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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
1 Samuel 7-9

Los hombres de Quiriat-jearim vinieron, subieron el arca del SEÑOR y la llevaron a la casa de Abinadab, en la colina. Luego consagraron a su hijo Eleazar para que guardara el arca del SEÑOR.

Israel se consagra al SEÑOR en Mizpa

Aconteció que desde el día en que el arca llegó a Quiriat-jearim, pasó mucho tiempo, unos veinte años; y toda la casa de Israel gemía por el SEÑOR. Entonces Samuel habló a toda la casa de Israel, diciendo:

—Si de todo su corazón se vuelven al SEÑOR, quiten de en medio de ustedes los dioses extraños y las Astartes, y preparen su corazón para el SEÑOR. Sírvanle solo a él, y él los librará de mano de los filisteos.

Entonces los hijos de Israel quitaron los Baales y las Astartes, y sirvieron solo al SEÑOR. Y Samuel dijo:

—Reúnan a todo Israel en Mizpa, y yo oraré por ustedes al SEÑOR.

Se reunieron en Mizpa, sacaron agua y la vertieron delante del SEÑOR. Aquel día ayunaron allí y dijeron:

—Hemos pecado contra el SEÑOR.

Y Samuel juzgaba a los hijos de Israel en Mizpa.

Victoria de Israel en Eben-ezer

Cuando los filisteos oyeron que los hijos de Israel se habían reunido en Mizpa, los gobernantes de ellos subieron contra Israel. Al oír esto, los hijos de Israel tuvieron temor de los filisteos. Y los hijos de Israel dijeron a Samuel:

—No ceses de clamar por nosotros al SEÑOR nuestro Dios, para que nos guarde de la mano de los filisteos.

Entonces Samuel tomó un cordero de leche y lo ofreció entero al SEÑOR, como holocausto. Samuel clamó al SEÑOR por Israel, y el SEÑOR lo escuchó. 10 Y aconteció que mientras Samuel ofrecía el holocausto, los filisteos se acercaron para combatir contra los hijos de Israel. Pero el SEÑOR tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos. Él los confundió, y ellos fueron derrotados ante Israel. 11 Los hombres de Israel salieron de Mizpa y persiguieron a los filisteos, hiriéndolos hasta abajo de Betcar.

12 Luego Samuel tomó una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y la llamó Eben-ezer[a], diciendo:

—¡Hasta aquí nos ayudó el SEÑOR!

13 Así los filisteos fueron sometidos y no volvieron más a invadir el territorio de Israel.

Labor itinerante de Samuel

La mano del SEÑOR estuvo contra los filisteos todo el tiempo de Samuel. 14 Y fueron restituidas a Israel las ciudades que los filisteos le habían tomado desde Ecrón hasta Gat. Israel rescató sus territorios de mano de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y los amorreos.

15 Samuel juzgó a Israel todo el tiempo que vivió. 16 Él iba año tras año y hacía un recorrido por Betel, Gilgal y Mizpa; y juzgaba a Israel en todos estos lugares. 17 Después regresaba a Ramá, pues allí estaba su casa; y allí también juzgaba a Israel. Allí mismo edificó un altar al SEÑOR.

Israel pide un rey

Aconteció que habiendo envejecido Samuel, puso a sus hijos como jueces de Israel. Su hijo primogénito se llamaba Joel, y su segundo, Abías. Ellos fueron jueces en Beerseba. Pero sus hijos no andaban en los caminos de él. Más bien, se desviaron tras las ganancias deshonestas, aceptando soborno y pervirtiendo el derecho.

Entonces todos los ancianos de Israel se reunieron y fueron a Samuel, en Ramá, y le dijeron:

—He aquí que tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos. Por eso, constitúyenos ahora un rey que nos gobierne, como tienen todas las naciones.

Estas palabras desagradaron a Samuel, porque dijeron: “Danos un rey que nos gobierne”. Samuel oró al SEÑOR, y el SEÑOR le dijo:

—Escucha la voz del pueblo en todo lo que te diga, porque no es a ti a quien han desechado. Es a mí a quien han desechado, para que no reine sobre ellos. De la misma manera que han hecho conmigo[b] desde el día en que los saqué de Egipto hasta el día de hoy, abandonándome y sirviendo a otros dioses, así hacen contigo también. Ahora pues, escucha su voz, pero adviérteles solemnemente y declárales cuál será el proceder del rey que ha de reinar sobre ellos.

Advertencia sobre el proceder del rey

10 Samuel refirió todas las palabras del SEÑOR al pueblo que le había pedido un rey. 11 Y dijo:

—Este será el proceder del rey que reine sobre ustedes: Tomará a los hijos de ustedes y los pondrá en sus carros y en su caballería, para que corran delante de su carro. 12 Nombrará para sí jefes de millares y jefes de cincuenta. Hará que aren sus campos y sieguen su mies, que fabriquen sus armas de guerra y el equipo de sus carros. 13 Tomará a las hijas de ustedes para que sean perfumistas, cocineras y panaderas. 14 También tomará lo mejor de las tierras de ustedes, de las viñas y de los olivares, y los dará a sus servidores. 15 Tomará la décima parte de los granos y viñedos de ustedes para dárselo a sus funcionarios y servidores. 16 Tomará a los siervos, a las siervas, a los mejores bueyes[c] y a los mejores asnos de ustedes para ocuparlos en sus obras. 17 También tomará la décima parte de los rebaños de ustedes, y ustedes mismos serán sus siervos. 18 Aquel día clamarán a causa de su rey que se habrán elegido, pero aquel día el SEÑOR no los escuchará.

19 Sin embargo, el pueblo rehusó escuchar a Samuel. Y dijeron:

—¡No! Más bien, que haya rey sobre nosotros. 20 Entonces nosotros seremos también como todas las naciones. Nuestro rey nos gobernará, saldrá al frente de nosotros y llevará a cabo nuestras batallas.

21 Samuel escuchó todas las palabras del pueblo y las refirió a oídos del SEÑOR. 22 Y el SEÑOR dijo a Samuel:

—Escucha su voz y constituye un rey sobre ellos.

Entonces Samuel dijo a los hombres de Israel:

—Regrese cada uno a su ciudad.

Samuel reconoce a Saúl como el elegido

Había un hombre de Benjamín que se llamaba Quis hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afíaj, hijo de un hombre de Benjamín, un guerrero valiente. Este tenía un hijo que se llamaba Saúl, joven y apuesto. Entre los hijos de Israel no había otro mejor que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo.

A Quis, padre de Saúl, se le perdieron sus asnas. Entonces Quis dijo a su hijo Saúl:

—Por favor, toma contigo a uno de los criados, levántate y ve a buscar las asnas.

Ellos pasaron[d] por la región montañosa de Efraín, y de allí a la tierra de Salisa, pero no las hallaron. Entonces pasaron por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasaron por la tierra de Benjamín, pero no las hallaron. Cuando llegaron a la tierra de Zuf, Saúl dijo a su criado que lo acompañaba:

—Ven, volvámonos, porque quizás mi padre, dejando de preocuparse por las asnas, esté preocupado por nosotros.

Él le respondió:

—He aquí, en esta ciudad hay un hombre de Dios, un hombre muy respetado. Todo lo que él dice sucede sin fallar. Ahora vamos allá; quizás nos señale el camino por donde debemos ir.

Saúl respondió a su criado:

—Pero si vamos, ¿qué llevaremos al hombre? Porque el pan de nuestras alforjas ya se ha acabado. No tenemos un presente que llevar al hombre de Dios. ¿Qué tenemos?

El criado volvió a responder a Saúl y dijo:

—He aquí, tengo en mi poder como tres gramos de plata. Se lo daré al hombre de Dios para que nos indique nuestro camino.

Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios decía: “Vengan y vayamos al vidente”; porque al profeta de hoy, antiguamente se le llamaba vidente.

10 Entonces Saúl dijo a su criado:

—Bien dices; anda, vamos.

Fueron a la ciudad donde estaba el hombre de Dios. 11 Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, se encontraron con unas jóvenes que salían a sacar agua. A estas les preguntaron:

—¿Está el vidente en este lugar?

12 Ellas les respondieron diciendo:

—Sí. Allí está delante de ti. Ahora date prisa, porque hoy ha venido a la ciudad con motivo del sacrificio que el pueblo tiene hoy en el lugar alto. 13 Cuando entren en la ciudad, lo encontrarán antes que él suba al lugar alto para comer. Porque el pueblo no comerá hasta que él haya llegado, pues él ha de bendecir el sacrificio. Después comerán los invitados. Ahora pues, suban, y de inmediato lo encontrarán.

14 Entonces ellos subieron a la ciudad. Y cuando estuvieron en medio de la ciudad, he aquí que Samuel venía hacia ellos para subir al lugar alto.

15 Un día antes que llegara Saúl, el SEÑOR le había revelado al oído a Samuel, diciendo: 16 “Mañana a esta misma hora te enviaré un hombre de la tierra de Benjamín. A este ungirás como soberano de mi pueblo Israel. Él librará a mi pueblo de mano de los filisteos, porque yo he visto la aflicción[e] de mi pueblo, y su clamor ha llegado hasta mí”. 17 Cuando Samuel vio a Saúl, el SEÑOR le dijo:

—He aquí el hombre de quien te hablé; este gobernará a mi pueblo.

18 Cuando Saúl se acercó a Samuel en medio de la puerta de la ciudad, le dijo:

—Muéstrame, por favor, dónde está la casa del vidente.

19 Samuel respondió a Saúl diciendo:

—Yo soy el vidente. Suban delante de mí al lugar alto, y coman hoy conmigo. Mañana por la mañana te despediré y te diré todo lo que está en tu corazón. 20 Y en cuanto a las asnas que se te perdieron hace tres días, no te preocupes, porque ya han sido halladas. Pero, ¿para quién será todo lo más preciado en Israel? ¿Acaso no será para toda la casa de tu padre?

21 Saúl respondió diciendo:

—¿No soy yo de Benjamín, la más pequeña de las tribus de Israel? ¿Y no es mi familia la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho semejante cosa?

Samuel unge a Saúl como rey

22 Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, los hizo entrar en la sala, y les dio lugar a la cabecera de los invitados, que eran unos treinta hombres. 23 Y Samuel dijo al cocinero:

—Trae acá la porción que te di, la cual te dije que guardaras aparte.

24 El cocinero tomó un muslo, lo sacó[f] y lo puso delante de Saúl. Y Samuel dijo:

—He aquí lo que estaba reservado; ponlo delante de ti y come, porque para esta ocasión fue guardado para ti cuando dije: “Yo he invitado al pueblo”.

Así que aquel día Saúl comió con Samuel. 25 Y cuando habían descendido del lugar alto a la ciudad, él habló con Saúl en la azotea[g]. 26 Al día siguiente madrugaron, y sucedió que al tiempo de la aurora Samuel llamó a Saúl que estaba en la azotea, y le dijo:

—Levántate para que te despida.

Saúl se levantó, y salieron ambos, él y Samuel. 27 Descendieron al extremo de la ciudad, y Samuel dijo a Saúl:

—Dile al criado que se nos adelante, pero tú espera un poco para que te declare la palabra de Dios.

Y el criado se adelantó.

Lucas 9:18-36

La confesión de Pedro

18 Aconteció que, mientras él estaba orando aparte, sus discípulos estaban con él, y les preguntó diciendo:

—¿Quién dice la gente que soy yo?

19 Respondiendo ellos, dijeron:

—Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los antiguos profetas ha resucitado.

20 Y les dijo:

—Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?

Entonces Pedro, respondiendo, dijo:

—El Cristo de Dios.

21 Pero él les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. 22 Y les dijo:

—Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas y que sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto y que resucite al tercer día.

Condiciones para seguir a Jesús

23 Decía entonces a todos:

—Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. 24 Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la salvará. 25 Pues, ¿de qué le sirve al hombre si gana el mundo entero y se destruye o se pierde a sí mismo? 26 Pues el que se avergüence de mí y de mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria y la del Padre y la de los santos ángeles. 27 Y les digo, en verdad, que hay algunos de los que están aquí presentes que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios.

La transfiguración

28 Aconteció, como ocho días después de estas palabras, que tomó consigo a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. 29 Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra y sus vestiduras se hicieron blancas y resplandecientes. 30 Y he aquí, dos hombres hablaban con él. Eran Moisés y Elías, 31 quienes aparecieron en gloria y hablaban de su partida que él iba a cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y los otros con él estaban cargados de sueño; pero se mantuvieron vigilando y vieron su gloria y a dos hombres que estaban con él. 33 Aconteció que, mientras aquellos se apartaban de él, Pedro dijo a Jesús, sin saber lo que decía:

—Maestro, nos es bueno estar aquí. Levantemos, pues, tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

34 Mientras él estaba diciendo esto, vino una nube y les hizo sombra. Y ellos tuvieron temor cuando entraron en la nube. 35 Entonces de la nube salió una voz que decía: “Este es mi Hijo, el Escogido[a]. A él oigan”.

36 Cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo. Y ellos callaron, y en aquellos días no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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