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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Josué 6:6-27

Josué reunió a los sacerdotes y les dijo: «¡Vamos, levanten el cofre del pacto! Siete de ustedes irán al frente del cofre, tocando sus trompetas».

Después les dijo a sus hombres: «Comiencen a marchar alrededor de la ciudad. La guardia avanzará al frente del cofre del pacto, lista para el combate».

8-9 Tal como Josué lo había ordenado, primero avanzó un grupo especial de hombres armados. Siguieron después los sacerdotes que tocaban las trompetas sin parar. Después se pusieron en marcha los sacerdotes que llevaban el cofre del pacto, y cerraba la marcha otro grupo de hombres armados. 10 Josué les había dicho a sus hombres: «Vayan en silencio, no se dejen oír. Pero cuando les diga que griten, ustedes gritarán con todas sus fuerzas».

11 Este grupo de hombres llevó el cofre del pacto alrededor de la ciudad, y después volvió al campamento para pasar la noche. 12 A la mañana siguiente Josué se levantó temprano, y mandó a los sacerdotes que volvieran a llevar el cofre del pacto. 13 Primero salió el grupo especial de hombres armados, seguido de los siete sacerdotes con sus trompetas. Después de ellos salieron los sacerdotes que llevaban el cofre del pacto y, finalmente, el otro grupo de hombres armados. 14 Ese segundo día marcharon una sola vez alrededor de la ciudad, y volvieron al campamento. Hicieron lo mismo durante seis días. 15 El séptimo día se levantaron de madrugada y volvieron a marchar alrededor de la ciudad, sólo que ese día lo hicieron siete veces. 16 En la séptima vuelta, mientras los sacerdotes tocaban sus trompetas, Josué dio la orden:

«¡Griten con todas sus fuerzas! ¡Dios nos ha entregado la ciudad! 17 La ciudad y todos sus habitantes serán destruidos por completo, como una ofrenda para Dios. Pero acuérdense de no hacerles daño ni a Rahab ni a su familia, porque ella escondió a los espías que enviamos. 18 No toquen nada de lo que hay que destruir. Si lo hacen, causarán una terrible destrucción en nuestro campamento. 19 Toda la plata, y el oro, el bronce y el hierro serán dedicados a Dios, y deben ponerse con sus tesoros».

20 Cuando los sacerdotes tocaron sus trompetas, los soldados gritaron con todas sus fuerzas y los muros se derrumbaron. Entonces todo el ejército entró en la ciudad, y cada soldado la atacó hasta conquistarla. 21 Con sus espadas mataron a todos los hombres, mujeres, niños y ancianos. Lo mismo hicieron con los bueyes, ovejas y asnos.

Rahab y su familia se salvan

22 Josué les había dicho a los dos espías: «Vayan a la casa de Rahab y pónganla a salvo, junto con toda su familia, tal como se lo prometieron».

23 Los dos espías fueron a buscar a Rahab y a todos sus familiares, y los llevaron a un lugar seguro cerca del campamento de los israelitas. 24 Mientras tanto, los soldados incendiaron la ciudad y quemaron todo, pero se llevaron la plata, el oro y las vasijas de bronce y de hierro, y todo esto lo pusieron junto con los tesoros de Dios. 25 Los únicos que se salvaron fueron Rahab y todos los de su casa. Josué la salvó porque ella escondió a los dos espías que él había enviado a Jericó. Hasta el día de hoy hay descendientes de Rahab que viven en Israel.

26 Después de la destrucción de Jericó, Josué les advirtió a los israelitas: «Nadie deberá edificar de nuevo la ciudad de Jericó. Cualquiera que trate de hacerlo caerá bajo un terrible castigo de Dios. Si alguien intenta reconstruirla, Dios hará que mueran todos los hijos de esa persona».

27 Dios ayudó a Josué en todo lo que hizo, y todo el país se enteró de sus victorias.

Salmos 135-136

Alabanzas a Dios

SALMO 135 (134)

135 ¡Alabemos a Dios!
¡Alábenlo ustedes,
los que lo obedecen!
¡Alábenlo ustedes,
que siempre están en los patios
del templo de nuestro Dios!
¡Alabemos a Dios
porque él es bueno!
¡Cantémosle himnos,
porque él es bondadoso!
¡Nuestro Dios eligió a Israel
para que siempre fuera su pueblo!

Yo sé que nuestro Dios,
es más poderoso que todos los dioses.
Dios hace lo que quiere
en el cielo y en la tierra,
en el mar y en sus profundidades.
Dios nos trae las nubes
desde lo más lejano de la tierra.
Dios nos manda los relámpagos
que anuncian la lluvia.
Dios saca el viento
del lugar donde lo tiene guardado.

8-9 En Egipto hirió de muerte
al hijo mayor de cada familia;
también les quitó la vida
a las primeras crías de los animales.
Hizo señales y milagros
contra el faraón y sus oficiales,
10 hirió de muerte a muchos pueblos,
y acabó con reyes poderosos:
11 acabó con Sihón, el rey amorreo;
acabó con Og, el rey de Basán;
¡acabó con todos los reyes cananeos!
12 A su pueblo Israel le entregó
las tierras de esos reyes
para que fueran suyas para siempre.

13 Dios mío,
¡tú vives para siempre!
14 Tú defiendes a tu pueblo
y le tienes compasión.
15 Los dioses de otros pueblos
son hechura humana;
¡son ídolos de oro y plata!
16 De nada les sirve tener boca,
porque no pueden hablar;
tienen ojos, pero no pueden ver;
17 tienen orejas, pero no pueden oír;
¡ni siquiera pueden respirar!
18 ¡Pues iguales a esos ídolos
son quienes los hacen
y quienes creen en ellos!

19 Israelitas, ¡bendigan a Dios!
Sacerdotes, ¡bendigan al Dios de Israel!
20 Levitas, ¡bendigan a Dios!
Ustedes, los que lo obedecen,
¡bendigan al Dios de Israel!
21 ¡Alabemos a nuestro Dios,
el Dios que vive en Jerusalén!
¡Alabémoslo!

Dios nunca deja de amarnos

SALMO 136 (135)

136 ¡Alabemos a Dios, porque él es bueno!
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Alabemos al Dios de dioses.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Alabemos al Señor de señores.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Sólo Dios hace grandes maravillas.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Dios hizo los cielos con sabiduría.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Extendió la tierra sobre el agua.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Hizo los astros luminosos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Hizo el sol, para alumbrar el día.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Hizo la luna y las estrellas,
para alumbrar la noche.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
10 En Egipto hirió de muerte
al hijo mayor de cada familia.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
11 Sacó de Egipto a Israel.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
12 Allí mostró su gran poder.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
13 Partió en dos el Mar de los Juncos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
14 Hizo que Israel cruzara el mar.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
15 Hundió en el mar
al faraón y a su ejército.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
16 Guió a Israel por el desierto.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
17 Derrotó a reyes poderosos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
18 Quitó la vida a reyes famosos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
19 Hirió a Sihón, el rey amorreo.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
20 Hirió a Og, el rey de Basán.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
21 Entregó a su pueblo,
las tierras de esos reyes.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
22 Ésa fue la herencia de Israel.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
23 Dios no se olvidó de nosotros
cuando nos vio derrotados.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
24 Nos libró de nuestros enemigos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
25 Alimenta a toda su creación.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
26 ¡Alabemos al Dios del cielo!
        ¡Dios nunca deja de amarnos!

Isaías 66

Dios es el creador

66 Dios dijo:

«El cielo es mi trono;
sobre la tierra apoyo mis pies.
Nadie puede hacerme una casa
donde pueda descansar.
Yo hice todo lo que existe,
y todo me pertenece».

El culto que desagrada a Dios

Dios continuó diciendo:

«Yo miro con bondad
a los pobres y afligidos
que respetan mi palabra.
Pero hay gente que me adora
ofreciendo un toro en sacrificio,
y después sale y mata a una persona.

»Hay gente que me sacrifica una oveja
y ofrece a los ídolos un perro.
Hay gente que me presenta
ofrendas de cereales
y luego me ofende
ofreciendo a los ídolos sangre de cerdos.
Hay gente que me honra con incienso
y luego bendice a un ídolo.

»Esa gente hace lo que quiere,
porque así lo ha decidido;
pero también yo decidiré
con qué desgracias castigarlos.

»Llamé, y nadie me respondió;
hablé, y nadie me obedeció;
hicieron lo que no me gusta
y eligieron lo que no me agrada».

La nueva Jerusalén

Isaías dijo:

«Ustedes que adoran a Dios,
escuchen su mensaje:

“Algunos de sus compatriotas,
que les tienen mucho odio
porque me adoran,
dicen burlonamente:
‘Que Dios muestre su poder,
a ver si se ponen contentos’.
¡Pero esos que los odian
serán avergonzados!

”Una voz resuena en la ciudad,
una voz se oye desde el templo:
es mi voz,
que reprende a sus enemigos.

”Jerusalén ha dado a luz
antes de sentir dolores de parto.
¿Quién ha oído algo parecido?
¿Quién ha visto algo semejante?
Una nación no nace en un solo día.
Un pueblo no surge de repente.
En cambio la ciudad de Jerusalén,
sí nació en un día.
Yo no iba a impedirlo,
porque soy el Dios de la vida.
Les juro que así es”».

La felicidad de Israel

10 Dios dijo:

«Ustedes, los que aman a Jerusalén,
y han llorado con ella,
alégrense ahora y únanse a su alegría.

11 »Así Jerusalén, como una madre,
les dará un alimento delicioso,
y los dejará satisfechos.
12 Yo soy el único Dios;
yo haré que la paz
y las riquezas de las naciones
lleguen hasta Jerusalén
como un río desbordado.

»Jerusalén los llevará en sus brazos,
los alimentará y les mostrará su cariño.

13 »Yo, por mi parte,
los consolaré a ustedes,
como una madre consuela a su hijo.
Así ustedes recibirán consuelo
en la ciudad de Jerusalén».

14 Isaías dijo:

«Cuando vean todo esto,
el corazón se les llenará de alegría
y tendrán nuevas fuerzas.
Porque Dios mostrará
su poder entre sus seguidores
y su enojo entre sus enemigos.
15 Dios llegará en medio del fuego;
sus carros son como un torbellino.
Dios descargará su enojo;
su castigo será como fuego ardiente.
16 Dios juzgará al mundo entero
con el fuego y con la espada,
y serán muchos los muertos».

17-19 Dios dijo:

«Hay gente que entra en los jardines,
y allí adora a los ídolos.
Otros comen carne de cerdo, de ratas
y de otros animales impuros.
Pero yo sé bien
lo que esa gente hace y piensa;
por eso, de un solo golpe,
los castigaré.

»Yo mismo vendré,
y les daré una señal
a los que aún queden vivos.
Los enviaré a los pueblos y naciones
para que hablen de mi poder.
Los enviaré a Tarsis,
a Libia y a Lidia,
a Tubal y a Grecia,
y a los más lejanos países del mar.

20 »Ellos harán venir de las naciones
a todos los sobrevivientes de mi pueblo.
A unos los traerán a caballo,
a otros en carruajes,
a lomo de mulas o en camellos.
Serán una ofrenda especial para mí.
Los traerán hasta Jerusalén
como los israelitas
traen sus ofrendas a mi templo.
Les juro que así será».

21 Dios siguió diciendo:

«A algunos de ellos los elegiré
para que sean sacerdotes
y ayudantes en el templo.

22 »La descendencia y el nombre de ustedes
permanecerán para siempre,
así como permanecerán
el cielo nuevo y la tierra nueva
que yo voy a crear.

23-24 »El primer día de cada mes,
y el día sábado, de cada semana,
todos vendrán a adorarme.

»Cuando mi pueblo salga,
verá en el suelo los cadáveres
de los que se rebelaron contra mí.
Allí los gusanos nunca mueren,
y el fuego nunca se apaga.

»¡El mundo entero lo verá
y se llenará de espanto!
Les juro que así será».

Mateo 14

La muerte de Juan el Bautista

14 En aquel tiempo, Herodes Antipas era gobernador de Galilea. Y cuando supo lo que la gente decía acerca de Jesús, un día les dijo a sus asistentes: «En realidad, ese Jesús es Juan el Bautista, que ha vuelto a vivir. Por eso tiene poder para hacer milagros».

3-4 Tiempo atrás, Juan el Bautista le había dicho a Herodes: «¡Lo que has hecho no está bien! Herodías es la esposa de tu hermano Filipo, y tú se la quitaste para casarte con ella».

Entonces Herodes se enojó contra Juan, y ordenó que lo arrestaran, lo encadenaran y lo pusieran en la cárcel. Herodes quería matar a Juan. Pero no se atrevía a matarlo porque le tenía miedo a la gente, pues muchos creían que Juan era un profeta.

Cuando Herodes celebró su cumpleaños, la hija de Herodías bailó delante de los invitados. A Herodes le gustó mucho el baile de la muchacha. Por eso prometió darle lo que ella le pidiera. Herodías escuchó eso, y convenció a su hija de que le pidiera a Herodes la cabeza de Juan el Bautista.

Al oír esto, Herodes se puso muy triste, pues había prometido darle todo lo que ella le pidiera, y no podía romper una promesa hecha delante de sus invitados. Así que no tuvo más remedio, y ordenó a sus sirvientes que le dieran a la muchacha lo que pedía. 10 Entonces los sirvientes fueron a la cárcel y le cortaron la cabeza a Juan, 11 la pusieron en un plato, y se la llevaron a la muchacha. Ella se la entregó a su madre.

12 Los discípulos de Juan pasaron a recoger el cuerpo de su maestro y lo enterraron. Después, fueron y le contaron a Jesús lo que había sucedido.

Jesús da de comer a mucha gente

13 Cuando Jesús oyó lo que le habían hecho a Juan el Bautista, subió a una barca y se fue a donde pudiera estar solo. Cuando la gente de los pueblos cercanos supo que Jesús se iba, lo siguió por tierra.

14 Jesús bajó de la barca y vio que allí había una gran cantidad de gente. Entonces tuvo compasión de ellos y sanó a todos los que estaban enfermos.

15 Cuando ya empezaba a atardecer, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron:

—Éste es un lugar solitario, y se está haciendo tarde. Dile a la gente que se vaya a los pueblos y compre su comida.

16 Jesús les contestó:

—No tienen que irse. Denles ustedes de comer.

17 Los discípulos respondieron:

—Pero no tenemos más que cinco panes y dos pescados.

18 Jesús les dijo:

—Tráiganlos aquí.

19 Luego de ordenar que la gente se sentara sobre la hierba, Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró al cielo y dio gracias a Dios. Después partió los panes y se los dio a los discípulos, para que ellos los repartieran a la gente.

20 Todos comieron hasta quedar satisfechos. Y cuando los discípulos recogieron los pedazos que sobraron, llenaron doce canastas. 21 Los que comieron fueron como cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños.

Jesús camina sobre el agua

22 Después de esto, Jesús ordenó a los discípulos: «Suban a la barca y vayan a la otra orilla del lago. Yo me quedaré aquí para despedir a la gente, y los alcanzaré más tarde.»

23 Cuando toda la gente se había ido, Jesús subió solo a un cerro para orar. Allí estuvo orando hasta que anocheció.

24 Mientras tanto, la barca ya se había alejado bastante de la orilla; navegaba contra el viento y las olas la golpeaban con mucha fuerza.

25 Todavía estaba oscuro cuando Jesús se acercó a la barca. Iba caminando sobre el agua. 26 Los discípulos lo vieron, pero no lo reconocieron. Llenos de miedo, gritaron:

—¡Un fantasma! ¡Un fantasma!

27 Enseguida Jesús les dijo:

—¡Cálmense! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!

28 Entonces Pedro le respondió:

—Señor, si realmente eres tú, ordena que yo camine también sobre el agua y vaya hasta donde tú estás.

29 Y Jesús le dijo:

—¡Ven!

De inmediato Pedro bajó de la barca. Caminó sobre el agua y fue hacia Jesús. 30 Pero cuando sintió la fuerza del viento, tuvo miedo. Allí mismo empezó a hundirse, y gritó:

—¡Señor, sálvame!

31 Entonces Jesús extendió su brazo, agarró a Pedro y le dijo:

—Pedro, tú confías muy poco en mí. ¿Por qué dudaste?

32 En cuanto los dos subieron a la barca, el viento dejó de soplar. 33 Todos los que estaban en la barca se arrodillaron ante Jesús y le dijeron:

—¡Es verdad, tú eres el Hijo de Dios!

Jesús sana a los enfermos en Genesaret

34 Jesús y sus discípulos cruzaron el lago hasta llegar al pueblo de Genesaret. 35 Cuando los del pueblo reconocieron a Jesús, dieron aviso por toda la región. Entonces la gente llevó a los enfermos a donde estaba Jesús, 36 y le rogaban que al menos los dejara tocar el borde de su manto. ¡Y todos los enfermos que tocaron el manto de Jesús quedaron sanos!