él oye nuestras oraciones, también sabemos que ya nos ha dado lo que le hemos pedido.

16 Si alguno ve que un hermano de la iglesia comete un pecado que no lleva a la muerte, debe orar por ese hermano, para que Dios le dé vida. Pero debe tratarse de un pecado que no lleve a la muerte. Porque hay pecados que llevan a la muerte, y quiero decirles que no se debe orar por quienes los cometen. 17 Todo tipo de maldad es pecado, pero no todo pecado lleva a la muerte.

18 Sabemos que los hijos de Dios no pecan porque Jesucristo, el Hijo de Dios, los cuida, y el diablo no puede hacerles daño. 19 Sabemos que somos de Dios, y que el resto de la gente en el mundo está dominada por el diablo. 20 Y también sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y que nos ha dado la capacidad de conocer al Dios verdadero. Nosotros vivimos unidos a su Hijo Jesucristo; él es el Dios verdadero, que da la vida eterna.

21 Cuidado, hijos míos, no obedezcan a los dioses falsos.