Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Números 19

Reglas para la purificación

19 Dios les dijo a Moisés y a Aarón:

«Díganles a los israelitas que esto es lo que yo ordeno: traigan una vaca de pelo rojo que no tenga ningún defecto, y a la que nunca hayan hecho trabajar en el campo. Ustedes denle la vaca al sacerdote Eleazar para que la lleve fuera del campamento, y mátenla allí, delante de él. Entonces Eleazar mojará un dedo en la sangre y rociará con ella siete veces la tienda del encuentro con Dios.

»Luego quemarán toda la vaca delante de Eleazar: quemarán el cuero, la carne, la sangre y el estiércol. El sacerdote tomará entonces ramas de cedro, hisopo y tela roja, y echará todo eso al fuego donde se está quemando la vaca.

7-8 »Como el sacerdote se habrá contaminado, tendrá que lavar su ropa y bañarse, y no podrá entrar en el campamento hasta la tarde. Después de esa hora podrá regresar, y lo mismo hará el hombre que quemó la vaca. Después de eso, alguien que no se haya contaminado recogerá la ceniza de la vaca y la pondrá en un lugar puro, fuera del campamento. El pueblo usará esta ceniza para preparar el agua con la que se lavarán y quitarán sus pecados. 10 El hombre que recogió las cenizas de la vaca también tendrá que lavar su ropa, y no podrá entrar en el campamento hasta la tarde.

»Ésta es una ley que siempre deberán obedecer los israelitas y los extranjeros que vivan con ustedes.

Reglas para presentarse ante Dios

11-22 »Cuando alguien muera dentro de su tienda de campaña, se deberá hacer lo siguiente: Durante siete días, no podrán presentarse ante Dios las siguientes personas:

»Las que hayan tocado el cadáver.

»Las que hayan estado dentro de la tienda, en el momento en que esa persona moría.

»Las que hayan entrado en esa tienda.

»Además, todas las ollas destapadas o mal tapadas en esa tienda quedarán contaminadas.

»Tampoco podrán presentarse ante Dios las siguientes personas:

»Las que toquen una tumba.

»Las que toquen huesos de muerto.

»Las que toquen algún cadáver en el campo, ya sea que a esa persona la hayan matado o se haya muerto allí.

»Para poder presentarse ante Dios, todas estas personas tendrán que lavarse el tercer día y el séptimo, con el agua que tiene las cenizas de la vaca. Si no se lavan en esos dos días, no podrán presentarse ante Dios.

»Además, alguien que no haya tocado a ningún muerto tomará las cenizas de la vaca de pelo rojizo y las mezclará con agua de manantial. Tomará luego unas ramas de hisopo, las mojará en el agua con ceniza, y rociará la tienda, las vasijas, y a quienes hayan tocado algún cadáver, o huesos, o tumba.

»Pasados los siete días, todas estas personas deberán lavarse la ropa y bañarse, y esa noche podrán ya presentarse ante Dios.

»Si alguien toca algún cadáver y no es rociado con el agua que tiene las cenizas de la vaca de pelo rojizo, no podrá presentarse ante Dios. Tampoco podrá vivir entre los israelitas, porque contaminaría el santuario de Dios.

»Si alguien se acerca al santuario de Dios sin haberse lavado, contaminará el santuario y ya no podrá ser parte del pueblo de Israel.

»Si alguien toca a otra persona que haya tenido contacto con algún cadáver, no podrá presentarse ante Dios hasta el anochecer.

»Todo lo que toque quien haya tenido contacto con un cadáver, también quedará contaminado hasta el anochecer.

»La persona que rocíe el agua con las cenizas, o que toque esta agua, también deberá lavarse la ropa, y no podrá presentarse ante Dios hasta el anochecer.

»Ésta será una ley permanente».

Salmos 56-57

Confío en tus promesas

SALMO 56 (55)

David compuso este himno cuando los filisteos lo tomaron preso en Gat. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con la melodía «La tórtola que vive en los robles lejanos».

56 Dios mío,
ten compasión de mí,
pues hay quienes me persiguen.
A toda hora
me atacan y me atormentan.
Mis enemigos no dejan de atacarme
ni de noche ni de día;
¡son ya demasiados
los orgullosos que me atacan!

3-4 Cuando siento miedo,
confío en ti, mi Dios,
y te alabo por tus promesas;
Confío en ti, mi Dios,
y ya no siento miedo.
¡Nadie podrá
hacerme daño jamás!

Siempre cambian mis palabras,
y sólo piensan en perjudicarme.
Se ponen a espiarme
y hacen planes contra mí;
¡tantas ganas tienen de matarme
que vigilan todos mis pasos!

Dios mío,
¡enójate con mis enemigos
y ponlos en vergüenza!
¡No los dejes escapar!
Anota en tu libro
todas las veces que he huido;
tú bien sabes
las veces que he llorado.
Cuando yo te pida ayuda,
mis enemigos saldrán huyendo.
Yo estoy seguro, Dios mío,
que cuento con tu apoyo.
10 Confío en ti, mi Dios,
y te alabo por tus promesas.
Confío en ti, Señor,
y te alabo por tus promesas.
11 Confío en ti, mi Dios,
y ya no siento miedo.
¡Nadie podrá
hacerme daño jamás!

12 Yo te prometo, Dios mío,
que te cumpliré mis promesas,
y delante de tu altar
te daré las gracias.
13 Tú, mi Dios,
me libraste de caer,
me libraste de morir,
para que nunca deje yo
de andar en tu presencia
que es la luz de la vida.

Quiero que me protejas

SALMO 57 (56)

David compuso este himno cuando huyó de Saúl y se escondió en una cueva. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con la melodía «No destruyas».

57 ¡Ten compasión de mí,
Dios mío!
¡Ten compasión de mí,
porque en ti busco protección!
¡Quiero que me protejas
bajo la sombra de tus alas
hasta que pase el peligro!

Dios altísimo,
te llamo porque siempre me ayudas.
Tiéndeme la mano desde el cielo,
porque tu amor es constante.
Tiéndeme la mano, Dios mío,
y sálvame de mis enemigos.

Estoy por el suelo,
rodeado de leones;
rodeado de hombres
que parecen bestias.
En vez de dientes,
tienen lanzas y flechas;
en vez de lengua,
tienen una espada afilada.

Pero tú, mi Dios,
estás por encima del cielo;
¡eres tan grande
que cubres toda la tierra!

Esa gente me tendió una trampa
para hacerme caer en ella.
¡Eso me puso muy triste!
Querían que me cayera en ese hoyo,
pero ellos fueron los que cayeron.

Dios mío,
mi corazón está dispuesto
a cantarte himnos.
¡Voy a despertarme!
¡Despertaré al arpa y a la lira!
¡Despertaré al nuevo día!

Dios mío,
yo te alabaré entre los pueblos,
te cantaré himnos entre las naciones.
10 Tan grande y constante es tu amor
que llega hasta los cielos.

11 Tú, mi Dios,
sobrepasas los cielos;
¡eres tan grande
que cubres toda la tierra!

Isaías 8:1-9:7

El hijo de Isaías recibe un nombre simbólico

1-2 Dios me dijo:

«Isaías, quiero que llames al sacerdote Urías y a Zacarías hijo de Jeberequías, para que sean testigos de lo que vas a hacer. Delante de ellos tomarás una tabla de arcilla grande y escribirás, con letras grandes y claras, el nombre Maher-salal-hasbaz, que significa “Ya viene la destrucción, ya están aquí los ladrones”».

Tiempo después mi esposa y yo tuvimos un hijo. Entonces Dios me dijo:

«Ponle por nombre Maher-salal-hasbaz. Porque antes que el niño aprenda a decir “mamá” y “papá”, el rey de Asiria destruirá las ciudades de Damasco y Samaria, y se quedará con todas sus riquezas».

Luego Dios me volvió a decir:

«Yo soy tranquilo,
como las aguas del estanque de Siloé.
Pero esta gente de Judá me ha despreciado,
pues tiene miedo de Resín y de Pécah,
los reyes de Siria y de Israel.

»Por eso enviaré contra Judá
al ejército de Asiria.
Los asirios la atacarán y la destruirán,
como cuando se inunda el río Éufrates,
y el agua se desborda por todos sus canales
cubriendo todo lo que se pone en su camino.
Los enemigos asirios llegarán hasta Judá
como cuando llega una gran inundación.
Atacarán como un águila,
que con sus alas extendidas,
se lanza sobre toda la tierra.
¡Pero Dios está con nosotros!

»¡Escuchen esto, naciones lejanas,
de nada sirve que se preparen para la guerra!
Aunque se armen hasta los dientes,
quedarán aterrorizados y destruidos.
10 De nada servirán sus planes,
pues Dios los hará fracasar.
Aunque llamen a la batalla,
nadie les hará caso,
pues Dios está con nosotros».

Sólo a Dios hay que temer

11 Dios me tomó fuertemente con su mano y me advirtió que no me comportara como los de Judá. También me dio este mensaje para ellos:

12 «No llamen “conspiración” a todo lo que la gente llama “conspiración”. A la gente le da miedo cuando los reyes se juntan para hacer planes de guerra. Pero ustedes no deben asustarse ni tener miedo. 13 Yo soy el Dios todopoderoso y es a mí a quien deben adorar y temer. 14 De lo contrario, seré para ustedes como una trampa, en la que caerán todos los habitantes de Jerusalén. Seré como una piedra con la que tropezarán los dos reinos de Israel. 15 Muchos tropezarán, caerán y morirán; muchos caerán en la trampa y quedarán atrapados».

Instrucciones de Isaías a sus discípulos

16 Entonces Isaías les dijo a sus discípulos:

«Mantengan en secreto mis mensajes
y las enseñanzas que les he dado.
17 Dios está enojado con su pueblo,
pero yo confío en su bondad,
y en él he puesto mi esperanza.
18 Dios vive en el monte Sión,
y él me ha dado hijos
para que juntos sirvamos
de advertencia a su pueblo.

19-20 »Seguramente la gente les dirá:

“Todos los pueblos consultan a sus dioses
y les piden instrucciones o mensajes.
Vayan ustedes y consulten
a los brujos y adivinos,
para que les digan qué va a suceder”.

»¡Pero no hagan caso,
son puras tonterías!

21 »La gente irá de un lado para el otro,
hambrienta y maltratada;
el hambre los pondrá furiosos
y maldecirán a su rey y a sus dioses.
Mirarán por todas partes
22 y sólo verán miseria y angustia.
¡Vivirán en la más terrible oscuridad!
»Sin embargo,
no durarán para siempre
su angustia y su dolor.»

El reinado del Príncipe de paz

La tierra de Zabulón y Neftalí es una región de Galilea, cerca de donde habitan pueblos que no adoran a nuestro Dios. Esa región se extiende desde el otro lado del río Jordán hasta la orilla del mar. Hace mucho tiempo, Dios humilló a esa región de Galilea, pero después le concedió un gran honor, el cual Isaías anunció así:

«Aunque tu gente viva en la oscuridad,
verá una gran luz.
Una luz alumbrará
a los que vivan
en las tinieblas.
¡Dios nuestro,
tú nos has llenado de alegría!
Todos nos alegramos en tu presencia,
como cuando llega la cosecha,
como cuando la gente
se reparte muchas riquezas.
Tú nos has liberado
de los que nos esclavizaron.
Tu victoria sobre ellos fue tan grande
como tu victoria sobre el pueblo de Madián.
Tú echarás al fuego
las botas de los soldados
y sus ropas manchadas de sangre.

»Nos ha nacido un niño,
Dios nos ha dado un hijo:
a ese niño se le ha dado
el poder de gobernar;
y se le darán estos nombres:
Consejero admirable, Dios invencible,
Padre eterno, Príncipe de paz.
Él se sentará en el trono de David,
y reinará sobre todo el mundo
y por siempre habrá paz.

»Su reino será invencible,
y para siempre reinarán
la justicia y el derecho.

»Esto lo hará el Dios todopoderoso
por el gran amor que nos tiene.»

Santiago 2

¡No tengan favoritos!

Hermanos míos, ustedes han confiado en nuestro poderoso Señor Jesucristo, así que no deben tratar a unas personas mejor que a otras. Imagínense que un rico, vestido con ropa muy fina y con un anillo de oro, entra en donde ustedes se reúnen, y que al mismo tiempo entra un pobre, vestido con ropa muy gastada. Si ustedes atienden mejor al rico y le dicen: «Ven, siéntate en el mejor lugar», pero al pobre le dicen: «Quédate allí de pie», o «Siéntate en el suelo», serán como los malos jueces, que favorecen a unos más que a otros.

Escúchenme bien, hermanos queridos: Dios eligió a la gente pobre de este mundo para que la confianza en Dios sea su verdadera riqueza, y para que reciban el reino que él ha prometido a los que lo aman. ¿Cómo se atreven ustedes a maltratar y despreciar a los pobres? ¿Acaso no son los ricos quienes los maltratan a ustedes y los meten en la cárcel? ¿Acaso no son los ricos los que insultan a nuestro Señor?

Si ustedes obedecen el mandamiento más importante que Dios nos ha dado, harán muy bien. Ese mandamiento dice: «Recuerden que cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo.» Pero si ustedes les dan más importancia a unas personas, y las tratan mejor que a otras, están pecando y desobedeciendo la ley de Dios.

10 Si ustedes obedecen todas las leyes, menos una de ellas, es lo mismo que si desobedecieran todas. 11 Porque el mismo Dios que dijo: «No sean infieles en su matrimonio», también dijo: «No maten». Por eso, si tú eres fiel en el matrimonio, pero matas, eres culpable de haber desobedecido la ley de Dios.

12 En el día del juicio, Dios nos juzgará de acuerdo con la ley que nos libera del pecado. Por eso, debemos tener mucho cuidado en todo lo que hacemos y decimos. 13 Porque Dios no tendrá compasión de quienes no se compadecieron de otros. Pero los que tuvieron compasión de otros, saldrán bien del juicio.

Confianza y buenas acciones

14 Hermanos en Cristo, ¿de qué sirve que algunos de ustedes digan que son fieles a Dios,[a] si no hacen nada bueno para demostrarlo? ¡Así no se van a salvar!

15 Si algún hermano o hermana de la iglesia no tiene ropa ni comida, 16 y tú no le das lo que necesita para abrigarse y comer bien, de nada le sirve que tú le digas «Que te vaya bien, abrígate y come hasta que te llenes». 17 Lo mismo pasa con la fidelidad a Dios: de nada nos sirve decir que le somos fieles, si no hacemos nada que lo demuestre. Esa clase de fidelidad está muerta.

18 A los que dicen que son fieles a Dios, pero no hacen lo bueno, yo les podría decir: «Tú dices que eres fiel a Dios, y yo hago lo que es bueno. Demuéstrame que es posible ser fiel a Dios sin tener que hacer lo bueno, y yo te demostraré que soy fiel a Dios por medio del bien que hago. 19 Tú crees que existe un solo Dios. ¡Muy bien! Pero hasta los demonios creen en él y tiemblan de miedo. 20 No seas tonto. Debes aceptar que de nada te sirve decir que eres fiel a Dios y confiar en él, si no haces lo bueno. 21 Nuestro antepasado Abraham agradó a Dios cuando puso a su hijo Isaac sobre el altar, para sacrificarlo. Y Dios lo aceptó por eso. 22 La confianza que Abraham tuvo en Dios se demostró con todo lo que hizo, y por medio de todo lo que hizo su confianza llegó a ser perfecta.»

23 Así se cumplió lo que dice en la Biblia: «Abraham confió en la promesa de Dios, y por eso Dios lo aceptó». Fue así como Abraham se hizo amigo de Dios.

24 Como pueden ver, Dios nos acepta por lo que hacemos, y no sólo por lo que creemos.

25 Así le sucedió a Rahab, la prostituta. Dios la aceptó por haber recibido y escondido a los espías en su casa, y por ayudarlos también a escapar por otro camino.

26 Así como un cuerpo sin alma está muerto, también la confianza en Dios está muerta si no va acompañada de buenas acciones.