Old/New Testament
Jehú elimina a los hijos de Acab
10 Acab tenía setenta hijos en Samaria. Y Jehú escribió cartas y las envió a Samaria a los principales de la ciudadc, a los ancianos y a los tutores de los hijos de Acab, diciendo:
2 Ahora, cuando esta carta llegue a ustedes, puesto que tienen con ustedes a los hijos de su señor, y tienen con ustedes los carros, los caballos, una ciudad fortificada y las armas, 3 miren cuál es el mejor y más apto de los hijos de su señor, y pónganlo en el trono de su padre, y combatan por la casa de su señor.
4 Pero ellos tuvieron mucho temor y se dijeron: “He aquí que dos reyes no pudieron resistirlo; ¿cómo podremos resistir nosotros?”. 5 Entonces el administrador del palacio, el alcalde de la ciudad, los ancianos y los tutores enviaron a decir a Jehú: “Nosotros somos tus siervos y haremos todo lo que nos digas. No pondremos a ninguno como rey; haz lo que te parezca bien”.
6 Entonces les escribió una segunda carta diciendo:
Si están de mi parte y obedecen mi voz, tomen las cabezas de los hijos varones de su señor y vengan a mí mañana a estas horas a Jezreel.
Los hijos del rey, setenta hijos varones, estaban allí con los principales de la ciudad que los criaban. 7 Y sucedió que cuando les llegó la carta, tomaron a los hijos del rey y degollaron a los setenta hijos varones. Luego pusieron sus cabezas en canastas y las enviaron a Jehú a Jezreel. 8 Entonces llegó el mensajero y le informó diciendo:
—Han traído las cabezas de los hijos del rey.
Y él dijo:
—Pónganlas en dos montones a la entrada de la puerta de la ciudad, hasta mañana.
9 Cuando llegó la mañana, Jehú salió, se puso de pie y dijo a todo el pueblo:
—Ustedes son inocentes. He aquí, yo soy el que ha conspirado contra mi señor y lo he matado. Pero, ¿quién ha matado a todos estos? 10 Sepan, por tanto, que de la palabra del SEÑOR, de lo que ha hablado el SEÑOR contra la casa de Acab, nada caerá a tierra; y que el SEÑOR ha hecho lo que había dicho por medio de su siervo Elías.
11 Así Jehú mató a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, a todos sus principales, a sus amigos íntimos y a sus sacerdotes, hasta no dejarle ningún sobreviviente.
Jehú elimina a los hermanos de Ocozías
12 Jehú partió y se dirigió a Samaria, y en el camino llegó a Bet-equed[a] de los pastores. 13 Y Jehú encontró allí a los hermanos de Ocozías, rey de Judá, y les preguntó:
—¿Quiénes son ustedes?
Ellos respondieron:
—Somos hermanos de Ocozías y hemos descendido para saludar a los hijos del rey y a los hijos de la reina madre.
14 Entonces él dijo:
—¡Préndanlos vivos!
Y después que los prendieron vivos, degollaron junto al pozo de Bet-equed[b] a cuarenta y dos hombres, sin dejar con vida a ninguno de ellos.
Jehú elimina a la familia de Acab
15 Jehú partió de allí y encontró a Jonadab hijo de Recab, que venía a su encuentro. Y después de saludarlo le preguntó:
—¿Es recto tu corazón, como mi corazón es recto con tu corazón[c]?
Jonadab respondió:
—Sí, lo es.
Entonces Jehú dijo[d]:
—Si lo es, ¡dame la mano!
Y le dio la mano. Luego lo hizo subir con él al carro, 16 y dijo:
—Ven conmigo y verás mi celo por el SEÑOR.
Y lo hizo[e] subir a su carro. 17 Entonces, cuando Jehú llegó a Samaria, mató a todos los de Acab que habían quedado allí, hasta exterminarlos, conforme a la palabra que el SEÑOR había hablado a Elías.
Jehú elimina a los profetas de Baal
18 Entonces Jehú reunió a todo el pueblo y les dijo:
—Acab sirvió poco a Baal; Jehú le servirá mucho. 19 Ahora pues, convóquenme a todos los profetas de Baal, a todos sus siervos y a todos sus sacerdotes, sin que falte ni uno; porque voy a ofrecer un gran sacrificio a Baal. Cualquiera que falte no vivirá.
Jehú hacía esto con astucia, para destruir a los que rendían culto a Baal. 20 Entonces dijo Jehú:
—¡Consagren una asamblea festiva para Baal!
Y ellos la convocaron. 21 Entonces Jehú envió mensajeros por todo Israel, y todos los siervos de Baal llegaron, sin que nadie dejara de venir. Y entraron en el templo de Baal, el cual se llenó de extremo a extremo.
22 Entonces Jehú dijo al que estaba a cargo del vestuario:
—Saca vestiduras para todos los siervos de Baal.
Y él sacó las vestimentas para ellos. 23 Luego entró Jehú con Jonadab hijo de Recab en el templo de Baal, y dijo a los siervos de Baal:
—Busquen y vean que no haya aquí entre ustedes ninguno de los siervos del SEÑOR, sino solo los siervos de Baal.
24 Cuando entraron para ofrecer los sacrificios y los holocaustos, Jehú colocó afuera ochenta hombres diciéndoles:
—¡Cualquiera que deje escapar a alguno de los hombres que yo he puesto en sus manos, su vida responderá por la de él!
25 Y sucedió que cuando ellos acabaron de hacer el holocausto, Jehú dijo a los de su escolta y a los comandantes:
—¡Entren y mátenlos; que no salga ninguno!
Los de la escolta y los comandantes los mataron a filo de espada y los echaron fuera. Avanzaron hasta el interior del templo de Baal, 26 sacaron el árbol ritual[f] del templo de Baal y lo quemaron. 27 Destrozaron la piedra ritual de Baal, destrozaron el templo y lo convirtieron en letrina hasta el día de hoy. 28 Así Jehú erradicó a Baal de Israel.
Otros hechos de Jehú
29 Con todo eso, Jehú no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, quien hizo pecar a Israel. Jehú no se apartó de ir en pos de los becerros de oro que estaban en Betel y en Dan. 30 Entonces el SEÑOR dijo a Jehú:
—Porque has actuado bien haciendo lo recto ante mis ojos y has hecho a la casa de Acab conforme a todo lo que estaba en mi corazón, tus hijos se sentarán en el trono de Israel hasta la cuarta generación.
31 Pero Jehú no se cuidó de andar con todo su corazón en la ley del SEÑOR Dios de Israel ni se apartó de los pecados de Jeroboam, quien hizo pecar a Israel.
32 En aquellos días el SEÑOR comenzó a reducir a Israel. Hazael los derrotó en todo el territorio de Israel, 33 desde el Jordán al oriente, en todas las tierras de Galaad, Gad, Rubén y Manasés; y desde Aroer, que está junto al río Arnón, hasta Galaad y Basán.
34 Los demás hechos de Jehú, todas las cosas que hizo y todo su poderío, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 35 Jehú reposó con sus padres, y lo sepultaron en Samaria. Y su hijo Joacaz reinó en su lugar. 36 El tiempo que reinó Jehú sobre Israel en Samaria fue de veintiocho años.
Atalía usurpa el trono de Judá
11 Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que su hijo había muerto, se levantó y exterminó a toda la descendencia real. 2 Pero Josabet, hija del rey Joram y hermana de Ocozías, tomó a Joás hijo de Ocozías, lo sacó a escondidas de entre los hijos del rey a quienes estaban dando muerte, y puso a él y a su nodriza en un dormitorio. Así lo escondiób de Atalía, y no fue muerto. 3 Y estuvo escondido con ella en la casa del SEÑOR seis años. Entre tanto, Atalía reinaba en el país.
Joás asciende al trono de Judá
4 Al séptimo año, Joyada trajo a los jefes de centenas de los careos y de los de la escolta real, y los llevó con él a la casa del SEÑOR. Entonces hizo un convenio con ellos, los hizo prestar juramento en la casa del SEÑOR y les mostró al hijo del rey. 5 Y les mandó diciendo:
—Esto es lo que han de hacer: Una tercera parte de ustedes, los que entran de turno el sábado, tendrán la guardia de la casa del rey. 6 Otra tercera parte estará junto a la puerta Sur, y la otra tercera parte estará en la puerta detrás de la escolta real. Así guardarán el palacio por turno. 7 Y dos partes de ustedes, todos los que salen de turno el sábado, tendrán la guardia de la casa del SEÑOR junto al rey. 8 Formarán un círculo alrededor del rey, cada uno con sus armas en su mano. Cualquiera que se meta en las filas morirá. Estarán con el rey cuando salga y cuando entre.
9 Los jefes de centenas hicieron conforme a todo lo que había mandado el sacerdote Joyada. Tomaron cada uno a sus hombres, a los que habían de entrar el sábado y a los que habían de salir el sábado, y fueron al sacerdote Joyada. 10 El sacerdote dio a los jefes de centenas las lanzas y los escudos que habían sido del rey David, y que estaban en la casa del SEÑOR. 11 Entonces los de la escolta real se apostaron, cada uno con sus armas en su mano, desde el lado sur del templo hasta el lado norte del templo, entre el altar y el templo, alrededor del rey.
12 Luego Joyada sacó al hijo del rey, le puso la corona y le dio el testimonio; y lo proclamaron rey. Lo ungieron y le aplaudieron diciendo:
—¡Viva el rey!
13 Cuando Atalía oyó el bullicio de la escolta y de la gente, se acercó a la gente en la casa del SEÑOR. 14 Y cuando miró, he aquí que el rey estaba de pie junto a la columna, según la costumbre. Los magistrados y los que tocaban las trompetas estaban junto al rey. Todo el pueblo de la tierra se regocijaba y tocaba las trompetas. Entonces Atalía rasgó sus vestidos y gritó:
—¡Conspiración! ¡Conspiración!
15 Luego el sacerdote Joyada dio orden a los jefes de centenas que estaban al mando del ejército, y les dijo:
—¡Sáquenla de entre las filas; y al que la siga, mátenlo a espada!
Porque el sacerdote había dicho que no la mataran en la casa del SEÑOR. 16 Entonces le echaron mano, y cuando ella llegó a la casa del rey, por el camino de la entrada de los caballos, allí fue muerta.
17 Joyada hizo un pacto entre el SEÑOR, el rey y el pueblo, de que serían el pueblo del SEÑOR. También hizo pacto entre el rey y el pueblo. 18 Después todo el pueblo de la tierra entró en el templo de Baal, y lo destruyeron. Rompieron por completo sus altares y sus imágenes, y delante de los altares mataron a Matán, sacerdote de Baal.
Luego el sacerdote designó oficiales para la casa del SEÑOR. 19 Después tomó a los jefes de centenas, a los careos, a los de la escolta real y a todo el pueblo de la tierra; e hicieron descender al rey desde la casa del SEÑOR. Entraron en la casa del rey por el camino de la puerta de los de la escolta real. Entonces el rey se sentó en el trono real. 20 Todo el pueblo de la tierra se regocijó, y la ciudad estaba en calma, después que a Atalía le habían dado muerte a espada en la casa del rey.
21 [g]Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar.
12 Joás comenzó a reinar en el séptimo año de Jehú, y reinó cuarenta años en Jerusalén. El nombre de su madre era Sibia, de Beerseba.
Joás restaura el templo
2 Joás hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, todo el tiempo en que lo instruyó el sacerdote Joyada. 3 Sin embargo, los lugares altos no fueron quitados, y el pueblo aún ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los lugares altos.
4 Entonces Joás dijo a los sacerdotes:
—Todo el dinero de las cosas consagradas que se trae a la casa del SEÑOR, tanto el dinero estipulado a cada hombre (el dinero del rescate de las personas) como todo el dinero que cada uno traiga voluntariamente a la casa del SEÑOR, 5 tómenlo para sí los sacerdotes, cada uno de parte de su administrador, y reparen ellos las grietas del templo donde estas se encuentren.
6 Pero sucedió que hasta el año veintitrés del rey Joás, los sacerdotes aún no habían reparado las grietas del templo. 7 Entonces el rey Joás llamó al sacerdote Joyada y a los demás sacerdotes, y les dijo:
—¿Por qué no reparan las grietas del templo? Ahora pues, no tomen el dinero de sus administradores, sino denlo para reparar las grietas del templo.
8 Los sacerdotes consintieron en no tomar dinero del pueblo ni reparar las grietas del templo. 9 El sacerdote Joyada tomó un cofre, le hizo una abertura en la tapa y lo puso junto al altar, a la derecha, según uno entra en la casa del SEÑOR. Los sacerdotes que guardaban la puerta depositaban en él todo el dinero que era llevado a la casa del SEÑOR. 10 Y sucedía que cuando veían que había mucho dinero en el cofre, el escriba del rey y el sumo sacerdote iban y contaban el dinero que se hallaba en la casa del SEÑOR, y lo guardaban en bolsas. 11 Entregaban el dinero contado en manos de los que hacían la obra, los que estaban encargados de la casa del SEÑOR; y ellos lo gastaban en pagar a los carpinteros y a los constructores que reparaban la casa del SEÑOR, 12 a los albañiles y a los canteros, y para la compra de madera y piedra labrada, a fin de reparar las grietas de la casa del SEÑOR, y para todo lo que se gastaba en la reparación del templo. 13 Pero con el dinero que se llevaba a la casa del SEÑOR no hacían tazas de plata, ni despabiladeras, ni tazones, ni trompetas, ni ningún otro objeto de oro ni de plata para la casa del SEÑOR, 14 porque lo daban a los que hacían la obra y con él reparaban la casa del SEÑOR. 15 Tampoco se pedían cuentas a los hombres en cuyas manos era entregado el dinero para darlo a los que hacían la obra, pues ellos actuaban con honestidad.
16 El dinero del sacrificio por la culpa y el dinero del sacrificio por el pecado no era traído a la casa del SEÑOR, porque era para los sacerdotes.
Últimos años y muerte de Joás
17 Por aquel entonces subió Hazael, rey de Siria, combatió contra Gat y la tomó. Luego Hazael decidió subir contra Jerusalén. 18 Y Joás, rey de Judá, tomó todas las cosas sagradas que habían consagrado Josafat, Joram y Ocozías sus padres, reyes de Judá, las que él mismo había consagrado y todo el oro que se halló en los tesoros de la casa del SEÑOR y de la casa del rey, y las envió a Hazael, rey de Siria. Así se alejó este de Jerusalén.
19 Los demás hechos de Joás y todas las cosas que hizo, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 20 Sus servidores se levantaron, hicieron una conspiración y mataron a Joás en Bet-milo, en el camino que desciende a Sila. 21 Sus servidores Josacar[h] hijo de Simeat y Jozabad hijo de Somer lo hirieron, y murió. Luego lo sepultaron con sus padres en la Ciudad de David. Y su hijo Amasías reinó en su lugar.
Juan el Bautista testifica de Jesús
29 Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo:
—¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! 30 Este es aquel de quien dije: “Después de mí viene un hombre que ha llegado a ser antes de mí porque era primero que yo”. 31 Yo no lo conocía; pero para que él fuera manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando en agua.
32 Juan dio testimonio diciendo:
—He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y posó sobre él. 33 Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: “Aquel sobre quien veas descender el Espíritu y posar sobre él, este es el que bautiza en el Espíritu Santo”. 34 Yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.
Los primeros discípulos
35 Al día siguiente, de nuevo estaba Juan con dos de sus discípulos. 36 Al ver a Jesús que andaba por allí, dijo:
—¡He aquí el Cordero de Dios!
37 Los dos discípulos lo oyeron hablar y siguieron a Jesús. 38 Jesús, al darse vuelta y ver que lo seguían, les dijo:
—¿Qué buscan?
Y ellos le dijeron:
—Rabí —que significa maestro—, ¿dónde moras?
39 Les dijo:
—Vengan y vean.
Por lo tanto, fueron y vieron dónde moraba; y se quedaron con él aquel día, porque eran como las cuatro de la tarde[a].
40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41 Este encontró primero a su hermano Simón y le dijo:
—Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).
42 Él lo llevó a Jesús y, al verlo, Jesús le dijo:
—Tú eres Simón hijo de Jonás. Tú serás llamado Cefas[b] (que significa piedra).
43 Al día siguiente, Jesús quiso salir para Galilea y encontró a Felipe. Y Jesús le dijo:
—Sígueme.
44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. 45 Felipe encontró a Natanael y le dijo:
—Hemos encontrado a aquel de quien Moisés escribió en la Ley y también en los Profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de José.
46 Y le dijo Natanael:
—¿De Nazaret puede haber algo de bueno?
Le dijo Felipe:
—Ven y ve.
47 Jesús vio que Natanael venía hacia él y dijo de él:
—¡He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño!
48 Le dijo Natanael:
—¿De dónde me conoces?
Respondió Jesús y le dijo:
—Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
49 Le respondió Natanael:
—Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el rey de Israel!
50 Respondió Jesús y le dijo:
—¿Crees porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”? ¡Cosas mayores que estas verás!
51 Y les dijo:
—De cierto, de cierto les digo que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.
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