Old/New Testament
3 Y me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.
2 Así que abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo.
3 Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que te doy. Lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.
4 Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras.
5 Porque no eres enviado a pueblo de habla oscura ni de lengua áspera, sino a la casa de Israel.
6 No a muchos pueblos de habla oscura ni de lengua áspera, cuyas palabras no entiendas. Si a ellos te enviara, de seguro que te escucharían.
7 Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere escuchar a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.
8 He aquí que yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes.
9 Como diamante, más fuerte que el pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde.
10 Me dijo además: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y escucha con tus oídos.
11 Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así dice el Señor Jehová; escuchen, o dejen de escuchar.
12 Entonces me elevó el espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.
13 Oí también el sonido de las alas de los seres vivientes que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas junto a ellos, y sonido de gran estruendo.
14 Me levantó, pues, el espíritu, y me transportó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu, mientras la mano de Jehová era fuerte sobre mí.
15 Así llegué a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos.
Llamamiento de Ezequiel
16 Y aconteció que al cabo de los siete días, vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
17 Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.
18 Cuando yo diga al malvado: De cierto morirás; y tú no le amonestes ni le hables, para retraer al malvado de su mal camino a fin de que viva, el malvado morirá por su maldad, pero yo demandaré su sangre de tu mano.
19 Mas si tú amonestas al malvado, y él no se convierte de su maldad ni de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.
20 Y si el justo se aparta de su justicia y comete iniquidad, yo pondré un tropiezo delante de él, y él morirá; porque tú no le amonestaste, en su pecado morirá, y las obras buenas que había hecho no serán recordadas; pero su sangre demandaré de tu mano.
21 Pero si amonestas al justo para que no peque, y no peca, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma.
El profeta mudo
22 Vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo: Levántate, sal al campo, y allí hablaré contigo.
23 Y me levanté y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro.
24 Entonces entró el espíritu en mí y me asentó sobre mis pies, y me habló, y me dijo: Ve, y enciérrate dentro de tu casa.
25 Y tú, oh hijo de hombre, he aquí que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te ligarán, y no saldrás entre ellos.
26 Y haré que se pegue tu lengua a tu paladar, y estarás mudo, y no serás para ellos un varón que reprende; porque son casa rebelde.
27 Mas cuando yo te hable, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho el Señor Jehová: El que quiera escuchar, que escuche; y el que no quiera escuchar, que no escuche; porque son casa rebelde.
Anuncio del asedio de Jerusalén
4 Tú, hijo de hombre, toma un ladrillo y ponlo delante de ti, y diseña sobre él la ciudad, Jerusalén.
2 Y pondrás contra ella un simulacro de asedio, y edificarás contra ella fortalezas, y sacarás contra ella baluarte; también pondrás delante de ella campamento, y colocarás contra ella arietes alrededor.
3 Toma también una plancha de hierro, y ponla como un muro de hierro entre ti y la ciudad; volverás luego tu rostro hacia ella, y será puesta en estado de sitio, y tú estrecharás el cerco contra ella. Es señal para la casa de Israel.
4 Y tú te acostarás sobre tu lado izquierdo, y pondrás sobre él la maldad de la casa de Israel. Según el número de los días que duermas sobre él, llevarás sobre ti la maldad de ellos.
5 Pues yo te he fijado los años de su maldad por el número de los días trescientos noventa días; y así llevarás tú la maldad de la casa de Israel.
6 Cumplidos éstos, te acostarás sobre tu lado derecho segunda vez, y llevarás la maldad de la casa de Judá; cuarenta días, computándote cada día por un año.
7 Después volverás tu rostro hacia el asedio de Jerusalén, con el brazo descubierto, y profetizarás contra ella.
8 Y he aquí que pongo sobre ti ataduras, y no te volverás de un lado a otro, hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.
9 Toma también trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y avena, y ponlos en una vasija, y hazte pan de ellos; según el número de los días que te acuestes sobre tu lado, trescientos noventa días, comerás de él.
10 La comida que comerás será de un peso de veinte siclos al día; de tiempo en tiempo la comerás.
11 Y beberás el agua por medida, la sexta parte de un hin; de tiempo en tiempo la beberás.
12 Y lo comerás en forma de galletas de cebada, que cocerás a la vista de ellos en el rescoldo de excrementos humanos.
13 Y dijo Jehová: Así comerán los hijos de Israel su pan inmundo, entre las naciones adonde los arrojaré yo.
14 Y dije: ¡Ah, Señor Jehová!, he aquí que mi alma no ha sido manchada, ni nunca desde mi juventud hasta este tiempo comí cosa mortecina ni despedazada, ni nunca en mi boca entró carne inmunda.
15 Y me respondió: He aquí, te permito usar estiércol de bueyes, en lugar de excremento humano, para cocer en él tu pan.
16 Me dijo luego: Hijo de hombre, he aquí, quebrantaré el sustento del pan en Jerusalén; y comerán el pan por peso y con angustia, y beberán el agua por medida y con afán,
17 para que al faltarles el pan y el agua, se miren unos a otros con espanto, y se consuman en su maldad.
20 Por la fe, bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.
21 Por la fe, Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.
22 Por la fe, José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio órdenes acerca de sus huesos.
23 Por la fe, Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que el niño era hermoso, y no temieron el decreto del rey.
24 Por la fe, Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,
26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.
27 Por la fe abandonó Egipto, no temiendo la cólera del rey; porque se mantuvo firme, como viendo al Invisible.
28 Por la fe, celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no los tocase a ellos.
29 Por la fe, pasaron por el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.
30 Por la fe, cayeron los muros de Jericó después de ser rodeados durante siete días.
31 Por la fe, Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.
32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría para contar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas;
33 que mediante la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
34 apagaron fuegos impetuosos, escaparon del filo de la espada, se revistieron de poder, siendo débiles, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros.
35 Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron torturados, no aceptando el rescate, a fin de obtener una mejor resurrección.
36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras, menesterosos, atribulados, maltratados;
38 de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
39 Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;
40 porque Dios había provisto para nosotros algo mejor, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.