Old/New Testament
Jehová es el único Redentor
43 Pero ahora, así dice Jehová, el Creador tuyo, oh Jacob, y el Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te he rescatado; te he llamado por tu nombre; mío eres tú.
2 Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama prenderá en ti.
3 Porque yo soy Jehová, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Sebá por ti.
4 Porque a mis ojos eres de gran estima, eres honorable, y yo te amo; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida.
5 No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu descendencia, y del occidente te recogeré.
6 Diré al norte: Da acá; y al sur: No retengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas desde los confines de la tierra,
7 todos los llamados de mi nombre; a los que para gloria mía he creado, los formé y los hice.
8 Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos.
9 Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oír las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan: Verdad es.
10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo soy él; antes de mí no fue formado otro dios, ni lo será después de mí.
11 Yo, sí, yo soy Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.
12 Yo anuncié, y salvé, y lo he hecho saber, y no hubo entre vosotros ningún dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, de que yo soy Dios.
13 Aun antes que hubiera día, yo soy él; y no hay quien libre de mi mano. Lo que hago yo, ¿quién lo revocará?
14 Así dice Jehová, vuestro Redentor, el Santo de Israel: Por vosotros envié a Babilonia, y haré descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se gloriaban.
15 Yo soy Jehová, vuestro Santo, el Creador de Israel, vuestro Rey.
16 Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas;
17 el que saca carro y caballo, ejército poderoso; y los hace caer a una para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados.
18 No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas.
19 He aquí que yo voy a hacer una cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Aun abriré un camino en el desierto, y ríos en la soledad.
20 Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los avestruces; porque daré aguas en el desierto y ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido.
21 Este pueblo que he creado para mí; a fin de que publique mis alabanzas.
22 Con todo, no me invocaste a mí, oh Jacob, ni te has fatigado por mí, oh Israel.
23 No me trajiste a mí los animales de tus holocaustos, ni me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda, ni te he fatigado a causa del incienso.
24 No compraste para mí caña aromática por dinero, ni me saciaste con la grasa de tus sacrificios, sino que pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades.
25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.
26 Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte.
27 Tu primer padre pecó, y tus maestros prevaricaron contra mí.
28 Por tanto, yo profané a los príncipes del santuario, y puse por anatema a Jacob y por oprobio a Israel.
Jehová es el único Dios
44 Ahora, pues, escucha, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí.
2 Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí.
3 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia, y mi bendición sobre cuanto nazca de ti;
4 y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.
5 Éste dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro suscribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel.
6 Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.
7 ¿Y quién, como yo, proclamará lo venidero? Que lo declare y lo ponga en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo. Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir.
8 No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo anuncié desde la antigüedad, y te lo declaré? Vosotros sois mis testigos. ¿Hay otro Dios fuera de mí? No hay otra Roca; no conozco ninguna.
La insensatez de la idolatría
9 Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y sus obras más estimadas para nada sirven; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden.
10 ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho?
11 He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, temblarán, y serán avergonzados a una.
12 El herrero forja una herramienta, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya.
13 El carpintero tiende la regla, lo señala con lápiz, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa.
14 Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia.
15 De él se sirve luego el hombre para hacer fuego, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se prosterna delante de él.
16 Quema en el fuego parte del leño; con parte de él, come carne; prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Ea!, me he calentado, he visto el fuego;
17 y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque tú eres mi dios.
18 No saben ni entienden; porque están cerrados sus ojos para no ver, y su corazón para no entender.
19 Ninguno reflexiona en su interior; no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol?
20 De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?
Jehová es el Redentor de Israel
21 Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, yo no me olvidaré de ti.
22 Yo deshice como una densa nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí.
23 Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza, y el bosque, con todo árbol que en él está; porque Jehová redimió a Jacob, y en Israel será glorificado.
24 Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo soy Jehová, que lo hago todo; que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo;
25 que frustro las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que trastorno a los sabios, y desvanezco su sabiduría.
26 Yo, el que confirma la palabra de su siervo, y cumple las predicciones de sus mensajeros; el que dice de Jerusalén: Será habitada; y de las ciudades de Judá: Serán reconstruidas, y reedificaré sus ruinas;
27 que dice a las profundidades: Secaos, y haré secar tus ríos;
28 que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serán echados tus cimientos.
Ministerio de Pablo en Tesalónica
2 Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita a vosotros no resultó vana;
2 pues habiendo antes padecido y sido ultrajados en Filipos, como sabéis, tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición.
3 Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño,
4 sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.
5 Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni de pretexto para lucrarnos; Dios es testigo;
6 ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo;
7 sino que fuimos amables entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.
8 Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.
9 Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios.
10 Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes;
11 así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros,
12 y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.
13 Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.
14 Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de manos de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de manos de los judíos,
15 los cuales mataron al Señor Jesús y a sus propios profetas, y a nosotros nos expulsaron; y no agradan a Dios, y se oponen a todos los hombres,
16 impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos sean salvos; así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo.
Ausencia de Pablo
17 Pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por un poco de tiempo, de vista pero no de corazón, tanto más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro;
18 por lo cual quisimos ir a vosotros, yo, Pablo, ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó.
19 Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?
20 Porque vosotros sois nuestra gloria y gozo.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.