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Old/New Testament

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Nueva Biblia de las Américas (NBLA)
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Jueces 9-10

Conspiración de Abimelec

Abimelec, hijo de Jerobaal(A), fue a Siquem, a los parientes[a] de su madre, y les dijo a ellos y a toda la familia de la casa del padre de su madre: «Hablen ahora a oídos de todos los habitantes[b] de Siquem: “¿Qué es mejor para ustedes, que todos los hijos de Jerobaal, setenta hombres(B), reinen sobre ustedes, o que reine sobre ustedes un solo hombre?”. Además, acuérdense que yo soy hueso y carne de ustedes(C)».

Y los parientes de su madre hablaron todas estas palabras por él a oídos de todos los habitantes de Siquem. Y ellos se inclinaron a seguir a[c] Abimelec, porque dijeron: «Es pariente nuestro(D)». Le dieron setenta piezas de plata de la casa de Baal Berit(E), con las cuales Abimelec tomó a sueldo hombres indignos y temerarios que lo siguieron. Luego fue a la casa de su padre en Ofra y sobre una piedra mató a sus hermanos, los hijos de Jerobaal, setenta hombres(F). Pero Jotam, el hijo menor de Jerobaal, se libró[d] porque se escondió(G). Y se reunieron todos los habitantes de Siquem y todo Bet Milo[e], y fueron e hicieron rey a Abimelec, junto a la encina[f] del pilar que había en Siquem.

Cuando se lo informaron a Jotam, fue y se paró en la cumbre del monte Gerizim(H), y alzando su voz, clamó y les dijo: «Escúchenme, habitantes de Siquem, para que los oiga Dios. Una vez los árboles fueron a ungir un rey sobre ellos, y dijeron al olivo: “Reina sobre nosotros”.

»Pero el olivo les respondió: “¿He de dejar mi aceite[g] con el cual[h] se honra a Dios y a los hombres, para ir a ondear sobre los árboles?”.

10 »Entonces los árboles dijeron a la higuera: “Ven, reina sobre nosotros”.

11 »Pero la higuera les respondió: “¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ondear sobre los árboles?”.

12 »Después los árboles dijeron a la vid: “Ven tú, reina sobre nosotros”.

13 »Pero la vid les respondió: “¿He de dejar mi vino nuevo, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ondear sobre los árboles?”.

14 »Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: “Ven tú, reina sobre nosotros”.

15 »Y la zarza dijo a los árboles: “Si en verdad[i] me ungen por rey sobre ustedes, vengan y refúgiense a mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y consuma los cedros del Líbano”.

16 »Ahora pues, si ustedes han procedido con verdad[j] e integridad al hacer rey a Abimelec, y si han procedido bien con Jerobaal(I) y su casa, y si han procedido con él como él merecía[k] 17 (pues mi padre peleó por ustedes, y arriesgó su vida[l] y los libró de la mano de Madián, 18 pero ustedes se han rebelado hoy contra la casa de mi padre y han matado a sus hijos, setenta hombres(J), sobre una piedra, y han hecho rey sobre los habitantes de Siquem a Abimelec, el hijo de su sierva(K), porque es pariente de ustedes), 19 si han, pues, procedido hoy en verdad[m] e integridad para con Jerobaal y su casa, regocíjense en Abimelec, y que él también se regocije en ustedes. 20 Y si no, salga fuego de Abimelec y consuma a los habitantes de Siquem y de Bet Milo[n]. Y salga fuego de los habitantes de Siquem y de Bet Milo[o] y consuma a Abimelec». 21 Entonces Jotam escapó y huyó, y se fue a Beer y permaneció allí a causa de su hermano Abimelec.

Reinado de Abimelec

22 Abimelec reinó tres años sobre Israel. 23 Pero Dios envió un espíritu de discordia(L) entre Abimelec y los habitantes de Siquem; y los habitantes de Siquem procedieron pérfidamente con Abimelec(M), 24 para que viniera la violencia hecha a los[p] setenta hijos de Jerobaal(N), y recayera la sangre de ellos sobre su hermano Abimelec que los mató, y sobre los habitantes de Siquem que fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos(O). 25 Los habitantes de Siquem pusieron emboscadas[q] contra él en las cumbres de los montes y robaban a todos los que pasaban cerca de ellos por el camino; y se lo hicieron saber a Abimelec.

26 Gaal, hijo de Ebed, vino con sus parientes, y pasaron a Siquem; y los habitantes de Siquem pusieron su confianza en él. 27 Y salieron al campo y vendimiaron sus viñedos, pisaron las uvas e hicieron fiesta. Y entrando a la casa de su dios(P), comieron y bebieron y maldijeron a Abimelec. 28 Entonces Gaal, hijo de Ebed, dijo: «¿Quién es Abimelec y quién es Siquem para que le sirvamos? ¿No es acaso hijo de Jerobaal, y no es Zebul su oficial[r]? Sirvan a los hombres de Hamor, padre de Siquem(Q); pero ¿por qué hemos de servirle a él? 29 ¡Quién pusiera este pueblo en mis manos(R)! Entonces yo quitaría a Abimelec». Diría a Abimelec: «Aumenta tu ejército, y sal».

30 Cuando Zebul, gobernante de la ciudad, oyó las palabras de Gaal, hijo de Ebed, se encendió en ira. 31 Y envió secretamente mensajeros a Abimelec, diciendo: «Gaal, hijo de Ebed, y sus parientes han venido a Siquem, y están alborotando[s] a la ciudad contra ti. 32 Ahora pues, levántate de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscada en el campo. 33 Y en la mañana, en cuanto salga el sol, te levantarás temprano y atacarás la ciudad. Entonces, cuando Gaal y el pueblo que está con él salga contra ti, harás con ellos lo que te venga a mano(S)».

34 Abimelec y todo el pueblo que estaba con él, se levantaron de noche y pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías[t]. 35 Gaal, hijo de Ebed, salió y se paró a la entrada de la puerta de la ciudad. Y Abimelec y el pueblo que estaba con él salieron de la emboscada. 36 Al ver Gaal a la gente, dijo a Zebul: «Mira, viene gente bajando de las cumbres de los montes». «Estás viendo la sombra de los montes como si fueran hombres», le dijo Zebul.

37 Pero Gaal volvió a hablar y dijo: «Veo gente que baja de la parte más alta[u] de la tierra(T), y una compañía viene por el camino de la encina[v] de los adivinos[w]». 38 Entonces Zebul le dijo: «¿Dónde está ahora tu jactancia[x] con la cual decías: “¿Quién es Abimelec para que le sirvamos?”? ¿No es este el pueblo que despreciabas? Ahora pues, sal y pelea contra él».

39 Y salió Gaal delante de los habitantes de Siquem y peleó contra Abimelec. 40 Abimelec lo persiguió pero Gaal[y] huyó delante de él. Y muchos cayeron heridos hasta la entrada de la puerta. 41 Y Abimelec se quedó en Aruma, pero Zebul expulsó a Gaal y a sus parientes para que no se quedaran en Siquem.

Captura de Siquem

42 Al día siguiente el pueblo salió al campo, y se lo hicieron saber a Abimelec. 43 Y él tomó a su[z] gente, la dividió en tres compañías y puso emboscadas en el campo. Cuando miró y vio al pueblo salir de la ciudad, se levantó contra ellos y los mató[aa]. 44 Entonces Abimelec y la compañía[ab] que estaba con él se lanzaron con ímpetu y se situaron a la entrada de la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías se lanzaron contra todos los que estaban en el campo y los mataron[ac]. 45 Y peleó Abimelec contra la ciudad todo aquel día, capturó la ciudad y mató a la gente que había en ella. Entonces arrasó la ciudad y la sembró de sal(U).

46 Al oír esto todos los habitantes de la torre de Siquem, se metieron en la fortaleza[ad] del templo[ae] de El Berit[af](V). 47 Y le informaron a Abimelec que todos los habitantes de la torre de Siquem estaban reunidos.

48 Abimelec subió entonces al monte Salmón(W), él y toda la gente que estaba con él; y tomando Abimelec un hacha[ag] en su mano, cortó una rama de los árboles, la levantó y la puso sobre su hombro. Y dijo a la gente que estaba con él: «Lo que me han visto hacer, apresúrense y hagan lo mismo[ah]». 49 Y todo el pueblo cortó también cada uno su rama y siguió a Abimelec, y las pusieron sobre la fortaleza[ai]; prendieron fuego a la fortaleza[aj] sobre los que estaban adentro, y murieron también todos los[ak] de la torre de Siquem, como 1,000 hombres y mujeres.

Muerte de Abimelec

50 Después Abimelec fue a Tebes, la sitió[al] y la tomó. 51 Pero había una torre fortificada en el centro de la ciudad, y todos los hombres y mujeres, todos los habitantes de la ciudad, huyeron allí, se encerraron y subieron al techo de la torre. 52 Abimelec vino a la torre, la atacó y se acercó a la entrada de la torre para prenderle fuego. 53 Pero una mujer arrojó una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec(X) rompiéndole el cráneo.

54 Entonces él llamó apresuradamente al muchacho que era su escudero, y le dijo: «Saca tu espada y mátame(Y), no sea que se diga de mí: “Una mujer lo mató”». Y el[am] muchacho lo traspasó, y murió. 55 Cuando los hombres de Israel vieron que Abimelec había muerto, cada cual se fue para su casa[an]. 56 Así pagó Dios a Abimelec por la maldad que había hecho a su padre al matar a sus setenta hermanos(Z). 57 Dios también hizo volver sobre sus cabezas toda la maldad de los hombres de Siquem, y vino sobre[ao] ellos la maldición de Jotam, hijo de Jerobaal.

Tola y Jair, jueces de Israel

10 Después de la muerte de Abimelec para salvar a Israel se levantó Tola, hijo de Puá, hijo de Dodo, varón de Isacar(AA). Y habitó en Samir, en la región montañosa de Efraín. Tola juzgó a Israel veintitrés años. Y murió y fue sepultado en Samir. Y tras él se levantó Jair el galaadita, y juzgó a Israel veintidós años. Este tuvo treinta hijos que cabalgaban en treinta asnos, y tenían treinta ciudades en[ap] la tierra de Galaad que se llaman Havot Jair[aq](AB) hasta hoy. Y murió Jair, y fue sepultado en Camón.

Opresión amonita

Pero los israelitas volvieron a hacer lo malo ante los ojos del Señor. Sirvieron a los Baales, a Astarot(AC), a los dioses de Aram, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los amonitas(AD) y a los dioses de los filisteos. Abandonaron, pues, al Señor(AE) y no le sirvieron. Entonces se encendió la ira del Señor contra Israel, y los entregó en manos de los filisteos(AF) y en manos de los amonitas. Y ellos afligieron[ar] y quebrantaron a los israelitas ese año. Y por dieciocho años oprimieron a todos los israelitas que estaban al otro lado del Jordán, en Galaad, en la tierra de los amorreos. Los amonitas cruzaron el Jordán para pelear también contra Judá, contra Benjamín y contra la casa de Efraín, y se angustió Israel en gran manera.

10 Entonces los israelitas clamaron al Señor: «Hemos pecado contra Ti, porque ciertamente hemos abandonado a nuestro Dios y hemos servido a los Baales(AG)». 11 Y el Señor respondió a los israelitas(AH): «¿No los libré Yo de los egipcios, de los amorreos, de los amonitas(AI) y de los filisteos? 12 Cuando los sidonios, los amalecitas y los maonitas[as] los oprimían(AJ), clamaron a Mí, y Yo los libré de sus manos. 13 Pero ustedes me han dejado(AK) y han servido a otros dioses. Por tanto, no los libraré más. 14 Vayan y clamen a los dioses que han escogido; que ellos los libren en el tiempo de su aflicción(AL)».

15 Los israelitas respondieron al Señor: «Hemos pecado, haz con nosotros como bien te parezca(AM). Solo te rogamos que nos libres en este día». 16 Y quitaron los dioses extranjeros de en medio de ellos y sirvieron al Señor(AN). Y Él no pudo soportar más[at] la angustia de Israel(AO).

17 Entonces los amonitas se reunieron y acamparon en Galaad, y los israelitas se juntaron y acamparon en Mizpa(AP). 18 Y el pueblo, los jefes de Galaad, se dijeron unos a otros: «¿Quién es el hombre que comenzará la batalla contra los amonitas? Él será caudillo de todos los habitantes de Galaad».

Lucas 5:17-39

Curación de un paralítico

17 Y[a] un día[b] que Él estaba enseñando, estaban allí sentados algunos fariseos(A) y maestros de la ley(B) que habían venido de todas las aldeas de Galilea y Judea, y de Jerusalén(C); y el poder del Señor(D) estaba con Él para sanar. 18 (E)Y unos hombres trajeron en una camilla a un hombre que estaba paralítico; y trataban de meterlo y ponerlo delante de Jesús. 19 No hallando cómo introducirlo debido a la multitud, subieron a la azotea(F) y lo bajaron con la camilla a través del techo[c](G), poniéndolo en medio, delante de Jesús. 20 Al ver Jesús la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados te son perdonados(H)».

21 Entonces los escribas y fariseos comenzaron a razonar(I), diciendo: «¿Quién es Este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios(J)?». 22 Conociendo Jesús sus pensamientos, les respondió: «¿Por qué razonan en sus corazones? 23 ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? 24 Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados», dijo al paralítico(K): «A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».

25 Al instante se levantó delante de ellos, tomó la camilla en que había estado acostado, y se fue a su casa glorificando a Dios(L). 26 El asombro se apoderó de todos y glorificaban a Dios(M); y se llenaron de temor(N), diciendo: «Hoy hemos visto cosas extraordinarias».

Llamamiento de Leví y la cena en su casa

27 (O)Después de esto, Jesús salió y se fijó en un recaudador de impuestos[d] llamado Leví(P), sentado en la oficina de los tributos, y le dijo: «Sígueme». 28 Y él, dejándolo todo, se levantó y lo seguía(Q).

29 Leví(R) le ofreció un gran banquete en su casa, y había un grupo grande de recaudadores de impuestos(S) y de otros que estaban sentados[e] a la mesa con ellos. 30 Y los fariseos y sus escribas(T) se quejaban a los discípulos de Jesús, diciendo: «¿Por qué comen y beben ustedes con los recaudadores de impuestos y con los pecadores?». 31 Jesús les respondió: «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos(U). 32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento».

Pregunta sobre el ayuno

33 Ellos dijeron a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oraciones; los de los fariseos también hacen lo mismo, pero los Tuyos comen y beben(V)». 34 Entonces Jesús les dijo: «¿Acaso pueden hacer que los acompañantes del novio[f]ayunen mientras el novio está con ellos? 35 Pero vendrán días cuando[g]el novio les será quitado, entonces ayunarán en aquellos días(W)».

36 También les dijo una parábola: «Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; porque entonces[h]romperá el nuevo, y el pedazo del nuevo no armonizará con el viejo. 37 Y nadie echa vino nuevo en odres[i]viejos, porque entonces[j]el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán, 38 sino que el vino nuevo debe echarse en odres nuevos[k]. 39 Y nadie, después de beber vino añejo, desea vino nuevo, porque dice: “El añejo es mejor[l]”».

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