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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Jeremías 48-49

Advertencia contra Moab

48 El Dios todopoderoso me dio este mensaje para los habitantes de las ciudades de Moab:

«¡Pobrecita de la ciudad de Nebo!
¡Estoy a punto de destruirla!
¡Humillaré a la ciudad de Quiriataim,
y dejaré en ruinas su fortaleza!
Moab ha perdido su importancia,
y en Hesbón están pensando destruirla.
Babilonia invita a otras naciones
a venir y borrar del mapa a Moab.
También a la ciudad de Madmén
la perseguiré espada en mano.
Los de Horonaim lloran a gritos;
toda la ciudad ha quedado destruida.
Moab se volverá un montón de ruinas,
y los niños gritarán desesperados.
Por la cuesta de Luhit,
los que suben no dejan de llorar.

»Por la pendiente de Horonaim,
los que bajan no dejan de gritar:

“¡Qué desastre hemos sufrido!
¡Sálvese quien pueda!
¡Huyamos como burros salvajes!”

»A los de Moab los tomarán presos,
junto con su dios Quemós,
sus sacerdotes y sus oficiales,
por confiar en su ejército
y en sus muchas riquezas.
8-9 Valles y llanos serán destruidos.
La destrucción llegará a toda ciudad,
y ninguna de ellas se salvará.

»¡Prepárenle a Moab su tumba,
porque ha dejado de existir!
¡Sus ciudades están vacías
y ya nadie vive en ellas!
Les juro que así es.

10 »¡Maldito sea el que no quiera
tomar la espada para matar!
¡Maldito sea el que de mala gana
haga lo que yo le ordene!

11 »Desde un principio,
Moab siempre ha disfrutado de paz;
ni uno solo de sus habitantes
ha sido llevado prisionero.
Moab se parece al buen vino:
siempre ha estado en reposo
y en el mismo lugar.
Por eso le ha ido bien
y no ha perdido sus tradiciones.

12 »Pero ya se acerca el día
en que lo atacará el enemigo
y se lo llevará prisionero.
Les juro que así será.

13 »Los moabitas se avergonzarán
de su dios Quemós,
como antes los israelitas
se avergonzaron del dios Baal,
en quien pusieron toda su confianza.

14 »Pobrecitos soldados moabitas,
ustedes se creen muy valientes,
15 pero su país será destruido
y el enemigo conquistará sus ciudades.
¡Hasta sus mejores soldados
morirán en el campo de batalla!
Yo soy el Dios de Israel;
yo soy el Dios todopoderoso,
y les juró que así será.

16 »Ya no falta mucho tiempo;
muy pronto Moab será destruida.
17 Todos sus vecinos y conocidos
llorarán por esta famosa nación,
y dirán: “¡Pobrecita de Moab!
¡Miren cómo se vino abajo
una nación tan grande y poderosa!”

18 »Ustedes, los que viven en Dibón,
¡bajen ya de su alto trono
y siéntense en el duro suelo!
¡El enemigo ha comenzado a destruir!,
¡y caerán las murallas de Moab!

19 »Y ustedes, los que viven en Aroer,
deténganse a la orilla del camino
y fíjense cómo huye la gente.
¡Pregunten qué fue lo que pasó!
20 Seguramente les dirán
que Moab ha sido derrotada;
les dirán también que lloren,
y que anuncien por el río Arnón
que Moab ha quedado en ruinas.
21 Y es que voy a castigar
a las ciudades de la llanura;
castigaré a Holón, a Jahas y a Mefáat;
22 a Dibón, a Nebo y a Bet-diblataim;
23 a Quiriataim, a Bet-gamul y a Bet-megón,
24 a Queriot y a Bosrá,
y a todas las ciudades de Moab,
cercanas y lejanas.
25 Moab ha perdido su poder;
¡se le han acabado las fuerzas!
Les juro que así es.

26 »Tú, Moab, me ofendiste;
¡ahora dejaré que tus enemigos
te dejen en vergüenza y se burlen de ti!
27 Tú, Moab, te burlabas de mi pueblo;
siempre hablabas de ellos con desprecio,
como si fueran unos ladrones.
28 Pero ahora les toca a ustedes
dejar abandonadas sus ciudades
y quedarse a vivir entre las rocas;
les toca vivir como las palomas,
que anidan al borde de los precipicios.

29-30 »Mi pueblo y yo te conocemos.
Bien sabemos que tú, Moab,
eres un pueblo muy orgulloso
que se cree superior a todos.
¡Pero de nada te servirá ese orgullo!

31 »Por eso lloro y me angustio
por la gente de Moab y de Quir-heres.
32 Lloro también por ustedes,
los que viven en Sibmá,
pues se extendieron como un viñedo;
sus ramas llegaban hasta Jazer
y se extendían más allá del mar.
Pero llegó la destrucción
y acabó con tu cosecha.
33 Ya no hay fiesta ni alegría
en los fértiles campos de Moab;
ya no hay quien exprima uvas
ni quien prepare vino;
¡yo puse fin a esa alegría!

34 »¡Los pozos de Nimrim se han secado!
El llanto de la gente de Hesbón
se oye por todo el país de Moab.

35 »Yo acabaré con los moabitas
que adoran a otros dioses
en los pequeños santuarios
que han construido en los cerros.
Les juro que así lo haré.

36 »Mi corazón parece una flauta triste:
llora por la gente de Moab
y por los que viven en Quir-heres,
porque amontonaron grandes riquezas
y todo eso lo han perdido.
37 No hay un solo hombre en Moab
que no se haya rapado la cabeza
ni se haya afeitado la barba
en señal de dolor y tristeza.
Todos se visten de luto
y se hacen heridas en las manos.
38 En todas las casas de Moab
se oyen gritos de dolor;
por todas sus calles
se oye llorar a la gente,
porque hice pedazos a Moab
como si fuera un frasco inútil.
39 ¡Todos en Moab lloran a gritos
porque su nación ha quedado destrozada!
Sus ruinas producen espanto;
¡causan risa entre todos sus vecinos!

40 »¡Miren a los soldados de Babilonia!
¡Ya vienen los enemigos de Moab!
¡Parecen águilas dispuestas a atacar!
41 Cuando llegue el momento,
se apoderarán de sus ciudades,
y entonces sus guerreros, asustados,
temblarán como tiemblan las mujeres
cuando van a tener un hijo.
42-44 Ustedes, los que viven en Moab,
tratarán de escapar, pero sin éxito,
pues caerán de trampa en trampa;
y aun si lograran escapar,
acabarán por caer en la tumba.
Ya está muy cerca el día
en que castigaré a Moab;
y dejará de ser una nación
porque se rebeló contra mí.
Les juro que así será.

45 »Los que alcancen a escapar
llegarán a Hesbón casi muertos;
pero aun a esa orgullosa ciudad,
donde gobernaba el rey Sihón,
le prenderé fuego.

46 »¡Pobres de ustedes, los moabitas,
que adoran al dios Quemós!
Van a ser destruidos,
y a sus hijos y a sus hijas
los llevarán como esclavos a otra nación.
47 Pero cuando todo haya terminado,
haré que vuelvan de ese país.
Les juro que así lo haré.
Éste es mi castigo contra Moab».

Advertencia contra Amón

49 Acerca de la nación de Amón, Dios dijo:

«El territorio de Gad era de los israelitas,
pero me desobedecieron,
y por eso ahora los amonitas,
que adoran al dios Milcom,
se han apropiado del país.

»Ya se acerca el día
en que haré que se escuchen
gritos de guerra en la ciudad de Rabá,
que está en el territorio de Amón.
Tanto Rabá como las ciudades vecinas
arderán en llamas y quedarán en ruinas,
y entonces Israel echará de allí
a todos los que le robaron su tierra.

»¡Lloren ustedes, los que viven en Hesbón,
porque su ciudad quedará en ruinas!
¡Griten ustedes, las que viven en Rabá!
¡Vístanse de luto y hagan lamentos!
Corran de un lado para otro,
dentro de los muros de la ciudad,
porque su dios Milcom y sus sacerdotes
serán llevados a otro país,
junto con sus oficiales.
Ustedes los amonitas se sienten orgullosos
de tener un país con valles fértiles;
confían mucho en sus riquezas
y creen que nadie los atacará.
Pero yo soy el Dios de Israel;
soy el Dios todopoderoso,
y haré que las naciones vecinas
los asusten y persigan por todas partes.
Todos ustedes serán expulsados de aquí,
y nadie podrá reunir a los que huyan.
Pero después de todo esto,
yo haré que ustedes, los amonitas,
vuelvan del país adonde hayan sido llevados».

Advertencia contra Edom

Acerca de la nación de Edom, el Dios todopoderoso dijo:

«¡Ya no hay sabios en Temán!
Ya no queda ni uno solo.
Se ha acabado la sabiduría,
no hay nadie que dé consejos.
Ustedes, los que viven en Dedán,
¡Den media vuelta y huyan de aquí!
¡Métanse en las cuevas más profundas!
Voy a enviar una terrible desgracia
contra los habitantes de Edom,
pues ya es hora de que los castigue.

»Los que cosechan uvas
siempre dejan algo para los pobres.
Los ladrones que roban de noche
nunca se llevan todo.
10 Pero a los habitantes de Edom
no voy a dejarles nada;
¡dañaré hasta sus escondites,
para que no tengan dónde esconderse!
Morirán sus hijos y sus familias;
morirán también sus vecinos.
11 Pero sepan que yo cuidaré
de sus huérfanos y de sus viudas;
¡pueden confiar en mí!»

12-13 Dios también dijo:

«Ciudad de Bosrá, no creas que escaparás del castigo. Si he castigado a las naciones que no debían sufrir ningún castigo, ¡con mayor razón te castigaré a ti! Yo soy el Dios de Israel, y te juro que serás destruida y humillada; ¡llegarás a ser el hazmerreír de todos! También tus otras ciudades quedarán en ruinas para siempre.

14 »Ya he mandado un mensajero
para que anuncie entre las naciones:
“¡Prepárense para la guerra!
¡Únanse y ataquen a Edom!”

15 »Edom, voy a convertirte
en la nación más débil del mundo;
voy a hacer que todos te desprecien.
16 Tú te sientes orgullosa
de vivir en los altos montes.
Como si fueras un ave
has puesto tu nido entre las rocas
y por eso te crees a salvo.
Pero de allí te derribaré,
aunque tu nido sea tan alto
como el nido de las águilas.
Te juro que así lo haré.

17 »Tu caída será tan terrible
que se espantarán al verte
los que pasen por tus ruinas.
18 Quedarás como Sodoma y Gomorra,
¡y nadie volverá a vivir en ti!

19 »Edom, yo te atacaré sin aviso,
como lo hace un león con su presa.
Yo elegiré a tu enemigo,
para que en poco tiempo te derrote.
¡No hay otro Dios como yo!
¡No hay quien me pueda desafiar!
¡Ningún pastor de ovejas
es capaz de hacerme frente!

20 »Por lo tanto, presten atención;
escuchen lo que he pensado hacer
con los que viven en Temán.
Ya tengo preparado un plan contra Edom.
Los más jóvenes serán arrastrados
y todo el país quedará destruido.
21 Edom caerá en forma tan violenta
que la tierra temblará,
y los gritos de la gente
se oirán hasta el Mar de los Juncos.
22 El enemigo se lanzará al ataque
con la rapidez de las águilas;
atacará con las alas abiertas,
y cubrirá la ciudad de Bosrá.
Ese día, los soldados edomitas
temblarán como tiemblan las mujeres
cuando van a tener un hijo».

Advertencia contra Damasco

23 Acerca de Damasco, Dios dijo:

«Las ciudades de Hamat y Arpad
ya recibieron la mala noticia
y no hay nada que las consuele;
¡están inquietas y agitadas
como las olas del mar!
24 Los habitantes de Damasco
se han quedado sin fuerzas;
quieren huir, pero les tiemblan las piernas;
se retuercen de angustia y dolor,
como si fueran mujeres
a punto de tener su primer hijo.
25 Damasco fue en otros tiempos
una ciudad importante y alegre,
pero ahora ha quedado abandonada.
26-27 Y cuando llegue el momento,
sus mejores guerreros y sus jóvenes
caerán muertos por las calles.
Con el fuego que prenderé
a los altos muros de Damasco,
arderán los palacios de Ben-adad.
Yo soy el Dios todopoderoso
y les juro que así será».

Advertencia contra Quedar y Hasor

28 El rey de Babilonia había vencido a las tribus de Quedar y de Hasor. Acerca de ellas, Dios dijo:

«¡Soldados de Babilonia,
ataquen a la nación de Quedar!
¡Maten a esa gente del oriente!
29 ¡Atáquenlos! ¡Quítenles todo!
¡Quítenles sus carpas y sus ovejas!
¡Quítenles sus camellos
y sus cosas de valor!
Asústenlos con este grito:
“¡Hay terror por todas partes!”

30 »Ustedes, los que viven en Hasor,
¡escápense ya!,
¡escóndanse bajo tierra!
El rey de Babilonia
ha preparado contra ustedes
un terrible plan de ataque.
Les juro que va a atacarlos.

31-32 »Y ustedes, soldados de Babilonia,
¡ataquen a esta nación orgullosa!
Es una nación egoísta,
y se siente tan segura
que nunca cierra sus portones.
Pero yo voy a dispersarla
por todo el mundo,
y de todos lados le traeré el desastre.
A ustedes, babilonios, les permito
que les quiten sus camellos y sus tesoros.
Les juro que así será.

33 »La ciudad de Hasor quedará en ruinas
y se llenará de perros salvajes;
nunca más volverá a ser habitada,
porque nadie va a querer vivir allí».

Advertencia contra Elam

34 Cuando el rey Sedequías comenzó a reinar en Judá, Dios me habló acerca de la nación de Elam. Me dijo:

35 «Jeremías, yo soy el Dios todopoderoso, y éste es mi mensaje acerca de Elam:

»Voy a acabar con el ejército elamita.
Sus soldados son expertos guerreros,
pero yo los haré pedazos.
36 Desde los cuatro puntos cardinales
enviaré contra Elam grandes ejércitos,
y con la fuerza del viento
los dispersaré por todas partes;
¡no habrá un solo país
donde no haya elamitas refugiados!

37 »Los elamitas temblarán de miedo
cuando se enfrenten a sus enemigos,
y ellos los destruirán por completo.
Yo estoy muy enojado con ellos,
así que les enviaré terribles castigos.
Haré que haya guerra entre ellos,
hasta que nadie quede con vida.
38 Mataré a su rey y a sus oficiales,
y el rey de Elam seré yo.
39 Sin embargo, cuando todo termine,
haré volver a los elamitas
de los países adonde fueron llevados.
Les juro que así lo haré».

Hebreos 7

Jesús y Melquisedec

Melquisedec fue rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo. Cuando Abraham regresaba de una batalla, en la que había derrotado a unos reyes, Melquisedec salió a recibirlo y lo bendijo. Entonces Abraham le dio a Melquisedec la décima parte de todo lo que había ganado en la batalla.

El nombre Melquisedec significa «rey justo», pero también se le llama Rey de Salem, que significa «rey de paz». Nadie sabe quiénes fueron sus padres ni sus antepasados, ni tampoco cuándo o dónde nació y murió. Por eso él, como sacerdote, se parece al Hijo de Dios, que es sacerdote para siempre.

Ahora bien, Melquisedec era tan importante que nuestro antepasado Abraham le dio la décima parte de lo que ganó en la batalla. De acuerdo con la ley de Moisés, si un sacerdote pertenece a la familia de Leví, tiene derecho a recibir la décima parte de todo lo que gana el pueblo. No importa que el sacerdote sea del mismo pueblo o familia; todos por igual tienen que dar la décima parte. Y aunque Melquisedec no pertenecía a la familia de Leví, recibió la décima parte de lo que había ganado Abraham, a quien Dios le había hecho promesas.

Melquisedec bendijo a Abraham y, como todos sabemos, el que bendice es más importante que el que recibe la bendición. Los sacerdotes que ahora reciben la décima parte de lo que ganamos son personas que algún día morirán. Melquisedec, en cambio, sigue vivo, porque la Biblia no dice que haya muerto. Por eso podemos decir que los sacerdotes de ahora, que pertenecen a la familia de Leví, también le dieron a Melquisedec la décima parte, porque Abraham actuó como su representante. 10 Esto fue así porque todos ellos son descendientes de Abraham. Aunque todavía no habían nacido cuando Abraham se encontró con Melquisedec, de alguna manera todos ellos estaban presentes en Abraham.

Dos clases de sacerdotes

11 Dios le dio la ley al pueblo de Israel. Esa ley se hizo pensando en que los sacerdotes de la familia de Leví ayudarían al pueblo a ser perfecto. Pero como aquellos sacerdotes no pudieron hacerlo, fue necesario que apareciera un sacerdote diferente: uno que no fuera descendiente del sacerdote Aarón,[a] sino como Melquisedec. 12 Porque si cambia la clase de sacerdote, también cambia la ley.

13-14 Ese sacerdote tan distinto, del cual estamos hablando, es nuestro Señor Jesucristo. Como todos sabemos, él no descendía de la familia de Aarón, sino de la de Judá. La ley de Moisés dice que de esa familia nadie puede ser sacerdote, y nunca un sacerdote ha salido de ella.

15 Todo esto es más fácil de entender si tenemos en cuenta que ese sacerdote diferente es como Melquisedec. 16 Es diferente porque no fue elegido por ser miembro de una familia determinada, sino porque vive para siempre. 17 Acerca de él, dice la Biblia:

«Tú eres sacerdote para siempre,
como lo fue Melquisedec.»

18 Así que la ley de Moisés ha quedado anulada, porque resultó inútil. 19 Esa ley no pudo hacer perfecta a la gente. Por eso, ahora esperamos confiadamente que Dios nos dé algo mucho mejor, y eso nos permite que seamos sus amigos.

El mejor sacerdote

20 Además, Dios juró que tendríamos un sacerdote diferente. Los otros sacerdotes fueron nombrados sin que Dios jurara nada; 21 en cambio, en el caso de Cristo, Dios sí hizo un juramento, pues en la Biblia dice:

«Dios juró:
“Tú eres sacerdote para siempre.”
Y Dios no cambia de idea.»

22 Por eso Jesús nos asegura que ahora tenemos con Dios un pacto mejor. 23 Antes tuvimos muchos sacerdotes, porque ninguno de ellos podía vivir para siempre. 24 Pero como Jesús no morirá jamás, no necesita pasarle a ningún otro su oficio de sacerdote. 25 Jesús puede salvar para siempre a los que, por medio de él, quieren ser amigos de Dios. Pues vive eternamente, y siempre está pidiendo a Dios por ellos.

26 Jesús es el Jefe de sacerdotes que necesitábamos, pues es santo, en él no hay maldad, y nunca ha pecado. Dios lo apartó de los pecadores, lo hizo subir al cielo, y lo puso en el lugar más importante de todos. 27 Jesús no es como los otros sacerdotes, que todos los días tienen que matar animales para ofrecérselos a Dios y pedirle perdón por sus propios pecados, y luego tienen que hacer lo mismo por los pecados del pueblo. Por el contrario, cuando Jesús murió por nuestros pecados, ofreció su vida una sola vez y para siempre. 28 A los sacerdotes puestos por la ley de Moisés les resulta difícil obedecer a Dios en todo. Pero, después de darnos su ley, Dios juró que nos daría como Jefe de sacerdotes a su Hijo, a quien él hizo perfecto para siempre.