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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Josué 11

Israel derrota a los ejércitos del norte

11 Cuando el rey Jabín, de Hazor, oyó lo que había sucedido, envió un mensaje a los siguientes reyes: al rey Jobab, de Madón; al rey de Simrón; al rey de Acsaf; a todos los reyes de la zona montañosa del norte; a los reyes del valle del Jordán, al sur de Galilea;[a] a los reyes de las colinas de Galilea;[b] a los reyes de Nafot-dor, al occidente; a los reyes de Canaán, tanto del oriente como del occidente; y a los reyes de los amorreos, de los hititas, de los ferezeos, de los jebuseos en la zona montañosa y de los heveos en las ciudades que están en las laderas del monte Hermón, en la tierra de Mizpa.

Todos esos reyes salieron a pelear. Sus ejércitos unidos formaban una inmensa multitud. Y con todos sus caballos y carros de guerra cubrieron el terreno como la arena a la orilla del mar. Los reyes unieron sus fuerzas y establecieron su campamento alrededor de las aguas que están cerca de Merom para pelear contra Israel.

Entonces el Señor le dijo a Josué: «No les tengas miedo. Mañana, a esta hora, los entregaré a todos muertos en manos de Israel. Después lisia sus caballos y quema sus carros de guerra».

Así que Josué y todos sus hombres de guerra avanzaron hasta las aguas que están cerca de Merom y atacaron por sorpresa. Y el Señor les dio la victoria sobre sus enemigos. Los israelitas los persiguieron tan lejos como Gran Sidón y Misrefot-maim y, hacia el oriente, por el valle de Mizpa, hasta que no quedó ningún guerrero del enemigo con vida. Después Josué lisió los caballos y quemó todos los carros de guerra, tal como el Señor había indicado.

10 Luego Josué regresó y tomó Hazor y mató a su rey. (Hazor había sido por un tiempo la capital de todos esos reinos). 11 Los israelitas destruyeron por completo[c] a todo ser viviente de la ciudad, sin dejar sobrevivientes. No se le perdonó la vida a nadie. Y después Josué quemó la ciudad.

12 Josué masacró a todos los demás reyes y a sus pueblos, los destruyó por completo, tal como lo había ordenado Moisés, siervo del Señor. 13 Pero los israelitas no quemaron ninguna de las ciudades construidas sobre collados salvo Hazor, la cual Josué quemó. 14 Y los israelitas se quedaron con todo el botín y con los animales de las ciudades devastadas; pero mataron a toda la gente, sin dejar a nadie con vida. 15 Tal como el Señor le había ordenado a su siervo Moisés, también Moisés le ordenó a Josué. Y Josué hizo lo que se le indicó, obedeció cuidadosamente todos los mandatos que el Señor le había dado a Moisés.

16 Así que Josué conquistó toda la región: la zona montañosa, todo el Neguev, toda el área que rodea la ciudad de Gosén, las colinas occidentales, el valle del Jordán,[d] los montes de Israel y las colinas de Galilea. 17 El territorio israelita ahora se extendía desde el monte Halac, que se eleva hacia Seir, al sur, hasta Baal-gad, al pie del monte Hermón, en el valle del Líbano, al norte. Josué mató a todos los reyes de esos territorios, 18 después de hacer guerra por mucho tiempo para lograrlo. 19 Ninguno de esa región hizo la paz con los israelitas salvo los heveos de Gabaón. Todos los demás fueron derrotados, 20 porque el Señor les endureció el corazón y los hizo pelear contra los israelitas. Así que fueron totalmente destruidos sin compasión, tal como el Señor le había ordenado a Moisés.

21 Durante ese período, Josué destruyó a todos los descendientes de Anac, quienes vivían en la zona montañosa de Hebrón, Debir, Anab y en toda la región montañosa de Judá e Israel. Los mató a todos y destruyó sus ciudades por completo. 22 No quedó ningún descendiente de Anac en la tierra de Israel, aunque algunos todavía permanecían en Gaza, Gat y Asdod.

23 Así que Josué tomó control de todo el territorio, tal como el Señor le había indicado a Moisés. Le dio la tierra al pueblo de Israel como su preciada posesión y repartió el territorio entre las tribus. Entonces por fin la tierra descansó de la guerra.

Salmos 144

Salmo de David.

144 Alaben al Señor, mi roca.
    Él entrena mis manos para la guerra
    y da destreza a mis dedos para la batalla.
Él es mi aliado amoroso y mi fortaleza,
    mi torre de seguridad y quien me rescata.
Es mi escudo, y en él me refugio.
    Hace que las naciones se sometan[a] a mí.

Oh Señor, ¿qué son los seres humanos para que te fijes en ellos,
    los simples mortales para que te preocupes por ellos?
Pues son como un suspiro;
    sus días son como una sombra pasajera.

Abre los cielos, Señor, y desciende;
    toca las montañas para que echen humo.
¡Lanza tus rayos y esparce a tus enemigos!
    ¡Dispara tus flechas y confúndelos!
Alcánzame desde el cielo y rescátame;
    sálvame de las aguas profundas,
    del poder de mis enemigos.
Su boca está llena de mentiras;
    juran decir la verdad pero, al contrario, mienten.

¡Te entonaré una nueva canción, oh Dios!
    Cantaré tus alabanzas con un arpa de diez cuerdas.
10 ¡Pues tú concedes la victoria a los reyes!
    Rescataste a tu siervo David de la espada mortal.
11 ¡Sálvame!
    Rescátame del poder de mis enemigos.
Su boca está llena de mentiras;
    juran decir la verdad pero, al contrario, mienten.

12 Que nuestros hijos florezcan en su juventud
    como plantas bien nutridas;
que nuestras hijas sean como columnas elegantes,
    talladas para embellecer un palacio.
13 Que nuestros graneros estén llenos
    de toda clase de cosechas;
que los rebaños en nuestros campos se multipliquen de a miles,
    y hasta de a diez miles,
14     y que nuestros bueyes estén muy cargados de alimentos.
Que ningún enemigo penetre nuestras murallas,
    ni nos lleve cautivos,
    ni haya gritos de alarma en las plazas de nuestras ciudades.
15 ¡Felices los que viven así!
    Felices de verdad son los que tienen a Dios como el Señor.

Jeremías 5

Los pecados de Judá

«Corran por todas las calles de Jerusalén—dice el Señor—.
    Busquen arriba y abajo; ¡busquen por toda la ciudad!
Si encuentran aunque sea a una sola persona justa y honrada,
    no destruiré la ciudad.
Pero aun cuando están bajo juramento
    diciendo: “Tan cierto como que el Señor vive”,
    ¡todos siguen mintiendo!».

Señor, tú estás buscando la honradez.
Golpeaste a tu pueblo,
    pero no prestó atención.
Los has aplastado,
    pero se negaron a ser corregidos.
Son tercos, de caras duras como piedra;
    rehusaron arrepentirse.

Entonces dije: «¿Pero qué podemos esperar de los pobres?
    Son unos ignorantes.
No conocen los caminos del Señor
    ni entienden las leyes divinas.
Así que iré y hablaré a sus líderes.
    Sin duda ellos conocen los caminos del Señor
    y entienden las leyes de Dios».
Pero los líderes también, como un solo hombre,
    se habían librado del yugo de Dios
    y roto las cadenas.
Entonces ahora un león de la selva los atacará;
    un lobo del desierto se les echará encima.
Un leopardo acechará cerca de sus ciudades,
    y hará trizas a quien se atreva a salir.
Pues grande es la rebelión de ellos,
    y muchos son sus pecados.

«¿Cómo puedo perdonarte?
    Pues aun tus hijos se han alejado de mí.
¡Ellos juraron por dioses que no son dioses en absoluto!
    Alimenté a mi pueblo hasta que estuvo satisfecho;
pero su manera de darme las gracias fue cometer adulterio
    y hacer fila en los prostíbulos.
Son vigorosos sementales, bien alimentados,
    cada uno relinchando por la mujer de su prójimo.
¿No habría de castigarlos por esto?—dice el Señor—.
    ¿No habría de vengarme contra semejante nación?

10 »Vayan por las hileras de los viñedos y destruyan las vides,
    pero dejen algunas con vida.
Arranquen los sarmientos de las vides,
    porque esta gente no pertenece al Señor.
11 Los pueblos de Israel y Judá
    están llenos de traición contra mí
    —dice el Señor—.
12 Mintieron acerca del Señor y dijeron:
    “¡Él no nos molestará!
Ningún desastre vendrá sobre nosotros;
    no habrá guerra ni hambre.
13 Todos los profetas de Dios son pura palabrería;
    en realidad no hablan de parte de él.
    ¡Que caigan sobre ellos mismos sus predicciones de desastre!”».

14 Por lo tanto, esto dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales:

«Debido a que mi pueblo habla de esta manera,
    mis mensajes saldrán de tu boca como llamas de fuego
    y quemarán al pueblo como si fuera leña.
15 Oh Israel, traeré una nación lejana contra ti
    —dice el Señor—.
Es una nación poderosa,
    una nación antigua,
un pueblo cuyo idioma desconoces,
    cuya forma de hablar no entiendes.
16 Sus armas son mortíferas;
    sus guerreros, poderosos.
17 Devorarán la comida de tu cosecha;
    devorarán a tus hijos e hijas.
Devorarán tus rebaños y manadas;
    devorarán tus uvas y tus higueras.
Y destruirán tus ciudades fortificadas
    que consideras tan seguras.

18 »Sin embargo, aun en esos días, no te eliminaré por completo—dice el Señor—. 19 Y cuando tu pueblo pregunte: “¿Por qué el Señor nuestro Dios nos hizo todo esto?”, debes contestar: “Ustedes lo rechazaron y se entregaron a dioses extranjeros en su propia tierra. Ahora servirán a extranjeros en una tierra que a ustedes no les pertenece”.

Advertencia al pueblo de Dios

20 »Anuncien esto a Israel,[a]
    y díganselo a Judá:
21 “Escucha, gente necia y sin sentido común,
    que tiene ojos que no ven,
    y oídos que no oyen.
22 ¿No me tienes respeto?
    ¿Por qué no tiemblas en mi presencia?
Yo, el Señor, con la arena defino el límite del océano
    como frontera eterna que las aguas no pueden cruzar.
Las olas pueden agitarse y rugir,
    pero nunca podrán pasar los límites que establecí.
23 Sin embargo, mi pueblo tiene el corazón terco y rebelde;
    se alejó y me abandonó.
24 No dicen de corazón:
    ‘Vivamos con temor reverente ante el Señor nuestro Dios,
porque nos da la lluvia cada primavera y otoño,
    asegurándonos una cosecha en el tiempo apropiado’.
25 Su maldad les ha privado de estas maravillosas bendiciones;
    su pecado les ha robado todas estas cosas buenas.

26 »”Hay hombres perversos entre mi pueblo
    que están al acecho de víctimas, como un cazador oculto en su escondite.
Continuamente ponen trampas
    para atrapar a la gente.
27 Como una jaula llena de pájaros
    sus casas están llenas de planes siniestros.
    Ahora son poderosos y ricos.
28 Están gordos y con aspecto saludable,
    y sus obras de maldad no tienen límite.
Rehúsan dar justicia al huérfano
    y le niegan los derechos al pobre.
29 ¿No habría de castigarlos por esto?—dice el Señor—.
    ¿No habría de vengarme de semejante nación?
30 Algo terrible y espantoso
    ha sucedido en este país:
31 los profetas dan profecías falsas,
    y los sacerdotes gobiernan con mano de hierro.
Peor todavía, ¡a mi pueblo le encanta que sea así!
    Ahora bien, ¿qué harán ustedes cuando todo esto llegue a su fin?

Mateo 19

Discusión acerca del divorcio y del matrimonio

19 Cuando Jesús terminó de decir esas cosas, salió de Galilea y descendió a la región de Judea, al oriente del río Jordán. Grandes multitudes lo siguieron, y él sanó a los enfermos.

Unos fariseos se acercaron y trataron de tenderle una trampa con la siguiente pregunta:

—¿Se permite que un hombre se divorcie de su esposa por cualquier motivo?

Jesús respondió:

—¿No han leído las Escrituras? Allí está escrito que, desde el principio, “Dios los hizo hombre y mujer”[a] . —Y agregó—: “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo”[b]. Como ya no son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido.

—Entonces—preguntaron—, ¿por qué dice Moisés en la ley que un hombre podría darle a su esposa un aviso de divorcio por escrito y despedirla?[c]

Jesús contestó:

—Moisés permitió el divorcio solo como una concesión ante la dureza del corazón de ustedes, pero no fue la intención original de Dios. Y les digo lo siguiente: el que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio, a menos que la esposa le haya sido infiel.[d]

10 Entonces los discípulos le dijeron:

—Si así son las cosas, ¡será mejor no casarse!

11 —No todos pueden aceptar esta palabra—dijo Jesús—. Solo aquellos que reciben la ayuda de Dios. 12 Algunos nacen como eunucos, a otros los hacen eunucos, y otros optan por no casarse[e] por amor al reino del cielo. El que pueda, que lo acepte.

Jesús bendice a los niños

13 Cierto día, algunos padres llevaron a sus niños a Jesús para que pusiera sus manos sobre ellos y orara por ellos. Pero los discípulos regañaron a los padres por molestar a Jesús.

14 Pero Jesús les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino del cielo pertenece a los que son como estos niños». 15 Entonces les puso las manos sobre la cabeza y los bendijo antes de irse.

El hombre rico

16 Alguien se acercó a Jesús con la siguiente pregunta:

—Maestro,[f] ¿qué buena acción tengo que hacer para tener la vida eterna?

17 —¿Por qué me preguntas a mí sobre lo que es bueno?—respondió Jesús—. Solo hay Uno que es bueno; pero para contestar a tu pregunta, si deseas recibir la vida eterna, cumple[g] los mandamientos.

18 —¿Cuáles?—preguntó el hombre.

Y Jesús le contestó:

—“No cometas asesinato; no cometas adulterio; no robes; no des falso testimonio; 19 honra a tu padre y a tu madre; ama a tu prójimo como a ti mismo”[h].

20 —He obedecido todos esos mandamientos—respondió el joven—. ¿Qué más debo hacer?

21 Jesús le dijo:

—Si deseas ser perfecto, anda, vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.

22 Cuando el joven escuchó lo que Jesús le dijo, se fue triste porque tenía muchas posesiones.

23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Les digo la verdad, es muy difícil que una persona rica entre en el reino del cielo. 24 Lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios».

25 Los discípulos quedaron atónitos.

—Entonces, ¿quién podrá ser salvo?—preguntaron.

26 Jesús los miró y les dijo:

—Humanamente hablando es imposible, pero para Dios todo es posible.

27 Entonces Pedro le dijo:

—Nosotros hemos dejado todo para seguirte. ¿Qué recibiremos a cambio?

28 Jesús contestó:

—Les aseguro que cuando el mundo se renueve[i] y el Hijo del Hombre[j] se siente sobre su trono glorioso, ustedes que han sido mis seguidores también se sentarán en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y todo el que haya dejado casas o hermanos o hermanas o padre o madre o hijos o bienes por mi causa recibirá cien veces más a cambio y heredará la vida eterna. 30 Pero muchos que ahora son los más importantes en ese día serán los menos importantes, y aquellos que ahora parecen menos importantes en ese día serán los más importantes.[k]

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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