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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Génesis 27-28

Jacob engaña a Isaac

27 Cuando Isaac estaba viejo y prácticamente ciego, llamó a su hijo mayor Esaú, y le dijo:

—Hijo mío.

Esaú le respondió:

—Aquí estoy.

Luego Isaac le dijo:

—Mírame, estoy viejo y no sé cuándo voy a morir. Entonces, toma tus armas, tu arco y tus flechas. Sal al campo y caza un animal para mí. Prepárame la comida que más me gusta, tráemela para que yo la coma y te pueda dar mi bendición antes de morir.

Entonces Esaú se fue a cazar un venado para su papá.

Rebeca estaba oyendo cuando Isaac le dijo esto a su hijo Esaú. Rebeca le dijo a su hijo Jacob:

—Fíjate que escuché a tu papá hablando con tu hermano Esaú. Tu papá le dijo: “Tráeme un venado y prepáramelo para comerlo y darte mi bendición delante del SEÑOR antes de mi muerte”. Hijo mío, óyeme y haz lo que te digo. Ve al rebaño y consígueme dos cabras jóvenes y buenas para que así yo pueda prepararlas deliciosas, como le gustan a tu papá. 10 Tú le llevarás la comida a tu papá, y él te dará su bendición antes de morir.

11 Entonces Jacob le dijo a Rebeca, su mamá:

—Mira, mi hermano Esaú es un hombre muy velludo y yo no. 12 Es probable que mi papá me toque, va a pensar que soy un engañador y me va a maldecir en lugar de bendecirme.

13 Entonces la mamá le dijo:

—Que cualquier maldición que te haga caiga sobre mí en lugar de sobre ti. Haz lo que te pido, y tráeme las cabras.

14 Jacob fue, las agarró y se las llevó a su mamá. Ella preparó una comida deliciosa, tal como le gustaba a Isaac. 15 Después Rebeca tomó la mejor ropa que tenía Esaú, su hijo mayor, y se la puso a Jacob, su hijo menor. 16 También tomó las pieles de las cabras y las puso en los brazos y cuello de Jacob. 17 Además, le dio a su hijo Jacob la deliciosa comida y el pan que ella había preparado. 18 Jacob fue a donde estaba su papá y le dijo:

—Papá.

Isaac respondió:

—Aquí estoy. ¿Cuál de mis hijos eres tú?

19 Jacob respondió:

—Soy Esaú, tu hijo mayor. Hice lo que me pediste, recuéstate y come la carne del animal que cacé para ti, para que así me des tu bendición.

20 Pero Isaac le dijo a su hijo:

—¿Cómo hiciste para cazar tan rápido este animal?

Jacob respondió:

—Porque el SEÑOR tu Dios, me ayudó a hacerlo.

21 Luego Isaac le dijo a Jacob:

—Hijo mío, acércate que te quiero tocar para saber si en verdad tú eres mi hijo Esaú.

22 Jacob se acercó a su papá, él lo tocó y dijo:

—Tu voz parece la de Jacob, pero tus brazos se sienten como los de Esaú.

23 Isaac no lo reconoció porque los brazos estaban velludos como los de su hermano Esaú, entonces lo bendijo.

24 Le dijo:

—¿En verdad eres mi hijo Esaú?

Jacob respondió:

—Sí, soy yo.

Jacob recibe la bendición

25 Luego Isaac dijo:

—Tráeme un poco de carne para que la coma y te dé mi bendición.

Jacob se la trajo, y él la comió. También le trajo vino, y él lo bebió.

26 Después su papá, Isaac, le dijo:

—Acércate y dame un beso, hijo mío.

27 Jacob se acercó y le dio un beso. Isaac le olió la ropa y lo bendijo. Isaac dijo:

«Miren, el olor de mi hijo es como el olor de un campo
    que el SEÑOR ha bendecido.
28 Que el Dios te dé mucho rocío del cielo, campos fértiles
    y abundancia de cosechas y vinos.
29 Que pueblos te sirvan,
    y naciones se inclinen ante ti.
Que tú gobiernes sobre tus hermanos,
    y los hijos de tu mamá se arrodillen ante ti.
Que quienes te maldigan, sean malditos,
    y quienes te bendigan, sean benditos».

30 Justo cuando Isaac terminó de bendecir a Jacob y este se había ido, Esaú volvió de su cacería y entró al cuarto. 31 También él preparó una comida deliciosa y se la llevó a su papá. Esaú le dijo a su papá:

—Papá, ven y come un poco de la carne que te traje para que me des tu bendición.

32 Pero Isaac le preguntó:

—¿Quién eres tú?

Esaú respondió:

—Soy Esaú, tu hijo mayor.

33 Entonces Isaac se puso furioso y dijo:

—¿Cómo? ¿Quién fue el que cazó un animal y me lo trajo? Me lo comí todo y le di mi bendición antes de que tú vinieras. Ahora él será el que tendrá la bendición.

34 Cuando Esaú escuchó esto, lanzó un grito grande y amargo y le dijo a su papá:

—Papá, dame a mí también tu bendición.

35 Isaac dijo:

—Tu hermano vino, me engañó y tomó tu bendición.

36 Entonces Esaú dijo:

—Con razón le pusieron por nombre Jacob[a]. Esta es la segunda vez que él me engaña. Primero me quitó mis derechos de hijo mayor[b] y ahora me quitó mi bendición.

Luego añadió:

—¿No has guardado una bendición para mí?

37 Isaac le respondió a Esaú:

—Le di a él control sobre ti, a todos sus hermanos como siervos y también abundancia de cosechas y vino. ¿Qué puedo darte a ti, hijo mío?

38 Entonces Esaú le dijo a su papá:

—¿No tienes aunque sea una sola bendición para mí, papá? Bendíceme a mí también.

Después Esaú se puso a llorar a gritos.

39 Entonces Isaac le dijo:

«No vivirás en buenas tierras,
    y no recibirás mucha lluvia.
40 Tendrás que pelear para vivir,
    y serás esclavo de tu hermano.
Pero cuando estés listo,
    te separarás de su control».

41 Esaú le guardó rencor a su hermano Jacob por la bendición que este había recibido, y pensó: «Mi papá ya casi va a morir y habrá un tiempo de luto por él. Cuando termine ese tiempo, mataré a mi hermano Jacob».

42 Rebeca se enteró de lo que planeaba Esaú, su hijo mayor. Entonces mandó llamar a Jacob y le dijo:

—Mira, tu hermano Esaú está planeando matarte para vengarse de ti. 43 Hijo mío, haz lo que te digo. Huye ya mismo a Jarán, a donde vive mi hermano Labán. 44 Quédate con él unos días hasta que se le pase la furia a tu hermano. 45 Después de un tiempo, tu hermano olvidará lo que le hiciste, y cuando eso suceda te voy a mandar un siervo para que te traiga de regreso. No quiero perderlos a ustedes dos el mismo día.

46 Luego Rebeca le dijo a Isaac:

—Se me arruinó la vida por causa de esas mujeres heteos, me moriría si Jacob se llegara a casar también con una mujer de esas.

28 Luego Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó: «No te cases con una mujer cananea. Vete inmediatamente a Padán Aram, donde vive Betuel, tu abuelo materno. El hermano de tu mamá, Labán, vive allá, cásate con una de sus hijas. Que el Dios Todopoderoso[c] te bendiga y te dé muchos hijos para que así te conviertas en padre de muchos pueblos. Que los bendiga a ti y a tus hijos como bendijo a Abraham y que te conviertas en el dueño de la tierra donde tú viviste como extranjero, la cual Dios le dio a Abraham».

Entonces Isaac envió a Jacob a Padán Aram donde vivía Labán, el hijo de Betuel el arameo. Labán era el hermano de Rebeca, la mamá de Jacob y Esaú.

Esaú se enteró de que Isaac había bendecido a Jacob y de que lo había enviado a Padán Aram a casarse con una mujer de allá. También supo que Isaac le había ordenado que no se casara con una mujer de Canaán. Además se enteró de que Jacob les había obedecido a sus padres y se había ido a Padán Aram. Esaú se dio cuenta de que a su papá, Isaac, no le gustaban las mujeres de Canaán. Aunque Esaú ya tenía dos esposas, fue a donde estaba Ismael, hijo de Abraham, y se casó con su hija Majalat, hermana de Nebayot.

Betel, la casa de Dios

10 Jacob se fue de Berseba hacia Jarán. 11 Llegó a cierto lugar y allí pasó la noche porque ya había oscurecido. Tomó una piedra de ese lugar y la puso bajo su cabeza para acostarse a dormir. 12 En sueños vio una escalera que tenía un extremo en la tierra y el otro en el cielo, y había ángeles de Dios subiendo y bajando por ella. 13 Vio que el SEÑOR estaba parado a su lado[d] y que le dijo: «Yo soy el SEÑOR, Dios de tu antepasado Abraham y Dios de Isaac. Les daré a tus hijos la tierra en la que ahora estás acostado. 14 Tendrás más descendientes que partículas de polvo hay sobre la tierra. Se esparcirán por el norte, el sur, el oriente y el occidente, y todas las familias del mundo serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia. 15 Mira, estoy contigo, te protegeré dondequiera que vayas y te volveré a traer a esta tierra. No te abandonaré y cumpliré lo que te acabo de decir».

16 Después Jacob se despertó y dijo: «El SEÑOR está en este lugar y no me había dado cuenta». 17 Jacob estaba asustado y dijo: «¡Qué lugar tan aterrador es este! Esta debe ser la casa de Dios y puerta del cielo».

18 A la mañana siguiente, Jacob se levantó muy temprano, tomó la piedra que había puesto bajo su cabeza, la colocó a manera de recordatorio y derramó aceite sobre ella para dedicársela a Dios. 19 Esa ciudad se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel[e].

20 Luego Jacob prometió: «Si Dios va a estar conmigo, me va a proteger en este viaje, me va a dar comida, vestido 21 y me va a traer sano y salvo de regreso a la casa de mi papá, entonces el SEÑOR será mi Dios. 22 Esta piedra que puse como recordatorio será casa de Dios y le daré a Dios una décima parte de todo lo que él me dé».

Mateo 8:18-34

Seguir a Jesús

(Lc 9:57-62)

18 Cuando Jesús vio a la multitud que lo rodeaba, ordenó a sus seguidores que se fueran al otro lado del lago. 19 Un maestro de la ley se acercó a él y le dijo:

—Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas.

20 Entonces Jesús le dijo:

—Las zorras tienen sus madrigueras y las aves tienen sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene un lugar donde descansar la cabeza.

21 Otro de sus seguidores le dijo:

—Señor, déjame primero ir a enterrar a mi papá.

22 Pero Jesús le dijo:

—Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.

Jesús calma una tormenta

(Mr 4:35-41; Lc 8:22-25)

23 Jesús subió a la barca y sus seguidores lo acompañaron. 24 Entonces se desató una gran tormenta y las olas estaban cubriendo la barca, pero Jesús estaba durmiendo. 25 Entonces los seguidores se acercaron, lo despertaron y le dijeron:

—¡Señor, sálvanos! ¡Nos estamos ahogando!

26 Él les dijo:

—¿Por qué son tan cobardes, hombres de poca fe?

Jesús se levantó y regaño a los vientos y al mar; y todo quedó en gran calma. 27 Ellos no lo podían creer y decían:

—¿Quién es este hombre que hasta el viento y las olas lo obedecen?

Jesús expulsa unos demonios

(Mr 5:1-20; Lc 8:26-39)

28 Cuando Jesús llegó a la otra orilla del lago, a la región de los gadarenos[a], se le acercaron de entre las tumbas dos hombres poseídos por demonios. Vivían allí y eran muy violentos, por lo que nadie podía pasar por ahí. 29 De pronto ellos gritaron:

—¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido antes de tiempo para castigarnos?

30 A lo lejos había muchos cerdos comiendo. 31 Entonces los demonios le rogaron a Jesús:

—Si vas a expulsarnos de estos hombres, mándanos a entrar en esos cerdos.

32 Entonces Jesús les dijo:

—¡Vayan!

Los demonios salieron de los hombres y entraron en los cerdos. Entonces todos los cerdos se echaron a correr pendiente abajo por el barranco, cayeron en las aguas y se ahogaron. 33 Los encargados de cuidar a los cerdos salieron huyendo. Al llegar al pueblo, contaron todo lo que había pasado e incluso lo que les pasó a los hombres que estaban poseídos. 34 Entonces todo el pueblo salió a ver a Jesús y le pidieron que se fuera de esa región.

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