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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
Números 32

Ocupación de Transjordania y últimas disposiciones (32—36)

El asentamiento en Transjordania

32 Los rubenitas y los gaditas poseían ganado en gran cantidad. Viendo que la tierra de Jazer y de Galaad era una región apropiada para el ganado, los gaditas y los rubenitas vinieron a Moisés, al sacerdote Eleazar y a los jefes de la comunidad, y les dijeron:

— Atarot, Dibón, Jazer, Nimrá, Jesbón, Elalé, Sebán, Nebo y Beón —territorio que el Señor ha conquistado para la comunidad de Israel— es un territorio apropiado para el ganado, y tus siervos tienen ganado. Nos haríais un favor si nos das esta tierra en posesión y no nos haces cruzar el Jordán.

Moisés respondió a los gaditas y a los rubenitas:

— ¿Van a ir vuestros hermanos a la guerra mientras vosotros os quedáis aquí? ¿Por qué desanimáis a los israelitas para que no crucen a la tierra que el Señor les ha dado? Eso es precisamente lo que hicieron vuestros padres, cuando los envié desde Cadés Barnea para que explorasen la tierra: después de llegar hasta el valle de Escol y de hacer un reconocimiento de la tierra, desalentaron a los israelitas para que no entrasen a la tierra que el Señor les había dado. 10 Fue entonces cuando el Señor estalló en cólera y juró: 11 Los mayores de veinte años que salieron de Egipto no verán la tierra que prometí con juramento a Abrahán, Isaac y Jacob, porque no permanecieron leales a mí; 12 ninguno la verá, excepto Caleb, hijo de Jefuné el cenezeo, y Josué, hijo de Nun, que permanecieron leales al Señor. 13 La cólera del Señor estalló contra Israel y durante cuarenta años los hizo andar errantes por el desierto, hasta que desapareció toda la generación que había provocado el enojo del Señor. 14 Y ahora vosotros, estirpe de pecadores, seguís las huellas de vuestros padres, incrementando aún más la cólera del Señor contra Israel. 15 Si os apartáis del Señor, volverá a haceros andar errantes por el desierto, y acarrearéis una gran calamidad a todo este pueblo.

16 Entonces ellos se acercaron a Moisés y le dijeron:

— Edificaremos aquí majadas para nuestro ganado y ciudades para nuestros niños. 17 Pero iremos bien pertrechados como tropas de choque delante de los israelitas, hasta que los hayamos establecido en el territorio que tienen destinado; mientras tanto nuestros niños permanecerán en las ciudades fortificadas, a buen recaudo de los habitantes de esta tierra. 18 No retornaremos a nuestras casas hasta que cada uno de los israelitas posea su heredad. 19 Y renunciamos a tener con ellos heredad en el territorio al otro lado del Jordán, por cuanto hemos recibido ya nuestra heredad al oriente del Jordán.

20 Entonces Moisés les respondió:

— Si lo hacéis así, si vais a la batalla como tropas de choque siguiendo la indicación del Señor, 21 y cada combatiente de entre vosotros cruza el Jordán siguiendo la indicación del Señor, sin regresar hasta que el Señor haya expulsado a sus enemigos ante sí, 22 cuando la tierra haya sido sometida en presencia del Señor y volváis a vuestro territorio, quedaréis libres de culpa ante el Señor y ante Israel, y el Señor os concederá esta tierra en posesión. 23 Pero si no lo hacéis así, pecaréis contra el Señor y cargaréis con las consecuencias de vuestro pecado. 24 Así que edificad ciudades para vuestros niños y majadas para vuestras ovejas, pero haced lo que habéis prometido.

25 Los gaditas y los rubenitas respondieron a Moisés:

— Haremos como mi señor manda. 26 Nuestros niños, nuestras mujeres, nuestros ganados y todos nuestros animales se quedarán en las ciudades de Galaad; 27 pero, según lo ha dispuesto mi señor, todos los que entre nosotros, tus siervos, sean aptos para la guerra, entrarán en combate, siguiendo la indicación del Señor.

28 Entonces Moisés dio estas instrucciones al sacerdote Eleazar, a Josué, hijo de Nun, y a los jefes de clan de las tribus israelitas. 29 Les dijo al respecto Moisés:

— Si los gaditas y rubenitas, debidamente pertrechados, cruzan con vosotros el Jordán, dispuestos a presentar batalla, siguiendo las indicaciones del Señor, una vez que el país os quede sometido, les daréis la tierra de Galaad en posesión. 30 Pero si no cruzan con vosotros [el Jordán] debidamente pertrechados, entonces recibirán su heredad junto con vosotros en el país de Canaán.

31 Los gaditas y los rubenitas respondieron:

— Haremos lo que el Señor ha dicho a tus siervos. 32 Nosotros pasaremos al país de Canaán debidamente pertrechados, siguiendo las indicaciones del Señor, si de esta manera podemos mantener nuestra posesión hereditaria a este lado del Jordán.

33 Así pues, Moisés asignó a los gaditas, a los rubenitas y a la media tribu de Manasés, hijo de José, el reino de Sejón, rey amorreo, y el reino de Og, rey de Basán, todo el país con sus ciudades y los territorios de las ciudades de alrededor. 34 Los gaditas reedificaron Dibón, Atarot, Aroer, 35 Atarot Sofán, Jazer, Jogboá, 36 Bet Nimrá y Bet Arán, como ciudades fortificadas o como majadas para ovejas. 37 Los rubenitas reedificaron Jesbón, Elalé, Quiriatáin, 38 Nebo, Baal Meón —algunos de estos nombres han cambiado— y Sibmá; y pusieron nombre a las ciudades que construyeron. 39 Los maquiritas, descendientes de Manasés, fueron a Galaad, la conquistaron y expulsaron de allí a los amorreos; 40 Moisés, por su parte, dio Galaad a los maquiritas, descendientes de Manasés, quienes se establecieron allí. 41 Jaír, descendiente de Manasés, se apoderó de sus aldeas, a las que llamó Aldeas de Jaír. 42 Asimismo Nobaj se apoderó de Kenat y sus aldeas, a las que puso su propio nombre de Nobaj.

Salmos 77

Salmo 77 (76)

Mi voz alzo a Dios y pido auxilio

77 Al maestro del coro. De Yedutún. Salmo de Asaf.
Mi voz alzo a Dios y pido auxilio,
mi voz alzo a Dios y él me escucha.
Cuando estoy angustiado busco a mi Señor,
de noche alzo mis manos sin descanso
y no acepto recibir consuelo alguno.
Recuerdo a Dios y me estremezco,
reflexiono y quedo abatido. [ Pausa]
Tú me impides cerrar los ojos,
estoy inquieto y no puedo hablar.
Pienso en los días de antaño,
en los años del pasado;
de noche recuerdo mi canto,
reflexiono y me pregunto:
“¿Nos abandona para siempre el Señor
y no vuelve nunca a aceptarnos?
¿Se acabó para siempre su bondad?
¿Ha cesado eternamente su palabra?
10 ¿Acaso olvidó Dios ser compasivo?
¿Ha cerrado con ira sus entrañas?”. [ Pausa]
11 Y yo digo: “Esto es lo que me aflige,
que el favor del Altísimo ha cambiado”.
12 Recuerdo las proezas de Dios,
recuerdo tus prodigios de antaño;
13 sobre todos tus actos medito,
sobre tus hechos reflexiono.
14 Oh Dios, santo es tu camino,
¿qué dios es tan grande como Dios?
15 Tú eres el Dios que haces prodigios,
tú muestras tu poder entre los pueblos;
16 con tu brazo redimiste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y José. [ Pausa]
17 Te vieron, oh Dios, las aguas,
te vieron las aguas y temblaron,
los abismos del mar se estremecieron;
18 las nubes vertieron lluvias,
tronaron los cielos, zigzaguearon tus rayos.
19 Tu voz tronaba en el torbellino,
los rayos iluminaron el mundo,
se estremeció y tembló la tierra.
20 En el mar trazaste tu camino,
en las aguas caudalosas tu sendero,
y nadie descubrió tu rastro.
21 Cual rebaño guiaste a tu pueblo
por medio de Moisés y Aarón.

Isaías 24

Apocalipsis de Isaías (24—27)

El mundo sometido a juicio

24 Mirad, el Señor ha decidido
devastar y asolar la tierra;
replegará su superficie,
aventará a sus habitantes:
a pueblo y sacerdotes,
siervos y señores,
siervas y señoras,
comprador y vendedor,
prestatario y prestamista,
acreedor y deudor.
La tierra será devastada,
será saqueada sin remedio,
que así lo ha dicho el Señor.
Languidece y se agosta la tierra,
el orbe se agosta y languidece,
el cielo y la tierra se marchitan.
Sus habitantes profanan la tierra:
violan las leyes, cambian las normas,
quebrantan la alianza eterna.
Por eso, la maldición devora la tierra,
son castigados los que habitan en ella.
Por eso, se consumen los que habitan la tierra,
sólo quedan unas pocas personas.
Se pierde el mosto, se agosta la vid,
se lamenta la gente dicharachera.
Enmudece la alegría de los panderos,
han cesado bullicio y diversión,
enmudece la alegría de la cítara.
No brindan ya entre canciones,
el licor amarga a los que beben.
10 La ciudad, vacía, se desmorona,
no se puede entrar en las casas.
11 Se lamentan, sin vino, por las calles,
la alegría declina mortecina,
el gozo escapa de la tierra.
12 La ciudad es una escombrera,
con sus puertas heridas de ruina.
13 Sucederá en el corazón de la tierra
y en el centro de todos los pueblos
lo mismo que al varear la aceituna,
igual que cuando acaba la vendimia.

Alegría prematura y conmoción

14 Algunos gritan alegres,
cantan la grandeza del Señor,
lo vitorean desde occidente,
15 honran al Señor en oriente,
en las costas el nombre del Señor,
el nombre del Dios de Israel.
16 Desde el confín de la tierra
oímos cantos de alegría:
“Gloria al justo”.
Yo, en cambio, pensaba:
“Pobre de mí, pobre de mí,
ay de mí, los traidores traicionan,
los traidores traman traiciones”.
17 Terror, trampa y zanja
para ti, morador del país.
18 El que huya del grito aterrador
caerá de lleno en la trampa.
Aquel que salga de la trampa,
será apresado en la zanja.
Las compuertas celestes se abren,
tiemblan los cimientos del orbe;
19 se raja y resquebraja la tierra,
se quiebra y agrieta la tierra,
tiembla y retiembla la tierra.
20 La tierra se tambalea como un borracho,
insegura, lo mismo que una choza,
soportando el peso de sus faltas:
caerá sin volver a levantarse.

Juicio y reinado del Señor

21 Aquel día juzgará el Señor
al ejército del cielo en el cielo
y a los reyes de la tierra en la tierra.
22 Serán reunidos, amontonados,
encadenados en una mazmorra,
encerrados en un calabozo,
juzgados con el paso del tiempo.
23 La luna escapará avergonzada,
el sol se ocultará abochornado,
pues reina el Señor del universo
en el monte Sión y en Jerusalén,
honrado en medio de sus ancianos.

1 Juan 2

Jesucristo, nuestro intercesor ante el Padre

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Ahora bien, si alguno peca, tenemos un intercesor ante el Padre: Jesucristo, el justo. Porque Jesucristo murió para que nuestros pecados sean perdonados; y no sólo los nuestros, sino también los del mundo entero. Estamos ciertos de que conocemos a Dios si cumplimos sus mandamientos. Quien dice: “Yo lo conozco”, pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y está lejos de la verdad. El amor de Dios alcanza su verdadera perfección en aquel que cumple su palabra; así precisamente conocemos que vivimos unidos a Dios, pues quien se precia de vivir unido a él, debe comportarse como se comportó Jesucristo.

El mandamiento del amor

Queridos, el mandamiento sobre el que os escribo no es nuevo, sino antiguo, pues lo tenéis desde el principio y es la palabra que escuchasteis. Y, sin embargo, se trata de un mandamiento nuevo, en cuanto que se realiza en Cristo y en vosotros; porque las tinieblas van pasando y ya alumbra la luz verdadera. Si alguien dice que vive en la luz y odia a su hermano, todavía vive en tinieblas. 10 El que ama a su hermano, vive en la luz y no caerá en pecado. 11 Pero quien lo aborrece, vive y camina en tinieblas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

El mundo y sus peligros

12 Os escribo, hijos míos, porque [Dios] ha perdonado vuestros pecados en nombre [de Jesús].

13 Os escribo a vosotros, los mayores, porque conocéis al que existe desde el principio. Os escribo a vosotros, los jóvenes, porque habéis vencido al maligno.

14 Os escribo, hijos míos, porque conocéis al Padre. Os escribo a vosotros, los mayores, porque permanecéis en el conocimiento del que existe desde el principio. Os escribo a vosotros, los jóvenes, porque sois valientes, permanecéis fieles a la palabra de Dios y habéis vencido al maligno.

15 No os encariñéis con este mundo ni con lo que hay en él, porque el amor al Padre y el amor al mundo son incompatibles. 16 Y es que cuanto hay de malo en el mundo —pasiones carnales, turbios deseos y ostentación orgullosa—, procede del mundo y no del Padre. 17 Pero el mundo y sus pasiones se desvanecen; sólo el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

El anticristo

18 Hijos míos, estamos en la última hora, la hora del anticristo, según oísteis. Efectivamente, esta debe ser la hora final, porque son muchos los anticristos que están en acción. 19 Han salido de entre nosotros, aunque no eran de los nuestros. De haber sido de los nuestros, se habrían mantenido con nosotros. Pero así queda claro que no todos son de los nuestros.

20 En cuanto a vosotros, habéis sido consagrados por el Santo y gozáis de un pleno conocimiento. 21 Si os escribo, no es porque desconozcáis la verdad; de hecho la conocéis y sabéis que mentira y verdad se excluyen mutuamente. 22 Mentiroso es todo el que niega que Jesús es el Cristo. Ese es el anticristo, pues niega al Padre y al Hijo. 23 En efecto, quien niega al Hijo, rechaza al Padre; quien reconoce al Hijo, tiene también al Padre.

Invitación a la fidelidad

24 Por vuestra parte, permaneced fieles al mensaje que oísteis desde el principio; si lo hacéis así, participaréis de la vida del Padre y del Hijo. 25 Pues tal es la promesa que Cristo nos ha hecho: la vida eterna.

26 Al escribiros esto, os pongo en guardia contra quienes tratan de embaucaros. 27 Aunque el Espíritu que recibisteis de Jesucristo permanece en vosotros y no necesitáis que nadie os instruya. Porque precisamente ese Espíritu, fuente de verdad y no de mentira, es el que os instruye acerca de todas las cosas. Manteneos, pues, unidos a él según os enseñó.

28 En resumen, hijos míos, permaneced unidos a Cristo, para que cuando se manifieste tengamos absoluta confianza, en lugar de sentirnos abochornados al ser apartados de él en el día de su gloriosa venida. 29 Sabéis que Jesucristo es justo. Por eso debéis saber también que todo el que vive rectamente es hijo de Dios.

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España