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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Nueva Biblia de las Américas (NBLA)
Version
2 Samuel 19-20

Joab reprende a David

19 Entonces dieron aviso a Joab: «El rey está llorando y se lamenta por Absalón(A)». Y la victoria[a] aquel día se convirtió en duelo para todo el pueblo, porque el pueblo oyó decir aquel día: «El rey está entristecido por su hijo». Aquel día el pueblo entró calladamente en la ciudad, como pueblo que humillado, entra a escondidas cuando huye de la batalla. Y el rey con su rostro cubierto, clamaba[b](B) en alta voz: «¡Oh hijo mío Absalón, oh Absalón, hijo mío, hijo mío(C)!».

Entonces Joab entró en la casa del rey, y dijo: «Hoy usted ha cubierto de vergüenza el rostro de todos sus siervos que han salvado hoy su vida, la vida de sus hijos e hijas, la vida de sus mujeres y la vida de sus concubinas, al amar a aquellos que lo odian y al odiar a aquellos que lo aman. Pues hoy ha demostrado que príncipes[c] y siervos no son nada para usted; porque ahora en este día sé que si Absalón estuviera vivo y todos nosotros hoy estuviéramos muertos, entonces usted estaría complacido[d]. Ahora pues, levántese, salga y hable bondadosamente a[e] sus siervos, porque juro por el Señor que si no sale, ciertamente ni un solo hombre(D) pasará la noche con usted, y esto le será peor que todo el mal que ha venido sobre usted desde su juventud hasta ahora». Entonces el rey se levantó y se sentó a la puerta. Y cuando avisaron a todo el pueblo, diciendo: «Miren, el rey está sentado a la puerta(E)», entonces todo el pueblo vino delante del rey.

David regresa a Jerusalén

Pero los de Israel habían huido, cada uno a su tienda(F). Y todo el pueblo reñía en todas las tribus de Israel, diciendo: «El rey nos ha librado de mano[f] de nuestros enemigos y nos ha salvado de mano[g] de los filisteos(G), pero ahora ha huido de la tierra por causa de Absalón(H). 10 Sin embargo, Absalón, a quien ungimos sobre nosotros, ha muerto en combate. Ahora pues, ¿por qué guardan silencio respecto a restaurar al rey?».

11 Entonces el rey David envió mensaje a los sacerdotes Sadoc y Abiatar(I) y dijo: «Hablen a los ancianos de Judá, y díganles: “¿Por qué son los últimos en hacer volver al rey a su casa, ya que la palabra de todo Israel ha llegado al rey, a su casa? 12 Ustedes son mis hermanos; mi hueso y mi carne son(J). ¿Por qué, pues, son los últimos en hacer volver al rey?”. 13 Y díganle a Amasa(K): “¿No eres hueso mío y carne mía(L)? Así haga Dios conmigo y aun más si no has de ser comandante del ejército(M) delante de mí para siempre en lugar de Joab(N)”». 14 Así inclinó el corazón de todos los hombres de Judá como el de un solo hombre(O), y enviaron palabra al rey, diciendo: «Regresa, tú y todos tus siervos». 15 Volvió el rey y llegó hasta el Jordán. Y Judá vino a Gilgal para ir al encuentro del rey(P), para conducir al rey al otro lado del Jordán.

16 Entonces Simei, hijo de Gera, el benjamita que era de Bahurim, se dio prisa y descendió con los hombres de Judá al encuentro del rey David(Q). 17 Con él había 1,000 hombres de Benjamín, y Siba, siervo(R) de la casa de Saúl, y con él sus quince hijos y sus veinte siervos; y se apresuraron a pasar el Jordán delante del rey. 18 Y seguían cruzando el vado para pasar a toda la casa del rey, y hacer lo que le pareciera bien[h]. Y Simei, hijo de Gera, se postró ante el rey cuando este iba a pasar el Jordán. 19 Y dijo al rey: «No me considere culpable(S) mi señor, ni se acuerde del mal que su siervo hizo el día en que mi señor el rey salió de Jerusalén. Que el rey no lo guarde en su corazón. 20 Pues yo su siervo reconozco que he pecado; por tanto, hoy he venido, el primero de toda la casa de José, para descender al encuentro de mi señor el rey(T)». 21 Pero Abisai, hijo de Sarvia, respondió: «¿No ha de morir Simei por esto(U), porque maldijo al ungido del Señor(V)?». 22 Entonces David dijo: «¿Qué tengo yo que ver con ustedes, hijos de Sarvia(W), para que en este día me sean adversarios? ¿Ha de morir hoy hombre alguno en Israel(X)? ¿Acaso no sé que hoy soy rey sobre Israel?». 23 Y el rey dijo a Simei: «No morirás». Así el rey se lo juró(Y).

24 También Mefiboset, nieto de Saúl, descendió al encuentro del rey(Z); y no se había aseado[i] los pies, ni recortado[j] el bigote, ni lavado la ropa(AA), desde el día en que el rey se marchó hasta el día en que volvió en paz. 25 Y cuando vino de Jerusalén al encuentro del rey, este[k] le dijo: «¿Por qué no fuiste(AB) conmigo, Mefiboset?». 26 Y él respondió: «Oh rey, señor mío, mi siervo me engañó; pues su siervo se dijo: “Me aparejaré un asno para montar en él e ir con el rey”, porque su siervo es cojo(AC). 27 Además, ha calumniado a su siervo ante mi señor el rey(AD); pero mi señor el rey es como el ángel de Dios; haga, pues, lo que le parezca bien(AE). 28 Porque toda la casa de mi padre no era más que hombres muertos ante mi señor el rey(AF). Con todo, puso a su siervo entre los que comían a su propia mesa(AG). ¿Qué derecho tengo todavía para quejarme[l] más al rey?». 29 Y el rey le dijo: «¿Por qué sigues hablando de tus asuntos? Yo he decidido[m]: “Tú y Siba se repartirán las tierras”». 30 «Que él las tome todas, ya que mi señor el rey ha vuelto en paz a su propia casa», dijo Mefiboset al rey.

31 Barzilai el galaadita también había descendido de Rogelim(AH), y había cruzado el Jordán con el rey para despedirlo en el Jordán. 32 Barzilai era muy anciano, de ochenta años, y había dado provisiones al rey mientras este permanecía en Mahanaim(AI), porque era hombre muy poderoso[n]. 33 Y el rey dijo a Barzilai: «Pasa conmigo y yo te sustentaré[o] junto a mí en Jerusalén». 34 Pero Barzilai respondió al rey: «¿Cuánto tiempo me queda de vida[p](AJ) para que yo suba con el rey a Jerusalén? 35 Ahora tengo[q] ochenta años(AK). ¿Puedo distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿Puede su siervo saborear lo que come o bebe? ¿Puede oír aún la voz de los cantores o de las cantoras(AL)? ¿Por qué, pues, ha de ser su siervo otra carga más para mi señor el rey(AM)? 36 Su siervo no haría más que pasar el Jordán con el rey. ¿Por qué ha de concederme el rey esta recompensa? 37 Permita que su siervo vuelva, para morir en mi ciudad junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Sin embargo, aquí tiene a su siervo Quimam(AN); que pase él con mi señor el rey, y haz por él lo que le parezca bien». 38 Y el rey respondió: «Quimam pasará conmigo, y haré por él lo que te parezca bien; y todo lo que me pidas[r], lo haré por ti». 39 Todo el pueblo pasó el Jordán y el rey también pasó. Entonces el rey besó a Barzilai y lo bendijo, y este regresó a su lugar(AO).

40 El rey siguió hasta Gilgal y Quimam fue con él; y todo el pueblo de Judá y también la mitad del pueblo de Israel acompañaban al[s] rey(AP). 41 Y todos los hombres de Israel vinieron al rey y le dijeron[t](AQ): «¿Por qué te han secuestrado nuestros hermanos(AR), los hombres de Judá, y han hecho pasar el Jordán al rey y a su casa, y a todos los hombres de David con él?». 42 Entonces todos los hombres de Judá respondieron a los hombres de Israel: «Porque el rey es pariente cercano nuestro[u](AS). ¿Por qué, pues, están enojados por esto?[v] ¿Acaso hemos comido algo a costa del rey, o se nos ha dado algo[w]?». 43 Pero los hombres de Israel respondieron[x] a los hombres de Judá: «Nosotros tenemos diez partes(AT) en el rey, y por eso también tenemos más derecho que ustedes sobre David. ¿Por qué, pues, nos han despreciado? ¿No fue nuestro consejo[y] el primero que se dio para hacer volver a nuestro rey?». Pero las palabras de los hombres de Judá fueron más duras que las palabras de los hombres de Israel.

Rebelión y muerte de Seba

20 Y se encontraba allí un hombre indigno(AU) que se llamaba Seba, hijo de Bicri, el benjamita(AV); y este tocó la trompeta y dijo:

«No tenemos parte con David,
Ni tenemos heredad con el hijo de Isaí(AW);
¡Israel, cada uno a sus tiendas(AX)!».

Y todos los hombres de Israel dejaron[z] de seguir a David, y siguieron a Seba, hijo de Bicri; pero los hombres de Judá permanecieron fieles[aa] a su rey, desde el Jordán hasta Jerusalén.

Cuando David llegó a su casa en Jerusalén, el rey tomó las diez mujeres, las concubinas que había dejado para guardar la casa(AY), las puso bajo custodia y les dio alimento, pero no se llegó a ellas. Ellas estuvieron encerradas hasta el día de su muerte, viviendo como viudas.

Entonces el rey dijo a Amasa(AZ): «Convócame a los hombres de Judá dentro de tres días, y tú también preséntate aquí». Amasa fue para convocar a los hombres de Judá, pero tardó más que el tiempo que él le había señalado(BA). Y David dijo a Abisai(BB): «Ahora Seba, hijo de Bicri, nos hará más daño que Absalón. Toma a los siervos de tu señor(BC) y persíguelo, no sea que halle para sí ciudades fortificadas y se nos escape[ab]».

Entonces los hombres de Joab salieron tras él, junto con los cereteos, los peleteos(BD) y todos los hombres valientes; salieron de Jerusalén para perseguir a Seba, hijo de Bicri. Estaban junto a la piedra grande que está en Gabaón(BE), cuando Amasa vino a su encuentro[ac]. Joab estaba vestido con su ropa militar[ad], y sobre ella llevaba un cinturón atado a la cintura con espada en la vaina y mientras avanzaba, se le cayó la espada. Y Joab dijo a Amasa: «¿Te va bien, hermano mío?». Y Joab tomó a Amasa por la barba con su mano derecha para besarlo(BF).

10 Pero Amasa no se protegió de la espada que estaba en la mano de Joab y este lo hirió en el vientre con ella y derramó sus entrañas por tierra, sin herirlo de nuevo, y murió(BG). Entonces Joab y Abisai su hermano siguieron tras Seba, hijo de Bicri. 11 Y junto a Amasa estaba uno de los jóvenes de Joab, y dijo: «Quien esté por Joab y quien esté por David, que siga a Joab(BH)». 12 Y Amasa estaba revolcándose en su sangre en medio del camino. Al ver el hombre que todo el pueblo se detenía, trasladó[ae] a Amasa del camino al campo, y echó sobre él una vestidura porque vio que todo el que pasaba junto a él se detenía. 13 Cuando Amasa fue apartado del camino, todos los hombres pasaron tras Joab para perseguir a Seba, hijo de Bicri.

14 Y pasó Seba por todas las tribus de Israel hasta Abel Bet Maaca y todo Barim, quienes se reunieron y fueron también tras él. 15 Llegaron los de Joab y lo sitiaron en Abel Bet Maaca(BI), y levantaron[af] un terraplén contra la ciudad, y este estaba junto al baluarte(BJ). Todo el pueblo que iba con Joab se puso a socavar el muro para derribarlo.

16 Entonces una mujer sabia gritó desde la ciudad(BK): «Oigan, oigan; ruego que digan a Joab: “Venga acá para que hable con usted”». 17 Y él se acercó a ella, y la mujer dijo: «¿Es usted Joab?». «Yo soy», respondió él. Entonces ella le dijo: «Escuche las palabras de su sierva». «Escucho», respondió Joab. 18 Ella dijo: «Antes acostumbraban decir: “Ellos ciertamente pedirán consejo en Abel”, y así terminaban la querella. 19 Yo soy de las pacíficas(BL) y fieles en Israel. Usted procura destruir una ciudad madre[ag] en Israel. ¿Por qué ha de destruir[ah] la heredad del Señor(BM)?». 20 Y Joab respondió: «Lejos, lejos esté de mí que yo destruya[ai] o extermine. 21 Este no es el caso, sino que un hombre de la región montañosa de Efraín(BN), llamado Seba, hijo de Bicri(BO), ha levantado su mano contra el rey David. Solamente entréguenlo, y yo me iré de la ciudad». Y la mujer dijo a Joab: «Enseguida su cabeza le será arrojada por encima del muro».

22 Entonces la mujer, con su sabiduría, fue a hablar a todo el pueblo(BP); y ellos le cortaron la cabeza a Seba, hijo de Bicri, y se la arrojaron a Joab. Él, pues, tocó la trompeta y se retiraron de la ciudad, cada uno a su tienda(BQ). Joab también regresó al rey en Jerusalén.

23 Joab era jefe sobre todo el ejército de Israel, y Benaía, hijo de Joiada, era jefe sobre los cereteos y los peleteos(BR). 24 Adoram estaba a cargo de los trabajos forzados, y Josafat, hijo de Ahilud, era cronista(BS); 25 Seva era escriba, y Sadoc y Abiatar eran sacerdotes(BT); 26 también Ira el jaireo era sacerdote de David.

Lucas 18:1-23

Parábola de la viuda y el juez injusto

18 Jesús les contó una parábola para enseñarles que ellos debían orar(A) en todo tiempo, y no desfallecer(B): «Había en cierta ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre alguno(C). También había en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él constantemente, diciendo: “Hágame usted justicia de mi adversario”. Por algún tiempo el juez no quiso, pero después dijo para sí: “Aunque ni temo a Dios, ni respeto a hombre alguno(D), sin embargo, porque esta viuda me molesta(E), le haré justicia; no sea que por venir continuamente me agote la paciencia[a](F)”».

El Señor(G) dijo: «Escuchen lo que dijo* el juez injusto. ¿Y no hará Dios justicia(H)a Sus escogidos(I), que claman a Él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles?[b](J) Les digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe[c](K)en la tierra?».

Parábola del fariseo y el publicano

Dijo también Jesús esta parábola a unos que confiaban en sí mismos(L) como justos, y despreciaban a los demás(M): 10 «Dos hombres subieron al templo a orar(N); uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos[d]. 11 El fariseo puesto en pie, oraba(O)para sí de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. 12 Yo ayuno(P)dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano(Q)”. 13 Pero el recaudador de impuestos, de pie(R)y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo(S), sino que se golpeaba el pecho(T), diciendo: “Dios, ten piedad de[e]mí, pecador”.

14 »Les digo que este descendió a su casa justificado pero aquel no; porque todo el que se engrandece será humillado, pero el que se humilla será engrandecido(U) ».

Jesús y los niños

15 (V)Y traían a Jesús aun a los niños muy pequeños para que los tocara. Al ver esto los discípulos, los reprendían. 16 Pero Jesús, llamándolos a su lado, dijo: «Dejen que los niños vengan a Mí, y no se lo impidan, porque de los que son como estos[f]es el reino de Dios. 17 En verdad les digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él(W)».

El joven rico

18 (X)Cierto hombre prominente[g] le preguntó a Jesús: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».

19 Jesús le respondió: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo uno, Dios. 20 Tú sabes los mandamientos: “No cometas adulterio, no mates, no hurtes, no des falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre(Y)”». 21 «Todo esto lo he guardado desde mi juventud», dijo el hombre.

22 Cuando Jesús oyó esto, le dijo: «Te falta todavía una cosa; vende todo lo que tienes y reparte entre los pobres, y tendrás tesoro en los cielos(Z); y ven, sígueme(AA)». 23 Pero al oír esto, se puso muy triste, pues era sumamente rico.

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