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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
2 Crónicas 23-24

Rebelión de Joiadá contra Atalía

23 1-3 Al séptimo año, Joiadá se armó de valor y mandó llamar a estos capitanes del ejército:

Azarías hijo de Jeroham,

Ismael hijo de Johanán,

Azarías hijo de Obed,

Maaseías hijo de Adaías,

Elisafat hijo de Zicrí.

Ellos, a su vez, fueron por todo el territorio y las ciudades de Judá, y reunieron a los ayudantes de los sacerdotes y a los jefes de las familias de Israel, para que fueran con ellos a Jerusalén. Cuando llegaron, todos los que se habían reunido hicieron un pacto con Joás en el templo de Dios. Joiadá les dijo:

«¡Miren, éste es el hijo de Ocozías, nuestro antiguo rey! Como Dios le prometió a David que sus descendientes serían reyes, él es quien debe reinar ahora.

»Por eso quiero que tres grupos de sacerdotes y sus ayudantes hagan guardia el sábado: Un grupo vigilará las entradas del templo, otro cuidará el palacio, y el otro vigilará la entrada de los cimientos. El resto de ustedes estará en los patios del templo de Dios.

»Solamente los sacerdotes y sus ayudantes entrarán al templo, pues ellos se han preparado para hacerlo. Todos los demás vigilarán afuera, pues así lo ha ordenado Dios.

»Los ayudantes de los sacerdotes serán guardaespaldas del rey Joás; cada uno deberá tener sus armas en la mano, listo para matar a cualquiera que trate de entrar en el palacio. Deben proteger al rey en todo momento y en cualquier lugar a donde él vaya».

Los ayudantes de los sacerdotes y toda la gente de Judá hicieron lo que les ordenó el sacerdote Joiadá. Y como él no dejó que volvieran a sus casas los que terminaban su turno, los capitanes tenían a su disposición a todos sus hombres, estuvieran o no de guardia el sábado. Luego el sacerdote les dio a los capitanes las lanzas y los escudos grandes y pequeños, que habían sido del rey David y que estaban en el templo.

10 Desde la parte sur hasta la parte norte del templo, y alrededor del altar, todo el ejército, armas en mano, protegía al rey.

11 Entonces Joiadá sacó a Joás, le puso la corona y le dio un documento con instrucciones para gobernar. Después, Joiadá y sus hijos derramaron aceite sobre su cabeza y así lo nombraron rey. Todos gritaron: «¡Viva el rey!»

12 Cuando Atalía escuchó que la gente hacía mucho alboroto y aclamaba al rey, fue al templo. 13 Allí vio a Joás de pie, junto a la columna de la entrada. A su lado estaban los capitanes y los músicos; la gente, llena de alegría, tocaba las trompetas, y los cantores, con sus instrumentos musicales, dirigían al pueblo, que también tocaba trompetas con gran alegría. Entonces Atalía rompió su ropa y gritó: «¡Traición! ¡Traición!»

14 El sacerdote Joiadá les ordenó a los capitanes del ejército: «¡No la maten en el templo! ¡Mátenla afuera, y también a cualquiera que la defienda!» 15 Así que luego de tomarla presa, la sacaron por el portón del establo, la llevaron al palacio y allí la mataron.

Joiadá hace cambios

16 Después Joiadá les pidió al rey y al pueblo que se apoyaran mutuamente. También les pidió que se mantuvieran fieles a Dios. 17 Entonces todos fueron al templo de Baal y lo derribaron, y destruyeron los altares y los ídolos. En cuanto al sacerdote de Baal, que se llamaba Matán, lo mataron frente a los altares.

18 Joiadá puso soldados bajo las órdenes de los sacerdotes y sus ayudantes, para que vigilaran el templo de Dios. Tiempo atrás, David había organizado a los sacerdotes y a sus ayudantes para que, siguiendo las instrucciones de Moisés, presentaran ofrendas en honor de Dios entre cantos de alegría.

19 Además, Joiadá puso vigilantes en las entradas del templo de Dios, para que sólo dejaran entrar a quien se hubiera preparado debidamente. 20 Luego, reunió a los capitanes, a la gente importante, a los gobernadores y al resto del pueblo, y entre todos llevaron al rey desde el templo hasta el palacio, entrando por el portón superior. Allí lo sentaron sobre el trono, 21 y todo el pueblo hizo fiesta.

Después de la muerte de Atalía, la ciudad vivió tranquila.

Joás es rey de Judá (2 R 12.1-21)

24 Joás tenía siete años cuando comenzó a gobernar. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró cuarenta años. Su madre era de Beerseba, y se llamaba Sibiá. Mientras vivió el sacerdote Joiadá, Joás obedeció a Dios en todo. Se casó con dos mujeres que Joiadá eligió para él, y tuvo muchos hijos e hijas.

Un día, Joás decidió reparar el templo de Dios; reunió a los sacerdotes y a los ayudantes de éstos y les dijo: «Es urgente que vayan por todas las ciudades de Judá y recojan las ofrendas que el pueblo debe dar cada año, para así reparar el templo. ¡Háganlo de inmediato!»

Sin embargo, los ayudantes de los sacerdotes no le dieron importancia a la orden del rey. Entonces Joás mandó llamar a Joiadá, jefe de los sacerdotes, y le reclamó:

«¿Por qué no has enviado a tus ayudantes a recorrer Judá y Jerusalén, para que recolecten la contribución que Moisés y los israelitas acordaron dar para el templo? Recuerda que los hijos de la malvada Atalía robaron muchas cosas del templo de Dios, y que hasta se llevaron nuestros utensilios para adorar a sus dioses falsos».

Entonces, el rey mandó hacer un cofre para que lo pusieran en la entrada del templo de Dios. Luego le anunció a toda la gente de Judá y Jerusalén que debían traerle a Dios la contribución que Moisés había ordenado cuando estaban en el desierto.

10 Al oír esto, todos los jefes del país, y el pueblo en general, se alegraron y llevaron sus ofrendas al cofre hasta llenarlo. 11 Cada día, los ayudantes de los sacerdotes llevaban el cofre a los asistentes del rey. Cuando éstos veían que había mucho dinero, le avisaban al secretario del rey y al asistente del jefe de los sacerdotes para que lo vaciaran. Luego, volvían a colocar el cofre a la entrada del templo; de esa manera, lograron juntar una gran cantidad de dinero.

12 El rey y Joiadá le daban el dinero a los encargados de las reparaciones del templo, y éstos les pagaban a los albañiles y carpinteros, y a los que trabajaban el hierro y el bronce para reparar el templo de Dios. 13 De esta manera, todos trabajaron, y la obra avanzó, hasta que repararon por completo el templo de Dios.

14 Cuando terminaron, le regresaron al rey y a Joiadá el dinero que había sobrado. Con él hicieron utensilios de oro y plata para usarlos en el culto del templo. Y así, mientras Joiadá vivió, se presentaron en el templo sacrificios en honor de Dios.

15 Pero Joiadá envejeció, y al llegar a los ciento treinta años de edad, murió. 16 Y como le había servido bien al pueblo de Israel, a Dios y a su templo, lo sepultaron en la Ciudad de David, en el cementerio de los reyes.

Joás se aleja de Dios

17 Después de la muerte de Joiadá, los jefes de Judá fueron a rendirle homenaje al rey. Ellos empezaron a darle malos consejos, 18 y muy pronto el rey y ellos se olvidaron del templo de Dios, y volvieron a adorar las imágenes de Astarté y otros dioses falsos. Esto hizo que Dios se enojara mucho contra Judá y Jerusalén.

19 Sin embargo, Dios les dio una oportunidad y les envió profetas. Ellos les advirtieron del mal que estaban haciendo, para que volvieran a obedecer a Dios. Pero nadie hizo caso.

20 Entonces el espíritu de Dios le dio un mensaje a Zacarías, hijo del sacerdote Joiadá. Él fue, se subió a una tarima, y le dijo al pueblo:

«Así dice Dios: “¡Ustedes se han buscado su propia ruina, por haber desobedecido mi ley! ¡Por haberme abandonado, ahora yo los abandono a ustedes!”»

21-22 El rey Joás se olvidó del amor que Joiadá siempre le tuvo, y cuando el pueblo quiso deshacerse de Zacarías, él mismo dio la orden de que lo mataran en el patio del templo de Dios.

Cuando Zacarías estaba a punto de morir, dijo: «¡Que Dios los castigue por hacerme esto!»

Muerte de Joás

23-24 Y así sucedió. Un año después, Dios castigó a Joás al permitir que una pequeña parte del ejército sirio derrotara a su gran ejército. Los sirios invadieron Judá y Jerusalén, mataron a todos los jefes del país, y después de robar las pertenencias del pueblo, las enviaron al rey de Siria. 25-26 A Joás lo dejaron gravemente herido; y en cuanto los sirios se retiraron, sus ayudantes, Zabad el amonita y Jozabad el moabita, se vengaron del asesinato de Zacarías y mataron a Joás en su propia cama. Luego lo enterraron en la Ciudad de David, pero no en el cementerio de los reyes.

27 La historia de los hijos de Joás, las muchas profecías que se dijeron contra él, y la manera en que reparó el templo de Dios, están escritas en el «Comentario del libro de los reyes». Amasías, su hijo, reinó en su lugar.

Juan 15

Jesús, Dios y nosotros

15 Jesús continuó diciendo a sus discípulos:

«Yo soy la vid verdadera, y Dios mi Padre es el que la cuida. Si una de mis ramas no da uvas, mi Padre la corta; pero limpia las ramas que dan fruto para que den más fruto. Ustedes ya están limpios, gracias al mensaje que les he anunciado.

»Si ustedes se mantienen unidos a mí, yo me mantendré unido a ustedes. Ya saben que una rama no puede producir uvas si no se mantiene unida a la planta. Del mismo modo, ustedes no podrán hacer nada si no se mantienen unidos a mí.

»El discípulo que se mantiene unido a mí, y con quien yo me mantengo unido, es como una rama que da mucho fruto; pero si uno de ustedes se separa de mí, no podrá hacer nada. Al que no se mantenga unido a mí, le pasará lo mismo que a las ramas que no dan fruto: las cortan, las tiran y, cuando se secan, les prenden fuego.

»Si ustedes se mantienen unidos a mí y obedecen todo lo que les he enseñado, recibirán de mi Padre todo lo que pidan. Si ustedes dan mucho fruto y viven realmente como discípulos míos, mi Padre estará orgulloso de ustedes. Así como el Padre me ama a mí, también yo los amo a ustedes. Nunca dejen de amarme. 10 Si obedecen todo lo que yo les he mandado, los amaré siempre, así como mi Padre me ama, porque yo lo obedezco en todo.

11 »Les digo todo esto para que sean tan felices como yo. 12 Y esto es lo que les mando: que se amen unos a otros, así como yo los amo a ustedes. 13 Nadie muestra más amor que quien da la vida por sus amigos. 14 Ustedes son mis amigos, si hacen lo que les mando. 15 Ya no los llamo sirvientes, porque un sirviente no sabe lo que hace su jefe. Los llamo amigos, porque les he contado todo lo que me enseñó mi Padre.

16 »Ustedes no fueron los que me eligieron a mí, sino que fui yo quien los eligió a ustedes. Les he mandado que vayan y sean como las ramas que siempre dan mucho fruto. Así, mi Padre les dará lo que ustedes le pidan en mi nombre. 17 Esto les ordeno: Que se amen unos a otros.

El odio de la gente

18 »Los que se interesan sólo por las cosas de este mundo[a] los odian a ustedes, pero recuerden que primero me odiaron a mí. 19 Ellos los amarían a ustedes, si ustedes fueran como ellos. Pero ustedes ya no son así, porque yo los elegí para que no sean como ellos. Por eso ellos los odian a ustedes.

20 »¿Recuerdan que les dije que ningún sirviente es más importante que su jefe? Por eso, si la gente que sólo ama a este mundo me ha maltratado a mí, también los maltratará a ustedes. Pero si esa gente hace caso de lo que yo digo, también hará caso de lo que digan ustedes. 21 Todo esto les va a pasar por ser mis discípulos, y porque los de este mundo no conocen a Dios, que fue quien me envió.

22-24 »Esa gente no sería culpable por sus pecados si yo no hubiera venido a hablarles, y si delante de ellos no hubiera hecho yo cosas que nadie jamás ha hecho. Pero aun así me odian a mí, y también a mi Padre. Porque el que me odia, también odia a mi Padre. 25 Pero todo esto debe suceder para que se cumpla lo que está escrito en la Biblia: “Me odian sin motivo.”

26 »Yo les enviaré al Espíritu que viene del Padre, y que les enseñará lo que es la verdad. El Espíritu los ayudará[b] y les hablará bien de mí. 27 Y ustedes también hablarán bien de mí, porque han estado conmigo desde el principio.