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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
2 Samuel 1-2

David se entera del final de Saúl

Aconteció que después de la muerte de Saúl, cuando David había vuelto de la derrota de los amalequitas, David se quedó dos días en Siclag. Y al tercer día, he aquí que un hombre vino del campamento de Saúl, con su ropa rasgada y tierra sobre su cabeza. Al llegar a David, se postró en tierra e hizo reverencia. Y David le preguntó:

—¿De dónde vienes?

Él le respondió:

—Me he escapado del campamento de Israel.

David le preguntó:

—¿Qué ha acontecido? Dímelo, por favor.

Él respondió:

—El pueblo ha huido de la batalla. Muchos del pueblo también han caído y han muerto. Saúl y su hijo Jonatán también han muerto.

David dijo al joven que le informaba:

—¿Cómo sabes que Saúl y su hijo Jonatán han muerto?

Y el joven que le informaba respondió:

—Me encontré por casualidad en el monte Gilboa, y he aquí que Saúl estaba apoyado sobre su lanza y que los carros y los jinetes lo alcanzaban. Entonces Saúl miró hacia atrás y me vio, y me llamó. Yo dije: “Heme aquí”. Me preguntó: “¿Quién eres tú?”. Le respondí: “Soy un amalequita”. Y me dijo: “Por favor, ponte a mi lado y mátame; porque la agonía se ha apoderado de mí, pero mi vida está todavía en mí”. 10 Entonces me puse a su lado y lo maté, porque sabía que él no podría vivir después de su caída. Luego tomé la diadema que tenía en su cabeza y el brazalete que llevaba en su brazo, y los he traído aquí a mi señor.

11 Entonces David agarrando sus vestiduras las rasgó. Lo mismo hicieron todos los hombres que estaban con él. 12 E hicieron duelo, lloraron y ayunaron hasta el anochecer por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del SEÑOR y por la casa de Israel; porque habían caído a espada. 13 Después David preguntó al joven que le informaba:

—¿De dónde eres tú?

Él respondió:

—Soy hijo de un extranjero, un amalequita.

14 Le dijo David:

—¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para destruir al ungido del SEÑOR?

15 Entonces David llamó a uno de los jóvenes y le dijo:

—¡Acércate y mátalo!

Él lo hirió, y murió. 16 Y David le dijo:

—Tu sangre caiga sobre tu cabeza, porque tu propia boca ha atestiguado contra ti al decir: “Yo maté al ungido del SEÑOR”.

Lamento de David por Saúl y Jonatán

17 David entonó este lamento por Saúl y por su hijo Jonatán, 18 y mandó que enseñaran a los hijos de Judá el Canto del Arco. He aquí que está escrito en el libro de Jaser.

19 “¡El esplendor, oh Israel,

ha perecido sobre tus montes! ¡Cómo han caído los valientes!

20 No lo anuncien en Gat

ni den las nuevas por

las calles de Ascalón.

No sea que se alegren las hijas de los filisteos;

no sea que se regocijen las hijas de los incircuncisos.

21 “Oh montes de Gilboa:

Ni rocío ni lluvia haya sobre ustedes

ni sean campos de ofrendas;

porque allí fue profanado

el escudo de los valientes,

el escudo de Saúl,

como si no hubiera sido ungido con aceite.

22 El arco de Jonatán jamás volvía sin la sangre de los muertos

y sin la grasa de los valientes; tampoco volvía vacía la espada de Saúl.

23 “Saúl y Jonatán, amados y amables en su vida,

tampoco en su muerte

fueron separados.

Eran más veloces que las águilas; eran más fuertes que los leones.

24 ¡Oh hijas de Israel, lloren por Saúl, quien las vestía de escarlata

y cosas refinadas,

y ponía adornos de oro en sus vestidos!

25 ¡Cómo han caído los valientes

en medio de la batalla!

¡Jonatán ha perecido sobre tus montes!

26 “Angustia tengo por ti, hermano mío, Jonatán, que me fuiste muy querido. Más maravilloso fue para mí tu amor que el amor de las mujeres.

27 “¡Cómo han caído los valientes,

y se han perdido las armas de guerra!”.

David es proclamado rey de Judá

Después de esto aconteció que David consultó al SEÑOR diciendo:

—¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá?

El SEÑOR le respondió:

—Sube.

David volvió a preguntar:

—¿A dónde subiré?

El SEÑOR le respondió:

—A Hebrón.

Entonces David subió allá con sus dos mujeres: Ajinoam, de Jezreel, y Abigaíl, que fuera mujer de Nabal, de Carmel. David hizo subir también a sus hombres que estaban con él, cada uno con su familia; y habitaron en las aldeas de Hebrón.

Entonces vinieron los hombres de Judá y ungieron allí a David como rey sobre la casa de Judá.

David bendice a la gente de Jabes

Informaron a David diciendo: “Los hombres de Jabes, en Galaad, son los que sepultaron a Saúl”. Entonces David envió mensajeros a los hombres de Jabes, en Galaad, y les dijo: “Benditos sean del SEÑOR, porque han hecho esta bondad a[a] Saúl su señor, y le han dado sepultura. Ahora pues, que el SEÑOR les muestre misericordia y verdad. Y yo también les haré bien por esto que han hecho. Y ahora, fortalezcan sus manos y sean hombres valientes; porque ha muerto Saúl su señor, y la casa de Judá me ha ungido rey sobre ellos”.

Reinado rival de Isboset

Pero Abner hijo de Ner, jefe del ejército de Saúl, tomó a Isboset hijo de Saúl y lo trasladó a Majanaim. Entonces lo proclamó rey sobre Galaad, sobre Gesur[b], sobre Jezreel, sobre Efraín, sobre Benjamín y sobre todo Israel. 10 Isboset hijo de Saúl tenía cuarenta años cuando comenzó a reinar sobre Israel y reinó dos años. Sin embargo, la casa de Judá seguía a David. 11 El tiempo que David fue rey en Hebrón sobre la casa de Judá fue de siete años y seis meses.

El duelo en el estanque de Gabaón

12 Abner hijo de Ner y los siervos de Isboset hijo de Saúl fueron de Majanaim a Gabaón. 13 También salieron Joab, hijo de Sarvia[c], y los servidores de David; y los encontraron junto al estanque de Gabaón. Entonces se sentaron los unos a un lado del estanque, y los otros al otro lado. 14 Luego Abner dijo a Joab:

—¡Levántense los jóvenes y compitan delante de nosotros!

Joab respondió:

—¡Que se levanten!

15 Entonces se levantaron y pasaron en número igual, doce de parte de los hijos[d] de Benjamín y de Isboset hijo de Saúl, y doce de los servidores de David. 16 Cada uno agarró a su adversario por la cabeza y colocó su espada en el costado de su adversario, y cayeron juntos. Por esto se llamó el nombre de aquel lugar Helcat-hazurim[e], el cual está en Gabaón.

17 Aquel día la batalla fue muy dura. Abner y los hombres de Israel fueron derrotados por los servidores de David.

Abner mata a Asael, hermano de Joab

18 Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisai y Asael. Asael era ligero de pies como un venado en el campo. 19 Y Asael persiguió a Abner, yendo tras él sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda. 20 Abner se volvió hacia atrás y preguntó:

—¿Eres tú Asael?

Él respondió:

—Sí, yo soy.

21 Entonces Abner le dijo:

—Apártate a la derecha o a la izquierda. Atrapa a alguno de los jóvenes y toma para ti sus despojos.

Pero Asael no quiso dejar de seguirlo. 22 Y Abner volvió a decir a Asael:

—¡Deja de seguirme! ¿Por qué te he de herir, derribándote a tierra? ¿Cómo podría después levantar mi cara ante tu hermano Joab?

23 Como él rehusó apartarse, Abner lo hirió en el vientre con el extremo trasero de la lanza, y la lanza le salió por detrás. Así cayó allí y murió en el mismo sitio.

Joab persigue a Abner

Sucedió que todos los que pasaban por el lugar donde Asael había caído y había muerto, se detenían. 24 Pero Joab y Abisai persiguieron a Abner. El sol se puso cuando llegaron a la colina de Amá, frente a Guíaj, en el camino del desierto de Gabaón. 25 Luego se agruparon los hijos de Benjamín tras Abner formando un solo escuadrón, y se detuvieron en la cumbre de cierta colina. 26 Entonces Abner dio voces a Joab diciendo:

—¿Ha de consumir la espada para siempre? ¿No sabes tú que al final solo habrá amargura? ¿Hasta cuándo esperas para decir al pueblo que se vuelva de perseguir a sus hermanos?

27 Joab respondió:

—¡Vive Dios, que si tú no hubieras hablado, el pueblo habría dejado de perseguir a sus hermanos desde la mañana!

28 Entonces Joab tocó la corneta, y todo el pueblo se detuvo. Y no persiguieron más a Israel, ni continuaron luchando más.

29 Abner y sus hombres caminaron por el Arabá toda aquella noche, cruzaron el Jordán, y atravesando todo el Bitrón llegaron a Majanaim. 30 Joab también volvió de perseguir a Abner y reunió a toda la gente. Y faltaban de los servidores de David diecinueve hombres, además de Asael. 31 Pero los servidores de David hirieron a trescientos sesenta de Benjamín, de los hombres de Abner, los cuales murieron. 32 Luego se llevaron a Asael y lo sepultaron en la tumba de su padre, que está en Belén. Joab y sus hombres caminaron toda aquella noche, y les amaneció en Hebrón.

Lucas 14:1-24

Jesús sana a un hidrópico

14 Aconteció un sábado, cuando él entró en casa de uno de los principales de los fariseos para comer pan, que ellos lo observaban cuidadosamente. Y he aquí, un hombre hidrópico estaba delante de él. Entonces respondiendo Jesús, habló a los maestros de la ley y a los fariseos diciendo:

—¿Es lícito sanar en sábado, o no?

Pero ellos callaron. Entonces él lo tomó, lo sanó y lo despidió. Y dijo a ellos:

—¿Cuál de ustedes, si su hijo[a] o su buey cae en un pozo, no lo sacará de inmediato en el día de sábado?

Y no le podían responder a estas cosas.

Lecciones acerca de la humildad

Observando a los invitados, cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió una parábola diciéndoles:

—Cuando seas invitado por alguien a una fiesta de bodas, no te sientes en el primer lugar; no sea que otro más distinguido que tú haya sido invitado por él y que, viniendo el que te invitó a ti y al otro, te diga: “Da lugar a este”, y luego comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. 10 Más bien, cuando seas invitado, ve y siéntate en el último lugar para que cuando venga el que te invitó, diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. 11 Porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

12 Dijo también al que lo había invitado:

—Cuando hagas comida o cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te vuelvan a invitar a ti, y te sea hecha compensación. 13 Pero cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos. 14 Y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden retribuir pero te será recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete

15 Al oír esto, uno de los que estaban sentados juntos a la mesa le dijo:

—¡Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios!

16 Pero él le dijo:

—Un hombre hizo un gran banquete e invitó a muchos. 17 A la hora del banquete envió a su siervo para decir a los invitados: “Vengan, porque ya está preparado”. 18 Pero todos a una comenzaron a disculparse. El primero dijo: “He comprado un campo y necesito salir para verlo; te ruego que me disculpes”. 19 El otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego que me disculpes”. 20 El otro dijo: “Acabo de casarme y por tanto no puedo ir”. 21 Cuando volvió el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces se enojó el dueño de casa y dijo a su siervo: “Ve pronto a las plazas y a las calles de la ciudad y trae acá a los pobres, a los mancos, a los ciegos y a los cojos”. 22 Luego dijo el siervo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y aún queda lugar”. 23 El señor dijo al siervo: “Ve por los caminos y por los callejones, y exígeles a que entren para que mi casa se llene. 24 Pues les digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados gustará de mi banquete”.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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