Old/New Testament
3 »Si un hombre se divorcia de su esposa,
y ella se casa con otro,
él nunca la recibirá de nuevo,
porque eso sin duda corrompería la tierra.
Pero tú te has prostituido con muchos amantes,
entonces, ¿por qué tratas de volver a mí?
—dice el Señor—.
2 Fíjate en los santuarios que hay en cada cumbre.
¿Hay algún lugar que no haya sido profanado
por tu adulterio con otros dioses?
Te sientas junto al camino como una prostituta en espera de un cliente.
Te sientas sola, como un nómada en el desierto.
Contaminaste la tierra con tu prostitución
y tu perversidad.
3 Por eso incluso han faltado las lluvias de primavera.
Pues eres una prostituta descarada y totalmente desvergonzada.
4 Aun así me dices:
“Padre, tú has sido mi guía desde mi juventud.
5 ¡Seguro que no estarás enojado para siempre!
¡Sin duda puedes olvidar lo que he hecho!”.
Hablas de esta manera,
pero sigues haciendo todo el mal posible».
Judá sigue el ejemplo de Israel
6 Durante el reinado de Josías, el Señor me dijo: «¿Te has dado cuenta de lo que ha hecho la caprichosa Israel? Como una esposa que comete adulterio, Israel ha rendido culto a otros dioses en cada colina y debajo de todo árbol frondoso. 7 Yo pensaba: “Después de haber hecho todo esto regresará a mí”; pero no lo hizo, y su desleal hermana Judá lo observó. 8 Vio[a] que me divorcié de la infiel Israel debido a su adulterio; pero Judá, esa hermana traicionera, no tuvo temor, y ahora ella también me ha dejado y se ha entregado a la prostitución. 9 Israel no lo tomó en serio y no le parece nada fuera de lo común cometer adulterio al rendir culto a ídolos hechos de madera y de piedra. Así que ahora la tierra se ha corrompido. 10 Sin embargo, a pesar de esto, su infiel hermana Judá nunca ha vuelto a mí de corazón, solo fingió estar apenada. ¡Yo, el Señor, he hablado!».
Esperanza para la rebelde Israel
11 Luego el Señor me dijo: «¡Hasta la infiel Israel es menos culpable que la traidora Judá! 12 Por lo tanto, ve y dale este mensaje a Israel.[b] Esto dice el Señor:
»“Oh Israel, mi pueblo infiel,
regresa otra vez a mí,
porque yo soy misericordioso.
No estaré enojado contigo para siempre.
13 Solo reconoce tu culpa;
admite que te has rebelado contra el Señor tu Dios
y que cometiste adulterio contra él
al rendir culto a ídolos debajo de todo árbol frondoso.
Confiesa que rehusaste oír mi voz.
¡Yo, el Señor, he hablado!
14 »”Regresen a casa, ustedes, hijos descarriados
—dice el Señor—,
porque yo soy su amo.
Los traeré de regreso a la tierra de Israel,[c]
uno de esta ciudad y dos de aquella familia,
de todo lugar donde estén esparcidos.
15 Y les daré pastores conforme a mi propio corazón,
que los guiarán con conocimiento y entendimiento.
16 »”Cuando una vez más la tierra se llene de gente—dice el Señor—, ya no desearán más ‘los viejos tiempos’ cuando poseían el arca del pacto del Señor. No extrañarán aquellos días, ni siquiera los recordarán y no habrá necesidad de reconstruir el arca. 17 En aquel día, Jerusalén será conocida como ‘el Trono del Señor’. Todas las naciones acudirán a Jerusalén para honrar al Señor. Ya no seguirán tercamente sus propios malos deseos. 18 En aquellos días la gente de Judá y la gente de Israel volverán juntas del destierro del norte. Regresarán a la tierra que les di a los antepasados de ustedes como herencia perpetua.
19 »”Me dije a mí mismo:
‘¡Cómo quisiera tratarlos como a mis propios hijos!’.
Solo quería darles esta hermosa tierra,
la posesión más maravillosa del mundo.
Esperaba con anhelo que me llamaran ‘Padre’,
y quise que nunca se alejaran de mí.
20 Sin embargo, me fuiste infiel, ¡pueblo de Israel!
Has sido como una esposa infiel que deja a su marido.
Yo, el Señor, he hablado”».
21 Se escuchan voces en las alturas de las montañas desoladas,
el llanto y las súplicas del pueblo de Israel.
Pues han escogido caminos torcidos
y se han olvidado del Señor su Dios.
22 «Vuelvan a mí, hijos descarriados—dice el Señor—,
y les sanaré el corazón extraviado».
«Sí, ya vamos—responde el pueblo—,
porque tú eres el Señor nuestro Dios.
23 Nuestro culto a ídolos en las colinas
y nuestras orgías religiosas en las montañas
son una falsa ilusión.
Solo en el Señor nuestro Dios
encontrará Israel salvación.
24 Desde la niñez hemos visto
cómo todo aquello por lo que trabajaron nuestros antepasados
—sus ganados y rebaños, sus hijos e hijas—
se despilfarraba en una falsa ilusión.
25 Echémonos al suelo llenos de vergüenza
y cubiertos de deshonra,
porque tanto nosotros como nuestros antepasados hemos pecado
contra el Señor nuestro Dios.
Desde la niñez hasta el día de hoy
nunca lo hemos obedecido».
4 «¡Oh, Israel!—dice el Señor—,
si quisieras, podrías volver a mí.
Podrías desechar tus ídolos detestables
y no alejarte nunca más.
2 Después, cuando jures por mi nombre diciendo:
“Tan cierto como que el Señor vive”,
lo podrías hacer
con verdad, justicia y rectitud.
Entonces serías una bendición a las naciones del mundo,
y todos los pueblos vendrían y alabarían mi nombre».
Se acerca el juicio a Judá
3 Esto dice el Señor a la gente de Judá y de Jerusalén:
«¡Pasen el arado por el terreno endurecido de sus corazones!
No desperdicien la buena semilla entre los espinos.
4 Oh habitantes de Judá y de Jerusalén,
renuncien a su orgullo y a su poder.
Cambien la actitud del corazón ante el Señor,[d]
o mi enojo arderá como fuego insaciable
debido a todos sus pecados.
5 »¡Griten a la gente de Judá y proclamen a los de Jerusalén!
Díganles que toquen alarma en toda la tierra:
“¡Corran y salven sus vidas!
¡Huyan a las ciudades fortificadas!”.
6 Levanten una bandera de señales como una advertencia para Jerusalén:[e]
“¡Huyan de inmediato! ¡No se demoren!”.
Pues desde el norte traigo
una terrible destrucción sobre ustedes».
7 Desde su guarida un león acecha,
un destructor de naciones.
Ha salido de su guarida y se dirige hacia ustedes.
¡Arrasará su tierra!
Sus ciudades quedarán en ruinas,
y ya nadie vivirá en ellas.
8 Así que póngase ropa de luto
y lloren con el corazón destrozado,
porque la ira feroz del Señor
todavía está sobre nosotros.
9 «En aquel día—dice el Señor—,
el rey y los funcionarios temblarán de miedo.
Los sacerdotes quedarán paralizados de terror
y los profetas, horrorizados».
10 Entonces dije: «Oh Señor Soberano,
el pueblo ha sido engañado por lo que dijiste,
porque prometiste paz para Jerusalén.
¡Sin embargo, la espada está en su cuello!».
11 Se acerca la hora en que el Señor dirá
a la gente de Jerusalén:
«Mi querido pueblo, desde el desierto sopla un viento abrasador,
y no la brisa suave que se usa para separar la paja del grano.
12 ¡Es una ráfaga estrepitosa que yo envié!
¡Ahora pronuncio la destrucción contra ti!».
13 ¡Nuestro enemigo avanza hacia nosotros como nubarrones!
Sus carros de guerra son como torbellinos;
sus caballos son más veloces que las águilas.
¡Qué horrible será, pues estamos condenados!
14 Oh Jerusalén, limpia tu corazón
para que seas salvada.
¿Hasta cuándo guardarás
tus malos pensamientos?
15 Tu destrucción ya se anunció
desde Dan y la zona montañosa de Efraín.
16 «Adviertan a las naciones vecinas
y anuncien esto a Jerusalén:
“El enemigo viene desde una tierra lejana,
dando gritos de guerra contra las ciudades de Judá.
17 Rodean a Jerusalén como guardianes alrededor de un campo
porque mi pueblo se rebeló contra mí
—dice el Señor—.
18 Tus propios hechos han traído todo esto sobre ti.
Este castigo es amargo; ¡te penetra hasta el corazón!”».
Jeremías llora por su pueblo
19 ¡Mi corazón, mi corazón, me retuerzo de dolor!
¡Mi corazón retumba dentro de mí! No puedo quedarme quieto.
Pues he escuchado el sonar de las trompetas enemigas
y el bramido de sus gritos de guerra.
20 Olas de destrucción cubren la tierra,
hasta dejarla en completa desolación.
Súbitamente mis carpas son destruidas;
de repente mis refugios son demolidos.
21 ¿Hasta cuándo tendré que ver las banderas de combate
y oír el toque de trompetas de guerra?
22 «Mi pueblo es necio
y no me conoce—dice el Señor—.
Son hijos tontos,
sin entendimiento.
Son lo suficientemente listos para hacer lo malo,
¡pero no tienen ni idea de cómo hacer lo correcto!».
Visión de Jeremías del desastre venidero
23 Miré a la tierra y estaba vacía y no tenía forma;
miré a los cielos y no había luz.
24 Miré a las montañas y colinas
que temblaban y se agitaban.
25 Miré y toda la gente se había ido;
todos los pájaros del cielo se habían volado.
26 Miré y los terrenos fértiles se habían convertido en desiertos;
las ciudades estaban en ruinas,
destruidas por la ira feroz del Señor.
27 Esto dice el Señor:
«La tierra entera será arrasada,
pero no la destruiré por completo.
28 La tierra estará de luto
y los cielos serán tapizados de negro
a causa de la sentencia que pronuncié contra mi pueblo.
Lo he decidido y no lo cambiaré».
29 Al oír el ruido de los carros de guerra y los arqueros,
la gente huye aterrorizada.
Ellos se esconden en los matorrales
y corren a las montañas.
Todas las ciudades han sido abandonadas;
¡no queda nadie en ellas!
30 ¿Qué es lo que haces,
tú que has sido saqueado?
¿Por qué te vistes de ropas hermosas
y te pones joyas de oro?
¿Por qué te resaltas los ojos con rímel?
¡Arreglarte así de nada te servirá!
Los aliados que fueron tus amantes
te desprecian y buscan tu muerte.
31 Oigo gritos, como los de una mujer que está de parto,
los gemidos de una mujer dando a luz a su primer hijo.
Es la bella Jerusalén,[f]
que respira con dificultad y grita:
«¡Socorro! ¡Me están matando!».
Los pecados de Judá
5 «Corran por todas las calles de Jerusalén—dice el Señor—.
Busquen arriba y abajo; ¡busquen por toda la ciudad!
Si encuentran aunque sea a una sola persona justa y honrada,
no destruiré la ciudad.
2 Pero aun cuando están bajo juramento
diciendo: “Tan cierto como que el Señor vive”,
¡todos siguen mintiendo!».
3 Señor, tú estás buscando la honradez.
Golpeaste a tu pueblo,
pero no prestó atención.
Los has aplastado,
pero se negaron a ser corregidos.
Son tercos, de caras duras como piedra;
rehusaron arrepentirse.
4 Entonces dije: «¿Pero qué podemos esperar de los pobres?
Son unos ignorantes.
No conocen los caminos del Señor
ni entienden las leyes divinas.
5 Así que iré y hablaré a sus líderes.
Sin duda ellos conocen los caminos del Señor
y entienden las leyes de Dios».
Pero los líderes también, como un solo hombre,
se habían librado del yugo de Dios
y roto las cadenas.
6 Entonces ahora un león de la selva los atacará;
un lobo del desierto se les echará encima.
Un leopardo acechará cerca de sus ciudades,
y hará trizas a quien se atreva a salir.
Pues grande es la rebelión de ellos,
y muchos son sus pecados.
7 «¿Cómo puedo perdonarte?
Pues aun tus hijos se han alejado de mí.
¡Ellos juraron por dioses que no son dioses en absoluto!
Alimenté a mi pueblo hasta que estuvo satisfecho;
pero su manera de darme las gracias fue cometer adulterio
y hacer fila en los prostíbulos.
8 Son vigorosos sementales, bien alimentados,
cada uno relinchando por la mujer de su prójimo.
9 ¿No habría de castigarlos por esto?—dice el Señor—.
¿No habría de vengarme contra semejante nación?
10 »Vayan por las hileras de los viñedos y destruyan las vides,
pero dejen algunas con vida.
Arranquen los sarmientos de las vides,
porque esta gente no pertenece al Señor.
11 Los pueblos de Israel y Judá
están llenos de traición contra mí
—dice el Señor—.
12 Mintieron acerca del Señor y dijeron:
“¡Él no nos molestará!
Ningún desastre vendrá sobre nosotros;
no habrá guerra ni hambre.
13 Todos los profetas de Dios son pura palabrería;
en realidad no hablan de parte de él.
¡Que caigan sobre ellos mismos sus predicciones de desastre!”».
14 Por lo tanto, esto dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales:
«Debido a que mi pueblo habla de esta manera,
mis mensajes saldrán de tu boca como llamas de fuego
y quemarán al pueblo como si fuera leña.
15 Oh Israel, traeré una nación lejana contra ti
—dice el Señor—.
Es una nación poderosa,
una nación antigua,
un pueblo cuyo idioma desconoces,
cuya forma de hablar no entiendes.
16 Sus armas son mortíferas;
sus guerreros, poderosos.
17 Devorarán la comida de tu cosecha;
devorarán a tus hijos e hijas.
Devorarán tus rebaños y manadas;
devorarán tus uvas y tus higueras.
Y destruirán tus ciudades fortificadas
que consideras tan seguras.
18 »Sin embargo, aun en esos días, no te eliminaré por completo—dice el Señor—. 19 Y cuando tu pueblo pregunte: “¿Por qué el Señor nuestro Dios nos hizo todo esto?”, debes contestar: “Ustedes lo rechazaron y se entregaron a dioses extranjeros en su propia tierra. Ahora servirán a extranjeros en una tierra que a ustedes no les pertenece”.
Advertencia al pueblo de Dios
20 »Anuncien esto a Israel,[g]
y díganselo a Judá:
21 “Escucha, gente necia y sin sentido común,
que tiene ojos que no ven,
y oídos que no oyen.
22 ¿No me tienes respeto?
¿Por qué no tiemblas en mi presencia?
Yo, el Señor, con la arena defino el límite del océano
como frontera eterna que las aguas no pueden cruzar.
Las olas pueden agitarse y rugir,
pero nunca podrán pasar los límites que establecí.
23 Sin embargo, mi pueblo tiene el corazón terco y rebelde;
se alejó y me abandonó.
24 No dicen de corazón:
‘Vivamos con temor reverente ante el Señor nuestro Dios,
porque nos da la lluvia cada primavera y otoño,
asegurándonos una cosecha en el tiempo apropiado’.
25 Su maldad les ha privado de estas maravillosas bendiciones;
su pecado les ha robado todas estas cosas buenas.
26 »”Hay hombres perversos entre mi pueblo
que están al acecho de víctimas, como un cazador oculto en su escondite.
Continuamente ponen trampas
para atrapar a la gente.
27 Como una jaula llena de pájaros
sus casas están llenas de planes siniestros.
Ahora son poderosos y ricos.
28 Están gordos y con aspecto saludable,
y sus obras de maldad no tienen límite.
Rehúsan dar justicia al huérfano
y le niegan los derechos al pobre.
29 ¿No habría de castigarlos por esto?—dice el Señor—.
¿No habría de vengarme de semejante nación?
30 Algo terrible y espantoso
ha sucedido en este país:
31 los profetas dan profecías falsas,
y los sacerdotes gobiernan con mano de hierro.
Peor todavía, ¡a mi pueblo le encanta que sea así!
Ahora bien, ¿qué harán ustedes cuando todo esto llegue a su fin?
Advertencias contra los falsos maestros
4 Ahora bien, el Espíritu Santo nos dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe verdadera; seguirán espíritus engañosos y enseñanzas que provienen de demonios. 2 Estas personas son hipócritas y mentirosas, y tienen muerta[a] la conciencia.
3 Dirán que está mal casarse y que está mal comer determinados alimentos; pero Dios creó esos alimentos para que los coman con gratitud las personas fieles que conocen la verdad. 4 Ya que todo lo que Dios creó es bueno, no deberíamos rechazar nada, sino recibirlo con gratitud. 5 Pues sabemos que se hace aceptable[b] por la palabra de Dios y la oración.
Un buen siervo de Cristo Jesús
6 Timoteo, si les explicas estas cosas a los hermanos, serás un digno siervo de Cristo Jesús, bien alimentado con el mensaje de fe y la buena enseñanza que has seguido. 7 No pierdas el tiempo discutiendo sobre ideas mundanas y cuentos de viejas. En lugar de eso, entrénate para la sumisión a Dios. 8 «El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y en la vida que viene». 9 Esta declaración es digna de confianza, y todos deberían aceptarla. 10 Es por eso que trabajamos con esmero y seguimos luchando,[c] porque nuestra esperanza está puesta en el Dios viviente, quien es el Salvador de toda la humanidad y, en especial, de todos los creyentes.
11 Enseña esas cosas e insiste en que todos las aprendan. 12 No permitas que nadie te subestime por ser joven. Sé un ejemplo para todos los creyentes en lo que dices, en la forma en que vives, en tu amor, tu fe y tu pureza. 13 Hasta que yo llegue, dedícate a leer las Escrituras a la iglesia, y a animar y a enseñarles a los creyentes.
14 No descuides el don espiritual que recibiste mediante la profecía que se pronunció acerca de ti cuando los ancianos de la iglesia te impusieron las manos. 15 Presta suma atención a estos asuntos. Entrégate de lleno a tus tareas, para que todos vean cuánto has progresado. 16 Ten mucho cuidado de cómo vives y de lo que enseñas. Mantente firme en lo que es correcto por el bien de tu propia salvación y la de quienes te oyen.
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.