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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
Números 31

Guerra con Madián

31 El Señor le dijo a Moisés: «Antes de partir de este mundo para reunirte con tus antepasados, en nombre de tu pueblo tienes que vengarte de los madianitas».

Moisés se dirigió al pueblo y le dijo: «Preparad a algunos de vuestros hombres para la guerra contra Madián. Vamos a descargar sobre ellos la venganza del Señor. Que cada una de las tribus de Israel envíe mil hombres a la guerra».

Los escuadrones de Israel proveyeron mil hombres por cada tribu, con lo que se reunieron doce mil hombres armados para la guerra. Moisés envió a la guerra a los mil hombres de cada tribu. Con ellos iba Finés, hijo del sacerdote Eleazar, quien tenía a su cargo los utensilios del santuario y las trompetas que darían la señal de ataque.

Tal como el Señor le había ordenado a Moisés, los israelitas entraron en batalla y mataron a todos los madianitas. Pasaron a espada a Eví, Requen, Zur, Jur y Reba, que eran los cinco reyes de Madián, y también a Balán hijo de Beor. Capturaron a las mujeres y a los niños de los madianitas, y tomaron como botín de guerra todo su ganado, rebaños y bienes. 10 A todas las ciudades y campamentos donde vivían los madianitas les prendieron fuego, 11 y se apoderaron de gente y de animales. Todos los despojos y el botín 12 se los llevaron a Moisés y al sacerdote Eleazar, y a toda la comunidad israelita. A los prisioneros, el botín y los despojos los llevaron hasta el campamento que estaba en las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó.

13 Moisés y el sacerdote Eleazar y todos los líderes de la comunidad salieron a recibirlos fuera del campamento. 14 Moisés estaba furioso con los jefes de millares y de centenas de soldados que regresaban de la batalla. 15 «¿Cómo es que dejasteis con vida a las mujeres? —les preguntó—. 16 ¡Si fueron ellas las que, aconsejadas por Balán, hicieron que los israelitas traicionaran al Señor en Baal Peor! Por eso murieron tantos del pueblo del Señor. 17 Matad a todos los niños, y también a todas las mujeres que hayan tenido relaciones sexuales, 18 pero quedaos con todas las muchachas que jamás las hayan tenido.

Purificación de combatientes y de prisioneros

19 »Todos los que hayáis matado a alguien, o hayáis tocado un cadáver, deberéis quedaros fuera del campamento durante siete días. Al tercer día, y al séptimo, os purificaréis vosotros y vuestros prisioneros. 20 También deberéis purificar toda la ropa, y todo artículo de cuero, de pelo de cabra, o de madera».

21 El sacerdote Eleazar les dijo a los soldados que habían ido a la guerra: «Esto es lo que manda la ley que el Señor le entregó a Moisés: 22 Oro, plata, bronce, hierro, estaño, plomo 23 y todo lo que resista el fuego deberá ser pasado por el fuego para purificarse, pero también deberá limpiarse con las aguas de la purificación. Todo lo que no resista el fuego deberá pasar por las aguas de la purificación. 24 Al séptimo día, lavaréis vosotros vuestros vestidos y quedaréis purificados. Entonces podréis reintegraros al campamento».

Reparto del botín

25 El Señor le dijo a Moisés: 26 «Tú y el sacerdote Eleazar y los jefes de las familias patriarcales haréis un recuento de toda la gente y de todos los animales capturados. 27 Dividiréis el botín entre los soldados que fueron a la guerra y el resto de la comunidad. 28 A los que fueron a la guerra les exigirás del botín una contribución para el Señor. Tanto de la gente como de los asnos, vacas u ovejas, apartarás uno de cada quinientos. 29 Los tomarás de la parte que les tocó a los soldados, y se los darás al sacerdote Eleazar como contribución al Señor. 30 De la parte que les toca a los israelitas, apartarás de la gente uno de cada cincuenta, lo mismo que de los asnos, vacas, ovejas u otros animales, y se los darás a los levitas, pues ellos son los responsables del cuidado de mi santuario».

31 Moisés y el sacerdote Eleazar hicieron tal como el Señor le ordenó a Moisés.

32 Sin tener en cuenta los despojos que tomaron los soldados, el botín fue de seiscientas setenta y cinco mil ovejas, 33 setenta y dos mil cabezas de ganado, 34 sesenta y un mil asnos 35 y treinta y dos mil mujeres que jamás habían tenido relaciones sexuales.

36 A los que fueron a la guerra les tocó lo siguiente:

Trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas, 37 de las cuales se entregaron seiscientas setenta y cinco como contribución al Señor.

38 Treinta y seis mil vacas, de las cuales se entregaron setenta y dos como contribución al Señor.

39 Treinta mil quinientos asnos, de los cuales se entregaron sesenta y uno como contribución al Señor.

40 Dieciséis mil mujeres, de las cuales se entregaron treinta y dos como contribución al Señor.

41 La parte que le correspondía al Señor, se la entregó Moisés al sacerdote Eleazar, tal como el Señor se lo había ordenado.

42 Del botín que trajeron los soldados, Moisés tomó la mitad que les correspondía a los israelitas, 43 de modo que a la comunidad le tocaron trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas, 44 treinta y seis mil vacas, 45 treinta mil quinientos asnos 46 y dieciséis mil mujeres. 47 De la parte que les tocó a los israelitas, Moisés tomó una de cada cincuenta personas, y uno de cada cincuenta animales, tal como el Señor se lo había ordenado, y todos ellos se los entregó a los levitas, que eran los responsables del cuidado del santuario del Señor.

La ofrenda de los capitanes

48 Entonces los oficiales que estaban a cargo de la tropa, es decir, los jefes de millares y de centenas de soldados, se acercaron a Moisés 49 y le dijeron: «Tus siervos han pasado revista, y no falta ninguno de los soldados que estaban bajo nuestras órdenes. 50 Por eso hemos traído, como ofrenda al Señor, los artículos de oro que cada uno de nosotros encontró: brazaletes, cadenas, sortijas, pendientes y collares. Todo esto lo traemos para hacer propiciación por nosotros ante el Señor».

51 Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron todos los artículos de oro. 52 Todo el oro que los jefes de mil y de cien soldados presentaron como contribución al Señor pesó ciento noventa kilos.[a] 53 Cada soldado había tomado botín para sí mismo. 54 Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron el oro de manos de los jefes, y lo llevaron a la Tienda de reunión para que el Señor tuviera presentes a los israelitas.

Salmos 75-76

Al director musical. Sígase la tonada de «No destruyas». Salmo de Asaf. Cántico.

75 Te damos gracias, oh Dios,
    te damos gracias e invocamos[a] tu nombre;
    ¡todos hablan de tus obras portentosas!

Tú dices: «Cuando yo lo decida,
    juzgaré con justicia.
Cuando se estremece la tierra
    con todos sus habitantes,
    soy yo quien afirma sus columnas». Selah

«No seáis altaneros», digo a los altivos;
    «No seáis soberbios», ordeno a los impíos;
«No hagáis gala de soberbia contra el cielo,
    ni habléis con aires de suficiencia».

La exaltación no viene del oriente,
    ni del occidente ni del sur,
sino que es Dios el que juzga:
    a unos humilla y a otros exalta.
En la mano del Señor hay una copa
    de espumante vino mezclado con especias;
cuando él lo derrame, todos los impíos de la tierra
    habrán de beberlo hasta las heces.
Yo hablaré de esto siempre;
    cantaré salmos al Dios de Jacob.
10 Aniquilaré la altivez de todos los impíos,
    y exaltaré el poder de los justos.

Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo de Asaf. Cántico.

76 Dios es conocido en Judá;
    su nombre es exaltado en Israel.
En Salén se halla su santuario;
    en Sión está su morada.
Allí hizo pedazos las centelleantes flechas,
    los escudos, las espadas, las armas de guerra. Selah

Estás rodeado de esplendor;
    eres más imponente que las montañas eternas.[b]
Los valientes yacen ahora despojados;
    han caído en el sopor de la muerte.
Ninguno de esos hombres aguerridos
    volverá a levantar sus manos.
Cuando tú, Dios de Jacob, los reprendiste,
    quedaron pasmados jinetes y corceles.
Tú, y solo tú, eres temido.
    ¿Quién puede hacerte frente
    cuando se enciende tu enojo?
Desde el cielo diste a conocer tu veredicto;
    la tierra, temerosa, guardó silencio
cuando tú, oh Dios, te levantaste para juzgar,
    para salvar a los pobres de la tierra. Selah
10 La furia del hombre se vuelve tu alabanza,
    y los que sobrevivan al castigo te harán fiesta.[c]
11 Haced votos al Señor vuestro Dios, y cumplidlos;
    que todos los países vecinos
    paguen tributo al Dios temible,
12 al que acaba con el valor de los gobernantes,
    ¡al que es temido por los reyes de la tierra!

Isaías 23

Profecía contra Tiro

23 Profecía contra Tiro:

¡Gemid, barcos de Tarsis!,
    porque destruidas están su casa y su puerto.
Desde la tierra de Chipre
    les ha llegado la noticia.

¡Callad, habitantes de la costa,
    comerciantes de Sidón,
    ciudad que han enriquecido los marinos!
Sobre las grandes aguas
    llegó el grano de Sijor;
Tiro se volvió el centro comercial de las naciones;
    la cosecha del Nilo le aportaba ganancias.
Avergüénzate, Sidón, fortaleza del mar,
    porque el mar ha dicho:
«No he estado con dolores de parto ni he dado a luz;
    no he criado hijos ni educado hijas».
Cuando la noticia llegue a Egipto,
    lo que se diga de Tiro los angustiará.

Pasad a Tarsis;
    gemid, habitantes de la costa.
¿Es esta vuestra ciudad alegre,
    la ciudad tan antigua,
cuyos pies la han llevado
    a establecerse en tierras lejanas?
¿Quién planeó esto contra Tiro,
    la ciudad que confiere coronas,
cuyos comerciantes son príncipes,
    y sus negociantes reconocidos en la tierra?
Lo planeó el Señor Todopoderoso
    para abatir la altivez de toda gloria
    y humillar a toda la gente importante de la tierra.

10 Hija de Tarsis,
    cultiva[a] tu tierra como en el Nilo,
    porque tu puerto ya no existe.
11 El Señor ha extendido su mano sobre el mar
    y ha hecho temblar a los reinos,
    ha ordenado destruir las fortalezas de Canaán.
12 Él dijo:
    «¡Virgen violentada, hija de Sidón:
    no volverás a alegrarte!

»Levántate y cruza hasta Chipre;
    ¡ni siquiera allí encontrarás descanso!»
13 ¡Mira la tierra de los caldeos!
    ¡Ese pueblo ya no existe!
Asiria la ha convertido
    en refugio de las fieras del desierto;
levantaron torres de asalto,
    demolieron sus fortalezas
    y las convirtieron en ruinas.

14 ¡Gemid, barcos de Tarsis,
    porque destruida está vuestra fortaleza!

15 En aquel tiempo Tiro será olvidada durante setenta años, que es lo que vive un rey. Pero al cabo de esos setenta años le sucederá a Tiro lo que dice la canción de la prostituta:

16 «Tú, prostituta olvidada,
    toma un arpa y recorre la ciudad;
toca lo mejor que puedas,
    y canta muchas canciones,
    para que te recuerden».

17 Al cabo de setenta años, el Señor se ocupará de Tiro, la cual volverá a venderse y prostituirse con todos los reinos de la tierra. 18 Pero sus ingresos y ganancias se consagrarán al Señor; no serán almacenados ni atesorados. Sus ganancias serán para los que habitan en presencia del Señor, para que se alimenten en abundancia y se vistan con ropas finas.

1 Juan 1

El Verbo de vida

Lo que ha sido desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto os anunciamos respecto al Verbo que es vida. Esta vida se manifestó. Nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella, y os anunciamos a vosotros la vida eterna que estaba con el Padre y que se nos ha manifestado. Os anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos estas cosas para que nuestra alegría[a] sea completa.

Caminemos en la luz

Este es el mensaje que hemos oído de él y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. Si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad. Pero, si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado.

Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. 10 Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros.

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