Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Revisada (RVR1977)
Version
Lamentaciones 1-2

Desolación de Jerusalén

¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa!

La grande entre las naciones se ha quedado como viuda,
La señora entre provincias ha sido hecha tributaria.

Sin cesar llora en la noche, y las lágrimas surcan sus mejillas.
No tiene quien la consuele de entre todos sus amantes;
Todos sus amigos le han traicionado, se le volvieron enemigos.

Judá está desterrada, sujeta a opresión y a dura servidumbre;
Ella habita entre las naciones, y no halla descanso;
Todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras.

Las calzadas de Sión están de luto, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes;
Todas sus puertas están desoladas, sus sacerdotes gimen,
Sus vírgenes están afligidas, y ella está en amargura.

Sus enemigos han sido puestos por cabeza, sus aborrecedores fueron prosperados,
Porque Jehová la afligió por la multitud de sus transgresiones;
Sus hijos salieron para la cautividad delante del enemigo.

Desapareció de la hija de Sión toda su hermosura;
Sus príncipes han venido a ser como ciervos que no hallan pasto,
Y caminan sin fuerzas delante del perseguidor.

Jerusalén, cuando cayó su pueblo en manos del enemigo y no hubo quien la ayudase,
Se acordó de los días de su aflicción, y de su vida errante,
Y de todos los bienes que tuvo desde los tiempos antiguos.
La miraron los enemigos, y se burlaron de su ruina.

Pecado grave cometió Jerusalén, por lo cual se ha vuelto cosa impura;
Todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza;
Y ella suspira, y se vuelve de espaldas.

Su inmundicia está en sus faldas, y no se acordó de su fin;
Por eso ha caído de modo tan sorprendente, y no tiene quien la consuele.
Mira, oh Jehová, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.

10 Extendió su mano el enemigo a todas sus cosas preciosas;
Ella ha visto entrar en su santuario a las naciones
De las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación.

11 Todo su pueblo gime en busca de pan;
Dieron por la comida todas sus cosas preciosas, para recobrar la vida.
Mira, oh Jehová, y ve cómo estoy de despreciada.

12 ¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino?
Mirad, y ved si hay un dolor como el dolor que me aflige;
Porque Jehová me ha afligido en el día de su ardiente furor.

13 Desde lo alto envió fuego y lo hizo penetrar en mis huesos;
Ha tendido una red a mis pies, me ha tirado hacia atrás,
Me dejó desolada, y con dolor todo el día.

14 El yugo de mis rebeliones ha sido atado por su mano;
Las ataduras han sido echadas sobre mi cuello; ha debilitado mis fuerzas;
Me ha entregado el Señor a merced de aquellos ante quienes no podré resistir.

15 El Señor ha desechado a todos mis valientes en medio de mí;
Convocó contra mí asamblea para quebrantar a mis jóvenes;
Como en un lagar ha hollado el Señor a la virgen hija de Judá.

16 Por esta causa lloro; mis ojos, mis ojos se deshacen en lágrimas,
Porque se alejó de mí el consolador que reanima mi alma;
Mis hijos están desolados, porque el enemigo prevaleció.

17 Sión extendió sus manos; no tiene quien la consuele;
Jehová dio mandamiento contra Jacob, que sus enemigos la cercasen;
Jerusalén se ha vuelto cosa impura entre ellos.

18 Jehová es justo; yo contra su palabra me rebelé.
Oíd ahora, pueblos todos, y ved mi dolor;
Mis doncellas y mis jóvenes fueron llevados en cautiverio.

19 Di voces a mis amantes, mas ellos me han engañado;
Mis sacerdotes y mis ancianos perecieron en la ciudad,
Cuando buscaban comida para sí con que reanimarse.

20 Mira, oh Jehová, estoy atribulada, mis entrañas hierven.
Mi corazón se retuerce dentro de mí, porque me rebelé en gran manera.
Por fuera, la espada me quita los hijos; por dentro, la muerte.

21 Oyeron cómo gemía, mas no hay consolador para mí;
Todos mis enemigos han oído mi desgracia, y se alegran de lo que tú has hecho.
Haz que llegue el día que has anunciado, y sean como yo.

22 Venga delante de ti toda su maldad,
Y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis maldades;
Porque muchos son mis gemidos, y mi corazón desfallece.

Las tristezas de Sión vienen por su rebelión contra Jehová

¡Cómo oscureció el Señor en su furor a la hija de Sión!

Derribó del cielo a la tierra el esplendor de Israel,
Y no se acordó del estrado de sus pies en el día de su furor.

Destruyó el Señor sin piedad todas las moradas de Jacob;
Ha derruido las fortalezas de la hija de Judá,
Ha echado por tierra y profanado al reino y a sus príncipes.

Cortó con el ardor de su ira todo el poderío de Israel;
Retiró de él su diestra frente al enemigo,
Y ha encendido en Jacob como una llama de fuego que devora todo alrededor.

Entesó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario,
Y destruyó cuanto era hermoso a la vista.
En la tienda de la hija de Sión derramó como fuego su enojo.

El Señor se ha portado como enemigo, destruyó a Israel;
Destruyó todos sus palacios, derribó sus fortalezas,
Y multiplicó en la hija de Judá la tristeza y el lamento.

Ha forzado su cerca como la de un huerto;
Destruyó el lugar en donde se congregaban;
Jehová ha hecho olvidar las fiestas solemnes y los sábados en Sión,
Y en el ardor de su ira ha desechado al rey y al sacerdote.

Desechó el Señor su altar, menospreció su santuario;
Ha entregado en manos del enemigo los muros de sus palacios;
Se alzó un griterío en la casa de Jehová como en día de fiesta.

Jehová determinó destruir el muro de la hija de Sión;
Extendió el cordel, no retrajo su mano de la destrucción;
Hizo, pues, que se lamentara el antemuro y el muro, que juntamente se han desmoronado.

Sus puertas fueron echadas por tierra, destruyó y quebrantó sus cerrojos;
Su rey y sus príncipes están entre los gentiles. ¡Ya no hay Ley!
Sus profetas tampoco reciben ya visión de Jehová.

10 Se sentaron en tierra, y callaron los ancianos de la hija de Sión;
Echaron polvo sobre sus cabezas, se ciñeron de cilicio;
Las doncellas de Jerusalén inclinan sus cabezas hasta la tierra.

11 Mis ojos están consumidos de lágrimas, hierven mis entrañas,
Mi hígado se derrama por tierra a causa del quebrantamiento de la hija de mi pueblo,
Mientras desfallece el niño y el que mama, en las plazas de la ciudad.

12 Dicen a sus madres: ¿Dónde está el trigo y el vino?
Mientras caen desfallecidos como víctimas en las calles de la ciudad,
Derramando sus almas en el regazo de sus madres.

13 ¿A quién atestiguaré por ti, o a quién te haré semejante, hija de Jerusalén?
¿A quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sión?
Porque grande como el mar es tu quebrantamiento; ¿quién te podrá curar?

14 Tus profetas vieron para ti falsedad e insensatez;
Y no revelaron tu pecado para impedir tu cautiverio,
Sino que te predicaron vanas profecías y extravíos.

15 Todos los que pasan por el camino baten palmas sobre ti;
Silban, y menean despectivamente sus cabezas sobre la hija de Jerusalén, diciendo:
¿Es ésta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?

16 Todos tus enemigos abren contra ti su boca;
Silban y rechinan los dientes; y dicen: Nos la hemos tragado;
Ciertamente éste es el día que esperábamos; lo hemos hallado, lo vemos.

17 Jehová ha hecho lo que tenía determinado;
Ha cumplido su palabra, la cual él había empeñado desde tiempo antiguo.
Ha destruido sin piedad;
Y ha hecho que el enemigo se alegre sobre ti,
Y enalteció el poder de tus adversarios.

18 Clama desde el fondo de tu corazón al Señor;
Oh hija de Sión, echa lágrimas cual torrente día y noche;
No descanses, ni cesen las niñas de tus ojos.

19 Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias;
Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor;
Alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos,
Que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.

20 Mira, oh Jehová, y considera a quién has tratado así.
¿Han de comer las mujeres el fruto de sus entrañas, los pequeñitos puestos a su tierno cuidado?
¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?

21 Niños y ancianos yacen por tierra en las calles;
Mis vírgenes y mis jóvenes cayeron a espada;
Mataste en el día de tu furor; degollaste sin piedad.

22 Has convocado por todo el ámbito mis terrores, como en un día de solemnidad;
Y en el día del furor de Jehová no hubo quien escapase ni quedase vivo;
Los que crié y mantuve, mi enemigo los exterminó.

Hebreos 10:1-18

10 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la representación misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.

De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios de una vez, no tendrían ya ninguna conciencia de pecado.

Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados;

porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.

Por lo cual, entrando en el mundo dice:

Sacrificio y ofrenda no quisiste;
Pero me preparaste un cuerpo.
En holocaustos y expiaciones por el pecado no te complaciste.
Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad,
Como está escrito de mí en el rollo del libro.

Diciendo más arriba: Sacrificio y ofrenda, holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni en ellos te complaciste (las cuales cosas se ofrecen según la ley),

ha dicho luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer lo segundo.

10 En la cual voluntad hemos sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

11 Y en verdad todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;

12 pero Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, para siempre se ha sentado a la diestra de Dios,

13 esperando de ahí en adelante hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;

14 porque con una sola ofrenda ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados.

15 Y nos da testimonio también el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:

16 Este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y las inscribiré en sus mentes,

17 añade:

Y nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades.

18 Pues donde hay perdón de estas cosas, ya no hay ofrenda por el pecado.

Reina Valera Revisada (RVR1977)

Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.