Old/New Testament
Jeremías, liberado
40 La palabra de Jehová que vino a Jeremías, después que Nabuzaradán, capitán de la guardia, le dejó marchar desde Ramá, cuando le tomó estando atado con cadenas entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá que iban deportados a Babilonia.
2 Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías y le dijo: Jehová tu Dios habló este mal contra este lugar;
3 y lo ha traído y hecho Jehová según lo había dicho; porque pecasteis contra Jehová, y no atendisteis a su voz, por eso os ha venido esto.
4 Y ahora yo te he soltado hoy de las cadenas que tenías en tus manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo velaré por ti; pero si te parece mal venir conmigo a Babilonia, déjalo. Mira, toda la tierra está delante de ti; ve adonde mejor y más cómodo te parezca ir.
5 Si prefieres quedarte, vuélvete a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, al cual el rey de Babilonia ha puesto sobre todas las ciudades de Judá, y vive con él en medio del pueblo; o ve adonde te parezca más cómodo ir. Y le dio el capitán de la guardia provisiones y un presente, y le despidió.
6 Se fue entonces Jeremías a Gedalías, hijo de Ahicam, a Mizpá, y habitó con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra.
7 Cuando todos los jefes del ejército que estaban por el campo, ellos y sus hombres, oyeron que el rey de Babilonia había puesto a Gedalías, hijo de Ahicam, para gobernar la tierra, y que le había encomendado los hombres y las mujeres y los niños, y los pobres de la tierra que no fueron deportados a Babilonia,
8 vinieron luego a Gedalías en Mizpá; esto es, Ismael, hijo de Netanías, Johanán y Jonatán, hijos de Carea, Seraías, hijo de Tanhumet, los hijos de Efay netofatita, y Jezanías, hijo de un maacateo, ellos y sus hombres.
9 Y les juró Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, a ellos y a sus hombres, diciendo: No tengáis temor de servir a los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.
10 Y he aquí que yo habito en Mizpá, para estar delante de los caldeos que vendrán a nosotros; mas vosotros tomad el vino, los frutos del verano y el aceite, y ponedlos en vuestros almacenes, y quedaos en vuestras ciudades que habéis tomado.
11 Asimismo todos los judíos que estaban en Moab, y entre los hijos de Amón, y en Edom, y los que estaban en todas las tierras, cuando oyeron decir que el rey de Babilonia había dejado a algunos en Judá, y que había puesto sobre ellos a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán,
12 todos estos judíos regresaron entonces de todos los lugares adonde habían sido echados, y vinieron a tierra de Judá, a Gedalías en Mizpá; y recogieron vino y abundantes frutos.
Conspiración de Ismael contra Gedalías
13 Y Johanán, hijo de Carea, y todos los príncipes de la gente de guerra que estaban en el campo, vinieron a Gedalías en Mizpá,
14 y le dijeron: ¿No sabes que Baalís, rey de los hijos de Amón, ha enviado a Ismael, hijo de Netanías, para matarte? Mas Gedalías hijo de Ahicam no les creyó.
15 Entonces Johanán, hijo de Carea, habló a Gedalías en secreto en Mizpá, diciendo: Yo iré ahora y mataré a Ismael, hijo de Netanías, y ningún hombre lo sabrá. ¿Por qué te ha de matar, y todos los judíos que se han reunido a ti se dispersarán, y perecerá el resto de Judá?
16 Pero Gedalías, hijo de Ahicam, dijo a Johanán, hijo de Carea: No hagas esto, porque es falso lo que tú dices de Ismael.
41 Aconteció en el mes séptimo que vino Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisamá, de la descendencia real, y algunos príncipes del rey y diez hombres con él, a Gedalías, hijo de Ahicam, en Mizpá; y comieron pan juntos allí en Mizpá.
2 Y se levantó Ismael, hijo de Netanías, y los diez hombres que con él estaban, e hirieron a espada a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, matando así a aquel a quien el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra.
3 Asimismo mató Ismael a todos los judíos que estaban con Gedalías en Mizpá, y a los soldados caldeos que allí estaban.
4 Sucedió además, un día después que había matado a Gedalías, cuando nadie lo sabía aún,
5 que vinieron unos hombres de Siquem, de Siló y de Samaria, ochenta hombres, raída la barba, harapientos y arañados, y traían en sus manos ofrenda e incienso para llevar a la casa de Jehová.
6 Y de Mizpá les salió al encuentro, llorando, Ismael el hijo de Netanías. Y aconteció que cuando los encontró, les dijo: Venid a Gedalías, hijo de Ahicam.
7 Y cuando llegaron dentro de la ciudad, Ismael, hijo de Netanías, los degolló, y los echó dentro de una cisterna, con ayuda de los hombres que con él estaban.
8 Mas entre aquellos fueron hallados diez hombres que dijeron a Ismael: No nos mates; porque tenemos en el campo escondites de trigo, cebada, aceite y miel. Y los dejó, y no los mató como a sus hermanos.
9 Y la cisterna en que echó Ismael todos los cuerpos de los hombres que mató a causa de Gedalías, era la misma que había hecho el rey Asá para prevenirse de Baasá rey de Israel; Ismael, hijo de Netanías, la llenó de muertos.
10 Después llevó Ismael cautivo a todo el resto del pueblo que estaba en Mizpá, a las hijas del rey y a todo el pueblo que había quedado en Mizpá, el cual, Nabuzaradán, capitán de la guardia, había encomendado a Gedalías, hijo de Ahicam. Los llevó, pues, cautivos Ismael, hijo de Netanías, y se fue a pasarse a los hijos de Amón.
11 Y cuando oyeron Johanán, hijo de Carea, y todos los jefes de la gente de guerra que estaban con él, todos los crímenes que había hecho Ismael, hijo de Netanías,
12 entonces tomaron a todos los hombres y fueron a pelear contra Ismael, hijo de Netanías, y lo hallaron junto al gran estanque que está en Gabaón.
13 Y aconteció que cuando todo el pueblo que estaba con Ismael vio a Johanán, hijo de Carea, y a todos los capitanes de la gente de guerra que estaban con él, se alegraron.
14 Y todo el pueblo que Ismael había traído cautivo de Mizpá se volvió y se fue al lado de Johanán, hijo de Carea.
15 Pero Ismael, hijo de Netanías, escapó delante de Johanán con ocho hombres, y se fue a los hijos de Amón.
16 Y Johanán, hijo de Carea, y todos los capitanes de la gente de guerra que estaban con él tomaron a todo el resto del pueblo que habían recobrado de mano de Ismael, hijo de Netanías, a quienes éste llevó de Mizpá después de haber matado a Gedalías, hijo de Ahicam; hombres de guerra, mujeres, niños y eunucos, que Johanán había hecho volver de Gabaón;
17 y fueron y habitaron en Gerut-quimam, que está cerca de Belén, con el propósito de meterse en Egipto,
18 pues temían a los caldeos, por haber dado muerte Ismael, hijo de Netanías, a Gedalías, hijo de Ahicam, al cual el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra.
Advertencia de Jeremías al remanente
42 Vinieron todos los oficiales de la gente de guerra, y Johanán, hijo de Carea, Jezanías, hijo de Osaías, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,
2 y dijeron al profeta Jeremías: Acepta ahora nuestro ruego delante de ti, y ruega por nosotros a Jehová tu Dios por todo este resto (pues de muchos hemos quedado unos pocos, como puedes ver),
3 para que Jehová tu Dios nos enseñe el camino por donde vayamos, y lo que hemos de hacer.
4 Y el profeta Jeremías les dijo: He oído. He aquí que voy a orar a Jehová vuestro Dios, como habéis dicho, y todo lo que Jehová os responda, os lo declararé, sin ocultaros nada.
5 Y ellos dijeron a Jeremías: Jehová sea entre nosotros testigo veraz y fiel, si no hacemos conforme a todo el mensaje que Jehová tu Dios te dé para nosotros.
6 Sea grato o sea ingrato, obedeceremos a la voz de Jehová nuestro Dios al cual te enviamos, para que obedeciendo a la voz de Jehová nuestro Dios, nos vaya bien.
7 Aconteció que al cabo de diez días vino palabra de Jehová a Jeremías.
8 Y llamó a Johanán, hijo de Carea, y a todos los oficiales de la gente de guerra que con él estaban, y a todo el pueblo desde el menor hasta el mayor;
9 y les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel, al cual me enviasteis para presentar vuestros ruegos en su presencia:
10 Si os quedáis quietos en esta tierra, os edificaré, y no os destruiré; os plantaré, y no os arrancaré; porque estoy arrepentido del mal que os he hecho.
11 No temáis al rey de Babilonia, del cual tenéis temor; no le temáis, ha dicho Jehová, porque con vosotros estoy yo para salvaros y libraros de su mano;
12 y tendré compasión de vosotros, para que él tenga compasión de vosotros y os haga regresar a vuestra tierra.
13 Mas si decís: No moraremos en esta tierra, no obedeciendo así a la voz de Jehová vuestro Dios,
14 diciendo: No, sino que entraremos en la tierra de Egipto, en la cual no veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta, ni padeceremos hambre de pan, y allí moraremos;
15 pues bien, en este caso oíd palabra de Jehová, remanente de Judá: Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Si vosotros estáis completamente resueltos a marcharos a Egipto para morar allí,
16 sucederá que la espada que teméis, os alcanzará allí en la tierra de Egipto, y el hambre de que tenéis temor, allá en Egipto os perseguirá; y allí moriréis.
17 Así sucederá a cuantos resuelvan irse a Egipto para morar allí; morirán a espada, de hambre y de pestilencia; no habrá de ellos quien quede vivo, ni quien escape delante del mal que traeré yo sobre ellos.
18 Porque así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Como se derramó mi enojo y mi ira sobre los moradores de Jerusalén, así se derramará mi ira sobre vosotros cuando entréis en Egipto; y seréis objeto de execración y de espanto, y de maldición y de afrenta; y no veréis más este lugar.
19 Jehová ha hablado acerca de vosotros, oh remanente de Judá: No vayáis a Egipto; sabed ciertamente que os lo aviso hoy;
20 porque estáis obrando engañosamente contra vuestras almas; pues vosotros me enviasteis a Jehová vuestro Dios, diciendo: Ora por nosotros a Jehová nuestro Dios, y haznos saber todas las cosas que Jehová nuestro Dios diga, y lo haremos.
21 Y os lo he declarado hoy, pero no habéis obedecido a la voz de Jehová vuestro Dios en ninguna de las cosas por las cuales me envió a vosotros.
22 Ahora, pues, sabed de cierto que moriréis a espada, de hambre y de pestilencia en el lugar donde deseáis entrar para morar allí.
4 Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.
2 Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero la palabra que oyeron no les aprovechó, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.
3 Pero los que hemos creído entramos en el reposo, tal como él ha dicho:
Como juré en mi ira,
No entrarán en mi reposo;
aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo.
4 Porque en cierto lugar ha dicho así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día.
5 Y otra vez en este pasaje: No entrarán en mi reposo.
6 Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de su desobediencia,
7 otra vez fija un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como está predicho:
Si oís hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones.
8 Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría de otro día después de esto.
9 Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios.
10 Porque el que ha entrado en su reposo, también él mismo ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
11 Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga, imitando este ejemplo de desobediencia.
12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y de los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
13 Y no hay cosa creada que esté oculta de su vista; antes bien todas las cosas están desnudas y descubiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Jesucristo el gran sumo sacerdote
14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que pasó a través de los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.