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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
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Génesis 43-45

43 El hambre era grande en la tierra. Y aconteció que cuando acabaron de consumir las provisiones que trajeron de Egipto, les dijo su padre:

—Vuelvan y compren para nosotros un poco de alimento.

Y Judá le respondió diciendo:

—Aquel hombre nos advirtió enfáticamente diciendo: “No verán mi cara a no ser que su hermano esté con ustedes”. Si dejas ir a nuestro hermano con nosotros, iremos y te compraremos alimentos. Pero si no lo dejas ir, no iremos; porque aquel hombre nos dijo: “No verán mi cara a no ser que traigan a su hermano con ustedes”.

Y dijo Israel:

—¿Por qué me han hecho tanto mal, declarándole a aquel hombre que tenían otro hermano?

Ellos respondieron:

—Aquel hombre nos preguntó expresamente por nosotros y por nuestra familia, diciendo: “¿Vive aún su padre? ¿Tienen algún otro hermano?”. Nosotros respondimos conforme a estas preguntas. ¿Cómo podíamos saber que nos iba a decir: “Hagan venir a su hermano”?

Entonces Judá dijo a Israel su padre:

—Deja ir al muchacho conmigo. Así nos levantaremos e iremos, para que vivamos y no muramos nosotros, tú y nuestros niños pequeños. Yo saldré como fiador. A mí me pedirás cuentas de él. Si no te lo traigo y lo pongo delante de ti, seré ante ti el culpable para siempre. 10 Si no nos hubiéramos detenido, ahora ya habríamos vuelto dos veces.

11 Entonces Israel su padre les respondió:

—Si tiene que ser así, hagan esto: Tomen de lo mejor del país en sus equipajes y llévenlo a aquel hombre como un presente: un poco de bálsamo, algo de miel, perfumes, mirra, nueces y almendras. 12 Tomen con ustedes el doble del dinero, y devuelvan personalmente el dinero que les fue devuelto en la boca de sus costales; quizás fue un error. 13 Tomen también a su hermano. Levántense y vuelvan a aquel hombre. 14 ¡Que el Dios Todopoderoso les conceda hallar misericordia delante de aquel hombre, y libere a su otro hermano y a Benjamín! Y si yo he de ser privado de mis hijos, que lo sea.

15 Entonces los hombres tomaron el presente. Tomaron también con ellos el doble del dinero y a Benjamín. Se levantaron y descendieron a Egipto, y se presentaron ante José.

Los hijos de Jacob en casa de José

16 Cuando José vio a Benjamín con ellos, dijo al administrador de su casa:

—Lleva a esos hombres a casa. Mata un animal y prepáralo, porque estos hombres comerán conmigo al mediodía.

17 El hombre hizo como dijo José y llevó a los hombres a la casa de José. 18 Los hombres tuvieron temor cuando fueron llevados a la casa de José, y decían:

—Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para buscar ocasión contra nosotros, para caer sobre nosotros y tomarnos como esclavos, junto con nuestros asnos.

19 Entonces se acercaron al administrador de la casa de José y le hablaron a la entrada de la casa, 20 diciendo:

—¡Oh, señor mío! Nosotros en verdad vinimos la primera vez para comprar alimentos. 21 Y aconteció que cuando llegamos a la posada, abrimos nuestros costales, y he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal: nuestro dinero en su justo valor. Lo hemos traído de vuelta con nosotros. 22 También hemos traído más dinero con nosotros para comprar alimentos. Nosotros no sabemos quién puso nuestro dinero en nuestros costales.

23 Él respondió:

—Paz a ustedes; no teman. Su Dios, el Dios de su padre, les puso el tesoro en sus costales, puesto que su dinero llegó a mi poder.

Luego les sacó a Simeón. 24 Así que el hombre llevó a los hombres a la casa de José. Les dio agua, y ellos se lavaron los pies. Luego dio forraje a sus asnos. 25 Por su parte, ellos prepararon el presente mientras José venía al mediodía, porque habían oído que iban a comer allí.

26 Cuando José llegó a casa, ellos le llevaron el presente que habían traído personalmente a la casa y se postraron a tierra ante él. 27 Él les preguntó cómo estaban y les dijo:

—Su padre, el anciano que mencionaron, ¿está bien? ¿Vive todavía?

28 Ellos respondieron:

—Tu siervo, nuestro padre, está bien. Él vive todavía.

Ellos se inclinaron ante él y se postraron. 29 Y alzando sus ojos, él vio a su hermano Benjamín, hijo de su madre. Y les preguntó:

—¿Es este su hermano menor de quien me habían hablado? —Y añadió—: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío.

30 Entonces José se dio prisa, porque se conmovió profundamente a causa de su hermano y estuvo a punto de llorar. Entró en su habitación y lloró allí. 31 Luego se lavó la cara, salió fuera y conteniéndose dijo:

—Sirvan la comida.

32 A José le sirvieron aparte. Y sirvieron por separado a ellos y a los egipcios que habían de comer allí, pues los egipcios no pueden comer con los hebreos, porque esto a los egipcios les es una abominación.

33 Se sentaron en su presencia de esta manera: el primogénito de acuerdo con su rango hasta el más joven de acuerdo con su edad. Y los hombres se miraban atónitos unos a otros. 34 Él tomó porciones de delante de sí para ellos, e hizo que la porción de Benjamín fuera cinco veces mayor que la de los demás. También bebieron y se alegraron con él.

José toma prisionero a Benjamín

44 Después ordenó José al administrador de su casa diciendo:

—Llena de alimentos los costales de estos hombres, todo lo que puedan llevar. Pon el dinero de cada uno en la boca de su costal. Pon también mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, junto con el dinero de su trigo.

Él hizo como le dijo José. Cuando rayó el alba, fueron despedidos los hombres con sus asnos. Cuando ellos habían salido de la ciudad y antes de que se alejaran mucho, José dijo al que estaba a cargo de su casa:

—Levántate y sigue a esos hombres. Cuando los alcances, diles: “¿Por qué han pagado mal por bien? ¿Por qué me han robado la copa de plata?[a]. ¿No es esta la copa que mi señor usa para beber y por la que suele adivinar? Han actuado mal al hacer esto”.

Cuando él los alcanzó, les repitió estas palabras; y ellos le respondieron:

—¿Por qué dice mi señor tales cosas? ¡Tus siervos jamás harían tal cosa! Si el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales te lo volvimos a traer desde la tierra de Canaán, ¿cómo, pues, íbamos a robar plata u oro de la casa de tu señor? Aquel de tus siervos en cuyo poder sea hallada la copa, que muera; y nosotros seremos esclavos de mi señor.

10 Él dijo:

—Sea también ahora conforme a lo que dicen: Aquel en cuyo poder se halle será mi esclavo. Los demás quedarán libres.

11 Entonces ellos se apresuraron a bajar a tierra cada uno su costal, y cada uno abrió su costal. 12 Él buscó, comenzando por el del mayor y terminando por el del menor, y la copa fue hallada en el costal de Benjamín. 13 Ellos rasgaron sus vestiduras, y después de cargar cada cual su asno, volvieron a la ciudad.

14 Judá vino con sus hermanos a la casa de José, quien aún estaba allí, y se postraron a tierra ante él. 15 Y José les dijo:

—¿Qué es esto que han hecho? ¿No saben que un hombre como yo ciertamente sabe adivinar?

16 Entonces dijo Judá:

—¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Qué hablaremos? ¿Con qué nos justificaremos? Dios ha descubierto la culpa de tus siervos. He aquí, somos esclavos de mi señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder fue hallada la copa.

17 Él respondió:

—¡Nunca haga yo tal cosa! Aquel en cuyo poder fue hallada la copa será mi esclavo. Los demás vuélvanse en paz a su padre.

Judá sale como fiador por Benjamín

18 Entonces Judá se acercó a él y le dijo:

—¡Ay, señor mío! Permite que hable tu siervo una palabra a oídos de mi señor. No se encienda tu ira contra tu siervo, puesto que tú eres como el mismo faraón. 19 Mi señor preguntó a sus siervos diciendo: “¿Tienen padre o hermano?”. 20 Y nosotros respondimos a mi señor: “Tenemos un padre anciano y un muchacho pequeño que le nació en su vejez. Un hermano suyo murió. Solo él ha quedado de su madre, y su padre lo ama”. 21 Tú dijiste a tus siervos: “Tráiganmelo para que lo vea”. 22 Y nosotros dijimos a mi señor: “El joven no puede dejar a su padre; porque si lo deja, su padre morirá”. 23 Y dijiste a tus siervos: “Si su hermano menor no viene con ustedes, no verán más mi cara”.

24 »Aconteció, pues, que cuando fuimos a tu siervo, mi padre, le contamos las palabras de mi señor. 25 Y nuestro padre dijo: “Vuelvan a comprarnos un poco más de alimentos”. 26 Nosotros respondimos: “No podemos ir, a menos que nuestro hermano menor vaya con nosotros. Porque no podemos ver la cara de aquel hombre si nuestro hermano menor no está con nosotros”. 27 Entonces tu siervo, mi padre, nos dijo: “Ustedes saben que mi mujer me dio dos hijos, 28 y que uno de ellos partió de mi presencia y pienso que de cierto fue despedazado, pues hasta ahora no lo he vuelto a ver. 29 Si toman también a este de mi presencia y le acontece alguna desgracia, harán descender mis canas con aflicción a la sepultura”.

30 »Ahora pues, cuando llegue yo a tu siervo, mi padre, si el joven no está conmigo, como su vida está tan ligada a la de él, 31 sucederá que cuando vea que no está con nosotros el muchacho, morirá. Así tus siervos habremos hecho descender las canas de tu siervo, nuestro padre, con dolor, a la sepultura. 32 Como tu siervo salió por fiador del joven ante mi padre, diciendo: “Si no te lo traigo de vuelta, entonces yo seré culpable ante mi padre para siempre”, 33 permite ahora que tu siervo quede como esclavo de mi señor en lugar del muchacho, y que el muchacho regrese con sus hermanos. 34 Porque, ¿cómo volveré yo a mi padre si el muchacho no está conmigo? ¡No podré, para no ver la desgracia que sobrevendrá a mi padre!

José se da a conocer a sus hermanos

45 José ya no podía contenerse más delante de todos los que estaban en su presencia, y gritó:

—¡Que salgan todos de mi presencia!

Nadie quedó con él cuando se dio a conocer a sus hermanos. Entonces se puso a llorar a gritos, y lo oyeron los egipcios. Y fue oído también en la casa del faraón. José dijo a sus hermanos:

—Yo soy José. ¿Vive aún mi padre?

Sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban aterrados delante de él. Entonces José dijo a sus hermanos:

—Acérquense a mí, por favor.

Ellos se acercaron, y él les dijo:

—Yo soy José su hermano, el que vendieron para Egipto. Ahora pues, no se entristezcan ni les pese el haberme vendido acá, porque para preservación de vida me ha enviado Dios delante de ustedes. Ya han transcurrido dos años de hambre en medio de la tierra, y todavía quedan cinco años en que no habrá ni siembra ni siega. Pero Dios me ha enviado delante de ustedes para preservarles posteridad en la tierra, y para darles vida mediante una gran liberación. Así que no me enviaron ustedes acá, sino Dios, que me ha puesto como protector del faraón, como señor de toda su casa y como gobernador de toda la tierra de Egipto.

»Apresúrense, vayan a mi padre y díganle: “Así dice tu hijo José: ‘Dios me ha puesto como señor de todo Egipto. Ven a mí; no te detengas. 10 Habitarás en la zona de Gosén, y estarás cerca de mí, tú, tus hijos, los hijos de tus hijos, tus rebaños, tus vacas y todo lo que tienes. 11 Allí proveeré para ti, pues todavía faltan cinco años de hambre; para que no perezcan de necesidad tú, tu casa y todo lo que tienes’ ”.

12 »He aquí que sus ojos y los ojos de mi hermano Benjamín ven que es mi boca la que les habla. 13 Informen a mi padre acerca de toda mi gloria en Egipto y de todo lo que han visto. Apresúrense y traigan a mi padre acá.

14 Entonces se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano y lloró. También Benjamín lloró sobre su cuello. 15 Besó a todos sus hermanos y lloró sobre ellos. Después de esto, sus hermanos hablaron con él.

El faraón llama a Jacob a Egipto

16 Se oyó la noticia en el palacio del faraón: “Los hermanos de José han venido”. Esto agradó al faraón y a sus servidores, 17 y el faraón dijo a José:

—Di a tus hermanos: “Hagan lo siguiente: Carguen sus animales y vuelvan a la tierra de Canaán. 18 Tomen a su padre y a sus familias y vengan a mí. Yo les daré lo mejor de la tierra de Egipto, y comerán sus productos más preciados”. 19 Y tú dales la orden siguiente: “Hagan esto: Tomen de la tierra de Egipto carretas para sus niños y para sus mujeres. Y tomen a su padre y vengan. 20 No echen de menos sus pertenencias, porque lo mejor de toda la tierra de Egipto será de ustedes”.

21 Así lo hicieron los hijos de Israel. José les dio carretas, conforme a las órdenes del faraón, y les dio provisiones para el camino. 22 A cada uno de ellos les dio un vestido nuevo; y a Benjamín le dio trescientas piezas de plata y cinco vestidos nuevos. 23 Para su padre envió lo siguiente: diez asnos cargados de lo mejor de Egipto y diez asnas cargadas de trigo, pan y otros alimentos para su padre, para el camino. 24 Cuando despidió a sus hermanos, y ellos se iban, José les dijo:

—No riñan en el camino.

Jacob y su familia van a Egipto

25 Subieron de Egipto y llegaron a la tierra de Canaán, a su padre Jacob. 26 Y le dieron la noticia diciendo:

—¡José vive aún! Él es el gobernador de toda la tierra de Egipto.

Pero él se quedó pasmado, porque no les podía creer. 27 Ellos le contaron todas las cosas que José les había dicho. Y al ver las carretas que José enviaba para llevarlo, el espíritu de Jacob su padre revivió. 28 Entonces dijo Israel:

—Basta. ¡José, mi hijo, vive todavía! Iré y lo veré antes de que yo muera.

Mateo 12:24-50

24 Pero al oírlo, los fariseos dijeron:

—Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebul, el príncipe de los demonios.

25 Pero como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo:

—Todo reino dividido contra sí mismo está arruinado. Y ninguna ciudad o casa dividida contra sí misma permanecerá. 26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido. ¿Cómo, pues, permanecerá en pie su reino? 27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebul, ¿por quién los echan fuera sus hijos? Por tanto, ellos serán sus jueces. 28 Pero si por el Espíritu de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a ustedes el reino de Dios. 29 Porque, ¿cómo puede alguien entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes a menos que primero ate al hombre fuerte? Y entonces saqueará su casa. 30 El que no está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama.

31 »Por esto les digo que todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. 32 Y a cualquiera que diga palabra contra el Hijo del Hombre le será perdonado; pero a cualquiera que hable contra el Espíritu Santo no le será perdonado ni en este mundo ni en el venidero.

El árbol es conocido por su fruto

33 »O hagan bueno el árbol y bueno su fruto, o hagan malo el árbol y malo su fruto; porque el árbol es conocido por su fruto. 34 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podrán ustedes, siendo malos, hablar cosas buenas? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 35 El hombre bueno del buen tesoro saca cosas buenas, y el hombre malo del mal tesoro saca cosas malas. 36 Pero yo les digo que en el día del juicio los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa que hablen. 37 Porque por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado.

Jesús se niega a hacer señales

38 Entonces le respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo:

—Maestro, deseamos ver de ti una señal.

39 Él respondió y les dijo:

—Una generación malvada y adúltera demanda señal, pero no le será dada ninguna señal, sino la señal del profeta Jonás. 40 Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez[a], así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. 41 Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron ante la proclamación de Jonás. ¡Y he aquí uno mayor que Jonás está en este lugar! 42 La reina del Sur se levantará en el juicio contra esta generación y la condenará, porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón. ¡Y he aquí uno mayor que Salomón está en este lugar!

El espíritu inmundo que regresa

43 »Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, anda por lugares secos buscando reposo, y no lo encuentra. 44 Entonces dice: “Volveré a mi casa de donde salí”. Cuando regresa, la halla desocupada, barrida y adornada. 45 Entonces va y trae consigo otros siete espíritus peores que él. Y después de entrar, habitan allí; y el estado final de aquel hombre llega a ser peor que el primero. Así también sucederá a esta perversa generación.

La familia de Jesús

46 Mientras todavía hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, buscando hablar con él. 47 Y alguien le dijo:

—Mira, tu madre y tus hermanos están afuera, buscando hablar contigo.

48 Pero Jesús respondió al que hablaba con él y le dijo:

—¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?

49 Entonces extendió su mano hacia sus discípulos y dijo:

—¡He aquí mi madre y mis hermanos! 50 Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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