Old/New Testament
La huida a Egipto
43 Aconteció que cuando Jeremías acabó de hablar a todo el pueblo todas las palabras de Jehová Dios de ellos, las palabras exactas que Jehová Dios de ellos le había dado para ellos,
2 Azarías, hijo de Osaías, y Johanán, hijo de Carea, y todos los varones soberbios dijeron a Jeremías: Mentira dices; no te ha enviado Jehová nuestro Dios para decir: No vayáis a Egipto para morar allí,
3 sino que Baruc, hijo de Nerías, te incita contra nosotros, para entregarnos en manos de los caldeos, a fin de que nos maten y nos lleven cautivos a Babilonia.
4 No obedeció, pues, Johanán, hijo de Carea, ni ninguno de los oficiales de la gente de guerra, ni nadie del pueblo, a la voz de Jehová para quedarse en tierra de Judá,
5 sino que tomó Johanán, hijo de Carea, y todos los oficiales de la gente de guerra, a todo el remanente de Judá que se había vuelto de todas las naciones donde había sido echado, para morar en tierra de Judá;
6 a hombres, mujeres y niños, a las hijas del rey y a toda persona que había dejado Nabuzaradán, capitán de la guardia, con Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, y al profeta Jeremías y a Baruc, hijo de Nerías,
7 y entraron en tierra de Egipto, porque no obedecieron a la voz de Jehová; y llegaron hasta Tafnes.
8 Y vino palabra de Jehová a Jeremías en Tafnes, diciendo:
9 Toma en tu mano piedras grandes, y cúbrelas de barro en el enladrillado que está a la puerta de la casa de Faraón en Tafnes, a vista de los hombres de Judá;
10 y diles: Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí yo enviaré y tomaré a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y pondré su trono sobre estas piedras que he escondido, y extenderá su pabellón sobre ellas.
11 Y vendrá y asolará la tierra de Egipto; los que a muerte, a muerte, y los que a cautiverio, a cautiverio, y los que a espada, a espada.
12 Y pondrá fuego a los templos de los dioses de Egipto y los quemará, y a ellos los llevará cautivos; y limpiará la tierra de Egipto, como el pastor limpia su capa, y saldrá de allí en paz.
13 Además quebrará las estatuas de Bet-semes, que está en tierra de Egipto, y abrasará los templos de los dioses de Egipto.
Jeremías profetiza a los judíos en Egipto
44 La palabra que vino a Jeremías acerca de todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto, que vivían en Migdol, en Tafnes, en Nof y en tierra de Patrós, diciendo:
2 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá; y he aquí que ellas están el día de hoy asoladas y no hay quien more en ellas,
3 a causa de la maldad que ellos cometieron para enojarme, yendo a ofrecer incienso y a servir a dioses ajenos que ellos no habían conocido, ni ellos ni vosotros ni vuestros padres.
4 Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde el principio y sin cesar, para deciros: No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco.
5 Pero no atendieron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad, para dejar de ofrecer incienso a dioses ajenos.
6 Se derramó, por tanto, mi ira y mi furor, y se encendió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, y fueron puestas en soledad y en destrucción, como lo están hoy día.
7 Ahora, pues, así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis este mal tan grande contra vosotros mismos, para ser destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno,
8 haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para morar como refugiados, de suerte que os acabéis, y seáis por maldición y por oprobio a todas las naciones de la tierra?
9 ¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, de las maldades de los reyes de Judá, de las maldades de sus mujeres, de vuestras maldades y de las maldades de vuestras mujeres, que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén?
10 No se han humillado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.
11 Por tanto, así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo pongo mi rostro contra vosotros para mal, y para destruir a todo Judá.
12 Y tomaré el resto de Judá que resolvieron irse a tierra de Egipto para morar allí, y todos serán aniquilados; en la tierra de Egipto caerán; serán consumidos por la espada y por el hambre; a espada y de hambre morirán desde el menor hasta el mayor; y serán objeto de execración, de espanto, de maldición y de oprobio.
13 Pues castigaré a los que moran en tierra de Egipto como castigué a Jerusalén, con espada, con hambre y con pestilencia;
14 y del resto de los de Judá que entraron en la tierra de Egipto para habitar allí, no habrá quien escape, ni quien quede vivo para volver a la tierra de Judá, por volver a la cual suspiran ellos para habitar allí; porque no volverán sino algunos fugitivos.
15 Entonces todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido incienso a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Patrós, respondieron a Jeremías, diciendo:
16 En cuanto a la palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no te haremos caso;
17 sino que ciertamente cumpliremos todo lo que hemos prometido, para ofrecer incienso a la reina del cielo, y derramarle libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y prosperamos, y no nos sucedió nada malo.
18 Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambre somos consumidos.
19 Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros maridos?
20 Entonces habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo:
21 ¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el incienso que ofrecisteis en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes y el pueblo de la tierra?
22 Y no pudo sufrirlo más Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, y a causa de las abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como está hoy día.
23 Porque ofrecisteis incienso y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis a la voz de Jehová, ni anduvisteis en su ley ni en sus estatutos ni en sus testimonios; por eso ha venido sobre vosotros esta calamidad, como sucede hoy día.
24 Y dijo Jeremías a todo el pueblo, y a todas las mujeres: Oíd palabra de Jehová, todos los de Judá que estáis en tierra de Egipto.
25 Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros y vuestras mujeres hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones; así que confirmáis vuestros votos, y ponéis vuestros votos por obra.
26 Por tanto, oíd palabra de Jehová, todo Judá que habitáis en tierra de Egipto: He aquí, he jurado por mi gran nombre, dice Jehová, que mi nombre no será pronunciado más en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: Vive el Señor Jehová.
27 He aquí que yo velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los hombres de Judá que están en tierra de Egipto serán consumidos a espada y de hambre, hasta que perezcan del todo.
28 Y los que escapen de la espada volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, pocos en número; sabrá, pues, todo el resto de Judá que ha entrado en Egipto a morar allí como refugiados, qué palabra se mantendrá: si la mía, o la suya.
29 Y esto tendréis por señal, dice Jehová, de que en este lugar os voy a castigar, para que sepáis que de cierto permanecerán mis palabras para mal contra vosotros.
30 Así dice Jehová: He aquí que yo entrego al Faraón Hofrá, rey de Egipto, en manos de sus enemigos, y en manos de los que buscan su vida, así como entregué a Sedequías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo, que buscaba su muerte.
Palabra de consuelo para Baruc
45 La palabra que habló el profeta Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, cuando escribía en el libro estas palabras de boca de Jeremías, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:
2 Así dice Jehová, Dios de Israel, a ti, oh Baruc:
3 Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora!, porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor; fatigado estoy de gemir, y no hallo descanso.
4 Así le dirás: Así dice Jehová: He aquí que yo destruyo lo que edifiqué, y arranco lo que planté, y ello en toda la tierra.
5 ¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, dice Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde vayas.
5 Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados;
2 pudiendo sentir compasión a nivel de los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad;
3 y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo.
4 Y nadie toma para sí mismo este honor, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.
5 Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le habló así:
Tú eres mi Hijo,
Yo te he engendrado hoy.
6 Como también dice en otro lugar:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec.
7 Y Cristo, en los días de su carne, habiendo ofrecido ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su piedad.
8 Y aunque era Hijo, aprendió la obediencia por lo que padeció;
9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen;
10 y fue proclamado públicamente por Dios como sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
Advertencia contra la apostasía
11 Acerca de lo cual tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, puesto que os habéis hecho tardos para oír.
12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, otra vez tenéis necesidad de que se os enseñe cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a tener necesidad de leche, y no de alimento sólido.
13 Pues todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es un niño;
14 pero el alimento sólido es para los que han alcanzado la madurez, para los que, por razón de la costumbre, tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.