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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Job 8-10

Bildad proclama la justicia de Dios

Respondió Bildad, el suhita, y dijo:

«¿Hasta cuándo hablarás tales cosas
y las palabras de tu boca serán como un viento impetuoso?
¿Acaso torcerá Dios el derecho
o pervertirá el Todopoderoso la justicia?
Si tus hijos pecaron contra él,
él les hizo cargar con su pecado.
Si tú desde temprano buscas a Dios
y ruegas al Todopoderoso;
si eres puro y recto,
ciertamente él velará por ti
y hará prosperar la morada de tu justicia.
Y aunque tu principio haya sido pequeño,
tu estado, al final, será engrandecido.

»Pregunta tú ahora a las generaciones pasadas
y disponte a interrogar a los padres de ellas;
pues nosotros somos de ayer y nada sabemos,
ya que nuestros días sobre la tierra son como una sombra.
10 ¿No te enseñarán ellos, te hablarán
y sacarán palabras de su corazón?

11 »¿Crece el junco donde no hay lodo?
¿Crece el prado donde no hay agua?
12 Con todo, aun en su verdor y sin haber sido cortado
se seca antes que toda otra hierba.
13 Tales son los caminos de todos los que se olvidan de Dios;
y así perecerá la esperanza del impío,
14 porque su esperanza es apenas como un hilo,
y su confianza, como una tela de araña.
15 Si se apoya en su casa, ella no permanecerá en pie;
si se agarra a ella, no resistirá.
16 Es como un árbol que está verde plantado al sol,
y cuyos renuevos salen por encima de su huerto;
17 se van entretejiendo sus raíces junto a una fuente
y se enlazan hasta llegar al lugar pedregoso.
18 Pero si lo arrancan de su lugar,
éste lo negará, diciendo: “Nunca te había visto.”
19 Ciertamente así será el gozo de su camino,
y otros nacerán del polvo.

20 »Dios no desecha al íntegro
ni ofrece apoyo a la mano del maligno.
21 Él llenará aún tu boca de risas,
y tus labios de júbilo.
22 Los que te aborrecen serán cubiertos de confusión:
la morada de los impíos perecerá.»

La sabiduría y el poder de Dios

Respondió Job y dijo:

«Ciertamente yo sé que esto es así:
¿Cómo se justificará el hombre delante de Dios?
Si pretendiera discutir con él,
no podría responderle a una cosa entre mil.
Él es sabio de corazón y poderoso en fuerzas,
¿a quién, si quisiera resistirle, le iría bien?
Él arranca los montes con su furor,
sin que ellos sepan quién los trastornó.
Él remueve de su lugar la tierra,
y hace temblar sus columnas.
Si él lo ordena, el sol no sale,
y él es quien pone sello a las estrellas.
Él solo extiende los cielos,
y anda sobre las olas del mar.
Él hizo la Osa y el Orión,
las Pléyades y los más remotos lugares del sur.
10 Él hace cosas grandes e incomprensibles,
maravillosas y sin número.
11 Él pasa delante de mí, y yo no lo veo;
pasa junto a mí sin que yo lo advierta.
12 Si arrebata alguna cosa ¿quién hará que la restituya?
¿Quién le dirá: “Qué haces”?

13 »Dios no volverá atrás su ira,
y bajo él se postran los que ayudan a los soberbios;
14 pues ¿cuánto menos podré yo replicarle
y escoger mis palabras frente a él?
15 Aunque yo fuera justo, no podría responderle;
sólo puedo rogarle, a él que es mi juez.
16 Ni aun si lo invocara y él me respondiera,
creería yo que ha escuchado mi voz.
17 Porque él me quebranta con tempestad,
aumenta sin causa mis heridas
18 y no me concede que tome aliento,
sino que me llena de amarguras.
19 Si hablamos de su fuerza, por cierto que es poderosa;
si de juicio, ¿quién lo emplazará?
20 Aunque yo me justificara, mi propia boca me condenaría;
aunque fuera perfecto, él me declararía culpable.
21 Aun siendo yo íntegro, él no me tomaría en cuenta,
¡despreciaría mi vida!
22 Una cosa me resta por decir:
que al perfecto y al impío él los destruye.
23 Si un azote mata de repente,
él se ríe del sufrimiento de los inocentes.
24 La tierra es entregada en manos de los impíos,
y él cubre el rostro de sus jueces.
Y si no es él, ¿quién es?, ¿dónde está?
25 Mis días han sido más ligeros que un correo;
huyeron sin haber visto el bien.
26 Pasaron cual naves veloces,
como el águila que se arroja sobre la presa.
27 Si digo: “Olvidaré mi queja,
cambiaré mi triste semblante y me esforzaré”,
28 entonces me turban todos mis dolores,
pues sé que no me tienes por inocente.
29 Y si soy culpable,
¿para qué trabajar en vano?
30 Aun cuando me lave con agua de nieve
y limpie mis manos con lejía,
31 aun así me hundirás en el hoyo,
y hasta mis propios vestidos me aborrecerán.

32 »Él no es un hombre como yo, para que yo le replique
y comparezcamos juntos en un juicio.
33 No hay entre nosotros árbitro
que ponga su mano sobre ambos,
34 para que él aparte de mí su vara,
y su terror no me espante.
35 Con todo, yo le hablaré sin temor,
porque me consta que no soy así.

Job lamenta su condición

10 »¡Mi alma está hastiada de mi vida!
Voy a dar libre curso a mi queja,
hablaré con amargura de mi alma.
Diré a Dios: “No me condenes,
sino hazme entender por qué contiendes conmigo.
¿Te parece bien oprimirme,
desechar la obra de tus manos
y favorecer los designios de los impíos?
¿Acaso son de carne tus ojos?
¿Ves tú las cosas como las ve el hombre?
¿Son tus días como los días del hombre,
o tus años como el tiempo de los seres humanos,
para que estés al acecho de mi iniquidad
y andes indagando tras mi pecado,
aun sabiendo que no soy impío
y que nadie podría librarme de tu mano?
Tus manos me hicieron y me formaron,
¿y luego te vuelves y me deshaces?
Acuérdate de que como a barro me diste forma,
¿y en polvo me has de volver?
10 ¿No me vertiste como leche,
y como queso me cuajaste?
11 Me vestiste de piel y carne,
me tejiste con huesos y nervios,
12 me concediste vida y misericordia,
y tu cuidado ha guardado mi espíritu.
13 Pero tú ocultas algo en tu corazón,
y yo sé que lo tienes presente:
14 observar si yo pecaba,
y no tenerme por limpio de mi iniquidad.
15 Si soy malo, ¡ay de mí!,
y si soy justo, no levantaré la cabeza,
hastiado cual estoy de deshonra y de verme afligido.
16 Si alzo la cabeza, como un león, me das caza
y haces contra mí maravillas.
17 Renuevas tus pruebas contra mí,
y contra mí aumentas tu furor como tropas de relevo.

18 »”¿Por qué me sacaste de la matriz?
Habría expirado y nadie me habría visto.
19 Sería como si nunca hubiera existido,
llevado del vientre a la sepultura.
20 ¿No son pocos mis días?
¡Déjame, pues! Apártate de mí, para que pueda consolarme un poco
21 antes que vaya para no volver,
a la tierra de las tinieblas y la sombra de muerte,
22 a la tierra de la oscuridad y el desorden,
lóbrega como sombra de muerte,
donde la luz es como densas tinieblas.”»

Hechos 8:26-40

Felipe y el etíope

26 Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: «Levántate y ve hacia el sur por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto.» 27 Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace, reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros y había venido a Jerusalén para adorar, 28 volvía sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías.

29 El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro.» 30 Acudiendo Felipe, lo oyó que leía al profeta Isaías, y dijo:

—Pero ¿entiendes lo que lees?

31 Él dijo:

—¿Y cómo podré, si alguien no me enseña?

Y rogó a Felipe que subiera y se sentara con él. 32 El pasaje de la Escritura que leía era éste:

«Como oveja a la muerte fue llevado;
y como cordero mudo delante del que lo trasquila,
así no abrió su boca.
33 En su humillación no se le hizo justicia;
mas su generación, ¿quién la contará?,
porque fue quitada de la tierra su vida.»

34 Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe:

—Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo o de algún otro?

35 Entonces Felipe, abriendo su boca y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. 36 Yendo por el camino llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco:

—Aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?

37 Felipe dijo:

—Si crees de todo corazón, bien puedes.

Él respondiendo, dijo:

—Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.

38 Mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó. 39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y el eunuco no lo vio más; y siguió gozoso su camino. 40 Pero Felipe se encontró en Azoto; y, al pasar, anunciaba el evangelio en todas las ciudades hasta llegar a Cesarea.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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