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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Jueces 11-12

11 Jefté, el galaadita, era esforzado y valeroso. Era hijo de una ramera y de un hombre llamado Galaad. Pero también la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole:

«No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.»

Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y se fue a vivir en tierra de Tob, donde reunió una banda de hombres ociosos que salían con él.

Aconteció andando el tiempo, que los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel. Cuando ello sucedió, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob, y le dijeron:

—Ven, para que seas nuestro jefe en la guerra contra los hijos de Amón.

Jefté respondió a los ancianos de Galaad:

—¿No me aborrecisteis vosotros y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora a mí cuando estáis en aflicción?

Los ancianos de Galaad respondieron a Jefté:

—Por esta misma causa volvemos ahora a ti, para que vengas con nosotros a pelear contra los hijos de Amón y a ser el caudillo de todos los que vivimos en Galaad.

Jefté dijo entonces a los ancianos de Galaad:

—Si me hacéis volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entrega delante de mí, ¿seré yo vuestro caudillo?

10 Los ancianos de Galaad respondieron a Jefté:

—Jehová sea testigo entre nosotros si no hacemos como tú dices.

11 Fue, pues, Jefté con los ancianos de Galaad y el pueblo lo eligió como su caudillo y jefe. En Mizpa, Jefté repitió todas sus palabras delante de Jehová, 12 y envió mensajeros al rey de los amonitas, diciendo:

—¿Qué tienes tú conmigo, para venir a hacer guerra contra mi tierra?

13 El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté:

—Por cuanto Israel, cuando subió de Egipto, tomó mi tierra, desde el Arnón hasta el Jaboc y el Jordán, devuélvela tú ahora en paz.

14 Jefté envió otros mensajeros al rey de los amonitas, 15 con el siguiente mensaje:

—Jefté ha dicho esto: “Israel no tomó tierra de Moab ni tierra de los hijos de Amón. 16 Porque cuando Israel subió de Egipto y anduvo por el desierto hasta el Mar Rojo, llegó a Cades. 17 Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom, diciendo: ‘Yo te ruego que me dejes pasar por tu tierra’, pero el rey de Edom no los escuchó. También envió mensajeros al rey de Moab, el cual tampoco quiso. Israel, por tanto, se quedó en Cades. 18 Después, yendo por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab y, viniendo por el lado oriental de la tierra de Moab, acampó al otro lado de Arnón, pero no entró en territorio de Moab, porque Arnón es territorio de Moab. 19 Asimismo envió Israel mensajeros a Sehón, rey de los amorreos, rey de Hesbón, diciéndole: ‘Te ruego que me dejes pasar por tu tierra hasta mi lugar’. 20 Pero Sehón no se fió de Israel para darle paso por su territorio, sino que reuniendo toda su gente acampó en Jahaza y peleó contra Israel. 21 Pero Jehová, Dios de Israel, entregó a Sehón y a todo su pueblo en manos de Israel, y los derrotó. De esta manera se apoderó Israel de toda la tierra de los amorreos que habitaban en aquel país. 22 También se apoderó de todo el territorio del amorreo desde el Arnón hasta el Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán. 23 Así que, ¿pretendes tú apoderarte de lo que Jehová, Dios de Israel, le quitó al amorreo en favor de su pueblo Israel? 24 Lo que te haga poseer Quemos, tu dios, ¿no lo poseerías tú? Así, todo lo que Jehová, nuestro Dios, nos ha dado, nosotros lo poseeremos. 25 ¿Eres tú ahora mejor en algo que Balac hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Tuvo él alguna reclamación contra Israel o hizo guerra contra nosotros? 26 Ya hace trescientos años que Israel habita en Hesbón y sus aldeas, en Aroer y sus aldeas, y en todas las ciudades que están en el territorio del Arnón, ¿por qué no las habéis recobrado en todo ese tiempo? 27 Así que, yo en nada he pecado contra ti, pero tú haces mal peleando contra mí. Jehová, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.”

28 Pero el rey de los hijos de Amón no atendió a estas razones que Jefté le había enviado.

29 Entonces el espíritu de Jehová vino sobre Jefté, y éste recorrió Galaad y Manasés. De allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón. 30 Entonces Jefté hizo voto a Jehová, diciendo:

«Si entregas a los amonitas en mis manos, 31 cualquiera que salga de las puertas de mi casa a recibirme cuando yo regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová y lo ofreceré en holocausto.»

32 Jefté fue a pelear contra los hijos de Amón, y Jehová los entregó en sus manos. 33 Desde Aroer y hasta llegar a Minit conquistó veinte ciudades, y hasta la Vega de las viñas los derrotó con gran estrago. Así fueron sometidos los amonitas por los hijos de Israel.

34 Cuando volvió Jefté a Mizpa, a su casa, su hija salió a recibirlo con panderos y danzas. Ella era sola, su hija única; fuera de ella no tenía hijo ni hija. 35 Cuando él la vio, rasgó sus vestidos, diciendo:

—¡Ay, hija mía!, en verdad que me has afligido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor, porque le he dado mi palabra a Jehová y no podré retractarme.

36 Ella entonces le respondió:

—Padre mío, si le has dado tu palabra a Jehová, haz conmigo conforme a lo que prometiste, ya que Jehová te ha permitido vengarte de tus enemigos, los hijos de Amón.

37 Y añadió:

—Concédeme esto: déjame que por dos meses vaya y descienda por los montes a llorar mi virginidad junto con mis compañeras.

38 Jefté le respondió:

—Ve.

La dejó por dos meses. Fue con sus compañeras y lloró su virginidad por los montes. 39 Pasados los dos meses volvió a su padre, quien cumplió el voto que había hecho. La hija de Jefté nunca conoció varón. 40 Por eso es costumbre en Israel que todos los años vayan las doncellas de Israel a llorar a la hija de Jefté, el galaadita, durante cuatro días.

12 Los hombres de la tribu de Efraín se reunieron, pasaron hacia el norte y dijeron a Jefté:

—¿Por qué fuiste a hacer guerra contra los hijos de Amón, y no nos llamaste para que fuéramos contigo? ¡Quemaremos ahora tu casa contigo dentro!

Jefté les respondió:

—Yo y mi pueblo teníamos una gran contienda con los hijos de Amón; os llamé, pero no me defendisteis de ellos. Viendo, pues, que no me defendíais, arriesgué mi vida, ataqué a los hijos de Amón, y Jehová me los entregó. ¿Por qué, pues, habéis subido hoy para pelear conmigo?

Entonces reunió Jefté a todos los hombres de Galaad y peleó contra Efraín. Y los de Galaad derrotaron a Efraín, porque habían dicho: «Vosotros sois fugitivos de Efraín, vosotros los galaaditas, que habitáis entre Efraín y Manasés.»

Los galaaditas tomaron los vados del Jordán a los de Efraín, y cuando los fugitivos de Efraín llegaban y decían:

—Quiero pasar,

los de Galaad les preguntaban:

—¿Eres tú efrateo?

Si él respondía que no, entonces le decían:

—Ahora, pues, di “Shibolet”.

Si decía “Sibolet”, porque no podía pronunciarlo correctamente, le echaban mano y lo degollaban junto a los vados del Jordán. Así murieron cuarenta y dos mil de los de Efraín.

Jefté juzgó a Israel seis años. Murió Jefté, el galaadita, y fue sepultado en una de las ciudades de Galaad.

Ibzán, Elón y Abdón, jueces de Israel

Después de él juzgó a Israel Ibzán, de Belén, quien tuvo treinta hijos y treinta hijas, las cuales casó con gente de fuera, y tomó de fuera treinta hijas para sus hijos. Juzgó a Israel siete años. 10 Murió Ibzán y fue sepultado en Belén.

11 Después de él juzgó a Israel Elón, el zabulonita, quien juzgó a Israel diez años. 12 Murió Elón, el zabulonita, y fue sepultado en Ajalón, en la tierra de Zabulón.

13 Después de él juzgó a Israel Abdón hijo de Hilel, el piratonita. 14 Éste tuvo cuarenta hijos y treinta nietos que cabalgaban sobre setenta asnos. Juzgó a Israel ocho años. 15 Murió Abdón hijo de Hilel piratonita y fue sepultado en Piratón, en la tierra de Efraín, en el monte de Amalec.

Lucas 6:1-26

Los discípulos recogen espigas en sábado(A)

Aconteció que un sábado, pasando Jesús por los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, restregándolas con las manos, comían. Algunos de los fariseos les dijeron:

—¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en sábado?

Respondiendo Jesús, les dijo:

—¿Ni aun esto habéis leído, lo que hizo David cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre?, ¿como entró en la casa de Dios y tomó los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, y comió, y dio también a los que estaban con él?

Y les decía:

—El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.

El hombre de la mano seca(B)

Aconteció también en otro sábado que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y lo acechaban los escribas y los fariseos para ver si en sábado lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarlo. Pero él, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca:

—Levántate y ponte en medio.

Él, levantándose, se quedó en pie.

Entonces Jesús les dijo:

—Os preguntaré una cosa: En sábado, ¿es lícito hacer bien o hacer mal?, ¿salvar la vida o quitarla?

10 Y, mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre:

—Extiende tu mano.

Él lo hizo y su mano fue restaurada. 11 Ellos se llenaron de furor y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús.

Elección de los doce apóstoles(C)

12 En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. 13 Cuando llegó el día, llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles: 14 Simón, a quien también llamó Pedro, su hermano Andrés, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, 15 Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, 16 Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor.

Jesús ministra a una multitud(D)

17 Descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón que había venido para oírlo y para ser sanados de sus enfermedades; 18 también los que habían sido atormentados por espíritus impuros eran sanados. 19 Toda la gente procuraba tocarlo, porque poder salía de él y sanaba a todos.

Bienaventuranzas y ayes(E)

20 Alzando los ojos hacia sus discípulos, decía:

«Bienaventurados vosotros los pobres,
porque vuestro es el reino de Dios.
21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre,
porque seréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis,
porque reiréis.
22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, os aparten de sí, os insulten y desechen vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre.

23 »Gozaos en aquel día y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, porque así hacían sus padres con los profetas.

24 »Pero ¡ay de vosotros, ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.

25 »¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.

»¡Ay de vosotros, los que ahora reís!, porque lamentaréis y lloraréis.

26 »¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, porque así hacían sus padres con los falsos profetas.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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