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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Amós 4-6

Israel no aprende

Escúchenme, ustedes, vacas gordas[a]
    que viven en Samaria,
ustedes, mujeres, que oprimen al pobre
    y aplastan al necesitado
y que les gritan siempre a sus esposos:
    «¡Tráigannos otra bebida!».
El Señor Soberano ha jurado por su propia santidad:
«Llegará el día cuando ustedes serán llevadas
    con garfios enganchados en sus narices.
¡Hasta la última de ustedes será arrastrada lejos
    como un pez al anzuelo!
Las sacarán por las ruinas de la muralla;
    serán expulsadas de sus fortalezas[b]»,
    dice el Señor.

«Adelante, ofrezcan sacrificios a los ídolos en Betel;
    continúen desobedeciendo en Gilgal.
Ofrezcan sacrificios cada mañana
    y lleven sus diezmos cada tercer día.
Presenten su pan hecho con levadura
    como una ofrenda de gratitud.
¡Luego entreguen sus ofrendas voluntarias
    para poder jactarse de ello en todas partes!
Este es el tipo de cosas que a ustedes, israelitas, les encanta hacer»,
    dice el Señor Soberano.

«Hice que pasaran hambre en cada ciudad
    y que hubiera hambruna en cada pueblo,
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
    dice el Señor.

«Yo detuve la lluvia
    cuando sus cosechas más la necesitaban.
Envié la lluvia sobre una ciudad,
    pero la retuve en otra.
Llovió en un campo,
    mientras otro se marchitaba.
La gente deambulaba de ciudad en ciudad buscando agua,
    pero nunca había suficiente;
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
    dice el Señor.

«Arruiné sus cultivos y viñedos con plaga y moho.
    La langosta devoró todas sus higueras y todos sus olivos;
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
    dice el Señor.

10 «Les mandé plagas
    como las que envié sobre Egipto hace tiempo.
¡Maté a sus jóvenes en la guerra
    y llevé lejos a todos sus caballos[c]!
    ¡El hedor de la muerte llenó el aire!,
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
    dice el Señor.

11 «Destruí algunas de sus ciudades,
    así como destruí[d] Sodoma y Gomorra.
Ustedes que sobrevivieron
    parecían tizones rescatados del fuego;
pero aun así, no se volvieron a mí»,
    dice el Señor.

12 «Por lo tanto, yo traeré sobre ustedes los desastres que he anunciado.
    Pueblo de Israel, ¡prepárate para encontrarte con tu Dios en el juicio!».

13 Pues el Señor es quien formó las montañas,
    agita los vientos y da a conocer sus pensamientos a la humanidad.
Él convierte la luz del amanecer en oscuridad
    y marcha sobre las alturas de la tierra.
    ¡El Señor Dios de los Ejércitos Celestiales es su nombre!

Un llamado al arrepentimiento

¡Escucha, pueblo de Israel! Oye este canto fúnebre que entono:

«¡La virgen Israel ha caído;
    nunca volverá a levantarse!
Yace abandonada en el suelo
    y no hay quien la levante».

El Señor Soberano dice:

«Cuando una ciudad mande a mil hombres a la guerra,
    solo volverán cien.
Cuando un pueblo envíe a cien,
    solo diez regresarán vivos».

Ahora bien, esto es lo que el Señor dice a la familia de Israel:

«¡Vuelvan a buscarme y vivan!
No adoren en los altares paganos en Betel;
    no vayan a los altares en Gilgal ni en Beerseba.
Pues el pueblo de Gilgal será arrastrado al destierro
    y el pueblo de Betel será reducido a nada».
¡Vuelvan a buscar al Señor y vivan!
De lo contrario, él pasará por Israel[e] como un fuego
    y los devorará completamente.
Sus dioses en Betel
    no serán capaces de apagar las llamas.
Ustedes tuercen la justicia y la convierten en trago amargo para el oprimido.
    Tratan al justo como basura.

Es el Señor quien creó las estrellas,
    las Pléyades y el Orión.
Él transforma la oscuridad en luz
    y el día en noche.
Él levanta agua de los océanos
    y la vierte como lluvia sobre la tierra.
    ¡El Señor es su nombre!
Con poder y deslumbrante velocidad destruye a los poderosos
    y aplasta todas sus defensas.

10 ¡Cómo odian ustedes a los jueces honestos!
    ¡Cómo desprecian a los que dicen la verdad!
11 Pisotean a los pobres,
    robándoles el grano con impuestos y rentas injustas.
Por lo tanto, aunque construyan hermosas casas de piedra,
    nunca vivirán en ellas.
Aunque planten viñedos exuberantes,
    nunca beberán su vino.
12 Pues yo conozco la enorme cantidad de sus pecados
    y la profundidad de sus rebeliones.
Ustedes oprimen a los buenos al aceptar sobornos
    y privan al pobre de la justicia en los tribunales.
13 Así que los que son listos permanecerán con la boca cerrada,
    porque es un tiempo malo.

14 ¡Hagan lo bueno y huyan del mal
    para que vivan!
Entonces el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales será su ayudador,
    así como ustedes han dicho.
15 Odien lo malo y amen lo bueno;
    conviertan sus tribunales en verdaderas cortes de justicia.
Quizás el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales
    todavía tenga compasión del remanente de su pueblo.[f]

16 Por lo tanto, esto es lo que dice el Señor, el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales:

«Habrá llanto en todas las plazas públicas
    y lamentos en cada calle.
Llamen a los campesinos para que lloren con ustedes
    y traigan a los que les pagan por lamentar.
17 Habrá gemidos en cada viñedo,
    porque yo los destruiré a todos»,
    dice el Señor.

Advertencia sobre el juicio que viene

18 Qué aflicción les espera a ustedes que dicen:
    «¡Si tan solo hoy fuera el día del Señor!».
No tienen la menor idea de lo que desean.
    Ese día no traerá luz, sino oscuridad.
19 En ese día ustedes serán como un hombre que huye de un león,
    solo para encontrarse con un oso.
Y, al escapar del oso, apoya su mano contra una pared en su casa
    y lo muerde una serpiente.
20 Así es, el día del Señor será oscuro y sin remedio,
    sin un rayo de alegría ni esperanza.

21 «Odio todos sus grandes alardes y pretensiones,
    la hipocresía de sus festivales religiosos y asambleas solemnes.
22 No aceptaré sus ofrendas quemadas ni sus ofrendas de grano.
    Ni siquiera prestaré atención a sus ofrendas selectas de paz.
23 ¡Fuera de aquí con sus ruidosos himnos de alabanza!
    No escucharé la música de sus arpas.
24 En cambio, quiero ver una tremenda inundación de justicia
    y un río inagotable de rectitud.

25 »Israel, ¿acaso era a mí a quien traías sacrificios y ofrendas durante los cuarenta años en el desierto? 26 No, servías a tus dioses paganos—Sacut, tu dios rey y Quiún, tu dios estrella—, las imágenes que hiciste para ti mismo. 27 Por lo tanto, te mandaré al destierro, a un país al oriente de Damasco[g]», dice el Señor, cuyo nombre es el Dios de los Ejércitos Celestiales.

¡Qué aflicción les espera a ustedes que están a sus anchas en medio de lujos en Jerusalén,[h]
    y a ustedes que se sienten seguros en Samaria!
Son famosos y conocidos en Israel,
    y la gente acude a ustedes en busca de ayuda.
Pero vayan a Calne
    y vean lo que ocurrió allí.
Vayan luego a la gran ciudad de Hamat
    y desciendan a la ciudad filistea de Gat.
Ustedes no son mejores que ellos,
    y miren cómo fueron destruidos.
No quieren pensar en el desastre que viene,
    pero sus acciones solo acercan más el día del juicio.
Qué terrible será para ustedes que se dejan caer en camas de marfil
    y están a sus anchas en sus sillones,
comiendo corderos tiernos del rebaño
    y becerros selectos engordados en el establo.
Entonan canciones frívolas al son del arpa
    y se creen músicos tan magníficos como David.
Beben vino en tazones llenos
    y se perfuman con lociones fragantes.
    No les importa la ruina de su nación.[i]
Por lo tanto, ustedes serán los primeros en ser llevados cautivos.
    De repente se acabarán todas sus fiestas.

El Señor Soberano ha jurado por su propio nombre y esto es lo que dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales:

«Desprecio la arrogancia de Israel[j]
    y odio sus fortalezas.
Entregaré esta ciudad
    a sus enemigos junto con todo lo que hay en ella».

(Si quedan diez hombres en una casa, todos morirán. 10 Luego, cuando el pariente responsable de deshacerse de los muertos[k] entre en la casa para llevarse los cuerpos, le preguntará al último sobreviviente: «¿Está alguien más contigo?». Entonces, cuando la persona comience a jurar: «No, por...», la interrumpirá y dirá: «¡Cállate! Ni siquiera menciones el nombre del Señor»).

11 Cuando el Señor dé la orden,
    las casas, tanto grandes como pequeñas, serán reducidas a escombros.

12 ¿Pueden galopar los caballos sobre rocas grandes?
    ¿Se pueden usar bueyes para ararlas?
Así de necios son ustedes cuando convierten la justicia en veneno
    y el fruto dulce de la rectitud en amargura.
13 Ustedes se jactan de su conquista de Lo-debar[l]
    y alardean: «¿No tomamos Karnaim[m] por nuestra propia fuerza?».

14 «Oh pueblo de Israel, estoy a punto de levantar una nación enemiga contra ti
    —dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales—.
Los oprimirán por todo su territorio,
    desde Lebo-hamat en el norte
    hasta el valle de Arabá en el sur».

Apocalipsis 7

El pueblo de Dios será protegido

Después vi a cuatro ángeles que estaban de pie en las cuatro esquinas de la tierra. Sujetaban los cuatro vientos para que no soplaran sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. Vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios viviente. Gritó a los cuatro ángeles que habían recibido poder para dañar la tierra y el mar: «¡Esperen! No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que hayamos puesto el sello de Dios en la frente de sus siervos».

Y oí el número de los que fueron marcados con el sello de Dios. Fueron sellados 144.000 de todas las tribus de Israel:

de la tribu de Judá12.000
de la tribu de Rubén12.000
de la tribu de Gad12.000
de la tribu de Aser12.000
de la tribu de Neftalí12.000
de la tribu de Manasés12.000
de la tribu de Simeón12.000
de la tribu de Leví12.000
de la tribu de Isacar12.000
de la tribu de Zabulón12.000
de la tribu de José12.000
de la tribu de Benjamín12.000

Alabanza de la gran multitud

Después de esto vi una enorme multitud de todo pueblo y toda nación, tribu y lengua, que era tan numerosa que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y delante del Cordero. Vestían túnicas blancas y tenían en sus manos ramas de palmeras. 10 Y gritaban con gran estruendo:

«¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono
    y del Cordero!».

11 Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, 12 cantando:

«¡Amén! ¡La bendición y la gloria y la sabiduría
    y la acción de gracias y el honor
y el poder y la fuerza pertenecen a nuestro Dios
    por siempre y para siempre! Amén».

13 Entonces uno de los veinticuatro ancianos me preguntó:

—¿Quiénes son estos que están vestidos de blanco? ¿De dónde vienen?

14 Y yo le contesté:

—Tú eres quien lo sabe, señor.

Entonces él me dijo:

—Estos son los que murieron en[a] la gran tribulación.[b] Han lavado y blanqueado sus ropas en la sangre del Cordero.

15 »Por eso están delante del trono de Dios
    y le sirven día y noche en su templo.
Y aquel que está sentado en el trono
    les dará refugio.
16 Nunca más tendrán hambre ni sed;
    nunca más les quemará el calor del sol.
17 Pues el Cordero que está en el trono[c]
    será su Pastor.
Él los guiará a manantiales del agua que da vida.
    Y Dios les secará cada lágrima de sus ojos.

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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