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Old/New Testament

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Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
2 Samuel 14-15

Joab logra el retorno de Absalón

14 Joab, hijo de Sarvia, se dio cuenta de que el corazón del rey se inclinaba por Absalón. Entonces Joab mandó a traer de Tecoa a una mujer sabia, y le dijo:

—Por favor, finge que estás de duelo. Ponte un vestido de luto y no te unjas con aceite; antes bien, aparenta ser una mujer que hace tiempo guarda luto por algún muerto. Luego entra a la presencia del rey y habla con él de esta manera…

Y Joab puso las palabras en su boca. Aquella mujer de Tecoa vino[a] al rey, se postró en tierra sobre su rostro haciendo reverencia y dijo:

—¡Socórreme, oh rey!

El rey le preguntó:

—¿Qué te pasa?

Ella respondió:

—¡Ay de mí! Soy una mujer viuda; mi marido ha muerto. Tu sierva tenía dos hijos. Pero los dos pelearon en el campo, y no habiendo quien los separara, el uno hirió al otro y lo mató. Y he aquí que toda la familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: “¡Entrega al que mató a su hermano, para que lo matemos por la vida de su hermano a quien mató, y destruyamos también al heredero!”. ¡Así extinguirán el carbón encendido que me queda, no dejando a mi marido nombre ni descendencia sobre la tierra!

Entonces el rey dijo a la mujer:

—Ve a tu casa, que yo me ocuparé de tu caso.

Y la mujer de Tecoa dijo al rey:

—¡Oh mi señor el rey, sea la culpa sobre mí y sobre mi casa paterna! Pero el rey y su trono sean sin culpa.

10 El rey dijo:

—Al que hable contra ti, tráelo a mí; y no te molestará más.

11 Entonces ella dijo:

—Acuérdate, por favor, oh rey, del SEÑOR tu Dios, para que el vengador de la sangre no siga destruyendo, no sea que destruya a mi hijo.

Él respondió:

—¡Vive el SEÑOR, que no caerá en tierra ni un cabello de la cabeza de[b] tu hijo!

12 Dijo la mujer:

—Por favor, permite que tu sierva diga una palabra a mi señor el rey.

Él dijo:

—Habla.

13 Entonces dijo la mujer:

—¿Por qué, pues, piensas de este modo contra el pueblo de Dios? Cuando el rey dice estas palabras, se culpa a sí mismo, por cuanto el rey no hace volver a su desterrado. 14 A la verdad, todos hemos de morir; somos como el agua derramada en la tierra, que no se puede recoger. Pero Dios no quita la vida, sino que busca la manera de que el desterrado no quede desterrado de él. 15 He venido ahora para decir esto a mi señor el rey, porque el pueblo me ha atemorizado. Pero tu sierva pensó: Hablaré al rey; quizás él haga lo que su sierva le diga. 16 Porque el rey me oirá para librar a su sierva de mano del hombre que busca[c] destruirme a mí juntamente con mi hijo, de la heredad de Dios. 17 Dice, pues, tu sierva: ¡Que sea de alivio la respuesta de mi señor el rey, porque como un ángel de Dios es mi señor el rey para discernir lo bueno y lo malo! ¡Que el SEÑOR tu Dios sea contigo!

18 Entonces el rey respondió y dijo a la mujer:

—Por favor, no me encubras nada de lo que te voy a preguntar.

La mujer dijo:

—Hable mi señor el rey.

19 El rey preguntó:

—¿No está contigo la mano de Joab en todo esto?

La mujer respondió y dijo:

—¡Vive tu alma, oh mi señor el rey! Nadie se podrá desviar ni a la derecha ni a la izquierda de todo lo que habla mi señor el rey. Ciertamente fue Joab tu servidor quien me mandó. Él puso todas estas palabras en boca de tu sierva. 20 Joab, tu servidor, hizo esto para cambiar la situación presente. Pero mi señor es sabio, conforme a la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer todo lo que hay en la tierra.

21 Entonces el rey dijo a Joab:

—He aquí, yo concedo esto: Ve y haz volver al joven Absalón.

22 Joab se postró en tierra sobre su rostro, y haciendo reverencia, bendijo al rey. Entonces dijo Joab:

—Hoy ha entendido tu siervo que ha hallado gracia ante tus ojos, oh mi señor el rey, pues el rey ha concedido la petición de su siervo.

23 Entonces Joab se levantó, fue a Gesur y trajo a Absalón a Jerusalén. 24 Pero el rey dijo:

—Que se vaya a su casa y no vea mi cara.

Así que Absalón se fue a su casa, y no vio la cara del rey.

Absalón en presencia de David

25 En todo Israel no había un hombre tan alabado por su belleza como Absalón. Desde la planta de su pie hasta su coronilla, no había defecto en él. 26 Cuando se cortaba el cabello (cosa que hacía al final de cada año porque le era pesado, y por ello se lo cortaba), el cabello de su cabeza pesaba dos kilos y medio. 27 A Absalón le nacieron tres hijos y una hija, que se llamaba Tamar. Ella era una mujer hermosa.

28 Durante dos años estuvo Absalón en Jerusalén y no vio la cara del rey. 29 Y Absalón mandó llamar a Joab para enviarlo al rey, pero Joab no quiso venir a él. Lo mandó llamar por segunda vez, pero él no quiso venir. 30 Entonces Absalón dijo a sus siervos:

—Miren, la parcela de Joab está junto a la mía, y allí él tiene cebada. Vayan y préndanle fuego.

Los siervos de Absalón prendieron fuego a la parcela. 31 Entonces Joab se levantó, fue a la casa de Absalón y le preguntó:

—¿Por qué han prendido fuego tus siervos a mi parcela?

32 Absalón respondió a Joab:

—He aquí, yo envié por ti diciendo: “Ven acá para que te envíe al rey y le digas: ‘¿Para qué vine de Gesur? Mejor me hubiera sido quedar aún allá’”. Ahora pues, quiero ver la cara del rey; y si hay culpa en mí, que me haga morir.

33 Joab fue al rey y se lo informó. Entonces llamó a Absalón, el cual vino al rey y se postró sobre su rostro en tierra ante él. Y el rey besó a Absalón.

Absalón conspira contra su padre

15 Aconteció después de esto que Absalón consiguió un carro, caballos y cincuenta hombres que corrieran delante de él. Absalón se levantaba muy de mañana y se ponía de pie a un lado del camino que conduce a la puerta de la ciudad, y a todo el que tenía pleito e iba a juicio ante el rey, Absalón lo llamaba y preguntaba:

—¿De qué ciudad eres?

Él respondía:

—Tu siervo es de una de las tribus de Israel…

Entonces Absalón le decía:

—Mira, tu causa es buena y justa. Pero no tienes quién te oiga de parte del rey. —Y añadía Absalón—: ¡Quién me pusiera por juez en el país, para que viniera a mí todo el que tuviera pleito o causa, y yo le haría justicia!

Sucedía que cuando alguno se acercaba para postrarse ante él, este extendía su mano, lo asía y lo besaba. De esta manera hacía Absalón con todos los israelitas que iban al rey para juicio. Así robaba Absalón el corazón de los hombres de Israel.

Aconteció que después de cuatro años[d]Absalón dijo al rey:

—Permíteme ir a Hebrón a cumplir mi voto que hice al SEÑOR. Porque tu siervo hizo un voto cuando estaba en Gesur, en Siria, diciendo: “Si el SEÑOR me hace volver a Jerusalén, yo serviré al SEÑOR”.

El rey le dijo:

—Ve en paz.

Entonces él se levantó y se fue a Hebrón. 10 Pero envió espías por todas las tribus de Israel, diciendo: “Cuando escuchen el sonido de la corneta, dirán: ‘¡Absalón reina en Hebrón!’”.

11 Con Absalón fueron doscientos hombres de Jerusalén, invitados por él. Ellos fueron inocentemente, sin tener conocimiento de nada. 12 Entonces, mientras ofrecía los sacrificios, Absalón mandó llamar a Ajitofel el gilonita, consejero de David, de Gilo su ciudad. La conspiración se hizo poderosa, y el pueblo que estaba de parte de Absalón seguía aumentando.

David y su séquito huyen de Jerusalén

13 Un mensajero vino a David y dijo:

—¡El corazón de los hombres de Israel se va tras Absalón!

14 Entonces David dijo a todos sus servidores que estaban con él en Jerusalén:

—Levántense, y huyamos, porque no podremos escapar ante Absalón. Dense prisa a partir, no sea que apresurándose nos alcance, eche sobre nosotros el mal y hiera la ciudad a filo de espada.

15 Los servidores del rey le dijeron:

—He aquí que tus siervos estamos listos para todo lo que nuestro señor el rey decida.

16 El rey salió, y lo siguió toda su familia; pero dejó a diez concubinas para que guardaran el palacio. 17 Salió, pues, el rey con toda la gente en pos de él, y se detuvieron en la casa más distante[e]. 18 Todos sus servidores pasaban a su lado, con todos los quereteos y todos los peleteos. Y todos los geteos, seiscientos hombres que habían venido tras él desde Gat, pasaron delante del rey.

19 Entonces el rey dijo a Itai el geteo:

—¿Para qué vienes tú también con nosotros? Vuelve y quédate con el rey, puesto que tú eres un extranjero y también un desterrado de tu lugar de origen. 20 Viniste solo ayer. ¿Y he de hacer hoy que andes errante por ir con nosotros, mientras yo voy sin rumbo fijo? Vuélvete y haz volver a tus hermanos, y que la misericordia y la verdad sean contigo[f].

21 Pero Itai respondió al rey diciendo:

—¡Vive el SEÑOR y vive mi señor el rey, que sea para muerte o sea para vida, dondequiera esté mi señor el rey, allí estará también tu siervo!

22 Entonces David dijo a Itai:

—Ven, pues, y pasa adelante.

Así pasó Itai el geteo, con todos sus hombres y todos sus pequeños que estaban con él.

23 Todo el mundo lloraba en alta voz, mientras toda la gente cruzaba. También cruzaron el arroyo de Quedrón el rey y toda la gente, rumbo al camino del desierto. 24 Y he aquí que también iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios. Ellos asentaron el arca de Dios, hasta que todo el pueblo terminó de salir de la ciudad. Entonces subió Abiatar.

David envía espías a Jerusalén

25 El rey dijo a Sadoc:

—Haz volver el arca de Dios a la ciudad; pues si hallo gracia ante los ojos del SEÑOR, él me hará volver y me permitirá ver el arca y su morada. 26 Pero si dice: “No me agradas”, heme aquí; que él haga de mí lo que le parezca bien. 27 —Además, el rey dijo al sacerdote Sadoc—: ¿No eres tú un vidente? Regresa en paz a la ciudad, y regresen con ustedes sus dos hijos: tu hijo Ajimaas y Jonatán hijo de Abiatar. 28 Miren, yo me detendré en las llanuras[g] del desierto, hasta que venga palabra de parte de ustedes para informarme.

29 Entonces Sadoc y Abiatar devolvieron el arca de Dios a Jerusalén, y se quedaron allí. 30 Pero David subió la cuesta del monte de los Olivos; la subió llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el pueblo que estaba con él cubrió cada uno su cabeza, y lloraban mientras subían.

31 E informaron a David diciéndole:

—Ajitofel está entre los que han conspirado con Absalón.

Entonces David dijo:

—Frustra, por favor, oh SEÑOR, el consejo de Ajitofel.

32 Sucedió que cuando David llegó a la cumbre del monte donde se solía adorar a Dios, he aquí que Husai el arquita le salió al encuentro, con sus vestiduras rasgadas y tierra sobre su cabeza. 33 Entonces David le dijo:

—Si vienes conmigo, me serás una carga. 34 Pero si vuelves a la ciudad y le dices a Absalón: “Oh rey, yo seré tu siervo; como he sido siervo de tu padre en el pasado, así seré ahora siervo tuyo”, entonces tú frustrarás a mi favor el consejo de Ajitofel. 35 ¿No estarán allí contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar? Todo lo que oigas en la casa del rey se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar. 36 He aquí que están allí con ellos sus dos hijos, Ajimaas hijo de Sadoc y Jonatán hijo de Abiatar. Por medio de ellos me enviarán información de todo lo que oigan”.

37 Así Husai, amigo de David, llegó a la ciudad. Y Absalón entró en Jerusalén.

Lucas 17:1-19

Acerca de las ofensas y del perdón

17 Dijo a sus discípulos:

—Es imposible que no vengan tropiezos; pero, ¡ay de aquel que los ocasione! Mejor le fuera que se le atara una piedra de molino al cuello y que fuera lanzado al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.

»Miren por ustedes mismos: Si tu hermano peca[a], repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti diciendo: “Me arrepiento”, perdónale.

El poder de la fe

Los apóstoles dijeron al Señor:

—Auméntanos la fe.

Entonces el Señor dijo:

—Si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este sicómoro: “¡Desarráigate y plántate en el mar!” y el árbol les obedecería.

El deber del siervo

»¿Y quién de ustedes, teniendo un siervo que ara o apacienta, al volver este del campo le dirá: “Pasa, siéntate a la mesa”? Más bien, le dirá: “Prepara para que yo cene. Cíñete y sírveme hasta que yo haya comido y bebido. Después de eso, come y bebe tú”. ¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? 10 Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, digan: “Siervos inútiles somos porque solo hicimos lo que debíamos hacer”.

Jesús sana a diez leprosos

11 Aconteció que, yendo a Jerusalén, pasaba por Samaria y Galilea. 12 Cuando entró en una aldea, salieron a su encuentro diez hombres leprosos los cuales se pararon de lejos 13 y alzaron la voz diciendo:

—¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!

14 Cuando él los vio, les dijo:

—Vayan, muéstrense a los sacerdotes.

Aconteció que, mientras iban, fueron limpiados. 15 Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, volvió glorificando a Dios en alta voz. 16 Y se postró sobre su rostro a los pies de Jesús dándole gracias. Y este era samaritano. 17 Y respondiendo Jesús dijo:

—¿No eran diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo quien volviera y diera gloria a Dios, sino este extranjero?

19 Y le dijo:

—Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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