Old/New Testament
Acción de gracias por la victoria(A)
Al músico principal. Salmo de David, siervo de Jehová, el cual dirigió a Jehová las palabras de este cántico el día que lo libró Jehová de manos de todos sus enemigos, y de manos de Saúl. Entonces dijo:
18 Te amo, Jehová, fortaleza mía.
2 Jehová, roca mía y castillo mío, mi libertador;
Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;
mi escudo y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.
3 Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado,
y seré salvo de mis enemigos.
4 Me rodearon los lazos de la muerte
y los torrentes de la destrucción me atemorizaron.
5 Los lazos del seol me han rodeado,
me tendieron redes de muerte.
6 En mi angustia invoqué a Jehová
y clamé a mi Dios.
Él oyó mi voz desde su Templo
y mi clamor llegó hasta sus oídos.
7 La tierra fue conmovida y tembló;
se conmovieron los cimientos de los montes
y se estremecieron, porque se indignó él.
8 Humo subió de su nariz
y de su boca fuego consumidor;
carbones fueron por él encendidos.
9 Inclinó los cielos y descendió,
y había densas tinieblas debajo de sus pies.
10 Cabalgó sobre un querubín y voló;
voló sobre las alas del viento.
11 Puso tinieblas por su escondite, por cortina suya a su alrededor;
oscuridad de aguas, nubes de los cielos.
12 Por el resplandor de su presencia, pasaron sus nubes:
granizo y carbones ardientes.
13 Tronó en los cielos Jehová,
el Altísimo dio su voz:
granizo y carbones de fuego.
14 Envió sus saetas y los dispersó;
lanzó relámpagos y los destruyó.
15 Entonces aparecieron los abismos de las aguas
y quedaron al descubierto los cimientos del mundo:
a tu reprensión, Jehová,
por el soplo del aliento de tu nariz.
16 Envió desde lo alto y me tomó,
me sacó de las muchas aguas.
17 Me libró de mi poderoso enemigo
y de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo.
18 Me asaltaron en el día de mi desgracia,
pero Jehová fue mi apoyo.
19 Me sacó a lugar espacioso;
me libró, porque se agradó de mí.
20 Jehová me ha premiado conforme a mi justicia;
conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado,
21 porque yo he guardado los caminos de Jehová,
y no me aparté impíamente de mi Dios,
22 pues delante de mí estuvieron todos sus juicios,
y no me he apartado de sus estatutos.
23 Fui recto para con él
y me he guardado de hacer lo malo,
24 por lo cual me ha recompensado Jehová conforme a mi justicia,
conforme a la limpieza de mis manos delante de sus ojos.
25 Con el misericordioso te mostrarás misericordioso,
y recto con el hombre íntegro.
26 Limpio te mostrarás con el limpio
y severo serás para con el tramposo,
27 porque tú salvarás al pueblo afligido
y humillarás los ojos altivos.
28 Tú encenderás mi lámpara;
Jehová, mi Dios, alumbrará mis tinieblas.
29 Contigo desbarataré ejércitos
y con mi Dios asaltaré ciudades amuralladas.
30 En cuanto a Dios, perfecto es su camino
y acrisolada la palabra de Jehová;
escudo es a todos los que en él esperan.
31 ¿Quién es Dios sino sólo Jehová?
¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?
32 Dios es el que me reviste de poder
y quien hace perfecto mi camino;
33 quien hace mis pies como de venados
y me hace estar firme sobre mis alturas;
34 quien adiestra mis manos para la batalla,
para tensar con mis brazos el arco de bronce.
35 Me diste asimismo el escudo de tu salvación;
tu diestra me sustentó
y tu benignidad me ha engrandecido.
36 Ensanchaste mis pasos debajo de mí
y mis pies no han resbalado.
37 Perseguí a mis enemigos y los alcancé;
no volví hasta acabarlos.
38 Los herí de modo que no se levantaran;
cayeron debajo de mis pies,
39 pues me has revestido de fuerzas para el combate;
has humillado a mis enemigos debajo de mí.
40 Has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas,
para que yo destruya a los que me odian.
41 Clamaron, y no hubo quien salvara;
aun a Jehová, pero no los oyó.
42 Los molí como polvo delante del viento;
los lancé afuera como a lodo de las calles.
43 Me has librado de las contiendas del pueblo;
me has hecho cabeza de las naciones;
pueblo que yo no conocía me sirvió.
44 Al oír de mí, me obedecieron;
los hijos de extraños se sometieron a mí.
45 Los extraños se debilitaron
y salieron temblando de sus encierros.
46 ¡Viva Jehová y bendita sea mi roca!
Y enaltecido sea el Dios de mi salvación,
47 el Dios que venga mis agravios
y somete pueblos debajo de mí,
48 el que me libra de mis enemigos
e incluso me eleva sobre los que se levantan contra mí.
Me libraste de hombre violento.
49 Por tanto yo te confesaré entre las naciones, Jehová,
y cantaré a tu nombre.
50 Grandes triunfos da a su rey
y hace misericordia a su ungido,
a David y a su descendencia para siempre.
Las obras y la palabra de Dios
Al músico principal. Salmo de David
19 Los cielos cuentan la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
2 Un día emite palabra a otro día
y una noche a otra noche declara sabiduría.
3 No hay lenguaje ni palabras
ni es oída su voz.
4 Por toda la tierra salió su voz
y hasta el extremo del mundo sus palabras.
En ellos puso tabernáculo para el sol;
5 y éste, como esposo que sale de su alcoba,
se alegra cual gigante para correr el camino.
6 De un extremo de los cielos es su salida
y su curso hasta el término de ellos.
Nada hay que se esconda de su calor.
7 La ley de Jehová es perfecta:
convierte el alma;
el testimonio de Jehová es fiel:
hace sabio al sencillo.
8 Los mandamientos de Jehová son rectos:
alegran el corazón;
el precepto de Jehová es puro:
alumbra los ojos.
9 El temor de Jehová es limpio:
permanece para siempre;
los juicios de Jehová son verdad:
todos justos.
10 Deseables son más que el oro,
más que mucho oro refinado;
y dulces más que la miel,
la que destila del panal.
11 Tu siervo es, además, amonestado con ellos;
en guardarlos hay gran recompensa.
12 ¿Quién puede discernir sus propios errores?
Líbrame de los que me son ocultos.
13 Preserva también a tu siervo de las soberbias,
que no se enseñoreen de mí.
Entonces seré íntegro
y estaré libre de gran rebelión.
14 ¡Sean gratos los dichos de mi boca
y la meditación de mi corazón delante de ti,
Jehová, roca mía y redentor mío!
Discurso de despedida de Pablo en Mileto
17 Enviando, pues, desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia. 18 Cuando vinieron a él, les dijo:
—Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que llegué a Asia, 19 sirviendo al Señor con toda humildad, con muchas lágrimas y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos; 20 y cómo nada que fuera útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, 21 testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. 22 Ahora, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que allá me ha de acontecer; 23 salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio de que me esperan prisiones y tribulaciones. 24 Pero de ninguna cosa hago caso ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
25 »Y ahora, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro. 26 Por tanto, yo os declaro en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos, 27 porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. 28 Por tanto, mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre, 29 porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces que no perdonarán al rebaño. 30 Y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar tras sí discípulos. 31 Por tanto, velad, acordándoos de que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.
32 »Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados. 33 Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. 34 Antes bien vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. 35 En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir.”»
36 Cuando terminó de decir estas cosas, se puso de rodillas y oró con todos ellos. 37 Entonces hubo gran llanto de todos, y echándose al cuello de Pablo, lo besaban, 38 y se dolían en gran manera por la palabra que dijo de que no verían más su rostro. Y lo acompañaron al barco.
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