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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Miqueas 1-3

Lamento sobre Samaria y Jerusalén

Palabra de Jehová que fue dirigida a Miqueas de Moreset en los días de Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá; lo que vio sobre Samaria y Jerusalén.

«Oíd, pueblos todos;
está atenta, tierra, y cuanto hay en ti.
Jehová, el Señor,
el Señor desde su santo templo,
sea testigo contra vosotros.
Porque Jehová sale de su lugar,
desciende y camina sobre las alturas de la tierra.
Los montes se derretirán debajo de él
y los valles se hendirán
como la cera delante del fuego,
como las aguas que corren por una pendiente.
Todo esto por la rebelión de Jacob,
por los pecados de la casa de Israel.
¿Cuál es la rebelión de Jacob?
¿No es acaso Samaria?
¿Cuál es el lugar alto de Judá?
¿No es acaso Jerusalén?

»Haré, pues, de Samaria montones de ruinas,
tierra para plantar viñas.
Derramaré sus piedras por el valle
y descubriré sus cimientos.
Todas sus estatuas serán despedazadas,
todos sus dones serán quemados en el fuego,
y asolaré todos sus ídolos,
porque con salarios de prostitutas los juntó,
y salario de prostitución volverán a ser.

»Por esto me lamentaré y gemiré;
andaré descalzo y desnudo,
aullando como los chacales,
lamentándome como los avestruces.
Porque su herida es dolorosa,
y llegó hasta Judá;
llegó hasta la puerta de mi pueblo,
hasta Jerusalén.
10 No lo digáis en Gat,
ni lloréis mucho;
revolcaos en el polvo de Bet-le-afra.
11 ¡Retírate, morador de Safir,
desnudo y con vergüenza!
¡No sale el morador de Zaanán!
¡Hay llanto en Betesel!
A vosotros se os quitará la ayuda.
12 Porque los moradores de Marot
anhelaron ansiosamente el bien,
pues Jehová ha hecho que el mal descienda
hasta las puertas de Jerusalén.
13 Uncid al carro bestias veloces,
moradores de Laquis.
Allí comenzó el pecado de la hija de Sión,
porque en vosotros se hallaron
las rebeliones de Israel.
14 Por tanto, darás dones a Moreset-gat; las casas de Aczib servirán de trampa
a los reyes de Israel.

15 »Aún os enviaré un nuevo conquistador,
moradores de Maresa,
y la flor de Israel
huirá hasta Adulam.
16 Arráncate los cabellos, córtalos,
por los hijos que tanto amas;
hazte calvo como el buitre,
porque van al cautiverio lejos de ti.»

¡Ay de los que oprimen a los pobres!

«¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad
y maquinan el mal,
y cuando llega la mañana lo ejecutan,
porque tienen en sus manos el poder!
Codician campos y los roban;
casas, y las toman;
oprimen al hombre y a su familia,
al hombre y a su heredad.
Por tanto, así ha dicho Jehová:
Yo planeo contra esta gente un mal
del cual no libraréis el cuello,
ni andaréis erguidos,
porque el tiempo será malo.
En aquel tiempo se os dedicará un refrán,
y se os entonará una lamentación diciendo:
“Del todo fuimos destruidos;
él ha cambiado la heredad de mi pueblo.
¡Cómo nos quitó nuestros campos!
¡Los dio y los repartió a otros!”
Por tanto, no habrá quien reparta heredades a suerte
en la congregación de Jehová.

»No profeticéis, dicen a los que profetizan;
no les profeticen,
porque no les alcanzará la vergüenza.
Tú que te dices casa de Jacob,
¿acaso se ha agotado el espíritu de Jehová?
¿Son éstas sus obras?
¿No hacen mis palabras bien
al que camina rectamente?
El que ayer era mi pueblo,
se ha levantado como enemigo;
a los que pasaban confiados
les quitasteis el manto de encima del vestido,
como adversarios de guerra.
A las mujeres de mi pueblo
echasteis fuera de las casas que eran su delicia;
a sus niños quitasteis mi perpetua alabanza.
10 Levantaos y andad,
porque éste no es lugar de reposo,
pues está contaminado,
corrompido grandemente.
11 Si alguno anda inventando falsedades
y, mintiendo, dice:
“Por vino y sidra profetizaré para ti”,
ése sí será el profeta de este pueblo.

12 »De cierto te juntaré todo, Jacob,
recogeré ciertamente el resto de Israel;
lo reuniré como ovejas de Bosra,
como un rebaño en medio de su aprisco,
y harán el estruendo de una multitud.
13 Subirá el que abre caminos delante de ellos;
abrirán camino, pasarán la puerta
y saldrán por ella.
¡Su rey pasará delante de ellos,
y Jehová a su cabeza!»

Acusación contra los dirigentes de Israel

Después dije:
«Oíd ahora, príncipes de Jacob,
y jefes de la casa de Israel:
¿No concierne a vosotros saber lo que es justo?
Pero vosotros aborrecéis lo bueno y amáis lo malo,
le quitáis a la gente la piel
y la carne de encima de sus huesos;
asimismo coméis la carne de mi pueblo,
arrancáis la piel de sobre ellos,
les quebráis los huesos
y los despedazáis como para el caldero,
como si fuera carne en la olla.
Un día clamaréis a Jehová,
pero él no os responderá,
antes esconderá de vosotros su rostro en ese tiempo,
por cuanto hicisteis obras malvadas.

»Así ha dicho Jehová acerca de los profetas
que hacen errar a mi pueblo,
y claman: “¡Paz!”, cuando tienen algo que comer,
y al que no les da de comer,
le declaran la guerra:
»Por eso, de la profecía se os hará noche,
y oscuridad del adivinar.
Sobre los profetas se pondrá el sol,
el día se oscurecerá sobre ellos.
Serán avergonzados los profetas
y se confundirán los adivinos.
Todos ellos cerrarán sus labios,
porque no hay respuesta de Dios.
Mas yo estoy lleno del poder del espíritu de Jehová,
de juicio y de fuerza,
para denunciar a Jacob su rebelión
y a Israel su pecado.

»Oíd ahora esto, jefes de la casa de Jacob
y capitanes de la casa de Israel,
que abomináis el juicio
y pervertís todo derecho,
10 que edificáis a Sión con sangre
y a Jerusalén con injusticia.
11 Sus jefes juzgan por cohecho,
sus sacerdotes enseñan por precio,
sus profetas adivinan por dinero,
y se apoyan en Jehová, diciendo:
“¿No está Jehová entre nosotros?
No vendrá sobre nosotros ningún mal.”
12 Por eso, a causa de vosotros,
Sión será un campo arado,
Jerusalén se convertirá en montones de ruinas
y el monte de la Casa se cubrirá de bosque.»

Apocalipsis 11

Los dos testigos

11 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir y se me dijo: «Levántate y mide el templo de Dios y el altar y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles. Ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses. Y ordenaré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos con ropas ásperas.»

Estos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que están de pie delante del Dios de la tierra. Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos y devora a sus enemigos; si alguno quiere hacerles daño, debe morir de la misma manera. Estos tienen poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas, para convertirlas en sangre y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quieran. Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, los vencerá y los matará. Sus cadáveres estarán en la plaza de la gran ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. Gentes de todo pueblo, tribu, lengua y nación verán sus cadáveres por tres días y medio y no permitirán que sean sepultados. 10 Los habitantes de la tierra se regocijarán sobre ellos, se alegrarán y se enviarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas habían atormentado a los habitantes de la tierra. 11 Pero después de tres días y medio el espíritu de vida enviado por Dios entró en ellos, se levantaron sobre sus pies y cayó gran temor sobre los que los vieron. 12 Entonces oyeron una gran voz del cielo, que les decía: «¡Subid acá!» Y subieron al cielo en una nube, y los vieron sus enemigos.

13 En aquella hora hubo un gran terremoto y la décima parte de la ciudad se derrumbó. Por el terremoto murieron siete mil hombres. Los demás se aterrorizaron y dieron gloria al Dios del cielo.

14 El segundo ay pasó. He aquí que el tercer ay viene pronto.

La séptima trompeta

15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían:

«Los reinos del mundo han venido a ser
de nuestro Señor y de su Cristo;
y él reinará
por los siglos de los siglos.»

16 Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios, se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios, 17 diciendo:

«Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso,
el que eres, que eras y que has de venir,
porque has tomado tu gran poder
y has reinado.
18 Las naciones se airaron y tu ira ha venido:
el tiempo de juzgar a los muertos,
de dar el galardón a tus siervos los profetas,
a los santos y a los que temen tu nombre,
a los pequeños y a los grandes,
y de destruir a los que destruyen la tierra.»

19 El templo de Dios fue abierto en el cielo, y el Arca de su pacto se dejó ver en el templo. Hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y granizo grande.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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