Read the New Testament in 24 Weeks
Jesús, superior a Moisés
3 Por lo tanto, hermanos, vosotros que habéis sido santificados y que tenéis parte en el mismo llamamiento celestial, considerad a Jesús, apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos. 2 Él fue fiel al que lo nombró, como lo fue también Moisés en toda la casa de Dios. 3 De hecho, Jesús ha sido estimado digno de mayor honor que Moisés, así como el constructor de una casa recibe mayor honor que la casa misma. 4 Porque toda casa tiene su constructor, pero el constructor de todo es Dios. 5 Moisés fue fiel como siervo en toda la casa de Dios, para dar testimonio de lo que Dios diría en el futuro. 6 Cristo, en cambio, es fiel como Hijo al frente de la casa de Dios. Y esa casa somos nosotros, con tal que mantengamos[a] nuestra confianza y la esperanza que nos enorgullece.
Advertencia contra la incredulidad
7 Por eso, como dice el Espíritu Santo:
«Si oís hoy su voz,
8 no endurezcáis el corazón
como sucedió en la rebelión,
en aquel día de prueba en el desierto.
9 Allí vuestros antepasados me tentaron y me pusieron a prueba,
a pesar de haber visto mis obras cuarenta años.
10 Por eso me enojé con aquella generación,
y dije: “Siempre se descarría su corazón,
y no han reconocido mis caminos”.
11 Así que, en mi enojo, hice este juramento:
“Jamás entrarán en mi reposo”».[b]
12 Cuidaos, hermanos, de que ninguno de vosotros tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que os haga apartaros del Dios vivo. 13 Más bien, mientras dure ese «hoy», animaos unos a otros cada día, para que ninguno de vosotros os endurezcáis por el engaño del pecado. 14 Hemos llegado a tener parte con Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio. 15 Como se acaba de decir:
«Si oís hoy su voz,
no endurezcáis el corazón
como sucedió en la rebelión».[c]
16 Ahora bien, ¿quiénes fueron los que oyeron y se rebelaron? ¿No fueron acaso todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés? 17 ¿Y con quiénes se enojó Dios durante cuarenta años? ¿No fue acaso con los que pecaron, los cuales cayeron muertos en el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró Dios que jamás entrarían en su reposo, sino a los que desobedecieron?[d] 19 Como podemos ver, no pudieron entrar por causa de su incredulidad.
Reposo del pueblo de Dios
4 Cuidémonos, por tanto, no sea que, aunque la promesa de entrar en su reposo sigue vigente, alguno de vosotros parezca quedarse atrás. 2 Porque a nosotros, lo mismo que a ellos, se nos ha anunciado la buena noticia; pero el mensaje que escucharon no les sirvió de nada, porque no se unieron en la fe a[e] los que habían prestado atención a ese mensaje. 3 En tal reposo entramos los que somos creyentes, conforme Dios ha dicho:
«Así que, en mi enojo, hice este juramento:
“Jamás entrarán en mi reposo”».[f]
Es cierto que su trabajo quedó terminado con la creación del mundo, 4 pues en algún lugar se ha dicho así del séptimo día: «Y en el séptimo día reposó Dios de todas sus obras».[g] 5 Y en el pasaje citado también dice: «Jamás entrarán en mi reposo».
6 Sin embargo, todavía falta que algunos entren en ese reposo, y los primeros a quienes se les anunció la buena noticia no entraron por causa de su desobediencia. 7 Por eso, Dios volvió a fijar un día, que es «hoy», cuando mucho después declaró por medio de David lo que ya se ha mencionado:
«Si oís hoy su voz,
no endurezcáis el corazón».[h]
8 Si Josué les hubiera dado el reposo, Dios no habría hablado posteriormente de otro día. 9 Por consiguiente, queda todavía un reposo especial[i] para el pueblo de Dios; 10 porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas. 11 Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia.
12 Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos,[j] y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón. 13 Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.
Jesús, el gran sumo sacerdote
14 Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. 16 Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.
5 Todo sumo sacerdote es escogido de entre los hombres. Él mismo es nombrado para representar a su pueblo ante Dios, y ofrecer dones y sacrificios por los pecados. 2 Puede tratar con paciencia a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está sujeto a las debilidades humanas. 3 Por tal razón se ve obligado a ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como también por los del pueblo.
4 Nadie ocupa ese cargo por iniciativa propia; más bien, lo ocupa el que es llamado por Dios, como sucedió con Aarón. 5 Tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que Dios le dijo:
«Tú eres mi hijo;
hoy mismo te he engendrado».[k]
6 Y en otro pasaje dice:
«Tú eres sacerdote para siempre,
según el orden de Melquisedec».[l]
7 En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión. 8 Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer; 9 y, consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen, 10 y Dios lo nombró sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
Advertencia contra la apostasía
11 Sobre este tema tenemos mucho que decir, aunque es difícil explicarlo, porque lo que os entra por un oído os sale por el otro.[m] 12 En realidad, a estas alturas ya deberíais ser maestros, y sin embargo necesitáis que alguien vuelva a enseñaros las verdades más elementales de la palabra de Dios. Dicho de otro modo, necesitáis leche en vez de alimento sólido. 13 El que solo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho. 14 En cambio, el alimento sólido es para los adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de percepción espiritual.
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