New Testament in a Year
Jesús sana a un muchacho endemoniado(A)
37 Al día siguiente, cuando bajaron de la montaña, le salió al encuentro mucha gente. 38 Y un hombre de entre la multitud exclamó:
―Maestro, te ruego que atiendas a mi hijo, pues es el único que tengo. 39 Resulta que un espíritu se posesiona de él, y de repente el muchacho se pone a gritar; también lo sacude con violencia y hace que eche espumarajos. Cuando lo atormenta, a duras penas lo suelta. 40 He rogado a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron.
41 ―¡Ah, generación incrédula y perversa! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros y soportaros? Trae acá a tu hijo.
42 Estaba acercándose el muchacho cuando el demonio lo derribó con una convulsión. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno, sanó al muchacho y se lo devolvió al padre. 43 Y todos se quedaron asombrados de la grandeza de Dios.
En medio de tanta admiración por todo lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
44 ―Prestad mucha atención a lo que os voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
45 Pero ellos no entendían lo que quería decir con esto. Les estaba encubierto para que no lo comprendieran, y no se atrevían a preguntárselo.
¿Quién va a ser el más importante?(B)(C)
46 Surgió entre los discípulos una discusión sobre quién de ellos sería el más importante. 47 Como Jesús sabía bien lo que pensaban, tomó a un niño y lo puso a su lado.
48 ―El que recibe en mi nombre a este niño —les dijo—, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El más insignificante entre todos vosotros, ese es el más importante.
49 ―Maestro —intervino Juan—, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre; pero, como no anda con nosotros, tratamos de impedírselo.
50 ―No se lo impidáis —les replicó Jesús—, porque el que no está contra vosotros está a favor vuestro.
La oposición de los samaritanos
51 Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén. 52 Envió por delante mensajeros, que entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento; 53 pero allí la gente no quiso recibirlo porque se dirigía a Jerusalén. 54 Cuando los discípulos Jacobo y Juan vieron esto, le preguntaron:
―Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para[a] que los destruya?
55 Pero Jesús se volvió a ellos y los reprendió. 56 Luego[b] siguieron la jornada a otra aldea.
Lo que cuesta seguir a Jesús(D)
57 Iban por el camino cuando alguien le dijo:
―Te seguiré a dondequiera que vayas.
58 ―Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
59 A otro le dijo:
―Sígueme.
―Señor —le contestó—, primero déjame ir a enterrar a mi padre.
60 ―Deja que los muertos entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios —le replicó Jesús.
61 Otro afirmó:
―Te seguiré, Señor; pero primero déjame despedirme de mi familia.
62 Jesús le respondió:
―Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.
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