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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Cantares 6-8

Los dos enamorados

Coro

¿A dónde se ha ido tu amado,
tú, la más hermosa entre las mujeres?
¿A dónde se dirigió tu amado,
y lo buscaremos contigo?

La esposa

Mi amado ha bajado a su jardín,
a las eras de las especias,
a apacentar en los huertos
y recoger los lirios.

¡Yo soy de mi amado, y mi amado es mío!
Él apacienta entre los lirios.

El esposo

Amada mía, eres bella como Tirsa,
deseable como Jerusalén,
imponente como ejércitos en orden de batalla.
¡Aparta tus ojos de mí,
pues me subyugan!

Tu cabello es como manada de cabras
que bajan retozando las laderas de Galaad.
Tus dientes, como manada de ovejas
que suben del baño,
ninguna estéril,
todas con crías gemelas.
Tus mejillas,
como gajos de granada detrás de tu velo.

Sesenta son las reinas,
ochenta las concubinas,
y las jóvenes, sin número;
mas única y perfecta es la paloma mía,
la única de su madre,
la escogida de quien la dio a luz.
Las jóvenes la vieron
y la llamaron «bienaventurada»;
la alabaron las reinas y las concubinas.

Coro

10 «¿Quién es ésta, que se muestra como el alba,
hermosa como la luna,
radiante como el sol,
imponente como ejércitos en orden de batalla?»

La esposa

11 Bajé al huerto de los nogales
a ver los frutos del valle,
a ver si brotaban las vides
y florecían los granados.
12 Luego, antes de darme cuenta, mi alma me puso
entre los carros de Aminadab.

Coro

13 ¡Vuelve, vuelve, sulamita!
¡Vuelve, vuelve, que te veamos!

La esposa

¿Qué miráis en la sulamita?

Coro

Que danza, como en los campamentos.

El esposo

¡Qué bellos son tus pies en las sandalias,
hija de príncipe!
Los contornos de tus caderas son como joyas,
obra de excelente artífice.
Tu ombligo, como una taza redonda
donde no falta el buen vino.
Tu vientre, como montón de trigo
de lirios rodeado.
Tus dos pechos, como gemelos de gacela.
Tu cuello, como torre de marfil;
tus ojos, como los estanques de Hesbón
junto a la puerta de Bat-rabim;
tu nariz, como la torre del Líbano,
que mira hacia Damasco.
Tu cabeza erguida, como el Carmelo;
como púrpura, tus guedejas:
en ellas, un rey está cautivo.

¡Qué hermosa eres y cuán suave,
oh amor deleitoso!
Tu talle, como la palmera;
tus pechos, como sus racimos.
Yo dije: «Subiré a la palmera
y asiré sus frutos.»
Deja que sean tus pechos como racimos de vid,
y como de manzanas la fragancia de tu aliento.
Tu paladar, como el buen vino,
que entra al amado suavemente
y corre por los labios de los viejos.

La esposa

10 Yo soy de mi amado,
y en mí tiene su contentamiento.
11 Ven, amado mío, salgamos al campo,
pasemos la noche en las aldeas.
12 Vayamos de mañana a las viñas,
a ver si brotan las vides, si ya están en cierne,
si han florecido los granados.
¡Allí te daré mis amores!
13 Las mandrágoras exhalan su aroma,
y a nuestras puertas
hay toda suerte de deliciosas frutas,
frescas y secas, que para ti,
amado mío, he guardado.

¡Ah, si fueras tú un hermano mío,
criado a los pechos de mi madre!
Cuando te hallara fuera de la casa, te besaría,
y no me menospreciarían.
Te llevaría y te haría entrar en casa de mi madre;
tú me enseñarías.
Yo te daría a beber vino
aromado con licor de mis granadas.

Su izquierda esté debajo de mi cabeza;
con su derecha me abrace.

El esposo

¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén,
que no despertéis a mi amor!
¡Dejadla dormir mientras quiera!

El poder del amor

Coro

¿Quién es ésta que sube del desierto,
recostada sobre su amado?

El esposo

Debajo de un manzano te desperté;
donde tuvo tu madre los dolores,
donde tuvo los dolores quien te dio a luz.

La esposa

Ponme como un sello sobre tu corazón,
como una marca sobre tu brazo;
porque fuerte como la muerte es el amor
y duros como el seol los celos.
Sus brasas son brasas de fuego,
potente llama.
Las muchas aguas no podrán apagar el amor
ni lo ahogarán los ríos.
Y si un hombre ofreciera
todos los bienes de su casa
a cambio del amor,
de cierto sería despreciado.

Epílogo

Tenemos una pequeña hermana,
que no tiene pechos;
¿Qué haremos con nuestra hermana
cuando de ella se hable?
Si fuera una muralla,
edificaríamos sobre ella un palacio de plata;
si fuera una puerta,
la recubriríamos con tablas de cedro.
10 Yo soy como una muralla,
y mis pechos, como torres.
Ante sus ojos he sido
como quien ha hallado la paz.

11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón,
y la encomendó a unos guardas,
y cada uno le llevaba por su fruto
mil monedas de plata.
12 ¡Mi viña, la mía, está delante de mí!
¡Que las mil monedas sean para ti, Salomón,
y doscientas para los que guardan el fruto!

13 Tú, que habitas en los huertos,
los compañeros escuchan tu voz.
¡Házmela oír!

14 ¡Corre, amado mío,
como la gacela o el cervatillo,
por las montañas llenas de aromas!

Gálatas 4

Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo, sino que está bajo tutores y administradores hasta el tiempo señalado por el padre. Así también nosotros, cuando éramos niños estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: «¡Abba, Padre!» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

Exhortación contra el volver a la esclavitud

Ciertamente, en otro tiempo, cuando no conocíais a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; pero ahora, ya que conocéis a Dios o, más bien, que sois conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? 10 Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. 11 Temo que mi trabajo en vuestro medio haya sido en vano.

12 Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, porque yo también me hice como vosotros. Ninguna ofensa me habéis hecho, 13 pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; 14 y no me despreciasteis ni rechazasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo. Al contrario, me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. 15 ¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubierais podido, os habríais sacado vuestros propios ojos para dármelos. 16 ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo por deciros la verdad?

17 Se interesan por vosotros, pero no para vuestro bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros os intereséis por ellos. 18 Bueno es mostrar interés por lo bueno siempre, y no solamente cuando estoy presente con vosotros.

19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros, 20 quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros.

Alegoría de Sara y Agar

21 Decidme, los que queréis estar bajo la Ley: ¿no habéis oído la Ley?, 22 pues está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y el otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació según la carne; pero el de la libre, en virtud de la promesa. 24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar, 25 pues Agar es el monte Sinaí, en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, ya que ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. 26 Pero la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre, 27 pues está escrito:

«¡Regocíjate, estéril, tú que no das a luz;
grita de júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto!,
porque más son los hijos de la abandonada que los de la que tiene marido.»

28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. 29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30 Pero ¿qué dice la Escritura?: «Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.» 31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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