Old/New Testament
Muerte de Saúl y de sus hijos
10 Los filisteos combatieron contra Israel, y los hombres de Israel huyeron delante de los filisteos y cayeron muertos en el monte Gilboa. 2 Los filisteos persiguieron de cerca a Saúl y a sus hijos; y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl.
3 La batalla arreció contra Saúl, y los que tiran con el arco lo encontraron; y fue herido gravemente por los arqueros. 4 Entonces Saúl dijo a su escudero: “Saca tu espada y atraviésame con ella, no sea que vengan esos incircuncisos y hagan mofa de mí”. Pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada y se dejó caer sobre ella. 5 Al ver su escudero que Saúl estaba muerto, él también se dejó caer sobre su espada y murió. 6 Así murió Saúl, y sus tres hijos y todos los de su casa murieron junto con él. 7 Y al ver todos los hombres de Israel que estaban en el valle que los de Israel[a] habían huido, y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y huyeron. Entonces los filisteos fueron y habitaron en ellas.
8 Aconteció que al día siguiente, cuando los filisteos fueron para despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus hijos caídos en el monte Gilboa. 9 Lo despojaron, tomaron su cabeza y sus armas, y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para dar la buena noticia a sus ídolos y al pueblo. 10 Después pusieron sus armas en el templo de sus dioses, y clavaron su cabeza en el templo de Dagón.
11 Cuando todos los de Jabes, en Galaad, oyeron todo lo que los filisteos habían hecho con Saúl, 12 todos los hombres valientes se levantaron y tomaron el cadáver de Saúl y los cadáveres de sus hijos, y los llevaron a Jabes. Enterraron sus restos debajo de la encina en Jabes y ayunaron siete días.
13 Así murió Saúl por la infidelidad que cometió contra el SEÑOR, respecto a la palabra del SEÑOR, la cual no guardó, y porque consultó a quien evoca a los muertos pidiendo consejo, 14 en lugar de pedir consejo al SEÑOR. Por esta causa él lo hizo morir y transfirió el reino a David hijo de Isaí.
David es proclamado rey de Israel
11 Entonces todos los de Israel acudieron a David, en Hebrón, y le dijeron: “He aquí, nosotros somos hueso tuyo y carne tuya. 2 En tiempos pasados, cuando Saúl aún reinaba, tú eras quien sacaba y hacía volver a Israel. Y el SEÑOR tu Dios te dijo: ‘Tú pastorearás a mi pueblo Israel, y serás el soberano de mi pueblo Israel’”.
3 Fueron, pues, todos los ancianos de Israel al rey, en Hebrón. Y David hizo un pacto con ellos en Hebrón, delante del SEÑOR. Entonces ungieron a David como rey sobre Israel, conforme a la palabra del SEÑOR por medio de Samuel.
David toma la fortaleza de Sion
4 Entonces David, con todo Israel, fue a Jerusalén, la cual es Jebús, donde estaban los jebuseos, habitantes de aquella tierra. 5 Y los habitantes de Jebús dijeron a David: “Tú no entrarás acá”. Sin embargo, David tomó la fortaleza de Sion, que es la Ciudad de David. 6 Y dijo David: “El que ataque primero a los jebuseos será cabeza y jefe”. Entonces Joab, hijo de Sarvia, subió primero y fue hecho jefe.
7 David habitó en la fortaleza, y por eso la llamaron la Ciudad de David. 8 Él edificó la ciudad alrededor, desde Milo hasta los alrededores. Y Joab restauró el resto de la ciudad.
9 David iba engrandeciéndose más y más, y el SEÑOR de los Ejércitos estaba con él.
Los tres valientes de David
10 Estos son los principales de los valientes que tenía David, los que junto con todo Israel le dieron apoyo en su reinado, para hacerlo rey, conforme a la palabra del SEÑOR respecto a Israel. 11 Esta es la lista de los valientes que tenía David:
Jasobeam hijo de Hacmoni era jefe de los treinta[b]. Él blandió su lanza contra trescientos, y los mató de una sola vez.
12 Después de él estaba Eleazar hijo de Dodo, el ajojita. Él era uno de los tres valientes, 13 que estaba con David en Pas-damim cuando los filisteos se reunieron allí para la batalla.
Había una parcela de tierra llena de cebada. El pueblo había huido ante los filisteos, 14 pero él se puso firme en medio de la parcela y la defendió[c], derrotando a los filisteos. Y el SEÑOR les dio una gran victoria.
15 Tres de los treinta principales descendieron hasta la peña donde estaba David, en la cueva de Adulam, mientras el ejército de los filisteos acampaba en el valle de Refaím. 16 David estaba entonces en la fortaleza, y un destacamento de los filisteos estaba en Belén. 17 Entonces David sintió un vivo deseo y dijo: “¡Quién me diera de beber agua de la cisterna de Belén, que está junto a la puerta!”.
18 Entonces los tres irrumpieron en el campamento de los filisteos y sacaron agua de la cisterna de Belén, que estaba junto a la puerta. Se la llevaron y la presentaron a David. Pero David no la quiso beber, sino que la derramó como un sacrificio al SEÑOR, diciendo: 19 “¡Lejos esté de mí, oh Dios mío, el hacer esto! ¿He de beber yo la sangre de estos hombres que fueron con riesgo de sus vidas? Porque la han traído con riesgo de sus vidas”. Y no quiso beberla. Estas cosas hicieron los tres valientes.
Los treinta valientes de David
20 Abisai, hermano de Joab, era el jefe de los treinta[d]. Él blandió su lanza contra trescientos y los mató, y tuvo renombre junto con los tres. 21 Entre los treinta[e], él era el más respetado[f] y fue su jefe; pero no fue incluido entre los tres.
22 Benaías hijo de Joyada era hijo de un hombre valeroso de Cabseel, de grandes hazañas. Él mató a los dos héroes[g] de Moab. Él descendió y mató un león dentro de una cisterna, un día de nieve. 23 Él también mató a un egipcio, hombre de dos metros veinticinco centímetros de estatura. El egipcio tenía en su mano una lanza como un rodillo de telar, y Benaías salió a su encuentro con un palo, pero arrebató la lanza de la mano del egipcio y lo mató con su propia lanza. 24 Estas cosas hizo Benaías hijo de Joyada y tuvo renombre junto con los tres valientes. 25 He aquí que era el más respetado de los treinta, pero no llegó a estar entre los tres. David lo puso al frente de su guardia personal.
26 Y los valientes eran: Asael, hermano de Joab; Eljanán hijo de Dodo, de Belén; 27 Samot el harorita; Heles el pelonita; 28 Ira hijo de Iques, de Tecoa; Abiezer, de Anatot; 29 Sibecai, de Husa; Ilai el ajojita; 30 Maharai, de Netofa; Heled hijo de Baaná, de Netofa; 31 Itai hijo de Ribai, de Gabaa de los hijos de Benjamín; Benaías, de Piratón; 32 Hurai, de los arroyos de Gaas; Abiel, de Arabá; 33 Azmávet el barjumita; Eliaba, de Saalbín; 34 los hijos de Hasem el gizonita; Jonatán hijo de Sage el hararita; 35 Ajiam hijo de Sacar el hararita; Elifal hijo de Ur; 36 Hefer el mequeratita; Ajías el pelonita; 37 Hezro, de Carmel; Naarai hijo de Ezbai; 38 Joel, hermano de Natán; Mibjar hijo de Hagrai; 39 Selec el amonita; Najarai, de Beerot, escudero de Joab, hijo de Sarvia; 40 Ira, de Jatir; Gareb, de Jatir; 41 Urías el heteo; Zabad hijo de Ajlai; 42 Adina hijo de Siza el rubenita, jefe de los rubenitas, y treinta con él; 43 Hanán, hijo de Maaca; Josafat el mitnita; 44 Uzías, de Astarot; Sama y Jeiel, hijos de Hotam, de Aroer; 45 Yediael hijo de Simri y su hermano Yoja el tizita; 46 Eliel, de Majanaim; Jeribai y Josavías, hijos de Elnaam; Itma el moabita; 47 Eliel, Obed y Jaasiel el mesobaíta.
Componentes de la tropa de David
12 Estos son los que fueron hasta David en Siclag, cuando él estaba exiliado por causa de Saúl hijo de Quis. Ellos estaban entre los valientes que le ayudaron en la batalla. 2 Estaban armados con arcos y usaban tanto la mano derecha como la izquierda para tirar piedras con la honda y flechas con el arco.
De los hermanos de Saúl, de Benjamín: 3 El jefe Ajiezer y Joás, hijos de Semaa, de Gabaa; Jeziel y Pelet, hijos de Azmávet; Beraca y Jehú el anatotita; 4 Ismaías, de Gabaón, valiente entre los treinta y jefe de los treinta; Jeremías, Yajaziel, Johanán; Jozabad, de Gedera; 5 Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías el harifita, 6 Elcana, Isías, Azareel, Joezer y Jasobeam, coreítas; 7 Joela y Zebadías, hijos de Jerojam, de Gedor.
8 También de los de Gad se pasaron a David en la fortaleza en el desierto algunos guerreros valientes, hombres entrenados para la batalla, que manejaban el escudo y la lanza. Sus caras eran como caras de leones, y eran veloces como las gacelas sobre las montañas. Ellos eran: 9 Ezer el jefe, Abdías el segundo, Eliab el tercero, 10 Mismana el cuarto, Jeremías el quinto, 11 Atai el sexto, Eliel el séptimo, 12 Johanán el octavo, Elzabad el noveno, 13 Jeremías el décimo, y Macbanai el undécimo. 14 Estos fueron jefes del ejército de los hijos de Gad. El menor podía hacer frente a cien hombres; y el mayor, a mil. 15 Estos fueron los que cruzaron el Jordán en el mes primero[h], cuando se había desbordado sobre todas sus riberas; e hicieron huir a todos los de los valles al oriente y al occidente.
16 Asimismo, algunos de los hijos de Benjamín y de Judá fueron a David, a la fortaleza. 17 David salió a recibirlos y les habló diciendo:
—Si han venido a mí con actitud pacífica y para ayudarme, estoy listo para tener alianza con ustedes. Pero si es para traicionarme a favor de mis enemigos, estando mis manos libres de violencia, que el Dios de nuestros padres lo vea y lo demande.
18 Entonces el Espíritu invistió a Amasai, jefe de los treinta, quien dijo:
—¡Por ti, oh David, y contigo, oh hijo de Isaí! ¡Paz! ¡Paz contigo, y paz con los que te ayudan, porque tu Dios también te ayuda!
David los aceptó y los puso entre los jefes de la tropa.
19 También algunos de Manasés se pasaron a David, cuando este fue con los filisteos a la batalla contra Saúl. (Pero no les ayudaron, porque por consejo, los gobernantes de los filisteos lo despidieron, diciendo: “¡Con nuestras cabezas se pasará a su señor Saúl!”). 20 Así que, al volver a Siclag, se pasaron a él de los de Manasés: Adnaj, Jozabad, Yediael, Micael, Jozabad, Elihú y Ziletai, jefes de millares de Manasés. 21 Estos vinieron en ayuda de David contra la banda armada, porque todos eran hombres valientes. Y llegaron a ser jefes del ejército. 22 Porque día tras día llegaban a David para ayudarle, hasta que se hizo un gran ejército, como un ejército de Dios.
Los que hicieron rey a David en Israel
23 Estos son los totales de los hombres listos para la guerra, que fueron a David, en Hebrón, para transferirle el reino de Saúl, conforme a la palabra del SEÑOR:
24 De los hijos de Judá, seis mil ochocientos hombres listos para la guerra, los cuales portaban escudo y lanza.
25 De los hijos de Simeón, siete mil cien hombres valientes para la guerra.
26 De los hijos de Leví, cuatro mil seiscientos. 27 Asimismo, Joyada, jefe de los descendientes de Aarón, y con él, tres mil setecientos. 28 También Sadoc, un joven valiente, con veintidós jefes de su casa paterna.
29 De los hijos de Benjamín, hermanos de Saúl, tres mil, pues hasta aquel tiempo la mayor parte de ellos guardaban fidelidad a la casa de Saúl.
30 De los hijos de Efraín, veinte mil ochocientos hombres valientes e ilustres en sus casas paternas.
31 De la media tribu de Manasés, dieciocho mil, que fueron designados por nombre para ir a proclamar rey a David.
32 De los hijos de Isacar, doscientos expertos en entender los tiempos, que sabían lo que Israel debía hacer y cuyas órdenes seguían todos sus hermanos.
33 De Zabulón, cincuenta mil hombres aptos para la guerra, listos para la batalla con todo tipo de armas de guerra, dispuestos a prestar ayuda a David con todo el corazón[i].
34 De Neftalí, mil principales, y con ellos treinta y siete mil con escudo y lanza.
35 De Dan, veintiocho mil seiscientos hombres dispuestos para la batalla.
36 De Aser, cuarenta mil hombres aptos para la guerra, dispuestos para la batalla.
37 Del otro lado del Jordán, de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés, ciento veinte mil hombres armados con todo tipo de armas de guerra.
38 Todos estos hombres de guerra, listos para la batalla, fueron a Hebrón con corazón sincero para proclamar a David rey sobre todo Israel. Todos los demás de Israel participaban también del mismo sentir para proclamar rey a David. 39 Y estuvieron allí con David tres días comiendo y bebiendo, porque sus hermanos habían provisto para ellos. 40 También los que les eran vecinos, hasta Isacar, Zabulón y Neftalí, llevaron alimentos en asnos, camellos, mulos y bueyes, provisiones de harina, tortas de higos, tortas de pasas, vino, aceite, vacas y ovejas en abundancia, porque había alegría en Israel.
45 Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios[a]. Así que todo aquel que oye y aprende del Padre viene a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre, sino que aquel que proviene de Dios, este ha visto al Padre. 47 De cierto, de cierto les digo: El que cree[b] tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo para que el que coma de él no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne.
52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo:
—¿Cómo puede este darnos a comer su carne?
53 Y Jesús les dijo:
—De cierto, de cierto les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y beben su sangre, no tienen vida en ustedes. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él. 57 Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, de la misma manera el que me come también vivirá por mí. 58 Este es el pan que descendió del cielo. No como los padres que comieron y murieron; el que come de este pan vivirá para siempre.
59 Estas cosas dijo en la sinagoga cuando enseñaba en Capernaúm.
Palabras de vida eterna
60 Entonces, al oírlo, muchos de sus discípulos dijeron:
—Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo:
—¿Esto los escandaliza? 62 ¿Y si vieran al Hijo del Hombre subir a donde estaba primero? 63 El Espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay entre ustedes algunos que no creen.
Pues desde el principio Jesús sabía quiénes eran los que no creían y quién le había de entregar, 65 y decía:
—Por esta razón les he dicho que nadie puede venir a mí a menos que le haya sido concedido por el Padre.
66 Desde entonces, muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él. 67 Entonces Jesús les dijo a los doce:
—¿Quieren acaso irse ustedes también?
68 Le respondió Simón Pedro:
—Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios[c].
70 Jesús les respondió:
—¿No los escogí yo a ustedes doce y uno de ustedes es diablo?
71 Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, porque este, siendo uno de los doce, estaba por entregarlo.
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