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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Josué 12-13

Reyes derrotados al oriente del Jordán

12 Estos son los reyes del oriente del río Jordán a quienes los israelitas mataron y les quitaron sus tierras. El territorio de esos reyes se extendía desde el valle del Arnón hasta el monte Hermón y abarcaba toda la tierra situada al oriente del valle del Jordán.[a]

Derrotaron a Sehón, rey de los amorreos, quien vivía en Hesbón. Su reino incluía Aroer, en el límite del valle del Arnón, y se extendía desde la mitad del valle del Arnón hasta el río Jaboc, el cual sirve de frontera con los amonitas. Ese territorio incluía la mitad sur del territorio de Galaad. Sehón también controlaba el valle del Jordán y algunas regiones al oriente, desde el mar de Galilea al norte, hasta el mar Muerto en el sur,[b] incluso la ruta a Bet-jesimot y, más al sur, hasta las laderas del Pisga.

El rey Og, de Basán—el último de los refaítas—vivía en Astarot y Edrei. Gobernaba un territorio que se extendía por el norte desde el monte Hermón hasta Salca, por el oriente a todo Basán y hacia el occidente hasta la frontera con los reinos de Gesur y Maaca. Ese territorio incluía la mitad norte de Galaad tan lejos como la frontera con el rey Sehón, de Hesbón.

Moisés, siervo del Señor, y los israelitas habían destruido al pueblo del rey Sehón y al del rey Og. Moisés entregó esas tierras como posesión a la tribu de Rubén, a la tribu de Gad y a la media tribu de Manasés.

Reyes derrotados al occidente del Jordán

La siguiente es una lista de los reyes que Josué y los ejércitos israelitas derrotaron al occidente del Jordán, desde Baal-gad, en el valle del Líbano, hasta el monte Halac, que sube hacia Seir. (Josué les dio esa tierra como posesión a las tribus de Israel, la cual abarcaba la zona montañosa, las colinas occidentales,[c] el valle del Jordán, las laderas de las montañas, el desierto de Judá y el Neguev. Los pueblos que vivían en esa región eran los hititas, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos). Estos son los reyes que Israel derrotó:

el rey de Jericó,

el rey de Hai, cerca de Betel,

10 el rey de Jerusalén,

el rey de Hebrón,

11 el rey de Jarmut,

el rey de Laquis,

12 el rey de Eglón,

el rey de Gezer,

13 el rey de Debir,

el rey de Geder,

14 el rey de Horma,

el rey de Arad,

15 el rey de Libna,

el rey de Adulam,

16 el rey de Maceda,

el rey de Betel,

17 el rey de Tapúa,

el rey de Hefer,

18 el rey de Afec,

el rey de Sarón,

19 el rey de Madón,

el rey de Hazor,

20 el rey de Simron-merón,

el rey de Acsaf,

21 el rey de Taanac,

el rey de Meguido,

22 el rey de Cedes,

el rey de Jocneam (en el Carmelo),

23 el rey de Dor (en la ciudad de Nafot-dor[d]),

el rey de Goyim (en Gilgal[e])

24 y el rey de Tirsa.

En total, los israelitas derrotaron a treinta y un reyes.

La tierra aún por conquistar

13 Cuando Josué ya era anciano, el Señor le dijo: «Estás envejeciendo y todavía queda mucha tierra por conquistar. Aún faltan todas las regiones de los filisteos y de los gesureos, y el territorio más extenso de los cananeos, el cual se extiende desde el arroyo de Sihor, en la frontera con Egipto, hasta los límites de Ecrón, al norte. Abarca el territorio de los cinco gobernantes filisteos de Gaza, Asdod, Ascalón, Gat y Ecrón. También falta por conquistar la tierra de los aveos, al sur. En el norte, la siguiente área tampoco está conquistada aún: toda la tierra de los cananeos, incluso Mehara (lugar que pertenece a los sidonios), que se extiende al norte hasta Afec, en la frontera con los amorreos; la tierra de los giblitas y toda la región de montañas del Líbano, que está hacia el oriente, desde Baal-gad, al pie del monte Hermón, hasta Lebo-hamat; y toda la zona montañosa desde el Líbano hasta Misrefot-maim, incluida toda la tierra de los sidonios.

»Yo mismo iré expulsando a esos pueblos de la tierra del paso de los israelitas. Así que asegúrate de darle esta tierra a Israel como una preciada posesión, tal como te lo ordené. Incluye todo este territorio como posesión de Israel cuando repartas la tierra entre las nueve tribus y la media tribu de Manasés».

División de la tierra al oriente del Jordán

La media tribu de Manasés, la tribu de Rubén y la tribu de Gad ya habían recibido sus respectivas porciones de tierra al oriente del Jordán, pues Moisés, siervo del Señor, se las había asignado anteriormente.

Ese territorio se extendía desde Aroer, en el límite del valle de Arnón (incluida la ciudad que está en medio del valle), hasta la llanura que está pasando Medeba, tan lejos como Dibón. 10 También incluía todas las ciudades de Sehón, rey de los amorreos—quien había reinado en Hesbón—, y se extendía tan lejos como las fronteras con Amón. 11 Abarcaba Galaad, el territorio de los reinos de Gesur y Maaca, todo el monte Hermón, todo Basán hasta Salca 12 y todo el territorio de Og, rey de Basán, quien había reinado en Astarot y Edrei. El rey Og fue el último de los refaítas, porque Moisés los había atacado y expulsado. 13 Pero los israelitas no expulsaron a la gente de Gesur y de Maaca, así que esos pueblos siguen viviendo entre los israelitas hasta el día de hoy.

Una porción para la tribu de Leví

14 Moisés no asignó ninguna porción de tierra a los de la tribu de Leví. En cambio, como el Señor les había prometido, su porción provenía de las ofrendas quemadas en el altar del Señor, Dios de Israel.

La tierra entregada a la tribu de Rubén

15 Moisés había asignado la siguiente porción a los clanes de la tribu de Rubén:

16 Ese territorio se extendía desde Aroer, en el límite del valle del Arnón (incluida la ciudad que está en medio del valle), hasta la llanura que está pasando Medeba. 17 Incluía Hesbón y las otras ciudades de la llanura: Dibón, Bamot-baal, Bet-baal-meón, 18 Jahaza, Cademot, Mefaat, 19 Quiriataim, Sibma, Zaret-sahar en la colina situada sobre el valle, 20 Bet-peor, las laderas del Pisga y Bet-jesimot.

21 La tierra de Rubén también abarcaba todas las ciudades de la llanura y todo el reino de Sehón. Sehón era el rey amorreo que había reinado en Hesbón y había muerto a manos de Moisés junto con los líderes de Madián—Evi, Requem, Zur, Hur y Reba—, príncipes que vivían en la región y aliados de Sehón. 22 Los israelitas también habían matado a Balaam, hijo de Beor, quien usaba magia para predecir el futuro. 23 El río Jordán marcaba el límite occidental de la tribu de Rubén. A los clanes de la tribu de Rubén se les dieron las ciudades y las aldeas vecinas de ese territorio para que fueran su hogar.

La tierra entregada a la tribu de Gad

24 Moisés había asignado la siguiente porción a los clanes de la tribu de Gad:

25 Ese territorio incluía Jazer, todas las ciudades de Galaad y la mitad de la tierra de Amón tan lejos como la ciudad de Aroer, justo al occidente de[f] Rabá. 26 Se extendía desde Hesbón hasta Ramat-mizpa y Betonim, y desde Mahanaim hasta Lo-debar.[g] 27 En el valle, se encontraban las ciudades de Bet-aram, Bet-nimra, Sucot, Zafón y el resto del reino de Sehón, rey de Hesbón. La frontera occidental se extendía a lo largo del río Jordán, su extremo norte llegaba hasta la punta del mar de Galilea[h] y luego giraba hacia el oriente. 28 A los clanes de la tribu de Gad se les dieron las ciudades y las aldeas vecinas de ese territorio para que fueran su hogar.

La tierra entregada a la media tribu de Manasés

29 Moisés había asignado la siguiente porción a los clanes de la media tribu de Manasés:

30 Ese territorio se extendía desde Mahanaim y abarcaba todo Basán, todo el antiguo reino del rey Og y las sesenta ciudades de Jair, en Basán. 31 También incluía la mitad de Galaad y Astarot y Edrei, ciudades de la realeza que pertenecían al rey Og. Todo eso se les entregó a los clanes de los descendientes de Maquir, hijo de Manasés.

32 Esa fue la asignación de tierras que Moisés había hecho mientras estaba en las llanuras de Moab, al otro lado del río Jordán, al oriente de Jericó. 33 Sin embargo, Moisés no dio ninguna porción de tierra a la tribu de Leví, porque el Señor, Dios de Israel, había prometido que él mismo sería su porción.

Salmos 145

[a]Salmo de alabanza de David.

145 Te exaltaré, mi Dios y Rey,
    y alabaré tu nombre por siempre y para siempre.
Te alabaré todos los días;
    sí, te alabaré por siempre.
¡Grande es el Señor, el más digno de alabanza!
    Nadie puede medir su grandeza.

Que cada generación cuente a sus hijos de tus poderosos actos
    y que proclame tu poder.
Meditaré en la gloria y la majestad de tu esplendor,
    y en tus maravillosos milagros.
Tus obras imponentes estarán en boca de todos;
    proclamaré tu grandeza.
Todos contarán la historia de tu maravillosa bondad;
    cantarán de alegría acerca de tu justicia.

El Señor es misericordioso y compasivo,
    lento para enojarse y lleno de amor inagotable.
El Señor es bueno con todos;
    desborda compasión sobre toda su creación.
10 Todas tus obras te agradecerán, Señor,
    y tus fieles seguidores te darán alabanza.
11 Hablarán de la gloria de tu reino;
    darán ejemplos de tu poder.
12 Contarán de tus obras poderosas
    y de la majestad y la gloria de tu reinado.
13 Pues tu reino es un reino eterno;
    gobiernas de generación en generación.

El Señor siempre cumple sus promesas;
    es bondadoso en todo lo que hace.[b]
14 El Señor ayuda a los caídos
    y levanta a los que están agobiados por sus cargas.
15 Los ojos de todos buscan en ti la esperanza;
    les das su alimento según la necesidad.
16 Cuando abres tu mano,
    sacias el hambre y la sed de todo ser viviente.
17 El Señor es justo en todo lo que hace;
    está lleno de bondad.
18 El Señor está cerca de todos los que lo invocan,
    sí, de todos los que lo invocan de verdad.
19 Él concede los deseos de los que le temen;
    oye sus gritos de auxilio y los rescata.
20 El Señor protege a todos los que lo aman,
    pero destruye a los perversos.

21 Alabaré al Señor,
    y que todo el mundo bendiga su santo nombre
    por siempre y para siempre.

Jeremías 6

Advertencia final a Jerusalén

»”¡Corran y salven sus vidas, habitantes de Benjamín!
    ¡Salgan de Jerusalén!
¡Toquen alarma en Tecoa!
    ¡Levanten señales en Bet-haquerem!
Un ejército poderoso viene del norte
    y trae calamidad y destrucción.
Oh Jerusalén,[a] tú eres mi hija hermosa y delicada,
    ¡pero te destruiré!
Los enemigos te rodearán como pastores que acampan alrededor de la ciudad.
    Cada uno escoge un lugar para que su tropa devore.
Ellos gritan: ‘¡Prepárense para la batalla!
    ¡Ataquen a mediodía!’.
‘No, ya es muy tarde; el día se acaba,
    y caen las sombras de la noche’.
‘¡Entonces, ataquemos de noche
    y destruyamos sus palacios!’”».

El Señor de los Ejércitos Celestiales dice:
«Corten árboles para usarlos como arietes;
    construyan rampas de asalto contra las murallas de Jerusalén.
Esta es la ciudad que debe ser castigada,
    porque es perversa hasta más no poder.
De ella brota la maldad como de una fuente.
    Sus calles resuenan con violencia y destrucción.
    Siempre veo sus enfermedades y heridas.
Oye esta advertencia, Jerusalén,
    o me alejaré de ti indignado.
Escucha, o te convertiré en un montón de escombros,
    una tierra donde no vive nadie».

El Señor de los Ejércitos Celestiales dice:
«Aun los pocos que permanezcan en Israel
    serán nuevamente recogidos,
como cuando el que cosecha revisa cada vid por segunda vez
    para recoger las uvas que no se cortaron».

La rebelión constante de Judá

10 ¿A quién puedo advertir?
    ¿Quién escuchará cuando yo hable?
Tienen sordos los oídos
    y no pueden oír.
Ellos desprecian la palabra del Señor.
    No quieren escuchar para nada.
11 Por eso ahora estoy lleno de la furia del Señor.
    ¡Sí, estoy cansado de contenerla!

«Derramaré mi furia sobre los niños que juegan en las calles
    y sobre las reuniones de jóvenes,
sobre esposos y esposas
    y sobre los que son viejos y canosos.
12 Sus casas serán dadas a los enemigos,
    al igual que sus campos y sus esposas
porque levantaré mi puño poderoso
    contra la gente de esta tierra
    —dice el Señor—.
13 Desde el menos importante hasta el más importante,
    sus vidas están dominadas por la avaricia.
Desde los profetas hasta los sacerdotes,
    todos son unos farsantes.
14 Ofrecen curas superficiales
    para la herida mortal de mi pueblo.
Dan garantías de paz
    cuando no hay paz.
15 ¿Se avergüenzan de sus actos repugnantes?
    De ninguna manera, ¡ni siquiera saben lo que es sonrojarse!
Por lo tanto, estarán entre los caídos en la matanza;
    serán derribados cuando los castigue»,
    dice el Señor.

Judá rechaza el camino del Señor

16 Esto dice el Señor:
«Deténganse en el cruce y miren a su alrededor;
    pregunten por el camino antiguo, el camino justo, y anden en él.
Vayan por esa senda y encontrarán descanso para el alma.
    Pero ustedes responden: “¡No, ese no es el camino que queremos!”.
17 Puse centinelas sobre ustedes, que dijeron:
    “Estén atentos al sonido de alarma”.
Pero ustedes respondieron:
    “¡No! ¡No prestaremos atención!”.

18 »Por lo tanto, naciones, escuchen esto;
    tomen nota de la situación de mi pueblo.
19 ¡Escuchen, habitantes de toda la tierra!
    Traeré desastre sobre mi pueblo.
Es el fruto de sus propias intrigas,
    porque se niegan a escucharme;
    han rechazado mi palabra.
20 Es inútil ofrecerme el incienso dulce de Saba.
    ¡Guárdense su cálamo aromático importado de tierras lejanas!
No aceptaré sus ofrendas quemadas;
    sus sacrificios no tienen ningún aroma agradable para mí».

21 Por lo tanto, esto dice el Señor:
    «Pondré obstáculos en el camino de mi pueblo.
Padres e hijos tropezarán contra ellos.
    Vecinos y amigos morirán juntos».

Invasión desde el norte

22 Esto dice el Señor:
«¡Miren! ¡Un gran ejército viene del norte!
    Desde tierras lejanas se levanta contra ti una gran nación.
23 Están armados con arcos y lanzas;
    son crueles y no perdonan a nadie.
Cuando avanzan montados a caballo
    se oyen como el rugido del mar.
Vienen en formación de batalla,
    con planes de destruirte, hermosa Jerusalén[b]».

24 Hemos oído informes acerca del enemigo
    y las manos nos tiemblan de miedo.
Punzadas de angustia se han apoderado de nosotros,
    como las de la mujer que está en trabajo de parto.
25 ¡No salgan a los campos!
    ¡No viajen por los caminos!
¡La espada del enemigo está por todos lados,
    y nos aterroriza a cada paso!
26 Oh, pueblo mío, vístete de tela áspera
    y siéntate entre las cenizas.
Laméntate y llora amargamente, como el que pierde a un hijo único.
    ¡Pues los ejércitos destructores caerán de sorpresa sobre ti!

27 «Jeremías, te he hecho probador de metales,[c]
    para que puedas determinar la calidad de mi pueblo.
28 Ellos son rebeldes de la peor clase,
    llenos de calumnia.
Son tan duros como el bronce y el hierro
    y llevan a otros a la corrupción.
29 Los fuelles soplan las llamas con furor
    para quemar la corrupción.
Pero no los purifica,
    ya que su perversidad permanece.
30 Los marcaré: “plata rechazada”,
    porque yo, el Señor, los desecho».

Mateo 20

Parábola de los trabajadores del viñedo

20 »El reino del cielo es como un propietario que salió temprano por la mañana con el fin de contratar trabajadores para su viñedo. Acordó pagar el salario normal de un día de trabajo[a] y los envió a trabajar.

»A las nueve de la mañana, cuando pasaba por la plaza, vio a algunas personas que estaban allí sin hacer nada. Entonces las contrató y les dijo que, al final del día, les pagaría lo que fuera justo. Así que fueron a trabajar al viñedo. El propietario hizo lo mismo al mediodía y a las tres de la tarde.

»A las cinco de la tarde, se encontraba nuevamente en la ciudad y vio a otros que estaban allí. Les preguntó: “¿Por qué ustedes no trabajaron hoy?”.

»Ellos contestaron: “Porque nadie nos contrató”.

»El propietario les dijo: “Entonces vayan y únanse a los otros en mi viñedo”.

»Aquella noche, le dijo al capataz que llamara a los trabajadores y les pagara, comenzando por los últimos que había contratado. Cuando recibieron su paga los que habían sido contratados a las cinco de la tarde, cada uno recibió el salario por una jornada completa. 10 Cuando los que habían sido contratados primero llegaron a recibir su paga, supusieron que recibirían más; pero a ellos también se les pagó el salario de un día. 11 Cuando recibieron la paga, protestaron contra el propietario: 12 “Aquellos trabajaron solo una hora, sin embargo, se les ha pagado lo mismo que a nosotros, que trabajamos todo el día bajo el intenso calor”.

13 »Él le respondió a uno de ellos: “Amigo, ¡no he sido injusto! ¿Acaso tú no acordaste conmigo que trabajarías todo el día por el salario acostumbrado? 14 Toma tu dinero y vete. Quise pagarle a este último trabajador lo mismo que a ti. 15 ¿Acaso es contra la ley que yo haga lo que quiero con mi dinero? ¿Te pones celoso porque soy bondadoso con otros?”.

16 »Así que los que ahora son últimos, ese día serán los primeros, y los primeros serán los últimos.

Jesús predice otra vez su muerte

17 Mientras Jesús subía a Jerusalén, llevó a los doce discípulos aparte y les contó en privado lo que le iba a suceder. 18 «Escuchen —les dijo—, subimos a Jerusalén, donde el Hijo del Hombre[b] será traicionado y entregado a los principales sacerdotes y a los maestros de la ley religiosa. Lo condenarán a muerte. 19 Luego lo entregarán a los romanos[c] para que se burlen de él, lo azoten con un látigo y lo crucifiquen; pero al tercer día, se levantará de los muertos».

Jesús enseña acerca del servicio a los demás

20 Entonces la madre de Santiago y de Juan, hijos de Zebedeo, se acercó con sus hijos a Jesús. Se arrodilló respetuosamente para pedirle un favor.

21 —¿Cuál es tu petición?—le preguntó Jesús.

La mujer contestó:

—Te pido, por favor, que permitas que, en tu reino, mis dos hijos se sienten en lugares de honor a tu lado, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

22 Jesús les respondió:

—¡No saben lo que piden! ¿Acaso pueden beber de la copa amarga de sufrimiento que yo estoy a punto de beber?

—Claro que sí—contestaron ellos—, ¡podemos!

23 Jesús les dijo:

—Es cierto, beberán de mi copa amarga; pero no me corresponde a mí decir quién se sentará a mi derecha o a mi izquierda. Mi Padre preparó esos lugares para quienes él ha escogido.

24 Cuando los otros diez discípulos oyeron lo que Santiago y Juan habían pedido, se indignaron. 25 Así que Jesús los reunió a todos y les dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de este mundo tratan a su pueblo con prepotencia y los funcionarios hacen alarde de su autoridad frente a los súbditos. 26 Pero entre ustedes será diferente. El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente, 27 y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá convertirse en esclavo. 28 Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos».

Jesús sana a dos hombres ciegos

29 Mientras Jesús y sus discípulos salían de la ciudad de Jericó, una gran multitud los seguía. 30 Dos hombres ciegos estaban sentados junto al camino. Cuando oyeron que Jesús venía en dirección a ellos, comenzaron a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!».

31 «¡Cállense!», les gritó la multitud.

Sin embargo, los dos ciegos gritaban aún más fuerte: «¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!».

32 Cuando Jesús los oyó, se detuvo y los llamó:

—¿Qué quieren que haga por ustedes?

33 —Señor—dijeron—, ¡queremos ver!

34 Jesús se compadeció de ellos y les tocó los ojos. ¡Al instante pudieron ver! Luego lo siguieron.

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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