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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Josué 4

Monumentos del cruce del Jordán

Una vez que todo el pueblo terminó de cruzar el Jordán, el Señor le dijo a Josué: «Ahora elige a doce hombres, uno de cada tribu. Diles: “Tomen doce piedras del medio del Jordán, del mismo lugar donde están parados los sacerdotes. Llévenlas al lugar donde van a acampar esta noche y amontónenlas allí”».

Entonces Josué convocó a los doce hombres que había elegido, uno por cada tribu de Israel. Les dijo: «Vayan a la mitad del Jordán, frente al arca del Señor su Dios. Cada uno de ustedes debe tomar una piedra y cargarla al hombro; serán doce piedras en total, una por cada tribu de Israel. Las usaremos para levantar un monumento conmemorativo. En el futuro, sus hijos les preguntarán: “¿Qué significan estas piedras?”. Y ustedes podrán decirles: “Nos recuerdan que el río Jordán dejó de fluir cuando el arca del pacto del Señor cruzó por allí”. Esas piedras quedarán como un recordatorio en el pueblo de Israel para siempre».

Así que los hombres hicieron lo que Josué les había ordenado. Tomaron doce piedras del medio del río Jordán, una por cada tribu, tal como el Señor le había dicho a Josué. Las llevaron al lugar donde acamparon esa noche y construyeron allí el monumento.

Josué también apiló otras doce piedras a la mitad del Jordán, en el lugar donde estaban parados los sacerdotes que llevaban el arca del pacto. Y las piedras siguen allí hasta el día de hoy.

10 Los sacerdotes que llevaban el arca estuvieron en medio del río hasta que se llevaron a cabo todos los mandatos del Señor que Moisés le había dado a Josué. Mientras tanto, el pueblo se apresuró a cruzar el lecho del río. 11 Y cuando todos estaban a salvo en la otra orilla, los sacerdotes terminaron de cruzar con el arca del Señor mientras el pueblo observaba.

12 Los guerreros armados de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la media tribu de Manasés iban delante de los israelitas al cruzar el Jordán, tal como Moisés había indicado. 13 Esos hombres armados—unos cuarenta mil en total—estaban listos para la guerra, y el Señor iba con ellos mientras cruzaban hacia la llanura de Jericó.

14 Ese día, el Señor convirtió a Josué en un gran líder a los ojos de todos los israelitas, quienes, por el resto de su vida, lo respetaron tanto como habían respetado a Moisés.

15 El Señor le había dicho a Josué: 16 «Ordénales a los sacerdotes que llevan el arca del pacto[a] que salgan del lecho del río». 17 Así que Josué dio la orden. 18 En cuanto los sacerdotes que llevaban el arca del pacto del Señor salieron del lecho del río y sus pies pisaron tierra firme, las aguas del Jordán volvieron a fluir y desbordaron el cauce como antes.

19 El pueblo cruzó el Jordán el décimo día del primer mes.[b] Después acamparon en Gilgal, al oriente de Jericó. 20 Fue allí, en Gilgal, donde Josué apiló las doce piedras que había tomado del río Jordán.

21 Entonces Josué les dijo a los israelitas: «En el futuro, sus hijos preguntarán: “¿Qué significan estas piedras?”. 22 Y ustedes podrán decirles: “Aquí es donde los israelitas cruzaron el Jordán sobre tierra seca”. 23 Pues el Señor su Dios secó el río a la vista de ustedes y lo mantuvo seco hasta que todos cruzaran, tal como hizo con el mar Rojo[c] cuando lo secó hasta que todos terminamos de cruzar. 24 Lo hizo para que todas las naciones de la tierra supieran que la mano del Señor es poderosa, y para que ustedes temieran al Señor su Dios para siempre».

Salmos 129-131

Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.

129 Desde mi temprana juventud, mis enemigos me han perseguido.
    Que todo Israel repita:
Desde mi temprana juventud, mis enemigos me han perseguido,
    pero nunca me derrotaron.
Tengo la espalda cubierta de heridas,
    como si un agricultor hubiera arado largos surcos.
Pero el Señor es bueno;
    cortó las cuerdas con que me ataban los impíos.

Que todos los que odian a Jerusalén[a]
    retrocedan en vergonzosa derrota.
Que sean tan inútiles como la hierba que crece en un techo,
    que se pone amarilla a la mitad de su desarrollo,
que es ignorada por el cosechador
    y despreciada por el que hace los manojos.
Y que los que pasan por allí
    se nieguen a darles esta bendición:
«El Señor los bendiga;
    los bendecimos en el nombre del Señor».

Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.

130 Desde lo profundo de mi desesperación, oh Señor,
    clamo por tu ayuda.
Escucha mi clamor, oh Señor.
    Presta atención a mi oración.

Señor, si llevaras un registro de nuestros pecados,
    ¿quién, oh Señor, podría sobrevivir?
Pero tú ofreces perdón,
    para que aprendamos a temerte.

Yo cuento con el Señor;
    sí, cuento con él.
    En su palabra he puesto mi esperanza.
Anhelo al Señor
    más que los centinelas el amanecer,
    sí, más de lo que los centinelas anhelan el amanecer.

Oh Israel, espera en el Señor,
    porque en el Señor hay amor inagotable;
    su redención sobreabunda.
Él mismo redimirá a Israel
    de toda clase de pecado.

Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén. Salmo de David.

131 Señor, mi corazón no es orgulloso;
    mis ojos no son altivos.
No me intereso en cuestiones demasiado grandes
    o impresionantes que no puedo asimilar.
En cambio, me he calmado y aquietado,
    como un niño destetado que ya no llora por la leche de su madre.
    Sí, tal como un niño destetado es mi alma en mi interior.

Oh Israel, pon tu esperanza en el Señor,
    ahora y siempre.

Isaías 64

64 [a]¡Oh, si irrumpieras desde el cielo y descendieras!
    ¡Cómo temblarían los montes en tu presencia!
[b]Así como el fuego hace que arda la leña
    y que hierva el agua,
tu venida haría que las naciones temblaran.
    ¡Entonces tus enemigos se enterarían de la razón de tu fama!
Cuando descendiste hace mucho tiempo,
    hiciste obras temibles, por encima de nuestras mayores expectativas.
    ¡Y cómo temblaron los montes!
Desde el principio del mundo,
    ningún oído ha escuchado,
ni ojo ha visto a un Dios como tú,
    quien actúa a favor de los que esperan en él.
Tú recibes a quienes hacen el bien con gusto,
    a quienes siguen caminos de justicia.
Pero has estado muy enojado con nosotros,
    porque no somos justos.
Pecamos constantemente;
    ¿cómo es posible que personas como nosotros se salven?
Estamos todos infectados por el pecado y somos impuros.
    Cuando mostramos nuestros actos de justicia,
    no son más que trapos sucios.
Como las hojas del otoño, nos marchitamos y caemos,
    y nuestros pecados nos arrasan como el viento.
Sin embargo, nadie invoca tu nombre
    ni te ruega misericordia.
Por eso tú te apartaste de nosotros
    y nos entregaste[c] a nuestros pecados.

Y a pesar de todo, oh Señor, eres nuestro Padre;
    nosotros somos el barro y tú, el alfarero.
    Todos somos formados por tu mano.
No te enojes tanto con nosotros, Señor;
    por favor, no te acuerdes de nuestros pecados para siempre.
Te pedimos que nos mires
    y veas que somos tu pueblo.
10 Tus ciudades santas están destruidas.
    Sion es un desierto;
    sí, Jerusalén no es más que una ruina desolada.
11 El templo santo y hermoso
    donde nuestros antepasados te alababan
fue incendiado
    y todas las cosas hermosas quedaron destruidas.
12 Después de todo esto, Señor, ¿aún rehusarás ayudarnos?
    ¿Permanecerás callado y nos castigarás?

Mateo 12

Discusión acerca del día de descanso

12 Por ese tiempo, Jesús caminaba en el día de descanso por unos terrenos sembrados. Sus discípulos tenían hambre, entonces comenzaron a arrancar unas espigas de grano y a comérselas. Algunos fariseos los vieron y protestaron:

—Mira, tus discípulos violan la ley al cosechar granos en el día de descanso.

Jesús les dijo:

—¿No han leído en las Escrituras lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre? Entró en la casa de Dios, y él y sus compañeros violaron la ley al comer los panes sagrados, que solo a los sacerdotes se les permitía comer. ¿Y no han leído en la ley de Moisés que los sacerdotes de turno en el templo pueden trabajar en el día de descanso? Les digo, ¡aquí hay uno que es superior al templo! Ustedes no habrían condenado a mis discípulos—quienes son inocentes—si conocieran el significado de la Escritura que dice: “Quiero que tengan compasión, no que ofrezcan sacrificios”[a]. Pues el Hijo del Hombre[b] es Señor, ¡incluso del día de descanso!

Jesús sana en el día de descanso

Luego Jesús entró en la sinagoga de ellos, 10 y allí vio a un hombre que tenía una mano deforme. Los fariseos le preguntaron a Jesús:

—¿Permite la ley que una persona trabaje sanando en el día de descanso?

(Esperaban que él dijera que sí para poder levantar cargos en su contra).

11 Él les respondió:

—Si tuvieran una oveja y esta cayera en un pozo de agua en el día de descanso, ¿no trabajarían para sacarla de allí? Por supuesto que lo harían. 12 ¡Y cuánto más valiosa es una persona que una oveja! Así es, la ley permite que una persona haga el bien en el día de descanso.

13 Después le dijo al hombre: «Extiende la mano». Entonces el hombre la extendió, y la mano quedó restaurada, ¡igual que la otra! 14 Entonces los fariseos convocaron a una reunión para tramar cómo matar a Jesús.

Jesús, el Siervo elegido de Dios

15 Pero Jesús sabía lo que ellos tenían en mente. Entonces salió de esa región, y mucha gente lo siguió. Sanó a todos los enfermos de esa multitud, 16 pero les advirtió que no revelaran quién era él. 17 Con eso se cumplió la profecía de Isaías acerca de él:

18 «Miren a mi Siervo, al que he elegido.
    Él es mi Amado, quien me complace.
Pondré mi Espíritu sobre él,
    y proclamará justicia a las naciones.
19 No peleará ni gritará,
    ni levantará su voz en público.
20 No aplastará la caña más débil
    ni apagará una vela que titila.
    Al final, hará que la justicia salga victoriosa.
21 Y su nombre será la esperanza
    de todo el mundo»[c].

Jesús y el príncipe de los demonios

22 Luego le llevaron a Jesús a un hombre ciego y mudo que estaba poseído por un demonio. Jesús sanó al hombre para que pudiera hablar y ver. 23 La multitud quedó llena de asombro, y preguntaba: «¿Será posible que Jesús sea el Hijo de David, el Mesías?».

24 Pero cuando los fariseos oyeron del milagro, dijeron: «Con razón puede expulsar demonios. Él recibe su poder de Satanás,[d] el príncipe de los demonios».

25 Jesús conocía sus pensamientos y les contestó: «Todo reino dividido por una guerra civil está condenado al fracaso. Una ciudad o una familia dividida por peleas se desintegrará. 26 Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido y pelea contra sí mismo; su propio reino no sobrevivirá. 27 Entonces, si mi poder proviene de Satanás, ¿qué me dicen de sus propios exorcistas, quienes también expulsan demonios? Así que ellos los condenarán a ustedes por lo que acaban de decir. 28 Sin embargo, si yo expulso a los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado y está entre ustedes. 29 Pues, ¿quién tiene suficiente poder para entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes? Solo alguien aún más fuerte, alguien que pudiera atarlo y después saquear su casa.

30 »El que no está conmigo, a mí se opone, y el que no trabaja conmigo, en realidad, trabaja en mi contra.

31 »Por eso les digo, cualquier pecado y blasfemia pueden ser perdonados, excepto la blasfemia contra el Espíritu Santo, que jamás será perdonada. 32 El que hable en contra del Hijo del Hombre puede ser perdonado, pero el que hable contra el Espíritu Santo jamás será perdonado, ya sea en este mundo o en el que vendrá.

33 »A un árbol se le identifica por su fruto. Si el árbol es bueno, su fruto será bueno. Si el árbol es malo, su fruto será malo. 34 ¡Camada de víboras! ¿Cómo podrían hombres malvados como ustedes hablar de lo que es bueno y correcto? Pues lo que está en el corazón determina lo que uno dice. 35 Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón. 36 Les digo lo siguiente: el día del juicio, tendrán que dar cuenta de toda palabra inútil que hayan dicho. 37 Las palabras que digas te absolverán o te condenarán».

La señal de Jonás

38 Un día, algunos maestros de la ley religiosa y algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron:

—Maestro, queremos que nos muestres alguna señal milagrosa para probar tu autoridad.

39 Jesús les respondió:

—Solo una generación maligna y adúltera exigiría una señal milagrosa; pero la única que les daré será la señal del profeta Jonás. 40 Así como Jonás estuvo en el vientre del gran pez durante tres días y tres noches, el Hijo del Hombre estará en el corazón de la tierra durante tres días y tres noches.

41 »El día del juicio los habitantes de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron de sus pecados al escuchar la predicación de Jonás. Ahora alguien superior a Jonás está aquí, pero ustedes se niegan a arrepentirse. 42 La reina de Saba[e] también se levantará contra esta generación el día del juicio y la condenará, porque vino de una tierra lejana para oír la sabiduría de Salomón. Ahora alguien superior a Salomón está aquí, pero ustedes se niegan a escuchar.

43 »Cuando un espíritu maligno[f] sale de una persona, va al desierto en busca de descanso, pero no lo encuentra. 44 Entonces dice: “Volveré a la persona de la cual salí”. De modo que regresa y encuentra su antigua casa vacía, barrida y en orden. 45 Entonces el espíritu busca a otros siete espíritus más malignos que él, y todos entran en la persona y viven allí. Y entonces esa persona queda peor que antes. Eso es lo que le ocurrirá a esta generación maligna.

La verdadera familia de Jesús

46 Mientras Jesús hablaba a la multitud, su madre y sus hermanos estaban afuera y pedían hablar con él. 47 Alguien le dijo a Jesús: «Tu madre y tus hermanos están parados afuera y desean hablar contigo»[g].

48 Jesús preguntó: «¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos?». 49 Luego señaló a sus discípulos y dijo: «Miren, estos son mi madre y mis hermanos. 50 Pues todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo es mi hermano y mi hermana y mi madre».

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