Old/New Testament
Job lamenta su desdicha presente
30 »Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo,
a cuyos padres yo desdeñaba poner junto a los perros de mi ganado,
2 pues ¿de qué me hubiera servido ni aun la fuerza de sus manos,
si no tienen fuerza alguna?
3 A causa de la pobreza y del hambre andaban solitarios,
huían a la soledad, a lugares tenebrosos, desolados y desiertos.
4 Recogían malvas entre los arbustos
y raíces de enebro para calentarse.
5 Los echaban de en medio de la gente
y todos les gritaban como a ladrones.
6 Vivían en las barrancas de los arroyos,
en las cavernas de la tierra y entre las rocas.
7 Bramaban entre las matas
y se reunían debajo de los espinos.
8 Hijos de gente vil, hombres sin nombre,
más bajos que la misma tierra.
9 »¡Y ahora yo soy objeto de su burla
y les sirvo de refrán!
10 Me abominan, se alejan de mí
y no dejan de escupirme en el rostro.
11 Porque Dios ha desatado la cuerda y me ha afligido,
por eso se han desenfrenado en mi propio rostro.
12 A mi derecha se levanta el populacho,
empujan mis pies
y preparan caminos para mi ruina.
13 Desbaratan mi senda,
se aprovechan de mi quebrantamiento,
y no tengo quien me auxilie contra ellos.
14 Vienen como por un ancho portillo,
revolviéndose sobre mi calamidad.
15 Terrores se han vuelto contra mí;
como viento es arrasado mi honor,
y mi prosperidad ha pasado como una nube.
16 »Ahora mi alma está derramada en mí,
pues se apoderan de mí días de aflicción.
17 La noche taladra mis huesos
y los dolores que me roen no reposan.
18 La violencia deforma mi vestidura:
me oprime como el cuello de mi túnica.
19 Dios me ha derribado en el lodo
y ahora soy semejante al polvo y a la ceniza.
20 ¡Clamo a ti, pero no me escuchas!
¡Me presento, pero no me atiendes!
21 Te has vuelto cruel conmigo;
con el poder de tu mano me persigues.
22 Me has alzado sobre el viento, me haces cabalgar en él
y destruyes mi sustancia.
23 Yo sé que me conduces a la muerte,
y a la casa a donde va todo ser viviente.
24 »Mas él, ¿no extenderá la mano contra el sepulcro?
¿O no clamarán los sepultados cuando él los quebrante?
25 Y yo, ¿no he llorado por el que sufre?
¿No me he entristecido a causa del necesitado?
26 Sin embargo, cuando yo esperaba el bien, entonces vino el mal;
cuando esperaba la luz, vino la oscuridad.
27 Mis entrañas se agitan sin reposo,
por los días de aflicción que me han sobrecogido.
28 Ando ennegrecido, y no por el sol;
me he levantado en la congregación, y he clamado.
29 He venido a ser hermano de chacales
y compañero de avestruces.
30 Mi piel, ennegrecida, se me cae,
mis huesos arden de calor.
31 Mi arpa se ha cambiado por luto,
y mi flauta por voz de lamentadores.
Job afirma su integridad
31 »Hice pacto con mis ojos,
¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?
2 Porque ¿qué galardón Dios me daría desde arriba?
¿Qué heredad el Omnipotente desde las alturas?
3 ¿Es que no hay desgracia para el malvado,
infortunio para los que hacen iniquidad?
4 ¿Acaso él no ve mis caminos
y cuenta todos mis pasos?
5 »¿Es que yo anduve con mentiras,
o corrieron mis pies al engaño?
6 ¡Que Dios me pese en la balanza de la justicia
y reconocerá mi integridad!
7 Si mis pasos se apartaron del camino,
si mi corazón se fue tras mis ojos,
si algo se pegó a mis manos,
8 ¡siembre yo y otro coma!
¡Sea arrancada mi siembra!
9 »Si fue engañado mi corazón por alguna mujer,
si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,
10 ¡muela para otro mi mujer
y sobre ella otros se encorven!
11 Porque eso es maldad e iniquidad
que han de castigar los jueces.
12 Porque eso es un fuego que devoraría hasta el Abadón
y consumiría toda mi hacienda.
13 »Si hubiera yo menospreciado el derecho de mi siervo y de mi sierva
cuando ellos pleiteaban conmigo,
14 ¿qué haría cuando Dios se levantara?
Y cuando él me preguntara, ¿qué le respondería?
15 El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?
¿Y no fue uno y el mismo quien nos formó en la matriz?
16 »Si he impedido a los pobres quedar satisfechos,
si he hecho decaer los ojos de la viuda,
17 si he comido yo solo mi bocado
y no comió de él el huérfano
18 (porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre,
y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);
19 si he visto a alguno perecer por falta de vestido,
por carecer de abrigo el necesitado;
20 si no me bendijeron sus espaldas
al calentarse con el vellón de mis ovejas;
21 si alcé contra el huérfano mi mano,
aun viendo que en la puerta estaban de mi parte,
22 ¡que mi espalda se caiga de mi hombro
y se quiebre el hueso de mi brazo!
23 Porque he temido el castigo de Dios,
contra cuya majestad yo no tendría poder.
24 »Si puse en el oro mi esperanza,
y le dije al oro: “Mi confianza está en ti”;
25 si me alegré de que mis riquezas se multiplicaran
y de tener mucho en mi mano;
26 si he mirado al sol cuando resplandecía
o a la luna en su esplendor,
27 y mi corazón fue engañado en secreto,
y mi boca besó mi mano,
28 eso también sería una maldad digna de juicio,
porque habría negado al Dios soberano.
29 »Si me alegré con el quebrantamiento del que me aborrecía
y me regocijé cuando le sobrevino el mal
30 (aun cuando mi lengua no entregué al pecado
para pedir la maldición para su alma);
31 si mis siervos no decían:
“¿Quién hay que no se haya saciado con su carne?”
32 (porque ningún forastero pasaba fuera la noche,
sino que yo abría mis puertas al caminante);
33 si como humano que soy encubrí mis transgresiones,
escondiendo en mi seno mi iniquidad,
34 porque temía a la multitud, que era grande,
y me atemorizaba el menosprecio de las familias,
y entonces callaba y no salía de mi puerta...
35 ¡Quién me diera ser escuchado!
Pero mi confianza es que el Omnipotente será mi testigo,
aunque mi adversario me lleve a juicio.
36 Ciertamente yo lo cargaría sobre mi hombro,
me lo ceñiría como una corona.
37 Yo le daría cuenta de todos mis pasos;
como un príncipe me presentaría delante de él.
38 »Si mi tierra clama contra mí
y lloran todos sus surcos;
39 si he comido su sustancia sin pagar
o he afligido el alma de sus dueños,
40 ¡que en lugar de trigo me nazcan abrojos,
y espinos en lugar de cebada!»
Aquí terminan las palabras de Job.
26 »Hermanos, hijos del linaje de Abraham y los que entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación, 27 porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, que no conocían a Jesús ni las palabras de los profetas que se leen todos los sábados, las cumplieron al condenarlo. 28 Sin hallar en él causa digna de muerte, pidieron a Pilato que se le matara. 29 Y cuando cumplieron todas las cosas que de él estaban escritas, lo bajaron del madero y lo pusieron en el sepulcro. 30 Pero Dios lo levantó de los muertos. 31 Y él se apareció durante muchos días a los que habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo.
32 »Nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, 33 la cual Dios nos ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: “Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.” 34 Y en cuanto a que lo levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: “Os daré las misericordias fieles de David.” 35 Por eso dice también en otro salmo: “No permitirás que tu Santo vea corrupción.” 36 Y a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió y fue reunido con sus padres, y vio corrupción. 37 Pero aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción. 38 Sabed, pues, esto, hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, 39 y que de todo aquello de que no pudisteis ser justificados por la Ley de Moisés, en él es justificado todo aquel que cree. 40 Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los profetas:
41 »“Mirad, menospreciadores,
asombraos y desapareced,
porque yo hago una obra en vuestros días,
obra que no creeréis, si alguien os la cuenta.”
42 Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente sábado les hablaran de estas cosas. 43 Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles los persuadían a que perseveraran en la gracia de Dios.
44 El siguiente sábado se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. 45 Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. 46 Entonces Pablo y Bernabé, hablando con valentía, dijeron:
—A vosotros, a la verdad, era necesario que se os hablara primero la palabra de Dios; pero puesto que la desecháis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, nos volvemos a los gentiles, 47 porque así nos ha mandado el Señor, diciendo:
»“Te he puesto para luz de los gentiles,
a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.”
48 Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. 49 Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia. 50 Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. 51 Ellos, entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. 52 Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
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