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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
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1 Crónicas 19-21

19 Aconteció después de esto que murió Najas, rey de los hijos de Amón, y su hijo reinó en su lugar. Entonces David pensó: “Mostraré bondad a Hanún hijo de Najas, porque su padre mostró bondad conmigo”.

David envió mensajeros para darle el pésame por la muerte de su padre. Pero cuando los servidores de David llegaron a la tierra de los hijos de Amón, para dar el pésame a Hanún, los jefes de los hijos de Amón dijeron a Hanún: “¿Te parece que David está honrando a tu padre, porque te ha enviado personas que te den el pésame? ¿No habrán venido a ti sus servidores para reconocer, explorar[a] y espiar el país?”.

Entonces Hanún tomó a los servidores de David, los rapó, cortó sus vestidos por la mitad, hasta las nalgas, y los despidió.

Fueron e informaron a David acerca de aquellos hombres, y él envió a encontrarlos, porque los hombres estaban sumamente avergonzados. El rey mandó que les dijeran: “Permanezcan en Jericó hasta que les crezca la barba, y entonces vuelvan”.

Derrota de la coalición siroamonita

Al ver los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanún y los hijos de Amón enviaron treinta y tres mil kilos de plata para tomar a sueldo carros y jinetes de Siria mesopotámica y de los sirios de Maaca y de Soba. Alquilaron treinta y dos mil carros y al rey de Maaca con su pueblo, los cuales vinieron y acamparon frente a Medeba. Los hijos de Amón se reunieron desde sus ciudades y fueron a la batalla. Cuando David oyó esto, envió a Joab con todo el ejército de los valientes.

Los hijos de Amón salieron y dispusieron la batalla a la entrada de la ciudad. Y los reyes que habían venido estaban aparte, en el campo.

10 Al ver Joab que el frente de batalla estaba delante y detrás de él, eligió a algunos de entre todos los escogidos de Israel y los dispuso para enfrentar a los sirios. 11 Puso al resto de la gente bajo el mando de su hermano Abisai, y se dispusieron para enfrentar a los hijos de Amón. 12 Y Joab dijo: “Si los sirios son más fuertes que yo, tú me darás auxilio; pero si los hijos de Amón son más fuertes que tú, yo te auxiliaré. 13 Esfuérzate, y luchemos valientemente por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios; y que el SEÑOR haga lo que le parezca bien”.

14 Entonces se acercó Joab, con la gente que estaba con él, para combatir contra los sirios; pero estos huyeron ante él. 15 Al ver que los sirios habían huido, los hijos de Amón también huyeron ante su hermano Abisai y entraron en la ciudad. Entonces Joab volvió a Jerusalén.

16 Los sirios, al verse derrotados por Israel, enviaron mensajeros y trajeron a los sirios que estaban al otro lado del Río, al frente de los cuales estaba Sofac, jefe del ejército de Hadad-ezer.

17 Cuando se le informó a David, este reunió a todo Israel; y cruzando el Jordán, fue hacia ellos y dispuso sus escuadrones contra ellos. David dispuso la batalla para enfrentarse con los sirios, y estos combatieron contra él. 18 Pero los sirios huyeron ante Israel, y David mató de los sirios a siete mil hombres de los carros y a cuarenta mil hombres de infantería. También mató a Sofac, jefe del ejército.

19 Al ver los servidores de Hadad-ezer que habían sido derrotados por Israel, hicieron la paz con David y le sirvieron. Y los sirios no quisieron volver a socorrer a los hijos de Amón.

David captura Rabat-amón

20 Aconteció al año siguiente, en el tiempo en que los reyes suelen salir a la guerra, que Joab condujo las fuerzas del ejército, destruyó la tierra de los hijos de Amón y fue a sitiar Rabá. Pero David se había quedado en Jerusalén.

Joab atacó Rabá, y la destruyó. Entonces David tomó la corona de la cabeza de su rey, y halló que pesaba treinta y tres kilos de oro y tenía piedras preciosas. Y fue puesta sobre la cabeza de David. También sacó mucho botín de la ciudad. A la gente que estaba en ella la sacó y la puso a trabajar con sierras, trillos de hierro y hachas[b]. Lo mismo hizo David con todas las ciudades de los hijos de Amón. Luego David regresó con todo el pueblo a Jerusalén.

Otras campañas contra

los filisteos

Aconteció después de esto que hubo en Gezer otra batalla contra los filisteos. Entonces Sibecai, de Husa, mató a Sipai, uno de los descendientes de los refaítas. Y ellos fueron sometidos.

Hubo otra batalla contra los filisteos. Entonces Eljanán hijo de Jaír mató a Lajmi, hermano de Goliat el geteo, el asta de cuya lanza era como un rodillo de telar.

Y hubo otra batalla en Gat, donde había un hombre de gran estatura, el cual tenía seis dedos en cada mano y seis dedos en cada pie, veinticuatro en total. Él también era un descendiente de Harafa. Él desafió a Israel, pero lo mató Jonatán hijo de Simea, hermano de David.

Estos eran descendientes de Harafa en Gat, y cayeron por mano de David y por mano de sus servidores.

Censo militar de David

21 Satanás se levantó contra Israel e incitó a David a que hiciera un censo de Israel. David dijo a Joab y a los jefes del ejército:

—Vayan, cuenten a los de Israel desde Beerseba hasta Dan, y tráiganme el número de ellos para que yo lo sepa.

Pero Joab respondió:

—¡Que el SEÑOR añada a su pueblo cien veces más! Oh rey y señor mío, ¿no son todos siervos de mi señor? ¿Para qué procura mi señor hacer esto? ¿Por qué ha de ser motivo de culpabilidad para Israel?

Pero la palabra del rey prevaleció contra Joab. Entonces salió Joab y recorrió todo Israel, y regresó a Jerusalén. Luego Joab dio a David el resultado del censo del pueblo: Todos los hombres de Israel que sacaban espada eran un millón cien mil. (Los hombres de Judá que sacaban espada eran cuatrocientos setenta mil). Joab no incluyó entre estos a los levitas ni a los hijos de Benjamín, porque el mandato del rey era detestable a Joab.

El censo provoca la ira del SEÑOR

Este mandato también era malo a los ojos de Dios, quien hirió a Israel. Y David dijo a Dios:

—He pecado gravemente al haber hecho esto. Pero ahora, quita, por favor, el pecado de tu siervo, porque he actuado muy neciamente.

Entonces el SEÑOR habló a Gad, vidente de David, diciendo:

10 —Ve y di a David que así ha dicho el SEÑOR: “Tres cosas te propongo; escoge para ti una de ellas, y yo te la haré”.

11 Entonces Gad fue a David y le dijo:

—Así ha dicho el SEÑOR: 12 “Elige para ti tres años de hambre; o ser derrotado durante tres meses ante tus adversarios y que la espada de tus enemigos te alcance; o tres días la espada del SEÑOR, es decir, que haya epidemia en el país y el ángel del SEÑOR cause destrucción en todo el territorio de Israel”. Ahora pues, mira qué he de responder al que me ha enviado.

13 Entonces David dijo a Gad:

—Estoy muy angustiado. Por favor, caiga yo en mano del SEÑOR, porque grande en extremo es su misericordia. Y no caiga yo en mano de los hombres.

14 Así que el SEÑOR envió una epidemia a Israel, y cayeron setenta mil hombres de Israel.

Se aplaca la ira contra el pueblo

15 Dios envió un ángel a Jerusalén para destruirla. Pero cuando iba a destruirla, el SEÑOR miró y cambió de parecer acerca de aquel mal. Y dijo al ángel que destruía:

—¡Basta ya! ¡Detén tu mano!

El ángel del SEÑOR estaba junto a la era de Ornán el jebuseo. 16 Entonces David alzó sus ojos y vio al ángel del SEÑOR que estaba entre el cielo y la tierra, con una espada desenvainada en su mano, extendida sobre Jerusalén. David y los ancianos se postraron sobre sus rostros, cubiertos de cilicio. 17 Y David dijo a Dios:

—¿No soy yo el que hizo contar al pueblo? Yo soy el que ha pecado, y en verdad he actuado mal. Pero estas ovejas, ¿qué han hecho? Oh SEÑOR, Dios mío, por favor, sea tu mano contra mí y contra mi casa paterna, pero no haya epidemia en tu pueblo.

18 Entonces el ángel del SEÑOR ordenó a Gad decir a David que subiera y erigiera un altar al SEÑOR en la era de Ornán el jebuseo. 19 David subió, conforme a la palabra que Gad le había hablado en nombre del SEÑOR. 20 Ornán se volvió y vio al ángel, y sus cuatro hijos que estaban con él se escondieron. Ornán estaba trillando trigo. 21 Cuando David llegó hasta Ornán, este miró y vio a David, y saliendo de la era se postró ante David con el rostro en tierra. 22 Entonces David dijo a Ornán:

—Dame el lugar de la era para que edifique en él un altar al SEÑOR. Dámelo por su justo precio, a fin de que cese la epidemia en el pueblo.

23 Ornán respondió a David:

—Tómalo para ti, y haga mi señor el rey lo que le parezca bien. Mira, yo doy los bueyes para el holocausto, los trillos para leña y el trigo para la ofrenda vegetal. Todo lo doy.

24 Pero el rey David respondió a Ornán:

—No, sino que por su justo precio lo compraré; porque no tomaré para el SEÑOR lo que es tuyo ni ofreceré un holocausto que no me cueste nada.

25 Entonces David dio a Ornán por el lugar el peso de seis kilos y medio de oro. 26 David edificó allí un altar al SEÑOR, y ofreció holocaustos y sacrificios de paz. E invocó al SEÑOR, y él le respondió con fuego desde los cielos sobre el altar del holocausto. 27 El SEÑOR habló al ángel, y este volvió su espada a la vaina.

David destina el lugar para el templo

28 En aquel tiempo, al ver David que el SEÑOR lo había oído en la era de Ornán el jebuseo, ofreció sacrificios allí. 29 Por aquel entonces, el tabernáculo del SEÑOR que Moisés había hecho en el desierto y el altar del holocausto estaban en el lugar alto de Gabaón. 30 David no pudo ir delante de él para consultar a Dios, porque estaba espantado a causa de la espada del ángel del SEÑOR.

Juan 8:1-27

Pero Jesús se fue al monte de los Olivos, y muy de mañana volvió al templo. Todo el pueblo venía a él y sentado, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio, le dijeron:

—Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el mismo acto de adulterio. Ahora bien, en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales. Tú, pues, ¿qué dices?

Esto decían para probarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con el dedo. Pero, como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo:

—El de ustedes que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.

Al inclinarse hacia abajo otra vez, escribía en tierra. Pero cuando lo oyeron, salían uno por uno comenzando por los más viejos[a]. Solo quedaron Jesús y la mujer, que estaba en medio. 10 Entonces Jesús se enderezó y le preguntó:

—Mujer, ¿dónde están?[b]. ¿Ninguno te ha condenado?

11 Y ella dijo:

—Ninguno, Señor.

Entonces Jesús le dijo:

—Ni yo te condeno. Vete y, desde ahora, no peques más].

Testimonio de Jesús sobre sí mismo

12 Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo:

—Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida.

13 Entonces los fariseos le dijeron:

—Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.

14 Jesús respondió y les dijo:

—Aun si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero porque sé de dónde vine y a dónde voy. Pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. 15 Ustedes juzgan según la carne pero yo no juzgo a nadie. 16 Y aun si yo juzgo, mi juicio es verdadero porque no soy yo solo sino yo y el Padre que me envió. 17 En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.

19 Entonces le decían:

—¿Dónde está tu Padre?

Respondió Jesús:

—Ni a mí me conocen, ni a mi Padre. Si a mí me hubieran conocido, a mi Padre también habrían conocido.

20 Estas palabras habló Jesús enseñando en el templo en el lugar de las ofrendas; y nadie lo prendió porque todavía no había llegado su hora.

21 Luego Jesús les dijo otra vez:

—Yo me voy, y me buscarán; pero en su pecado morirán. A donde yo voy ustedes no pueden ir.

22 Entonces los judíos decían:

—¿Será posible que se habrá de matar a sí mismo? Pues dice: “A donde yo voy, ustedes no pueden ir”.

23 Él les decía:

—Ustedes son de abajo; yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo. 24 Por esto les dije que morirán en sus pecados; porque a menos que crean que Yo Soy, en sus pecados morirán.

25 Así que le decían:

—Tú, ¿quién eres?

Entonces Jesús les dijo:

—Lo mismo que les vengo diciendo desde el principio. 26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de parte de él, esto hablo al mundo.

27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre.

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